Madrid, 09-01-18

MI UNIVERSIDAD

¿Sabe francés,
restar,
multiplicar?
¡Declina maravillosamente!
¡Que decline!
Pero, oiga,
¿Acaso usted podría cantar a dúo,
con los edificios?
¿Usted acaso comprende
el idioma de los tranvías?
El hombre, a veces,
apenas sale del cascarón
y ya lleva libros bajo el brazo,
y cuadernos escritos.
Yo,
aprendí el alfabeto en los letreros,
hojeando páginas de estaño y hierro.
Los maestros,
toman la tierra,
la descarnan,
la destrozan,
y enseñan:
-Toda ella
no es más que un globo pequeño, redondo.
Pero yo,
con los codos aprendí geografía.
No en vano he dormido tanto sobre la tierra.
Los historiadores se atormentan con importantes preguntas:
-¿Era o no roja la barba de Barbaroja?
¡Que sea!
No me gusta meterme en las mentiras con telaraña.
Yo conozco de Moscú, cualquiera de sus historias.
Hablan de Dobroliúbov* (para que lo odien)
pero su apellido está en contra,
protesta la familia.
Yo,
desde niño,
aprendí a odiar a los gordos,
a los que se venden por una comida.
Se sientan,
charlan,
y para gustarle a la dama,
hacen sonar sus pobres ideas
con sus frentes llenas de monedas.
Yo,
dialogaba sólo con los edificios,
y las tomas de agua, eran mis interlocutoras,
con la ventana del oído atento escuchando,
los techos escuchaban lo que les arrojaba al oído.
Y luego,
de noche,
sobre una cosa
o la otra
nos pasábamos charlando,
moviendo la "sinhueso".

 

* Escritor ruso; su apellido significa literalmente,
bondad amorosa:es un juegfo de palabras de Maïacovski

VLADIMIR MAÏAKOVSKI
Rusia-1893
Poemas de 1922


Madrid, 10-01-18

ADULTO

Los adultos hacen negocios.
Embolsan billetes.
¿Amar?
Por favor,
por cien rublos.
Y yo,
sin casa y sin techo,
las manos metidas en los bolsillos rotos,
vagaba asombrado.
Si es de noche,
se ponen los mejores trajes,
descansan el alma sobre viudas o casadas.
A mí
Moscú, me ahogaba de abrazos,
con sus anillos infinitos de plazas.
En los corazones,
suena el reloj de los amantes.
Se exaltan las parejas en el lecho de amor.
Y yo,
buscaba enloquecido,
el pulso salvaje de la ciudad
acostándome con "La Pasión"* de sus plazas.
¡Entrad pasiones!
¡Trepaos con amor!
¡Desde hoy no soy dueño del corazón!
En los demás -yo sé-,
el corazón está en casa,
en el pecho,
lo sabe cualquiera.
Conmigo,
se volvió loca la anatomía,
soy todo corazón,
y palpita en todas partes.
¡Oh! Cuántas primaveras tuve
en veinte años encendidos y plenos.
El corazón tiene su apéndice,
y su carga sin gastar,
es simplemente insoportable.
Insoportable,
no para el verso,
de verdad.

 

* Plaza de Moscú, hoy plaza Pushkin.

VLADIMIR MAÏAKOVSKI
Rusia-1893
Poemas de 1922


Madrid, 11-01-18

POR LO GENERAL ES ASÍ

El amor le es dado a cualquiera
pero...
entre el trabajo,
el dinero y demás,
día tras día,
endurece el subsuelo del corazón.
Sobre el corazón llevamos el cuerpo,
sobre el cuerpo la camisa,
pero esto es poco.
Sólo el idiota,
se pone los puños,
y el pecho lo cubre de almidón.
De viejos se arrepienten.
La mujer se maquilla.
El hombre hace ejercicios con sistema Müller,
pero ya es tarde.
La piel multiplica sus arrugas.
El amor florece,
florece,
y después se deshoja.

VLADIMIR MAÏAKOVSKI
Rusia-1893
Poemas de 1922


Madrid, 12-01-18

PIRATA MORGAN O RECORDANDO CON IRA

Los que no son
                     vienen
palmean mis espaldas
me hacen sonrisas cómplices.
Me hablan del mar.
Me cuentan fábulas de ballenas
ballenas voraces
queriendo invadir la capital del sur.

