LA AURORA
La aurora de
Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
la luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.
FEDERICO GARCÍA LORCA
España-1898
De “Poeta en Nueva York”
PAISAJE CON DOS
TUMBAS
Y UN PERRO ASIRIO
Amigo,
levántate para que oigas aullar
al perro asirio.
Las tres ninfas del cáncer han estado bailando,
hijo mío,
Trajeron unas montañas de lacre rojo
y unas sábanas duras donde estaba el cáncer dormido.
El caballo tenía un ojo en el cuello
y la luna estaba en un cielo tan frío
que tuvo que desgarrarse su monte de Venus
y ahogar en sangre y ceniza los cementerios antiguos.
Amigo,
despierta, que los montes todavía no respiran
y las hierbas de mi corazón están en otro sitio.
No importa que estés lleno de agua de mar.
Yo amé mucho tiempo a un niño
que tenía una plumilla en la lengua
y vivimos cien años dentro de un cuchillo.
Despierta. Calla. Escucha. Incorpórate un poco.
El aullido
es una larga lengua morada que deja
hormigas de espanto y licor de lirios.
Ya viene hacia la roca. ¡No alargues tus raíces!
Se acerca. Gime. No solloces en sueños, amigo.
¡Amigo!
Levántate para que oigas aullar
al perro asirio.
FEDERICO GARCÍA LORCA
España-1898
De “Poeta en Nueva York”
GUIRNALDA CIVIL
Español a
machamartillo:
El anatema en el bolsillo.
De pronto defiende su fe
Con la pistola o con el pie.
Chispea a veces, sin embargo,
A la luz de su sol amargo.
En torno siempre de una noria,
Se queda al margen de la Historia.
Español a machamartillo:
Los zapatos con mucho brillo.
* * *
Innúmeras son ya las vidas truncas.
Cadáveres sepultos no se sabe
Dónde: no hay cementerios de vencidos.
Gente medio enterrada en sus prisiones.
Algunos huyen, otros se destierran
Para no perecer de propia cólera.
Pero entre tantas muertes y catástrofes
Algo subsiste sin cesar feroz,
El más feroz de todos los poderes:
Vida, vida sin fin.
Y poco a poco,
Y sin cesar, inexorablemente
Se reanudan las formas cotidianas,
Se inventan soluciones.
La vida es implacable.
JORGE GUILLÉN
España-1893
[SERÁN CENIZA...]
Cruzo un
desierto y su secreta
desolación sin nombre.
El corazón tiene la sequedad de la piedra
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.
Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.
Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo
y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.
Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.
JOSÉ ÁNGEL VALENTE
España-1929
De “Mil años de poesía española”
VACA
Se tendió la
vaca herida.
Árboles y arroyos trepaban por sus cuernos.
Su hocico sangraba en el cielo.
Su hocico de abejas
bajo el bigote lento de la baba.
Un alarido blanco puso en pie la mañana.
Las vacas muertas y las vivas,
rubor de luz o miel de establo,
balaban con los ojos entornados.
Que se enteren las raíces
y aquel niño que afila su navaja
de que ya se pueden comer la vaca.
Arriba palidecen
luces y yugulares.
Cuatro pezuñas tiemblan en el aire.
Que se entere la luna
y esa noche de rocas amarillas
que ya se fue la vaca de ceniza.
Que ya se fue balando
por el derribo de los cielos yertos,
donde meriendan muerte los borrachos.
FEDERICO GARCÍA LORCA
España-1898
De “Poeta en Nueva York”
CORAZÓN NEGRO
Corazón negro.
Enigma o sangre de otras
vidas pasadas,
suprema interrogación
que ante los ojos me
habla,
signo que no comprendo a
la luz de la luna.
Sangre negra, corazón
dolorido que desde lejos
la envías
a latidos inciertos,
bocanadas calientes,
vaho pesado de estío,
río en que no me hundo,
que sin luz pasa como
silencio, sin perfume ni
amor.
