Madrid, 01-02-18

DISCRETA COTIDIANIDAD

¡Ah! Quién diría mirándonos hoy
mientras nos ocupamos de una cosa u otra,
mientras abotonas tu camisa frente al espejo
y yo hago la cama
metiendo el borde de la sábana debajo del colchón,
que anoche estuvimos desnudos
sin rastro de esta compostura conque nos mira el mundo.
Quién diría que nos despeinamos sobre la almohada
que gemimos y ondulamos como serpientes
con los dientes sucios de la manzana del Árbol de la Vida.
Hablas de  lo que tienes que hacer,
de los oficios que en la ciudad te llaman.
Yo levanto la ropa y termino de vestirme.
La cama ya está hecha. El cobertor en su sitio. Los cojines.
Las cortinas corridas y el sol.
Guardamos en secreto nuestra lujuria,
igual que todos.
Yo, igual que todas las que hoy escribirán en sus oficinas
y atenderán a sus niños o impartirán la clase,
preguntándose si son aún las mismas
que al caer la noche
se entregaron al desenfreno.

GIOCONDA BELLI

Nicaragua, 1948

De “Apogeo”
 


Madrid, 02-02-18

MIEDO

Tiemblo. Lluevo.
Se me mojan los huesos.
Pende mi alma azul del precipicio.
Baten tambores mis tímpanos alertas.
Mi sangre corre como voz que pena.

Cual si mudas sirenas anunciaran histéricas
   la guerra
el miedo ocupa todos mis resquicios.
¡Qué sola estoy!
Ninguna piel a mi piel acompaña.
Nadie puede habitar mis parietales.
Vivir conmigo estas pesadillas;
   imágenes terribles diviso.

Jamás pensé estar hecha de cristales,
ser esta frágil versión de mujer enfebrecida,
tener tanto terror entre las manos.
¿Con qué cara envejeceré?
¿Con qué fuerzas enfrentaré
la soledad abismal de la muerte?
¿El ahogo, el último latido
   furioso
   del corazón?
¿Quién me despojará de este huracán
que sopla inmisericorde despeinando
   la razón
   la calma?

Miro mis ojos redondos y azorados.
Tengo ganas de abrazar mi sombra.
Me da pena su espanto de animal ante el rayo.
No hay conciencia,
   sosiego.
   No hay consuelo
para el cuerpo asustado.
   Sólo llanto.

GIOCONDA BELLI

Nicaragua, 1948

De “Apogeo”
 


Madrid, 05-02-18

LA PARTIDA DE AJEDREZ
Afirmación dogmática sobre el ajedrez: Tema para una serie de cuadros

Rojos caballos, marrones alfiles, brillantes reinas,
atacando el tablero, cayendo en una fuerte "L" de color.
Alcanzando y atacando en ángulos,
                          manteniendo en un mismo color las líneas.
A este tablero da vida la luz;
                          estas piezas viven en la forma,
sus movimientos deshacen y dan nueva forma al modelo:
                          verde luminoso de las torres,
batiéndose con la "X" de las reinas,
                          rizado por los saltos del caballo.

¡Peones en "Y", abriéndose camino, amurallando!
¡Torbellino! ¡Centrípeto! ¡Mate! Rey abajo en el vórtice,
choque, salto de bandas, rectas tiras de intenso color,
luces bloqueadas que atraviesan. Fugas. Renovación de la contienda.

EZRA POUND
Estados Unidos-1885
De “Lustra”


Madrid, 06-02-18

ALBA

Fresca como las pálidas hojas húmedas
                                            del lirio de los valles,
yacía ella a mi lado con la aurora.

