Madrid, 01-04-19

 

LA FUSTA

Rocinante...
no te mueve la espuela
ni el aguijón
ni el acicate
ni el látigo te mueve;
ni la tralla
ni la sádica injuria del arriero te mueve.
La "Justicia"
la palabra "Justicia"
es la fusta encendida que te mueve.
¡Oh, Dios mío, ¿la justicia no es más que una fusta?
¡Sólo una fusta!
¿Una fusta en las manos de un loco,
una fusta que cae sobre las ancas
del caballo
y lo hace relinchar y lo encabrita?
Para Rocinante la fusta... es una palabra nada más.
Aquel molino es un gigante burlón...
vamos con él, Rocinante: ¡Justicia...
justicia, justicia!...
Y la palabra restalla en los labios del
caballero
y cae en los menguados ijares de la bestia
como un látigo imaginario.
¡Justicia!... ¡Justicia!
Chasquea seca la palabra en el aire
como una llama crepitante,
lo mismo que una fusta...
Y no es más que una palabra,
una palabra que no han entendido los dioses todavía.

LEÓN FELIPE
España-1884
De "Rocinante"


Madrid, 02-04-19

LA MUJER Y YO

30

Cuando ella me dice casi llorando
que nuestro pequeño amor es,
tal vez, una cosa mala,
en realidad quiere decir:
Mi amor no es tan pequeño,
es lo suficientemente grande
para ser descubierto por un niño
y darse cuenta que es malo,
al menos, para mí.

Tengo que aceptar, le digo,
que soy un creador,
ejerzo el poder de la incertidumbre.
A veces, sin embargo, me detengo,
hay frases que no puedo escribir,
es como si quisiera estar muerto.
Luego pienso lo que dirán
de mi sexualidad después de muerto
y se me van las ganas de morir.
Y Ella quiere chupar y partir
y yo quiero que ella chupe
y se mire chupando.

Hacerme gozar, ya que está ahí
todo lo que yo quiera o necesite,
pero al mínimo goce de su cuerpo,
al mínimo goce de su alma,
concluye el movimiento, rompe la cítara
y vuelve con toda tranquilidad a su tumba.

Al otro día resucita para pedir perdón.
No era necesario que yo guiara sus manos,
ella solita, guiada por el deseo
de ahogarse con mi semen,
lo hacía casi todo.

Yo gozaba
pero la perfección en los movimientos
y la velocidad exagerada en producirlos
me hacían dudar del resultado.
Amo y olvido, le dije con orgullo,
cuando vuelve el amor siempre eres otra,
con tanta novedad nunca me aburro.
¿Cómo llamar malo, le pregunto cariñoso,
algo que nos da vida y, en mi caso, rejuvenece?
Tal vez porque al gozar algo se muere,
algo se descubre de una muerte lejana
que viene del futuro y que ya ocurrió
y es por ese contrasentido, amada,
que algo goza cuando nos encontramos
y algo goza al partir.

Bueno, está bien, dijo ella,
mucho no entendí pero parece
que tienes ganas de besarme,
puedes hacerlo, dijo sencilla,
pero después no digas que soy una histérica
porque primero te beso y luego me voy.
No tengo ganas de besarte y además
no tolero, como creo un hombre debería,
que las mujeres hagan todo por mí,
sin sentir mucho, sin desear nada, sin vivir.
No tolero y, tampoco, lo creo.
A veces me encuentro pensando
que es tan fuerte el deseo de una mujer
y tal la sumisión del hombre a ese deseo
que ella no tiene que hacer nada, ni se le nota,
pero ella desea y él pone ahí, sobre la mesa,
su deseo, sencillamente, como un esclavo:
yo gozo pero ella tiene todo el poder.
Y cuando ella goza y yo soy el poderoso,
le ordeno gozar y, ahí, es cuando me ama.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "La mujer y yo"


Madrid, 03-04-19

COMO UNA VELA SOBRE EL MAR

como una vela sobre el mar
resume este azulado afán que se levanta
hasta las estrellas futuras
hecho escala de olas
por donde pies divinos descienden al abismo,
también tu forma misma,
ángel, demonio, sueño de un amor soñado,
resume en mí un afán que en otro tiempo levantaba
hasta las nubes sus olas melancólicas.

