Madrid, 01-10-19

HABÍA UNA VEZ

Si llamara a esa puerta ya nadie me abriría.
No se puede pasar con una constelación de estrellas negras
   zumbando alrededor
y este fardo de penas insolubles aferrado a mi espalda.
La consigna fue siempre murmurar cada nombre,
cuando el nombre tenía el color de la inocencia, el eco
   del cristal,
un temblor de amapolas debajo del rocío.
Eso era en el comienzo de este mundo, en mi edad
   más temprana,
en los atardeceres encantados que tejías, abuela, en tu
   telas de asombros
con hebras arrancadas de la urdimbre del cielo, con
   palabras cargadas de poder
como los talismanes de las sabias leyendas.
Laboratorio inmenso la cocina con sus cobres en llamas,
las marmitas oscuras donde hervían las brujas y el
   burlado demonio,
mientras en la caldera pataleaban los monstruos
y en el horno jadeaban agonizando vampiros y ratones.
Entraban con el humo castillos embrujados,
   escaleras sin fin y puertas clausuradas,
y en las más altas torres padecían cautivas las princesas,
víctimas de mentiras, intrigas y traiciones.
¿Cómo reconocer al caballero amado en el mendigo
   errante, el sapo o el lagarto?
¡Ah!, pero bastaba un beso inexplicable entre los
   laberintos del jardín
para que se quebrara el maleficio como un huevo de
   víboras
y apareciera el rostro triunfante del amor, ese que nunca
   muere.

Abuela, dulce abuela portentosa,
lograbas contraer el universo hasta la dimensión de tu
   asamblea,
convocabas ciudades, desfilaban los bosques, y los
   mares, se alteraban los tiempos,
un dios omnipotente cabía en una nuez y una hormiga
   tapaba el horizonte.
Recuerdo que la sombra de un gallo fantasmal se
   proyectaba en todas las paredes.
Tú oficiabas la suerte.

Tú repartías premios, indultos y castigos.
Perdonabas a la bestia inocente, a los diablos
   incautos, al huracán salvaje,
y te pido perdón por los bienes perdidos, por los
   pasos no dados, por el ocio,
por la fe inquebrantable y traicionada.

Abuela, sé que estarás allá, contando historias,
tal vez en una nube semejante al refugio hechizado
   que tuvimos.
Yo no te pido entrar en este día.
Te invoco para entonces, para cuando recorra la real
   eternidad
en busca de un espacio de luz a la medida de una
   sueño perdurable.
Déjame entrar entonces en tus atardeceres fulgurantes
   junto al fuego sagrado.
Podrás reconocerme por mi color de invierno neblinoso;
tengo tus mismas manos ahuecadas para guardar el
   vaho de los mejores años
y los húmedos ojos siempre nuevos para cada milagro.

OLGA OROZCO
Argentina-1920
De "Últimos poemas"


Madrid, 02-10-19

A SIMPLE VISTA

A menudo, por los orificios del cielo
se veían chozas, poblaciones de la barranca
   al borde del agua, gente
con olor a melones y a pescado,
   algún machete, quizás,
entre la maleza, degollador.

Cosas entrevistas en la noche
o a pleno sol, el canto de una mujer
se alza en una costa brumosa.
   Hay rostros barbudos allí,
   por la laguna
pasa en canoa un hombre dormido,
golpe lento, aguas batidas,
algo inmensamente vivo se escurre de los remos.

No puedo decir que así
   el mundo se ensanchaba.
Se estrechaba, más bien,
casi hasta estrangular.

 

ENRIQUE MOLINA
Argentina-1910
De "La refracción de la luz"


Madrid, 03-10-19

YO COCINÉ TU CORAZÓN DE FIERA

Yo cociné tu corazón de fiera
y el alma mía te sirvió su clavo.
Tengo ahora un dolor que nunca lavo,
ya no filtra en nosotros primavera.

Con algún lápiz me manejo el luto
y voy al cementerio y cojo llamas.
Mi amor, que se ha bajado de las camas,
asume cada noche el absoluto.

Por eso no te nombro (casi creces
en la acera con polvo algunas veces).
Otros martes al fin está lloviendo.

Ay, razono, comercio, trago espina,
y unas ganas de amante y de asesina
me tumban sobre ti, muerto tremendo.

CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1922
de “Se me ha perdido un hombre


Madrid, 04-10-19

AMOR PERDIDO. LA JUVENTUD

V

Salta, corre brincando hacia el amor y déjate caer,
sin respirar siquiera, sin pensar en el tiempo; sin fe.

Caído, agítate con dulzura extrema, aúlla.
Deja que el tiempo se persigne avergonzado,
enfrentado a tu danza vital, lejanía insondable,
movimiento de ave o potro enloquecido.

Deja que la miseria te empape con su olor a desgracia,
que la vida y los colores de la vida te dejen ciego.
Y así, sabiéndolo, has de morir tranquilo,
sin deberle a la vida, ni a ningún Dios extraño,
ni a espíritus modernos, ni a la carne, nada.

Sin deudas, alborozado por el movimiento de los astros,
abrazado a cuanto amor se precie de moverse o volar,
así: sin nerviosismos o cálculos perfectos,
así, se muere y se vuelve a nacer, si es necesario,
cada vez, todos los días, algunas noches, siempre.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "Amores perdidos"


Madrid, 07-10-19

SE OYE DE NUEVO EL MAR

Desde hace muchas noches se oye de nuevo el mar,
leve, arriba y abajo, sobre la arena lisa.
Eco de una voz encerrada en la mente
que resurge del tiempo; y también este
lamento asiduo de gaviotas, o
pájaros de las torres, que abril
empuja hacia la llanura. Ya
estabas junto a mí con esa voz;
y quisiera que a ti también llegase,
ahora, de mí un eco de memoria,
como ese oscuro murmurar del mar.

SALVATORE QUASIMODO

Italia-1901

Del “Día tras día”


Madrid, 08-10-19

LAMENTO POR EL SUR

La luna roja, el viento, tu color
de mujer del Norte, la llanura de nieve...
Mi corazón está ya en estas praderas,
en estas aguas anubladas por la niebla.
He olvidado el mar, la grave
caracola que soplan los pastores sicilianos,
las cantilena de los carros a lo largo de los caminos
donde el algarrobo tiembla en el humo de los rastrojos,
he olvidado el paso de las garzas y las grullas
en el aire de las verdes altiplanicies
por las tierras y los ríos de Lombardía.
Pero el hombre grita en cualquier parte la suerte de una patria.
Ya nadie me llevará al Sur.

Oh, el Sur está cansado de arrastrar muertos
a la orilla de las ciénagas de malaria,
está cansado de soledad, cansado de cadenas,
está cansado en su boca
de las blasfemias de todas las razas
que han gritado muerte con el eco de sus pozos,
que han bebido la sangre de su corazón.
Por eso sus hijos vuelven a los montes,
sujetan los caballos bajo mantas de estrellas,
comen flores de acacia a lo largo de las pistas
nuevamente rojas, aún rojas, aún rojas.
Ya nadie me llevará al Sur.

Y esta tarde cargada de invierno
es aún nuestra, y aquí te repito
mi absurdo contrapunto
de dulzuras y furores,
un lamento de amor sin amor.

SALVATORE QUASIMODO

Italia-1901

Del “La vida no es sueño
 


Madrid, 09-10-19

TORO
25

Todos creíamos.
El mar no quiso ser mar.
(Fuimos a verlo. Era cierto.)

Todos creíamos.
La noche se ha vuelto toro.
(Fuimos a verlo. Era cierto.)

Todos creíamos.
La tierra habló y dijo: ¡Tierra!
(Fuimos a verlo. Era cierto.)

Todos creíamos.
Se hirió de muerte la muerte.
(Fuimos a verlo. Era cierto.)

Todos creíamos todo,
menos lo que hoy creemos.
(¿Será cierto?)

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Entre el clavel y la espada”


Madrid, 10-10-19

ENSOÑACIÓN

¡Oh déjame! Es la hora en que el turbio horizonte
Oculta el roto frente bajo un cerco de bruma,
La hora en que el astro enorme, ígneo, desaparece.
El bosque, ya amarillo, señorea la colina:
Se diría que ahora, cuando avanza el otoño,
El sol y la llovizna oxidaron las hojas.

¡Quién hiciera surgir, quién lograra elevar
Allá lejos -en tanto yo sueño en la ventana
Y se agolpa la sombra al fondo del pasillo-
Alguna ciudad árabe, destellante, inaudita
Que, al igual que la espiga en gavilla resuelta
Desgarrara esa niebla con sus flechas doradas!