EZRA POUND
Estados Unidos-1885
De “Lustra”


Madrid, 07-02-18

ANABASIS
VIII

   Leyes sobre la venta de yeguas. Leyes errantes. Y nosotros
mismos. (Color de hombres.)
   Nuestra compañía eran esas altas trombas viajeras, clepsidras
en marcha sobre la tierra,
   y los aguaceros solemnes, de una substancia maravillosa,
tejidos de polvillo y de insectos, que perseguían a nuestros
pueblos por las arenas como el impuesto de capitación.
   (¡A la medida de nuestros corazones fue consumada
tanta ausencia!)
                                                             *
   No es que la etapa fuera estéril: al paso de las bestias sin
alianzas (nuestros caballos puros con ojos de hermanos
mayores), muchas cosas emprendidas en las tinieblas del
espíritu -muchas cosas sin apremio en las fronteras del
espíritu- grandes historias seléucidas en el silbido de las
hondas y la tierra entregada a las explicaciones...

   Otra cosa: esas sombras -las prevaricaciones del cielo
contra la tierra...
   Jinetes a través de semejantes familias humanas, donde
los odios cantaban a veces como herrerillos, ¿alzaremos el
látigo contra las palabras castradas de la felicidad? -Hombre,
pesa tu peso calculado en trigo. Un país como éste no es el mío.
¿Qué me ha dado el mundo sino este movimiento de hierbas?...
                                                             *
   Hasta el lugar llamado del Árbol Seco:
   y el relámpago famélico me asigna estas provincias al Oeste.
   Pero más allá hay el mayor sosiego, y en un gran país
   de pastos sin memoria, el año sin vínculos y sin aniversarios,
sazonado de albas y de hogueras. (Sacrificio en la mañana del
corazón de un cordero negro.)
                                                             *
   Caminos del mundo, hay uno que os sigue. Autoridad sobre
todos los signos de la tierra.
   ¡Oh viajero en el viento amarillo, sabor del alma!... y, según
dices, el grano del cocculus indio posee, ¡que lo muelan!,
virtudes embriagadoras.
                                                             *
Un gran principio de violencia regía nuestras costumbres.

SAINT-JOHN PERSE
Guadalupe (Colonia francesa) -1887
De “Anábasis


Madrid, 08-02-18

CANTO PARA UN EQUINOCCIO

   La otra tarde tronaba, y sobre la tierra de tumbas yo oía resonar
   esa respuesta al hombre, que fue breve, y que no fue sino estrépito.
   Amiga, el aguacero del cielo estuvo con nosotros, la noche de Dios
fue nuestra intemperie,
   y el amor, en todas partes, se remontaba hacia sus fuentes.

   Lo sé, lo he visto: la vida se remonta hacia sus fuentes, el relámpago
recoge sus utensilios en las canteras abandonadas,
   el polen amarillo de los pinos se acumula en las esquinas de las
terrazas,

   y la semilla de Dios se dirige hacia el mar para unirse a las capas
malvas del plancton.
Dios el disperso nos reúne en la diversidad.
                                                             *

Señor, Dueño del suelo, mira cómo nieva, cómo el cielo está sin
contraste, la tierra libre de toda enjalma:
   tierra de Set y de Saúl, de Che Huang-ti y de Keops.

   La voz de los hombres está en los hombres, la voz del bronce
en el bronce, y en algún lugar del mundo
   donde el cielo quedo sin voz y el siglo no estuvo alerta,
   nace en el mundo un niño cuya raza y cuyo rango no conoce
ninguno, y el genio llama con golpes seguros en los lóbulos de
una frente pura.

   Oh tierra, madre nuestra, no te inquietes por esa ralea: el siglo
está dispuesto, el siglo es turbamulta, y la vida sigue su curso.
   Se alza en nosotros un canto que no ha conocido su origen y
que no tendrá estuario en la muerte:

   equinoccio de una hora entre la Tierra y el hombre.

SAINT-JOHN PERSE
Guadalupe (Colonia francesa) -1887
De “Canto para un equinoccio”


Madrid, 09-02-18

DÍA NUESTRO

La tienda de la noche se ha rasgado hacia Oriente.
Tu espíritu amanece maravillosamente;
su luz entra en mi alma como el sol a un vergel...

