ES UN MOVIMIENTO OCULTO
Es un
movimiento oculto
lo que se hace
presencia iluminada.
Un verdadero amor no se recuerda nunca.
Noches de locura
donde el recuerdo de tu piel
son todos los recuerdos.
Extendías, sobre mi vida, tu piel.
Tu piel amante de los misterios,
amante loca, empecinada, ciega.
Cuando había baile
cuando el poema era la música
era tu piel la que bailaba.
En cada giro sobre ti misma
en cada salto sobre la humanidad
danzabas y a la vez
con elegancia desaparecías.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Notas Diálogos Redes Sociales
Flamenco, Tango y Poesía”
ROBAIYAT
Cantados por
Jayyam
28
Quien posee
un pobre pan y lozanía;
quien puede posar, en su nido, su vida;
quien de nadie es el siervo ni es el amo,
ese hombre disfruta fortuna y alegría.
OMAR JAYYAM
Persia-1048
De "Las Robaiyat"
ENTRE LOS MUERTOS
EN EL BOMBARDEO DEL ALBA
HABÍA UN HOMBRE DE CIEN
AÑOS
Al despertar el día
sobre la guerra
él se vistió, salió y
murió,
las cerraduras
bostezaban sueltas y un
estallido las esparció,
él cayo donde amaba,
sobre el pavimento
reventado de la acera
y los granos funerarios
de un suelo de
sacrificio.
Decidle a su calle
postrada que él detuvo
un sol
y que los cráteres de
sus ojos brotaron en
primavera y fuego
cuando todas las llaves
se dispararon de sus
cerraduras y sonaron.
Dejad de cavar por las
cadenas de su canoso
corazón.
La ambulancia celestial
arrastrada por una
herida
se congrega y espera a
que retumbe la pala en
la jaula.
Oh, apartad sus huesos
de ese carro vulgar,
que la mañana vuela en
las alas de su edad
y a la diestra del sol
se posan cien cigüeñas.
DYLAN THOMAS
Reino Unido-1914
De “Muertes y entradas”
ÍTACA
Cuando salgas de viaje para Ítaca,
desea que el camino sea largo,
colmado de aventuras, colmado de experiencias.
A los lestrigones y a los cíclopes;
al irascible Poseidón no temas,
pues nunca encuentros tales tendrás en tu camino,
si tu pensamiento se mantiene alto, si una exquisita
emoción te toca cuerpo y alma.
A los lestrigones y a los cíclopes,
al fiero Poseidón no encontrarás,
a no ser que los lleves ya en tu alma,
a no ser que tu alma los ponga en pie ante ti.
Desea que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que -¡y con qué alegre placer!-
entres en puertos que ves por vez primera.
Detente en los mercados fenicios
para adquirir sus bellas mercancías,
madreperlas y nácares, ébanos y ámbares,
y voluptuosos perfumes de todas clases,
todos los voluptuosos perfumes que te sean posibles.
Y vete a muchas ciudades de Egipto
y aprende, aprende de los sabios.
Mantén siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Pero no tengas la menor prisa en tu viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que viejo al fin arribes a la isla,
rico por todas las ganancias de tu viaje,
sin esperar que Ítaca te va a ofrecer riquezas.
Ítaca te ha dado un viaje hermoso.
Sin ella no te habrías puesto en marcha.
Pero no tiene ya más que ofrecerte.
Aunque la encuentres pobre, Ítaca de ti no se ha burlado.
Convertido en tan sabio, y con tanta experiencia,
ya habrás comprendido el significado de las Ítacas.
CONSTANTINO P. CAVAFIS
Egipto-1863
SOY UN DISCURRIR
DE ARENA QUE RESBALA
soy un discurrir de arena que resbala
entre la duna y los guijarros
la lluvia del verano llueve sobre mi vida
sobre mí vida mía que me persigue y huye
y tendrá fin el día del comienzo
caro instante te veo
en el retroceder de este telón de bruma
donde ya no deberé pisar estos largos umbrales movedizos
y viviré lo mismo que una puerta
que se abre y se vuelve a cerrar
mi camino está en la arena que fluye
entre la duna y los guijarros
la lluvia del verano llueve sobre mi vida
sobre mí vida mía acosándome huyendo
hacia su inicio hacia su fin
mi paz está en la niebla que disminuye
cuando pueda dejar de pisar estos largos umbrales movedizos
y vivir lo mismo que una puerta
que se abre y se cierra
SAMUEL B. BECKETT
Irlanda-1906
XIII (29)
Tu pupila es
azul, y cuando ríes
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul, y cuando lloras
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.
Tu pupila es azul, y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea
me parece en el cielo de la tarde
una perdida estrella.