Que acertase a animar ¡oh genios! a inspirar
Mis canciones oscuras como el cielo de otoño
Y a lanzar a mis ojos sus mágicos reflejos.
Y extendiéndose en lentos rumores sofocados,
Con las miles de torres de sus palacios féericos,
Neblinosa, dentara al violáceo horizonte.

VÍCTOR HUGO
Francia-1802
De "Lo que dice la boca de sombra
y otros poemas
"


Madrid, 11-10-19

LOS ACHANTIS
(En el Jardín de Aclimatación)

Nada de ver extrañas tierras,
ni la sensación de mujeres morenas
que se desnudan mientras danzan.

Ni la extraña, salvaje melodía.
Ni la canción de la sangre brotada,
Ni sangre que clama desde el interior.

Ni muchachas morenas tendidas
con exótica molicie;
ni ojos punzantes como sables,
con las bocas a la risa dispuestas.

Y una extraña comprensión
con el orgullo propio en hombres vanidosos.
Y ver todo esto me angustió.

¡Oh! Más fieles son las bestias
viviendo y tendiéndose entre rejas
salvajemente, respondiendo sólo al impulso
irresistible de las cosas nuevas y raras,

Para consumirse y hundirse en sí mismos
quedamente, como un fuego lento,
indiferentes a la novedad de la aventura
y sólo de su sangre acompañados.

RAINER MARIA RILKE
Praga-1875
(Capital Checa que entonces pertenecía al Imperio Austro-Húngaro)
De “Libro de imágenes


Madrid, 14-10-19

QUÉ GRITO

En las tardes de estío,
sorprendida vertiéndote,
lenta luna, fantasma cotidiano
del triste, extremo sol,
¿qué grito resucitas?

Luna alusiva, vas turbando incauta
el sueño hermoso de la tierra
que al ausente se ha vuelto con delirio
bajo tu melancólica caricia,
y llora, siendo madre,
de que un día no quede de él y de ella
ni tan siquiera un manto deleznable de luna.

GIUSEPPE UNGARETTI
Egipto, 1888
De "Sentimiento del tiempo"


Madrid, 15-10-19

SOMBRA

Hombre que esperas sin encontrar paz,
sombra cansada en la luz polvorienta,
el último calor se irá marchando
y errarás indistinto...

GIUSEPPE UNGARETTI
Egipto, 1888
De "Sueños y acordes"


Madrid, 16-10-19

HISTORIA DE UNA SEPARACIÓN

El hombre ha dicho a la mujer:
   Te amo
Y cómo:
   como si yo apretara entre mis palmas
   mi corazón, como un trozo de vidrio
   ensangrentándome los dedos
      al trizarlo
      locamente.

El hombre ha dicho a la mujer:

   Te amo
Y cómo:
   con la profundidad de los kilómetros
   con toda la inmensidad de los kilómetros
Cien por ciento
   Mil por ciento
      Hasta lo infinito cien mil veces ciento.

La mujer dijo al hombre:
Yo he mirado
   con mis labios
      con mi cabeza y con mi corazón
Con amor, con terror, al inclinarme
   sobre tus labios
      sobre tu corazón
         y tu cabeza
Y todo lo que yo te digo ahora
lo he aprendido de ti
como un murmullo en las tinieblas
Y hoy yo sé
   que la tierra
      así como una madre
         de rostro asoleado
amamanta a su más hermoso niño.
   ¿Mas qué hacer?
Sujetos mis cabellos a los dedos
de lo que muere están
   y no puedo, no puedo separar mi cabeza
Debes partir, ahora
   contemplando los ojos de este recién
   nacido
Debes partir, debes abandonarme.
La mujer ese calló
Ellos se han abrazado
Al suelo cayó un libro
Se cerró una ventana
Y así se separaron.

NÂZIM HIKMET
Nace en Tesalónica en 1902
De "Duro oficio del exilio"


Madrid, 17-10-19

EH, HOMBRE,
AMADO MÍO

Eh, hombre
amado mío,
desecha ya los viejos mapas,
ven a recorrerme sobre ariscos caballos,
hincha las velas y descubre este nuevo continente
nacido entre cataclismos y catástrofes.
Escala estas montañas azules
para ver tu nombre inscrito en el horizonte;
húndete en los lagos y conoce los nacarados monumentos
a cada uno de tus besos.
Descifra los mensajes pintados en las grandes paredes
y ve aparecer tu risa en los árboles frutales
de esta tierra
donde como zumo vital
quiero guardarte siempre.