-Pleno sol. Llueve fuego-. Tu amor tienta, es la gruta
afelpada de musgo, el arroyo, la fruta,
la deleitosa fruta madura a toda miel.

-El Ángelus-. Tus manos son dos alas tranquilas,
mi espíritu se dobla como gajo de lilas,
y mi cuerpo te envuelve... tan sutil como un velo.

-El triunfo de la Noche-. ¡De tus manos, más bellas,
fluyen todas las sombras y todas las estrellas,
y mi cuerpo se vuelve profundo como un cielo!

DELMIRA AGOSTINI

Uruguay, 1886

De “Los cálices”
 


Madrid, 12-02-18

TU BOCA

Yo hacía una divina labor, sobre la roca
creciente del Orgullo. De la vida lejana,
algún pétalo vívido me voló en la mañana,
algún beso en la noche. Tenaz como una loca,
seguía mi divina labor sobre la roca,
cuando tu voz que funde como sacra campana
en la nota celeste la vibración humana,
tendió su lazo de oro al borde de tu boca.

-¡Maravilloso nido del vértigo, tu boca!
dos pétalos de rosa abrochando un abismo...-
labor, labor de gloria, dolorosa y liviana;
¡tela donde mi espíritu se fue tramando él mismo!

¡Tú quedas en la testa soberbia de la roca,
y yo caigo, sin fin, en el sangriento abismo!

DELMIRA AGOSTINI

Uruguay, 1886

De “Los cálices vacíos”
 


Madrid, 13-02-18

EL RESTO ERA SILENCIO

Yo esperaba el dictado del silencio;
acechaba en las sombras el vuelo sorprendente del azar,
   una chispa del sol,
así como quien consulta las arenas en el desierto blanco.
Él no me respondía, tercamente abismado en su opaca distancia,
su desmesura helada.
Calculaba tal vez si hacer hablar al polvo que fue columna y fue
   fulgor dorado
no era erigir dos veces el poder de la muerte,
o si nombrar enigmas al acecho y visiones que llevan a otros cielos
no era fundar dos veces lo improbable, como en la vida misma.
Quizás siguiera el juego de unos dados que no terminan nunca de caer,
que giran como mundos extraviados en el vacío inmenso.
Yo aventuraba voces de llamada en la bruma,
sílabas que volvían tal como la paloma del diluvio volvió por primera
   vez al Arca,
balbuceos deshabitados hasta nadie, hasta salir de mí.
Él crecía entre tanto a costa mía y a expensas de la Historia,
amordazando al tiempo, devorando migaja por migaja la creación.
Era todos los nombres y era el tigre,
el color del crepúsculo, los mares, el templo de Segesta, las
   tormentas.
Denso como la noche, contra la noche muda me acosaba.
Y ya no había más. Éramos, él y yo.
¿No fue entonces extraño que de pronto lo viera como al
   Escriba,
remoto, ensimismado, frente al papel desnudo,
con los ojos abiertos hacia su propio fuego sofocado
y la oreja tendida hacia el sermón del viento y el salmo de la
   nieve?
Había una sentencia en su página blanca,
un áspero dictado caído de lo alto hasta su mano:
"Y haz que sólo el silencio sea su palabra2.

OLGA OROZCO
Argentina-1920
De "En el revés del cielo"


Madrid, 14-02-18

LA ISLA EN EL LAGO

Oh Dios, oh Venus, oh Mercurio, patrón de los ladrones,
concededme a su debido tiempo, os lo suplico, un
                                                                      estanquito,
con las resplandecientes cajetillas
   apiladas ordenadamente en los estantes
y el suelto y fragante cavendish
   y el tabaco picado,
y el brillante Virginia
   a granel tras las brillantes vitrinas
y una balanza no demasiado grasienta,
y las putas dejándose caer para decir algo de paso,
con descaro, y arreglarse un poco el pelo.