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
España-1836
De “Rimas”
LA ESTACIÓN DE
FIEBRE
XXVI
torsos
maremotos
vello nocturno
sudor
lóbulo lengua
cardúmenes
olor
rosadas aberturas
húmedo ahora
tropeles
astas enhiestas
estambres
pero sudor
terso sudor
bahías desatadas
final de lumbre
ahora
rosado
rosado
rosado
rosado siempre
ANA ISTARÚ
Costa Rica-1960
De "La estación de la fiebre y otros amaneceres"
UN LUGAR
Las casas estaban
cerradas
Con turbios vidrios de
naufragio
Disueltas en vagas
lagunas
Como el invierno en su
letargo
¿Qué triste gaviota
abandona
su esqueleto sobre el
tejado...?
A veces pasa alguna
pluma
Una vieja araña un
relámpago
Casas saqueadas por la
costa
Con sus cuartos
asesinados
En cada espejo hay un
fantasma
Con el índice sobre los
labios
Casas lagartos en la
arena
Casas ausencia que
suspira
Casas sin médula ni ropa
Entre la sal de la
deriva
De lo desierto de su
sueño
Nacen personas que no
existen
Muebles hambrientos como
hienas
Con la mirada de la
esfinge
Aquí hubo un niño de las
lluvias
con su remoto testimonio
ladrón del fuego de los
pájaros
ácido cruel como el
insomnio.
Casas que ofrecen a la
sed
Una copa llena de
hormigas
Un café frío como un
muerto
La negra huella de una
huida
Un olor de faro mendigo
Extiende la mano vacía
La escalera crece sin
fin
Se hunde en el polvo de
otros días
Casas más duras que las
piedras
Con el desierto hasta
los ojos
Casas soldadas como
féretros
Por el plomo de lo
remoto
ENRIQUE MOLINA
Argentina-1910
De "Fuego libre"
LA LEYENDA DE LAS LEYENDAS
Estamos al
borde del agua
el plátano y yo,
nos reflejamos en el agua
el plátano y yo,
el reflejo del agua nos toca
el plátano y yo.
Estamos al borde del agua
el plátano, yo y después el gato,
nos reflejamos en el agua
el plátano, yo y después el gato,
el reflejo del agua nos toca
el plátano, yo y después el gato.
Estamos al borde del agua
el plátano, yo, el gato y después el sol,
nos reflejamos en el agua
el plátano, yo, el gato y después el sol,
el reflejo del agua nos toca
el plátano, yo, el gato y después el sol.
Estamos al borde del agua
el plátano, yo, el gato, el sol y después nuestra vida,
nos reflejamos en el agua
el plátano, yo, el gato, el sol y después nuestra vida.
el reflejo del agua nos toca
el plátano, yo, el gato, el sol y después nuestra vida.
Estamos al
borde del agua
el gato se irá el primero,
su imagen en el agua se perderá.
Y después, me iré yo,
mi imagen en el agua se perderá.
Y después se irá el plátano,
su imagen en el agua se perderá.
Después el sol se irá
el sol quedará aún
después se irá él también.
Estamos al borde del agua
el plátano, yo, el gato, el sol y después nuestra vida.
El agua está fresca
El plátano es inmenso
Yo escribo poemas
El gato dormita
Vivimos a Dios gracias
El reflejo del agua nos toca
el plátano, yo, el gato, el sol y después nuestra vida.
NÂZIM HIKMET
Nace en Tesalónica en 1902
De "A pesar de la gran noche y otros poemas"
SOBRE EL MAR, UNA NUBE...
Sobre el mar,
una nube abigarrada
Por el mar, un navío de plata
En el mar, un pescado amarillo
En el fondo del mar, algas azules
Junto a la orilla un hombre
desnudo
inmóvil
reflexionaba:
¿Ser nube
o ser navío?
¿Ser pescado
o ser alga?
No, mi muchacho:
Lo que se necesita es ser el mar
con su nube y su navío, su pescado y sus algas.
NÂZIM HIKMET
Nace en Tesalónica en 1902
De "A pesar de la gran noche y otros poemas"
AMOR 2000
Es una voz
inconfundible la que me confunde.
Los vientos detenidos clavándose en mi tiempo,
recurren a las más viejas fantasías de olvido
y, en ese punto negro de la memoria, surge el poema.
No es una sustancia, un ser, que atraviesan la nada.
Es nada lo que se come la sustancia, atravesando el ser.
Es huecos de huecos, el infinito que me mira,
es línea sobre línea, generando agujeros invisibles.
Opongo al misterioso siglo del vacío perfecto,
la carne desmesurada y abierta de tus ojos,
la sangre de tu boca, herida por lo insondable.