Quieren ver el arpón, Perkins,
las huellas de mis manos en el arpón.

Les digo que golpes de sol bañan y perfuman 
                                                   [esta soledad 
Les cuento del dolor de los peces a causa de
                                          [la contaminación 
A causa de la contaminación, les digo,
y del violento sol de ese verano loco 
los ojos del Capitán Cat miraban
con la feroz mirada de los soldados en la
                                                      [guerra.
La vida de los marineros
es una vida sin esperanzas nos decía.

Les muestro, sí, algunas viejas cartas de
                                             [navegación
Algunas fotografías con el torso desnudo
rodeado de palmeras y ballenas muertas
a causa de mis veinte años y la ferocidad de
                                                     [mi mirada.

.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Los otros tiempos”


Madrid, 15-01-18

VENCIDOS

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero sin peto y sin espaldar,
va cargado de amargura,
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar.
Va cargado de amargura,
que allá "quedó su ventura"
en la playa de Barcino, frente al mar.

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Va cargado de amargura,
va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.
¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura
en horas de desaliento así te miro pasar!
¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura,
caballero derrotado,
hazme un sitio en tu montura,
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar!

Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo
y llévame a ser contigo
pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar...

LEÓN FELIPE
España-1884
De "Nueva antología rota"


Madrid, 16-01-18

ROMERO SOLO

Ser en la vida romero,
romero solo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero... sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez solo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos
decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera... menos un sepulturero.
un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el Rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni el cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez solo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.

LEÓN FELIPE
España-1884
Nueva antología rota


Madrid, 17-01-18

TRILCE
XL

Quién nos hubiera dicho que en domingo
así, sobre arácnidas cuestas
se encabritaría la sombra de puro frontal.
(Un molusco ataca yermos ojos encallados,
a razón de dos o más posibilidades tantálicas
contra medio estertor de sangre remordida).

Entonces, ni el propio revés de la pantalla
deshabitada enjugaría las arterias
trasdoseadas de dobles todavías.
Como si nos hubiesen dejado salir! Como
si no estuviésemos embrazados siempre
a los dos flancos diarios de la fatalidad!

Y cuánto nos habríamos ofendido.
Y aún lo que nos habríamos enojado y peleado
y amistado otra vez
y otra vez.

Quién hubiera pensado en tal domingo,
cuando, a rastras, seis codos lamen
de esta manera, hueras yermas lunesentes.

Habríamos sacado contra él, de bajo
de las dos alas del Amor,
lustrales plumas terceras, puñales,
nuevos pasajes de papel de oriente.
Para hoy que probamos si aún vivimos,
casi un frente no más.

CÉSAR VALLEJO
Perú-1892
De “Trilce


Madrid, 18-01-18

EL OTRO LADO

No logras acertar con el lugar,
aunque te asista el sol y desciendan los cielos.
En seguida que llegas, como si se trocaran en vampiros las aves,
los mármoles en yeso y en polvorientas telas pintadas las praderas,
es una equivocación fatal la que te enfrenta con mirada de lobo
y te obliga a salir en cuatro pies, esquivando el castigo.
No es aquí ni es ahora,
grazna con las cornejas el viento que te aspira,
que te arrastra y revuelca como a un fardo de remolino en remolino
y te arroja por fin hacia un rincón en el que se adultera de nuevo
   el porvenir

entre los vidrios de la lejanía.
No es ese tu lugar, allí,
donde nadie te aguarda para nacer desde hace dos mil años
(ah, ese abrazo primero, semejante al abrazo de la resurrección),
donde no hay ni medida ni tiempo que se ajusten al hueco
   de tu mano
lo mismo que dos partes acuñadas para la alianza o la separación,
sencillamente igual a mitad y mitad,
como los dos costados de una misma medalla o las dos contrapartes
   para un crimen.
Nada. Palabras sin pronunciar, maniobras suspendidas,
ojos que aunque te sigan no te ven desde sus apariencias de ojos
   de retrato,
escenas atestadas de recuerdos ajenos para instalar otro destino,
y contra ti la piedra y la expulsión.
Fuera, fuera otra vez, con el miedo a la espalda,
frente al resto del mundo embellecido, otra vez centelleando,
otra vez aspirándote,
para la nueva prueba y el error.
¿Dónde será el lugar? ¿Dónde será otro lado?
O tú no eres de aquí o ese sitio no está en ninguna parte, todavía.
Aunque tal vez haya en alguna parte cerrada, inexpugnable,
   mentirosa,
una sombra ladrona probándose tu vida,
el otro lado.