Oh Dios, oh Venus, oh Mercurio, patrón de los ladrones,
prestadme un estanquito,
   o establecedme en cualquier profesión
salvo esta maldita profesión de escritor
   en la que uno necesita su cerebro todo el tiempo.

EZRA POUND
Estados Unidos-1885
De “Lustra”


Madrid, 15-02-18

(TEMBLANDO TODAVÍA)

Temblando todavía
Bajo la piel de sombra,
Cada amanecer debo
Recomponer un hombre
Con la mezcla confusa
De mis días pasados
Y lo poco que queda
De mis días futuros.
Heme aquí todo entero,
Voy hacia la ventana.
Rayo del día, surjo
Del fondo de los tiempos,
Respeta dulcemente
Mis minutos oscuros,
Aleja una hora más
Lo que hay en mí de noche,
De estrellado por dentro,
De dispuesto a morir
Bajo este sol naciente
Que crece sin cesar.

JULES SUPERVIELLE
Poeta francés nacido en Montevideo-1884
De "Vivir y quehacer del poeta"


Madrid, 16-02-18

(EL SOL HABLA BAJO)

El sol habla bajo
A la nieve y la incita
A morir sin sufrir
Como hace la nube.

¿Cuál es esa otra voz
Que me habla y me aconseja?
¿Hasta cuando arrecia el invierno
Será acaso ese calor
Que hace girar a la tierra
Siempre con un mismo ánimo,
Que, para tranquilizarme,
Sin importar la estación
Se acerca a mis oídos
Y musita mi nombre?

JULES SUPERVIELLE
Poeta francés nacido en Montevideo-1884
De "Vivir y quehacer del poeta"


Madrid, 19-02-18

ALTERADA MI VEJEZ POR TU CANTO

Alterada mi vejez por tu canto
recuerdos de tu cuerpo hablan por mí.
Antiguos matices de libertad,
algo en nosotros vibra de pasado.

Envuelto en delicadas hojas vírgenes,
en silenciosos pergaminos de la nada.
Te escribo al estilo de los grandes poetas:
fui para vos el más infernal de los amantes.

Nada en mí cantaba si no era por tu cuerpo
o partes de tu cuerpo o cuerpos de tus ojos,
eso cantaba en mí, amor, bajo tu canto.

Después caprichos y locuras se llevaron el alma.
El cuerpo enloquecido fue creciendo voraz y
nos comimos, en silencio, todas las palabras.

MIGUEL OSCAR MENASSA

Argentina-1940

De “La patria del poeta”
 


Madrid, 20-02-18

¿CÓMO ERA?

La puerta, franca.
                 Vino queda y suave.
Ni materia ni espíritu. Traía
una ligera inclinación de nave
y una luz matinal de claro día.

No era de ritmo, no era de armonía
ni de color. El corazón la sabe,
pero decir cómo era no podría
porque no es forma ni en la forma cabe.

¡Lengua, barro mortal, cincel inepto,
deja la flor intacta del concepto
en esta clara noche de mi boda.

Y canta mansamente, humildemente,
la sensación, la sombra, el accidente,
mientras ella me llena el alma toda!

DÁMASO ALONSO
España-1898
De "Poemas puros. Poemillas de la ciudad"


Madrid, 21-02-18

VIDA DEL HOMBRE

Oh, niño mío, niño mío,
¡cómo se abrían tus ojos
contra la gran rosa del mundo!

Sí,
tú eras ya una voluntad.
Y alargabas la manecita
por un cristal transparente
que no ofrecía resistencia:
el aire,
ese dulce cristal
transfundido por el sol.

Querías coger la rosa.
Tú no sabías
que ese cristal encendido
no es cristal, que es un agua verde,
agua salobre de lágrimas,
mar alta y honda.