Triste historia de un
cuerpo que existe como
existe un
planeta
como existe la luna, la
abandonada luna,
hueso que todavía tiene
un claror de carne.
Aquí, aquí en la tierra
echado entre unos
juncos,
entre lo verde presente,
entre lo siempre fresco,
veo esa pena o sombra,
esa linfa o espectro,
esa sola sospecha de
sangre que no pasa.
¡Corazón negro, origen
del dolor o la luna,
corazón que algún día
latiste entre unas
manos,
beso que navegaste por
unas venas rojas,
cuerpo que te ceñiste a
una tapia vibrante!
VICENTE ALEIXANDRE
España-1898
De “La destrucción o
el amor”
¿Dónde oculta el peligro sus lobos amarillos?
No hay ni siquiera un pliegue en la corriente inmóvil
que tapiza este día;
ni un zarpazo fugaz contra el manso ensimismamiento
de las cosas.
Ninguna dentellada;
nada que abra una brecha en estas superficies que proclaman
su lugar en el mundo:
mis dominios inmunes,
mi pequeña certeza cotidiana frente a las invasiones de
la oscuridad.
Y sin embargo surge la amenaza como un fulgor perverso,
o como una estridencia sofocada;
quizás como un latido a punto de romper la frágil envoltura
de las apariencias.
Ha cundido la impía rebelión en mi tribu doméstica,
acostumbrada antes al ritual de mis manos y a la mirada
que no ve.
Los objetos adquieren una intención secreta en esta hora
que presagia el abismo.
Exhalan cierto brillo de utensilios hechos para la enajenación
y el extravío,
contienen el aliento para el ataque indescifrable,
transforman sus oficios en esta exasperada, malsana geometría
del suspenso.
Son gárgolas ahora.
Son ídolos alertas en muda interrogación a mi poder incierto.
Se ha cambiado la ley:
mis posesiones me presencian.
Se han mudado los credos:
el bello acatamiento se extingue bajo el sol de la sospecha.
Y ninguna palabra que devuelva las cosas ilesas a sus
humildes sitios.
Y ningún catecismo que haga retroceder esta extraña asamblea
que me acecha,
este cruel tribunal que me expulsa otra vez de un irreconocible
paraíso,
recuperado a medias cada día.
OLGA OROZCO
Argentina-1920
De “Mutaciones de la realidad"
SIRIA
Decían los antiguos que la poesía
es escala hacia Dios. Quizá no es así
si me lees. Mas yo lo supe el día
en que por ti volví a encontrar la voz, suelto
en un rebaño de nubes y de cabras
en su atropello desde un risco para mordisquear
borras de ciruelo y de anea, y los rostros enjutos
de la luna y del sol se fundían,
el motor estaba averiado y una flecha
de sangre sobre un pedrusco señalaba
el camino de Alepo.
EUGENIO MONTALE
Italia-1896
De “37 poemas…”
CANTOS A BERENICE
XII
¡Y hay quien dice que un gato no vale ni la mitad
de un perro muerto!
Yo atestiguo por tu vigilia y tus ensalmos al borde
de mi lecho,
curandera a mansalva y arma blanca;
por tu silencio que urde nuestro código con tinta
incandescente,
escriba en las cambiantes temporadas del alma;
por tu lenguaje análogo al del vaticinio y el secreto,
traductora de signos dispersos en el viento;
por tu paciencia frente a puertas que caen como
lápidas rotas,
intérprete del oráculo imposible;
por tu sabiduría para excavar la noche y descubrir
sus presas y sus trampas,
oficiante en las hondas catacumbas del sueño;
por tus ojos cerrados abiertos al revés de toda trama,
vidente ensimismada en el vuelo interior;
por tus orejas como abismos hechizados bajo
los sortilegios de la música
prisionera en las redes de luciérnagas que entretejen
los ángeles;
por tu pelambre dulce y la caricia semejante a la
hierba de setiembre,
amante de los deslizamientos de la espuma en acecho;
por tu cola que traza las fronteras entre tus posesiones
y los reinos ajenos,
princesa en su castillo a la deriva en el mar del
momento;
por tu olfato de leguas para medir los pasos de mi
ausencia,
triunfadora sobre los espejismos, el eco y la tiniebla;
por tu manera de acercarte en dos pies para no
avergonzar mi extraña condición,
compañera de tantas mutaciones en esta centelleante
rotación de quince años.