GIOCONDA BELLI

Nicaragua, 1948

De “El ojo de la mujer”
 


Madrid, 18-10-19

CANTO A MÍ MISMO
IV

Viajeros y preguntones me rodean
para saber de gentes que he conocido, del efecto que sobre mí
   ha tenido mi vida temprana, del barrio o ciudad en que moro,
   de la nación,
de los últimos acontecimientos, descubrimientos, inventos,
   sociedades, escritores, antiguos y modernos,
de mi cena, vestido, socios, aspecto, saludos, obligaciones,
de la real o fingida indiferencia de algún hombre o mujer
   que yo amo,
de los males de algún miembro de mi familia o de mí mismo,
   de lo que he hecho mal, de mis pérdidas, de mi indigencia, de
   mis depresiones y exaltaciones,
de las batallas, los horrores de la guerra fraticida, la pasión por
   noticias dudosas, los hechos caprichosos.
Vienen a mí de día y de noche y de nuevo se marchan;
pero ellos no son mi Yo mismo.

Apartado de presiones y arranques se levanta lo que soy.
Se levanta divertido, complaciente, comprensivo, holgazán,
   unitario.
Mira hacia abajo, se incorpora o dobla un brazo sobre un punto
   de apoyo apenas cierto,
mirando con la cabeza ladeada, curioso, lo que vendrá
dentro y fuera del juego, observo y reflexiono.

Contemplando el pasado me veo en tiempos en que me afanaba
   en medio de la niebla discutiendo con retóricos y antagonistas
No me burlo ni discuto. Atestiguo y espero.

WALT WHITMAN
Estados Unidos-1819
De "Canto a mí mismo"


Madrid, 21-10-19

A LO NARCISO

No te mires ya más, que no eres rosa:
Narciso tú también. ¿Un dios? Poeta
Que da a su imagen duración de meta,
Y así con su desnudo se desposa.

¿Lo ves? Ya tanto espejo es una fosa
Donde se pudre –malva, violeta-
Ese amor ¡ay! Que nunca se completa,
Solo tendido en lecho que es su losa.

No, no te desesperes si te ofusca
Tu cenicienta soledad vacía,
Y te reduces a tus rasgos lisos.

Te perderás alegremente en brusca
Floración de tu fe, y esa alegría
Será inmortal. ¡Hermosos, los narcisos!

JORGE GUILLÉN
España-1893
De “Homenaje


Madrid, 22-10-19

MÁS ALLÁ DE NARCISO

De esta mi oscura soledad esquiva
Nace un ímpetu brusco tan agudo
Que a mis propias imágenes no acudo,
Y un más allá de mí mismo se reaviva.

“Mí mismo.” ¡Yo! No marcho a la deriva.
Sé al fin que soy sin contemplarme nudo
De ser y de saber, y mi desnudo
Tiembla en la sombra bajo luz de arriba.

Como no detienen mis reflejos,
Con avidez me lanzo a una aventura
De sol. Lejos de mí conmigo, lejos

He de otear y descubrir el orbe.
Desde mi cárcel, “yo”, frente a la anchura,
Soy diminuto centro que la absorbe.

JORGE GUILLÉN
España-1893
De “Homenaje


Madrid, 23-10-19

ALTERADA MI VEJEZ POR TU CANTO

Alterada mi vejez por tu canto
recuerdos de tu cuerpo hablan por mí.
Antiguos matices de libertad,
algo en nosotros vibra de pasado.

Envuelto en delicadas hojas vírgenes,
en silenciosos pergaminos de la nada.
Te escribo al estilo de los grandes poetas:
fui para vos el más infernal de los amantes.

Nada en mí cantaba si no era por tu cuerpo
o partes de tu cuerpo o cuerpos de tus ojos,
eso cantaba en mí, amor, bajo tu canto.

Después caprichos y locuras se llevaron el alma.
El cuerpo enloquecido fue creciendo voraz y
nos comimos, en silencio, todas las palabras.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "La patria del poeta"


Madrid, 24-10-19

POEMAS DE NATANAEL
2

Yo buscaba tu nombre...
y por fin lo encontré.
El Señor me lo ha dicho:
Eres Natanael...
El que amaba de lejos
sin saber aún a quién.
El que supo entregarse
atónito de fe.
Yo buscaba tu nombre
y ahora que lo sé,
dime cuál es el mío.
Ese nombre que fue
para mí desde siempre.
El que en Dios pronuncié
cuando Dios me tenía...
No lo dejes perder
entre tantas llamadas.
No me abandones: ven.
Si me diste tu nombre,
dame el mío también.