Sintiendo todavía los pulsos de ese afán,
yo, el más enamorado,
en las orillas del amor,
sin que una luz me vea
definitivamente muerto o vivo,
contemplo sus olas y quisiera anegarme,
deseando perdidamente
descender, como los ángeles aquellos por la escala de espuma,
hasta el fondo del mismo amor que ningún hombre ha visto.

LUIS CERNUDA
España-1902
De “Donde habite el olvido


Madrid, 04-04-19

VERSOS Y ORACIONES DE CAMINANTE
XXIX

... ¿Y qué me importa el barro del camino
si está en el cielo el sol?
¿Y qué me importa el cieno de mi vida
si tengo aún encendido el corazón?
El calor seca el cieno
y endurece el barro...
luego...
encima se levanta un palacio.

Había un diamante raro
en aquel fango tan denso,
y de aquel diamante raro
fue saliendo
este libro
verso
a verso.

LEÓN FELIPE
España-1884
De "Versos y oraciones de caminante"


Madrid, 05-04-19

 

CEREMONIA NOCTURNA

En el fondo de ti hay siempre alguien que con la noche gime,
alguien que llora igual que una criatura olvidada en un bosque
   o en un desván en llamas,
alguien que humilde, tierna, desgarradoramente,
se remite al dios pájaro, a la diosa volanta, a su madre la
   todopoderosa,
o trata de tomarse de tu mano, su propia mano en el impredecible
   porvenir.
Pero es lejos; no alcanza; no acierta con el sitio del destino.
Tendría que ser topo hurgando en los depósitos atestados del
   tiempo;
tendría que tener su talismán de hueso de pescado para poder
   pasar.
Alguien llora en la noche fatalmente,
como sale a tu encuentro ese perfume a hierbas que exhalaba el
   suspiro del ropero
o como chilla en sueños el último peldaño de la vieja escalera.
Tú no alcanzas a ver, ¿a través de qué nubes,
si hasta la misma espuma se hizo piedra y todas las arboledas
   se volaron?
Tal vez la miró el búho,
quizás haya escondido algún tesoro y no recuerda dónde,
acaso esté rodando desde lo alto del tejado sobre los vidrios rotos,
y no encontró remedio ni consuelo que restañara su lastimadura.
En la noche y a solas,
cuando hasta los cobardes amedrentan las fieras
y los que no salieron nunca de su casa fundan ciudades con la
   espada,
tú te atrincheras en tus intemperies,
piensas que ningún rostro es duradero, que la vida es una sábana
   exigua
y que todo fantasma es un reclamo contra la ocultadora realidad.
Entonces ella gime desde el fondo de ti:
llora puntual, sumisa, desamparadamente.
Aunque alzara una antorcha no la podrías ver, sepultada debajo
   de los años.
Es difícil mirar hasta tan lejos a través de otras lágrimas.
¿Y si fueses, tan lejos, la culpable?

OLGA OROZCO
Argentina-1920
De “En el revés del cielo"


Madrid, 08-04-19

 

PRIMER AMOR

 

¡Qué sorpresa tu cuerpo, qué inefable vehemencia!
Ser todo esto tuyo, poder gozar de todo
sin haberlo soñado; sin que nunca
un ligero esperar prometiera la dicha.
Esta dicha de fuego que vacía tu testa,
que te empuja de espaldas,
te derriba a un abismo
que no tiene medida ni fondo.
¡Abismo y sólo abismo
de ti hasta la muerte!
¡Tus brazos!
Don yus brazos!
Son tus brazos los mismos de otros días,
y tiemblan y se cierran en torno de su cuerpo.
Tu pecho, el que suspira, ajeno, estremecido
de cosas que tú ignoras,
de mundos que lo mueven...
¡Oh pecho de tu cuerpo, tan firme y tan sensible
que un vaho lo pone turbio
y un beso le traspasa!
¡Si nunca nadie dijo que así se amaba tanto!
¿Podrías tú esperar que ardieran tus cabellos,
que toda cuanta eres cayeras como lumbre
en un grito sin cifra.
desde una cordillera gritada por la aurora?

¿Ceniza tú algún día? ¿Ceniza esta locura
que estrenas con la vida recién brotada al mundo?
¡Tú no te acabas nunca, tú no te apagas nunca!
Aquí tenéis la lumbre, la que lo coge todo

para quemar el cielo subiéndole la tierra.

CARMEN CONDE
España-1907
De "Ansia de la gracia"


Madrid, 09-04-19

MIENTRAS LOS HOMBRES MUEREN

I

Mientras los hombres mueren os digo yo, la que canta
desoladas provincias del Duelo, que se me rompen sollozos
y angustias contra barcos de ébano furibundo; y la fruta par
de mis labios quema de suspiros porque los cielos se han dejado
hincar imprecaciones sombrías.