Opongo a la siniestra ceguera universal,
incandescente luz del choque de los cuerpos,
la magnética luz de tus palabras, amándome.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "·La patria del poeta"
OTOÑO REGULAR
La luna gira en vano
En mi mano
El día y la noche
Se han encontrado
y el ángulo abierto mejor que una boca
Mis pensamientos ha trabado
La luna molino de viento
Gira gira gira en vano
El paisaje al fondo de las edades
Y en su jaula el estanque
En vano tú buscar
Árbol de otoño
Ya no hay pájaros
ya no hay pájaros
Mirando sobre los valles
Se ven por todas partes sonidos de campanas marchitas
El día está lleno mis manos también
Al otro extremo se han ido
Los pasos sin ruido
ES EL OTOÑO DE LOS CAMPANARIOS
Ya no sé de morena o rubia
Dejemos el lugar a los marineros
Ven a mirar en mis islas
La naturaleza muerta del claro de luna
En equilibrio junto al agua
Y la rosa deshojándose sobre el pájaro que canta
A media noche y cuarenta minutos
Olvídame
Pequeño astro oculto.
A esta hora embalsamo mi bosque
olvídame
piloto sin navío y sin ley
Al fondo de mis ojos
Cantará siempre el poeta ahogado
VICENTE HUIDOBRO
Chile-1893
de “Automne Regulier. Poemes
[1918-1922]”
LAS CIUDADES
En las ciudades
Hablan
Hablan
Pero nadie dice nada
La tierra desnuda aún rueda
Y hasta las piedras gritan
Soldados vestidos de nubes azules
El cielo envejece entre las manos
Y la canción en la trinchera
Los trenes se alejan por sobre cuerdas paralelas
Lloran en todas las estaciones
El primer muerto ha sido un poeta
Se vio escapar un pájaro de su herida
El aeroplano blanco de nieve
Gruñe entre las palomas del atardecer
Un día
se había perdido en el humo de los cigarros
Nublados de las usinas Nublados del cielo
Es un espejismo
Las heridas de los aviadores sangran en todas las estrellas
Un grito de angustia
Se ahogó en medio de la bruma
Y un niño arrodillado
Alza las manos
TODAS LAS MADRES DEL MUNDO LLORAN
VICENTE HUIDOBRO
Chile-1893
De “Hallalí,
poeme de guerre"
MAR Y NOCHE
El mar
bituminoso aplasta sombras
contra sí mismo. Oquedades de azules
profundos quedan quietas al arco de las ondas.
Voluta ancha de acero quedaría
de súbito forjada si el instante
siguiente no derribase la alta fábrica.
Tumultos, cataclismos de volúmenes
irrumpen de lo alto a la ancha base,
que se deshace ronca,
tragadora de sí y del tiempo, contra el aire
mural, torpe al empuje.
Bajo cielos altísimos y negros
muge -clamor- la honda
boca, y pide noche.
Boca -mar- toda ella, pide noche;
noche extensa, bien prieta y grande,
para sus fauces hórridas, y enseña
todos sus blancos dientes de espuma.
Una pirámide linguada
de masa torva y fría
se alza, pide,
se hunde luego en la cóncava garganta
y tiembla abajo, presta otra
vez a levantarse, voraz de la alta noche
que rueda por los cielos
-redonda, pura, oscura, ajena-
dulce en la serenidad del espacio.
Se debaten las fuerzas inútiles abajo.
Torso y miembros. Las duras
contracciones enseñan
músculos emergidos, redondos bultos,
álgidos despidos.
Parece atado al hondo
abismo el mar, en cruz, mirando
al cielo alto, por desasirse,
violento, rugiente, clavado al lecho negro.
Mientras la noche rueda
en paz, graciosa, bella,
en ligado desliz, sin rayar nada
el espacio, capaz de órbita y comba
firmes, hasta hundirse en la dulce
claridad ya lechosa,
mullida grama donde
cesar, reluciente de roces secretos,
pulida, brilladora,
maestra en superficie.
VICENTE ALEIXANDRE
España-1898
De “Ámbito"
NO EXISTE EL HOMBRE
Sólo la luna
sospecha la verdad.
Y es que el hombre no existe.
La luna tantea por los llanos, atraviesa los ríos,
penetra por los bosques.
Modela las aún tibias montañas.
Encuentra el calor de las ciudades erguidas.
Fragua una sombra, mata una oscura esquina,
inunda de fulgurantes rosas
el misterio de las cuevas donde no huele a nada.
La luna pasa, sabe, canta, avanza y avanza sin descanso.