ERNESTINA DE CHAMPOURCIN
España-1905
De "Cárcel de los sentidos"


Madrid, 28-10-19

CUMPLIR 74 AÑOS

Cumplir 74 años diciendo la verdad
de algún encadenamiento me libera,
tal vez, del tiempo, tal vez, del amor.

Diciendo, exactamente, la verdad,
no sé qué significa cumplir 74 años.

Nunca supe qué significa el amor
pero me la pasaba todo el día
haciendo el amor y enamorado.
Así, sin comprender, hice el amor.

Así, sin comprender, pasan los años
y un día se cumplen veinte años
y al otro día se cumplen los ochenta
y así, sin comprender, llegamos a la muerte.

Pero un poco antes de morir nos damos cuenta
de que le debemos al mundo tantas cosas...

74 años y, aún, cuando me miro en el espejo,
solo alcanzo a ver el brillo de mis ojos,
el resto de mi cuerpo no lo veo nunca.
Lo muestro, es verdad, lo comparto,
pero nunca puedo llegar a ver mi cuerpo.

En el brillo de los ojos, me digo,
no quedan huellas del pasaje del tiempo
pero en el resto del cuerpo sí que quedan.

El alma no se arruga, pero la vida sí.
El alma, si existiera, si hubiera alma,
el alma, os digo, puede ser inmortal.

La vida, el cuerpo, duran, pero poco.
Todo lo que pasa cae en el cuerpo,
y lo daña, lo debilita, lo contagia
y el cuerpo, ya muy débil, tiene que soportar
que su propia alma caiga sobre él.

Cumplir 74 años de algo me consuela,
no todo el mundo cumple 74 años y vive.

Yo, en cambio, vivo la vida intensamente,
escribo poesías, hago el amor y sueño,
el resto, no lo voy a escribir,
todos ustedes ya lo saben.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "Notas Diálogos Redes Sociales
Flamenco, Tango y Poesía”


Madrid, 29-10-19

EL MAR

Necesito del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o sólo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navíos.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.

No son sólo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.

Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,
incesante viento, agua y arena.

Parece poco para el hombre joven
que aquí llegó a vivir con sus incendios,
y sin embargo el pulso que subía
y bajaba a su abismo,
el frío del azul que crepitaba,
el desmoronamiento de la estrella,
el tierno desplegarse de la ola
despilfarrando nieve con la espuma,
el poder quieto, allí, determinado
como un trono de piedra en lo profundo,
sustituyó el recinto en que crecían
tristeza terca, amontonando olvido,
y cambió bruscamente mi existencia:
di mi adhesión al puro movimiento.

PABLO NERUDA
Chile-1904
De "Memorial de isla negra"


Madrid, 30-10-19

HAY SANGRE EN LAS ESTRELLAS

Hay sangre en las estrellas, sangre viva.
Sangre de elevación, inmaculada.
En Triángulo y Delfín doble estocada
desalojando está sangre expiativa.

Tras los velos de Altar arde cautiva.
En acuario fulgura congelada,
y en Virgo una doncella desolada
la cubre con sus trenzas compasiva.

Cisne sangra blancura y la diadema
del Alfa del Centauro sangre quema.
El Can Mayor desángrase y he visto
que a gran Cruz Austral, prisma lejano,
¡oh confusión de mi éxtasis pagano!,
sangra también como la cruz de Cristo.

GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De "Osiris preludial"


Madrid, 31-10-19

LOS ABISMOS

Voy a pesar la sombra en mi balanza.
Es necesario porque yo he vivido
como un titán oscuro y sometido
a un peso agobiador de la Esperanza.

Y voy a calcular a dónde alcanza
mi exploración, lo agudo de mi oído;
mi resistencia, porque aun herido
mi cuerpo aguantador pisa y avanza.

Tengo que conocer mi fortaleza;
las iras de la luz, los mecanismos
de todo lo que acaba y lo que empieza;

lo indestructible de los muertos mismos,
y saber hasta cuándo mi cabeza
puede sufrir los últimos abismos.

GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De "Osiris preludial"


 

Selección de Poemas Editados
 

 

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