A los hombres que mueren yo los sigo en su buscar por entre
las raíces y los veneros fangosos, pues ellos y yo tenemos igual
designio de ensueño debajo de la tierra.

¡Cállense todos los que no se sientan doblar de agonía hoy, día
de espanto abrasado por teas de gritos, que esta mujer os dice
que la muerte está en no ver, ni oír, ni saber, ni morir!

CARMEN CONDE
España-1907
De "Mientras los hombres mueren"


Madrid, 10-04-19

MIENTRAS LOS HOMBRES MUEREN

X

Cada día tengo un hermano menos sobre la tierra, que se suma
a los que dentro de las raíces yacen con las frentes vaciadas de
ojos. Cada noche me duele más el sueño, porque si me enlaza,
¿cómo puedo gozarlo mientras los hombres mueren a marejadas?
Y yo no duermo, ¡que locura de noches con el horror presente
de la guerra!

Me estoy quedando como un árbol al que le cortan todas sus ramas
y sus hojas: ¡mi planta en el suelo, mis sienes en el aire, pero sin
brazos para nadie! Si con brazos, ¿para quién, si todos mueren?

CARMEN CONDE
España-1907
De "Mientras los hombres mueren"


Madrid, 11-04-19

MIENTRAS LOS HOMBRES MUEREN

XVI

¿Y qué puedo yo hacer por vosotros? Decídmelo.

El Mar me dio su orden exacta, incorporándose mis ojos en dos
barcas de quillas redondas. Me la dio el Viento, adueñándose
de mis cabellos para extenderlos en rubio pañuelo de olor. La
recibí de la Tierra, creciéndome, columnas de mis piernas arriba,
con un estremecimiento inextinguible y frutal. ¡Todos los que
mandan, hasta el Fuego, me han dicho ya lo que quieren de mí!

... ¿Y nada diréis vosotros, los que descuaja el huracán del odio?

¡Cierto que sólo tengo una voz, esta voz velada calientemente,
con la que poderos servir de intermediaria!

CARMEN CONDE
España-1907
De "Mientras los hombres mueren"


Madrid, 12-04-19

ENTRE LA CIUDAD SÍ Y LA CIUDAD NO

Soy un rápido tren
que hace años va y viene
entre la ciudad Sí
y la ciudad No.
Mis nervios están tensos
como cables
entre la ciudad No
y la ciudad Sí.

Todo está muerto y asustado en la ciudad No.
Es como un despacho empapelado con tristeza.
Fruncen el ceño en él todas las cosas.
Hay recelo en los ojos de todos sus retratos.
Cada mañana enceran con bilis su parquet.
Son sus sofás de falsedad, sus paredes de desgracias.
Jamás en él un buen consejo te darán,
ni un ramo de flores, ni un simple saludo.

Las máquinas de escribir teclean, con copia, la respuesta:

“No-no-no... no-no-no... no-no-no...”
Y cuando al fin se apagan todas sus luces
los fantasmas inician su lúgubre ballet.
Jamás, ni aunque revientes, billete lograrás
para escapar de la negra ciudad No.

La vida, en cambio, en la ciudad Sí, es un canto de mirlo.

 

Carece de paredes la ciudad, es como un nido.
Las estrellas te piden acogerse en tus brazos.
Y, sin avergonzarse, los labios solicitan tus labios
con un quedo susurro: “Todo son tonterías...”
La reseda incitante solicita ser cortada,
y ofrecen los rebaños la leche en sus mugidos,
y en nadie hay un asomo de recelo,
y adonde quieras ir, te llevarán al instante trenes,
barcos, aviones,
y, con rumor de años, va el agua murmurando:
“Sí-sí-sí... sí-sí-sí... sí-sí-sí...”
Sólo que, a veces, en verdad, es aburrido
que todo se me dé apenas sin esfuerzo
en esta ciudad Sí multicolor y deslumbrante.

¡Mejor ir y venir hasta el fin de mi vida
entre la ciudad Sí
y la ciudad No!
¡Mejor tener los nervios tensos como cables
entre la ciudad No
y la ciudad Sí!