Y muy pronto,
ya alargabas tras la mano
de niño, tu hombro ligero,
tus alas de adolescente.

¡Y allá se fue el corazón
viril!

Y ahora,
ay, no mires,
no mires porque verás
que estás solo,
entre el viento y la marea.
(Pero ¡la rosa, la rosa!)

Y una tarde
(¡olas inmensas del mar, olas que ruedan los vientos!)
se te han de cerrar los ojos contra la rosa lejana,
¡tus mismos ojos de niño!

DÁMASO ALONSO
España-1898
De “Hijos de la ira”


Madrid, 22-02-18

INSOMNIO

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este
nicho en que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los
perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando
como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la
ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole
por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta
ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente
en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?

DÁMASO ALONSO
España-1898
De “Hijos de la ira”


Madrid, 23-02-18

HOMBRE Y DIOS

    Hombre es amor. Hombre es un haz, un centro
donde se anuda el mundo. Si Hombre falla
otra vez el vacío y la batalla
del primer caos y el Dios que grita "¡Entro!"

Hombre es amor, y Dios habita dentro
de ese pecho y, profundo, en él se acalla;
con esos ojos fisga, tras la valla,
su creación, atónitos de encuentro.

Amor-Hombre, total rijo sistema
yo (mi Universo). ¡Oh Dios, no me aniquiles
tú, flor inmensa que en mi insomnio creces!

Yo soy tu centro para ti, tu tema
de hondo rumiar, tu estancia y tus pensiles.
Si me deshago, tú desapareces.

DÁMASO ALONSO
España-1898
De “Hombre y Dios”


Madrid, 26-02-18

JUEGO PREDESTINADO

Dióscuros en la orilla
Entrados en alas curiosos de la ola
desenvuelta la risa
Si libre humedece el pico
Aquel hermoso pájaro aquel pelícano de ensueño
en el cielo de bruma

Puro azul más que el aire
Entre caracolas
para esos pianos
Cubiertos de espuma
De dedos furtivos
Partiendo del ojo con sus arpegios lentos
De hilo que oscila
a merced del mar de pescados fritos

Oh cielo de tierra oh mar ágil
Cercado de cuerpos
Oh legítima sed solada de curvas
Tímida si en la piel que brilla
Nacen deleitosas perlas
Bajo el humo vibratorio del calor de las estrellas
Invisibles.

CESAR MORO
Perú-1903
De "Poemas escritos en francés"


Madrid, 27-02-18

DE MI NUMEN A LA MUERTE

Emperatriz sombría,
si un día,
herido de un capricho misterioso y aciago,
yo llegara a tu torre sombría
con mi leve y espléndido bagaje de rey mago
a volcar en tu copa de mármol mis martirios
sellarás más tu puerta y apagarás tus cirios...

En mi raro tesoro,
hay, entre los diamantes y los topacios de oro,
y el gran rubí sangriento como enconada herida,
¡el capullo azulado y ardiente de una estrella
que ha de abrir a los ojos suspensos de mi Vida,
con una lumbre nueva, inmarcesible y bella!

DELMIRA AGOSTINI

Uruguay, 1886

De “Los cálices”


Madrid, 28-02-18

LAS BODAS DEL MAR

Ya acudes a tu cita misteriosa
con el inquieto mar, luna constante,
y asoma por las playas de Levante,
hostia de luz, tu cara milagrosa.

En la onda azul, cual nacarada rosa,
se abre tu seno con pasión de amante,
y dibuja un reguero rutilante
tu pie sobre la espuma en que se posa.

En agua, como un tálamo amoroso,
te ofrece sus cristales movedizos
donde tiendes tu cuerpo luminoso.

Y al ostentar desnuda tus hechizos,
el mar, con un abrazo tembloroso,
te envuelve en haz de onduladores rizos...

SALVADOR RUEDA
España-1857
De “Mil años de poesía española


 

Selección de Poemas Editados
 

 

 

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