OLGA OROZCO
Argentina-1920
De “En el revés del cielo


Madrid, 19-01-18

FUERA DE FOCO

Sobreviene otro vuelco en la caída,
un sobresalto más en la sustancia donde delira el sol,
otro tumbo en la escena donde se desarrolla la derrota de los días
   contados;
algo que a tientas cruza por mi cuerpo
y lo traspasa y casi desaloja como un cambio de guardia.
Descorrida de mí, desatinada,
estoy sin toda yo, vaciando el centro, invadiendo un costado,
tan ajena al comienzo y al final como nadie,
apenas más asida a las últimas plumas del mundo que ninguna.
Es como si la muerte me ganara terreno
y antes de dar al otro el sitio donde estuve me encerrara hacia afuera.
En esta desplazada razón ya no hago pie.
Inmensa la tiniebla que me acoge y escurre para deshabitarme;
intransitable la lustrosa noche que me despeñará.
¿Dónde había memoria de unos ojos en los que confluía el universo,
de alguien que presidía estos dominios como estrella polar?
¿Dónde quedó la sombra de cuanto me encumbraba en mi sola
   persona,
de todo cuanto giraba alrededor?
Es inútil buscar. no acierto con mi visión ni atino con mi mano.
Tal vez justo en el medio de la improbable trama se borró mi lugar:
un alterado espacio que se va, que ya no me retiene.
pero algo se resquebraja en mitad de mi espalda.
Siento que un ala negra se desprende.
¿Empezaré a caer hacia lo algo?

OLGA OROZCO
Argentina-1920
De “En el revés del cielo


Madrid, 22-01-18

EL BALLET INFINITO

Somos, yendo y viviendo
por nuestro propio escándalo,
amantes presurosos
en bosque encendido,
insensatas criaturas
que se olvidan del tiempo,
el tiempo sin piedad
que le falta a la muerte
para ser importante.

RAÚL GUSTAVO AGUIRRE
Argentina-1927


Madrid, 23-01-18

LA TIERRA

No es posible explicarla, ponerla en términos
   corrientes. Y no por complicada y engañosa.
   Ocurre simplemente que existe, que vive,
   respira y canta o llora y se abre a veces a todos
   los vientos o se cierra como una mano, como
   una esperanza tardía, como un saludo.
Y es lejana y próxima, y puede imaginar y
   contenerse. Y es, por encima de todo, la que
   hace posible tanto la ventura como la negación,
   tanto el nacimiento como la despedida.

EDGAR BAYLEY
Argentina-1919
De “Todo el viento del mundo”


Madrid, 24-01-18

LOS ÁNGELES DE LA PRISA

Espíritus de seis alas,
seis espíritus pajizos,
me empujaban.

Seis ascuas.

Acelerado aire era mi sueño
por las aparecidas esperanzas
de los rápidos giros de los cielos,
de los veloces, espirales pueblos,
rodadoras montañas,
raudos mares, riberas, ríos, yermos.

Me empujaban.

Enemiga era la tierra,
porque huía.
Enemigo el cielo,
porque no paraba.
Y tú, mar,
y tú, fuego,
y tú,
acelerado aire de mi sueño.

Seis ascuas,
oculto el nombre y las caras,
empujándome de prisa.

¡Paradme!
Nada.
¡Paradme todo, un momento!
Nada.

No querían
que yo me parara en nada.

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De "Sobre los ángeles"


Madrid, 25-01-18

ADIÓS A LA SANGRE

Yo me decía adiós llorando en los andenes.
Sujetadme,
sujetad a mi sangre,
paredes,
muros que la veláis y que la separáis de otras sangres
   que duermen.
¿Yo me decía adiós porque iba hacia la muerte?

Ahora,
cuando yo diga ahora,
haced que el fuego y los astros que iban a caer se hielen.
Que yo no diga nunca esa palabra en los trenes.

Porque,
escuchad:
¿es vuestra sangre la que grita al hundirse en el agua
   con los puentes?