EVGUENI EVTUCHENKO
Siberia-1933
De “En el revés del cielo"


Madrid, 15-04-19

TAMPOCO SOY EL GRAN LOCO

Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos. Se murió aquel
   manchego,
aquel estrafalario fantasma del desierto
y... ni en España hay locos. Todo el mundo está cuerdo,
terrible, monstruosamente cuerdo.
Escuchadme, loqueros:

El sapo iscariote y ladrón en la silla del juez repartiendo
   castigos y premios,
en nombre de Cristo, con la efigie de Cristo prendida
   del pecho,
y el hombre aquí, de pie, firme, erguido, sereno,
con el pulso normal, con la lengua en silencio,
los ojos en sus cuencas y en su lugar los huesos...
El sapo iscariote y ladrón repartiendo castigos y premios,
y yo, callado aquí, callado, impasible, cuerdo...
¡cuerdo! sin que se me quiebre el mecanismo del cerebro.
¿Cuándo se pierde el juicio? (yo pregunto, loqueros).
¿Cuándo enloquece el hombre? ¿Cuándo, cuándo es
   cuando se enuncian los conceptos
absurdos y blasfemos
y se hacen unos gestos sin sentido, monstruosos y
   obscenos?
¿Cuándo es cuando se dice por ejemplo:
No es verdad, Dios no ha puesto
al hombre aquí en la Tierra, bajo la luz y la ley del
   universo,
el hombre es un insecto
que vive en las partes pestilentes y rojas del mono y
   del camello?
¿Cuándo si no es ahora (yo pregunto loqueros),
cuándo es cuando se paran los ojos y se quedan abiertos,
   inmensamente abiertos,
sin que puedan cerrarlos ni la llama ni el viento?
¿Cuándo es cuando se cambian las funciones del alma
   y los resortes del cuerpo
y en vez de llanto no hay más que risa y baba en nuestro
   gesto?
Si no es ahora, ahora, ahora que la Justicia vale menos,
   infinitamente menos
que el orín de los perros;
si no es ahora, ahora que la Justicia tiene menos,
   infinitamente menos
categoría que el estiercol;
si no es ahora... ¿cuándo, cuándo se pierde el juicio?
   Respondedme, loqueros,
¿cuándo se quiebra y salta roto en mil pedazos el mecanismo
   del cerebro?
Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos. Se murió aquel
   manchego,
aquel estrafalario fantasma del desierto
y... ¡ni en España hay locos! Todo el mundo está cuerdo,
terrible, monstruosamente cuerdo!...
¡Qué bien marcha el reloj! ¡Qué bien marcha el cerebro!
Este reloj, este cerebro -tic, tac... tic, tac, tic, tac...- es un
   reloj perfecto... perfecto... ¡perfecto!

LEÓN FELIPE
España-1884
De "Ganarás la luz"


Madrid, 16-04-19

SEDIENTAS LAS ARENAS EN LA PLAYA

Sedientas las arenas en la playa
sienten del sol los besos abrasados,
y no lejos, las ondas siempre frescas
ruedan pausadamente murmurando.

Pobres arenas de mi suerte imagen:
no sé lo que me pasa al contemplaros,
pues como yo sufrís, secas y mudas,
el suplicio sin término de Tántalo.

Pero ¿quién sabe?... Acaso luzca un día
en que, salvando misteriosos límites,
avance el mar y hasta vosotras llegue
a apagar vuestra sed inextinguible.

¡Y quién sabe también si tras de tantos
siglos de ansias y anhelos imposibles,
saciará al fin su sed el alma ardiente
donde beben su amor los serafines!

ROSALÍA DE CASTRO
(España-1837)
De "En las orillas del Sar"


Madrid, 17-04-19

ESA INFINITA TRISTEZA

Esa infinita tristeza
                             amiga mía
huyendo hacia la luz
hacia el incierto mundo de paz
hoy está con nosotros.
Pradera de sal sin dolor
seca o húmeda según los ojos de mi amada,
inquieta, pero realmente extendida para nosotros,
para nosotros hermosos por nuestra juventud
indolentes para la guerra
asustados, terriblemente asustados
de nuestra infancia.
                              Vos y yo, solos
clavados o crucificados en la ciudad
envueltos por la sonrisa del río siempre turbio
siempre maravilloso.
                                 Trepados al amor
trepados o encaramados al amor
Resistimos. Esa infinita tristeza
                                           amiga mía
a causa de un pequeño maravilloso llanto.