No atestiguo por ti en ninguna zoológica subasta
donde serías siempre la extranjera.
Apuesto por tus venas anudadas al enigmático
torbellino de otros astros.
OLGA OROZCO
Argentina-1920
De “Cantos a Berenice”
CONSEJO III
Cuando llueve
hay que tener cuidado con los ángeles.
Suelen caer pesadamente sobre nosotros
cuando mojan sus alas.
No hay que tener piedad.
Uno solo de ellos
puede alegrarnos la vida para siempre.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Yo pecador”
POESÍA
En esta conjura de los cepos,
de las pinzas;
en este imperio de pústulas,
en esta ronda de la sed y el látigo,
socórreme.
Yo no tengo más que tu espada
y tu consolación.
Yo no tengo más que tu seña y tu libertad.
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1922
NO TE DETENGAS ALMA SOBRE EL BORDE…
No te detengas alma sobre el borde
de esta armonía
que ya no es sólo de aguas, de islas y de orillas.
¿De qué música?
¿Temes alma que sólo la mirada
haga temblar los hilos tan delgados
que la sostienen sobre el tiempo
ahora, en este minuto, en que la luz
de la prima tarde
ha olvidado sus alas
en el amor del momento
o en el amor de sus propias dormidas criaturas:
las aguas, las orillas, las islas, las barrancas de humo lueñe?
¿O es que temes, alma, su silencio,
o acaso tu silencio?
Serénate, alma mía, y entra como la luz
olvidada, hasta cuándo?
en este canto tenue, tenuísimo, perfecto.
JUAN L. ORTIZ
Argentina-1896
De “El aire conmovido”
EPÍLOGO
Escuchad todavía...
Refrescad antes mis labios y mi frente... tengo sed...
Y quiero hablar con palabras de amor y de esperanza.
Oíd ahora:
ya Justicia vale más que un imperio, aunque este imperio
abarque toda la curva del Sol.
Y cuando la Justicia está herida de muerte y nos llama en
agonía desesperada no podemos decir:
“yo aún no estoy preparado”.
La Justicia se defiende con una lanza rota y con una visera
de papel.
Esto está escrito en mi Biblia,
en mi Historia,
en mi Historia infantil y grotesca,
y mientras los hombres no lo aprendan el mundo no se salva.
Yo soy el grito primero, cárdeno y bermejo de las grandes
auroras de Occidente.
Ayer sobre mi sangre mañanera el mundo burgués edificó
en América todas sus factorías y mercados,
sobre mis muertos de hoy el mundo de mañana levantará
la primera Casa del Hombre.
Y yo volveré,
volveré porque aún hay lanzas y hiel sobre la Tierra.
Volveré,
volveré con mi pecho y con la Aurora otra vez.
LEÓN FELIPE
España-1884
EL AGUARIBAY FLORECIDO
Muchachas de ojos de flores y de labios de flores.
En la sombra exhalada -¿de qué su dulce hálito?-
los vestidos ligeros, muy ligeros, con pintas.
Arde de abejas el aguaribay, arde.
Ríen los ojos, los labios, hacia las islas azules
a través de la cortina
de los racimos
pálidos.
Ríen los ojos, los labios. ¿Veis las muchachas o es
la tenue sombra ebria
y bordoneada
que se alucina de muselinas claras
y de otras flores vivas –extrañas flores vivas-
riendo, riendo, riendo hacia las islas?
Muchachas de ojos de flores y de labios de flores.
Arde de abejas el aguaribay, arde.
JUAN L. ORTIZ
Argentina-1896
De “La mano infinita”