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De "Sermones y moradas"


Madrid, 26-01-18

SIN MÁS REMEDIO

Tenía yo que salir de la tierra,
la tierra tenía que escupirme de una vez para siempre
   como un hijo bastardo,
como un hijo temido a quien no esperan nunca
   reconocer las ciudades.
Había que llorar hasta mover los trenes y trastornar
   a gritos las horas de las mareas,
dando al cielo motivo para abandonarse a una pena
   sin lluvia.
Había que expatriarse involuntariamente,
dejar ciertas alcobas,
ciertos ecos,
ciertos ojos vacíos.

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De "Sermones y moradas"


Madrid, 29-01-18

MEDIODÍA

Quien no está de acuerdo pregunta, entre las últimas casas,
   al comienzo del prado, y su pregunta queda en el aire,
   a lo lejos, en las matas de hierba, en el pico de la montaña.
Quien no está de acuerdo pregunta, recuerda un nombre,
   evoca el mar lejano, las facilidades de un balcón, la
   proximidad de una araucaria, el sonido de una opinión
   fraterna, el color de una madrugada, la esperanza, en fin,
   excepcional, verosímil.
Quien no está de acuerdo vuelve a la ciudad, mira hacia
   el interior de las cocinas donde están prontos los pollos
   horneados, las sopas de ajo y de arroz, el pan blanco,
   los zapallos y las papas, y los manteles y el esplendor
   del mediodía.
Quien no está de acuerdo mira, se descubre en la calle
   asoleada, y lanza otra vez su pregunta, que se levanta
   del camino y se mantiene inmóvil entre las ramas del
    árbol.
Quién no está de acuerdo finalmente no pregunta:
   escucha, mira, respira, agradece.
Tantos hechos son, por último, uno solo. Tantas preguntas
   se hacen una sola oración, un rezo a la luz del sol. A
   mediodía, extiende las manos, seca sus ropas. Y todo
   el llanto y la furia, y la ternura, y la equivocada puerta,

   y la altanera opción, y la fuente y el tiempo, le dicen sí.
   Lo comprenden en este momento límite, en su total
   desesperanza, y lo confirman en tanto amor desamorado.
   Es el sí del mediodía, amor de la fuente, del ojo, de los
   cuerpos, del basalto y el pórfido, de la pequeña escala
   y la columna de agua, del orfeón, de la verdeante bulla,
   por ahora, para siempre.

EDGAR BAYLEY
Argentina-1919
De “Todo el viento del mundo”


Madrid, 30-01-18

EL ÁNGEL DE LOS NÚMEROS

Vírgenes con escuadras
y compases, velando
las celestes pizarras.

Y el ángel de los números,
pensativo, volando
del 1 al 2, del 2
al 3, del 3 al 4.

Tizas frías y esponjas
rayaban y borraban
la luz de los espacios.

Ni sol, luna, ni estrellas,
ni el repentino verde
del rayo y el relámpago,
ni el aire. Sólo nieblas.

Vírgenes sin escuadras,
sin compases, llorando.

Y en las muertas pizarras,
el ángel de los números,
sin vida, amortajado
sobre el 1 y el 2,
sobre el 3, sobre el 4...

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De "Sobre los ángeles"


Madrid, 31-01-18

SERMÓN DE LA SANGRE

Me llama, me grita, me advierte, me despeña y me
   alza, hace de mi cabeza un yunque en medio de
   las olas, un despiadado yunque contra quien
   deshacerse zumbando.

Hay que tomar el tren, le urge. No lo hay. Salió.
   Y ahora me dice que ella misma lo hizo volar
   al alba, desaparecer íntegro ante un amanecer
   de toros desangrándose a la boca de un túnel.

Sé que estoy en la edad de obedecerla, de ir detrás
   de su voz que atraviesa desde la hoja helada de
   los trigos hasta el pico del ave que nunca pudo
   tomar tierra y aguarda que los cielos se hagan
   cuarzo algún día para al fin detenerse un solo
   instante.

La edad terrible de violentar con ella las puertas
   más cerradas, los años más hundidos por los que
   hay que descender a tientas, siempre con el temor
   de perder una mano o de quedar sujeto por un pie
   a la última rendija, esa que filtra un gas que deja
   ciego y hace oír la caída del agua en otro mundo,
   la edad terrible está presente, ha llegado con ella,
   y la sirvo:

mientras me humilla, me levanta, me inunda, me
   desquicia, me seca, me abandona, me hace correr
   de nuevo, y yo no sé llamarla de otro modo:

Mi sangre.

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De "Sermones y moradas"


 

Selección de Poemas Editados
 

 

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