No trae mucha lujuria
o tristeza este canto
Es un canto de amor.
Porque yo he estado muy cerca de los Alpes
y vengo de un verano tremendo y caluroso.
Un verano de amor.
Y amarla no significa habérselo dicho
ni haber hundido las manos hasta su infancia.
Amarla
          es decir
haber visto o sentido
la alegría de su carne abierta o desprevenida
al solo bajo el sol,
su risa de muchacha loca
sus besos de muchacha loca
entre la niebla de un cielo milanés
entre la nieve de una ciudad
cerca de los lagos.
Porque toqué sin piedad la piel de las colinas
he podido asomar mi cabeza al mar
y he caminado sin temor sobre el agua
he visto llena de amor la cara de mi amada
entre canales y flores con un mismo perfume.
Y amarla, no significa haberle sacado fotografías de pie
o recostada a orillas del PO.
Amarla
            es decir
poder escuchar los latidos de su vientre
presentir el crecimiento de sus pechos
y creer, creer profundamente que esto es posible
porque hemos estado juntos muy cerca de los Alpes
y venimos de un verano tremendo y caluroso.
Un verano de amor.

 

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "22 poemas y la máquina electrónica
 o cómo desesperar a los ejecutivos
"


Madrid, 22-04-19

VOZ DEL ÁRBOL

¿Qué me quiere tu mano?
¿Qué deseas de mí, dime, árbol mío?
... Te impulsaba la brisa: pero el gesto
era tuyo, era tuyo.

Como el niño, cuajado de ternura
que le brota en la entraña y que no sabe
expresar, lentamente, tristemente
me pasaste la mano por el rostro,
me acarició tu rama.
¡Qué suavidad había
en el roce! ¡cuán tersa
debe de ser tu voz! ¿Qué me preguntas?
Di, ¿qué me quieres, árbol, árbol mío?

La terca piedra estéril,
concentrada en su luto
-frenética mudez o grito inmóvil-,
expresa duramente,
llega a decir su duelo
a fuerza de silencio atesorado.

El hombre
-oh agorero croar, oh aullido inútil-
es voz en viento: sólo voz en aire.
Nunca el viento y la mar oirán sus quejas.

Ay, nunca el cielo entenderá su grito;
nunca, nunca, los hombres.

Entre el hombre y la roca,
¡con qué melancolía
sabes comunicarme tu tristeza,
árbol, tú, triste y bueno, tú el más hondo,
el más oscuro de los seres! ¡Torpe
condensación soturna
de tenebrosos jugos minerales,
materia en suave hervor lento, cerrada
en voluntad de ser, donde lo inerte
con ardua afinidad de fuerzas sube
a total frenesí! ¡Tú, genio, furia,
expresión de la tierra dolorida,
que te eriges, agudo, contra el cielo,
como un ay, como llama,
como un clamor! Al fin monstruo con brazos,
garras y cabellera:
¡oh suave, triste, dulce monstruo verde,
tan verdemente pensativo,
con hondura de tiempo,
con silencio de Dios!

No sé qué altas señales
lejanas, de un amor triste y difuso,
de un gran amor de nieblas y luceros,
traer querría tu ramita verde
que, con el viento, ahora
me está rozando el rostro.
Yo ignoro su mensaje
profundo. La he cogido, la he besado.
                        ¡Mas no sé qué quieres
decirme!

DÁMASO ALONSO
España-1898
De "Hijos de la ira"


Madrid, 23-04-19

COSA

Rompes... el ondear del aire.
J.R.Jiménez

¡Ay, terca niña!
Le dices que no al viento,
a la niebla y al agua:
rajas el viento,
partes la niebla,
hiendes el agua.

Te niegas a la luz profundamente:
la rechazas,
ya teñida de ti: amarilla,
-vencida ya- gris, roja, plata.

Y celas de la noche,
la ardua
noche de horror de tus entrañas sordas.

Cuando la mano intenta poseerte,
siente la piel tus límites:
la muralla, la cava
de tu enemiga fe, siempre en alerta.

Nombre te puse, te marcó mi hierro:
"cáliz", "brida", "clavel", "cenefa", "pluma"...
(Era tu sombra lo que aprisionaba).

Al interior sentido
convoqué contra ti.
                               Y, oh burladora,
te deshiciste en forma y en color,
en peso o en fragancia.
¡Nunca tú: tú, caudal, tú, inaprensible!

¡Ay, niña terca,
ay, voluntad del ser, presencia hostil,
límite frío a nuestro amor!
                                           ¡Ay, turbia
bestezuela de sombra,
que palpitas ahora entre mis dedos,
que repites ahora entre mis dedos
tu dura negativa de alimaña!

DÁMASO ALONSO
España-1898
De "Hijos de la ira"


Madrid, 24-04-19

EL ALMA ERA LO MISMO
QUE UNA RANITA VERDE

El alma era lo mismo
que una ranita verde,
largas horas sentada sobre el borde
de un rumoroso
Missisipí.
Desea el agua, y duda. la desea
porque es el elemento para que fue criada,
pero teme
el bramador empuje del caudal,
y, allá en lo oscuro, aún ignorar querría
aquel inmenso hervor
que la puede apartar (ya sin retorno,
hacia el azar sin nombre)
de la ribera dulce, de su costumbre antigua.
Y duda y duda y duda la pobre rana verde.

Y hacia el atardecer,
he aquí que, de pronto,
un estruendo creciente retumba derrumbándose,
y enfurecida salta el agua
sobre sus lindes,
y sube y salta
como si todo el valle fuera
un hontanar hirviente,
y crece y salta
en rompientes enormes,
donde se desmoronan
torres nevadas contra el huracán,
o ascienden, dilatándose
como gigantes flores que se abrieran al viento,
efímeros arcángeles de espuma.
Y sube, y salta, espuma, aire, bramido,
mientras a entrambos lados rueda o huye,
oruga sigilosa o tigre elástico
(fiera, en fin, con la comba del avance)
la lámina de plomo que el ancho valle oprime.

Oh, si llevó las casas, si desraigó los troncos,
si casi horadó montes,
nadie pregunta por las ranas verdes...

... ¡Ay, Dios,
cómo me has arrastrado,
cómo me has desarraigado,
cómo me llevas
en tu invencible frenesí,
cómo me arrebataste
hacia tu amor!
Yo dudaba.
No, no dudo:
dame tu incógnita aventura,
tu inundación, tu océano,
tu final,
la tromba indefinida de tu mente,
dame tu nombre,
en ti.

DÁMASO ALONSO
España-1898
De "Hijos de la ira"


Madrid, 25-04-19

VIDA DEL HOMBRE

Oh niño mío, niño mío,
¡cómo se abrían tus ojos
contra la gran rosa del mundo!

Sí, tú eras ya una voluntad.
Y alargabas la manecita
por un cristal transparente
que no ofrecía resistencia:
el aire,
ese dulce cristal
transfundido por el sol.

Querías coger la rosa.
Tú no sabías
que ese cristal encendido
no es cristal, que es un agua verde,
agua salobre de lágrimas,
mar alta y honda.

y muy pronto,
ya alargabas tras la mano
de niño, tu hombro ligero,
tus alas de adolescente.

¡Y allá se fue el corazón
viril!

Y ahora,
ay, no mires,
no mires porque verás
que estás solo,
entre el viento y la marea.
(Pero ¡la rosa, la rosa!)

Y una tarde
(¡olas inmensas del mar, olas que
   ruedan los vientos!)
se te han de cerrar los ojos contra la rosa
   lejana
¡tus mismos ojos de niño!

DÁMASO ALONSO
España-1898
De "Hijos de la ira"


Madrid, 26-04-19

SOY UN SER AISLADO, SUSPENDIDO...

Soy un ser aislado, suspendido entre signos de puntuación.
Un sereno juglar de la belleza oculta, de los bienes perdidos.
Alma me dicen y mi congoja estalla hasta los límites del mar.
Amor me dicen y se desgarra mi tierra en terremotos, caídas.

Soy un ser enamorado del pedazo de pan que me llevo a la boca.
Un solitario ser, amante del crujido del pan entre mis dientes.
Paz me dijeron y estalló frente a mí, la guerra, la vergüenza.
Paz, gritaban, mientras le cortaban las manos al cantor, al viento.

Soy mi Tristán, la Isolda, el ser vivo del otro, vieja soledad.
Esa vieja costumbre de saber recorrerme sin violencia, sin Dios.
Un punto en el centro del corazón, una coma colgando de los labios.

¡Libertad! me gritaron, ¡trabajo, me gritaron, y libertad!
y fue divertido ver cómo se ataban hasta inmovilizarse.
Nadie podía detenerme, lo borré todo, lo rompí.

MIGUEL OSCAR MENASSA
España-1940
De “La patria del poeta"


 

Selección de Poemas Editados
 

 

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