Un mar no es un lecho donde el cuerpo de un hombre
puede tenderse a solas.
Un mar no es un sudario para una muerte lúcida.
La luna sigue, cala, ahonda, raya las profundas arenas.
Mueve fantástica los verdes rumores aplacados.
Un cadáver en pie un instante se mece,
duda, ya avanza, verde queda inmóvil.
La luna miente sus brazos rotos,
su imponente mirada donde unos peces anidan.
Enciende las ciudades hundidas donde todavía se pueden
oír
(qué dulces) las campanas vividas;
donde las ondas postreras aún repercuten sobre los pechos
neutros,
sobre los pechos blandos que algún pulpo ha adorado.
Pero la luna es pura y seca siempre.
Sale de un mar que es una caja siempre,
que es un bloque con límites que nadie, nadie estrecha,
que no es una piedra sobre un monte irradiando.
Sale y persigue lo que fuera los huesos,
lo que fuera las venas de un hombre,
lo que fuera su sangre sonada, su melodiosa cárcel,
su cintura visible que a la vida divide,
o su cabeza ligera sobre un aire hacia oriente.
Pero el hombre no existe.
Nunca ha existido, nunca.
Pero el hombre no vive, como no vive el día.
Pero la luna inventa sus metales furiosos.
VICENTE ALEIXANDRE
España-1898
De “Mundo a solas"
EL ÁRBOL
El árbol
jamás duerme.
Dura pierna de roble, a veces tan desnuda quiere
un sol muy oscuro.
Es un muslo piafante que un momento se para,
mientras todo el horizonte se retira con miedo.
Un árbol es un muslo que en la tierra se yergue como
la erecta vida.
No quiere ser ni blanco ni rosado,
y es verde, verde siempre como los duros ojos.
Rodilla inmensa donde los besos no imitarán jamás
falsas hormigas.
Donde la luna no pretenderá ser un sutil encaje.
Porque la espuma que una noche osara hasta rozarlo
a la mañana es roca, dura roca sin musgo.
Venas donde a veces los labios que las besan
sienten el brío del acero que cumple,
sienten ese calor que hace la sangre brillante
cuando escapa apretada entre los sabios músculos.
Sí. Una flor quiere a veces ser un brazo potente.
Pero nunca veréis que un árbol quiera ser otra cosa.
Un corazón de un hombre a veces resuena golpeando.
Pero un árbol es sabio, y plantado domina.
Todo un cielo o un rubor sobre sus ramas descansa.
Cestos de pájaros niños no osan colgar de sus yemas.
Y la tierra está quieta toda ante vuestros ojos;
pero yo sé que ella se alzaría como un mar por tocarle.
En lo sumo, gigante, sintiendo las estrellas todas rizadas
sin un viento,
resonando misteriosamente sin ningún viento dorado,
un árbol vive y puede pero no clama nunca,
ni a los hombres mortales arroja nunca su sombra.
VICENTE ALEIXANDRE
España-1898
De “Mundo a solas"
AMOR PERDIDO. LA JUVENTUD
VIII
Algo te odio
aunque me quieras, no puedo remediarlo,
son los años pasados, una ley propia de la vida,
la tibia envidia de verte más allá, viviendo,
la cárcel de pagar tu crecimiento, amar tus triunfos.
Todo ha de ser mejor así, tú vivo y yo muerto,
pero antes de que todo acontezca, puedo soñar,
abrirme, sinceramente, a la venganza, al odio,
al vértigo de sentirme inmortal antes que tú.
Después, también, así lo entiendo, vivo en tus hijos,
nueva juventud desesperada y quieta, llena de bríos,
ambiciosa certeza de que mi sangre, mi propia sangre,
se abre silenciosa a los nuevos caminos de las horas.
Y así, en la inmensidad, tan vivo al igual que muerto,
algo te odio aunque me quieras, sin poder remediarlo.
Espero que comprendas la extrema lujuria de mi canto,
voy a morirme y mi enorme deseo, es quedarme a vivir ,
entre tus juventudes, entre los nuevos cantos al aire,
entre los nudos de no saber si habrá una muerte digna.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "Amores perdidos"
AMOR PERDIDO. LA JUVENTUD
IX
Te
quiero aunque me
ataques, joven amigo.
Yo, también, como tú
mismo, de pequeño,
me tragaba todo lo que
mi padre me decía,
ni siquiera lo odiaba y,
algo, lo respetaba,
mas aún con esfuerzos
nunca entendía nada.
Por eso te comprendo,
joven amigo,
cuántas veces, llorando,
me desgranaba en versos,
cuántas veces tratando
de recordar lo no
escuchado,
me envilecía hasta caer
rendido en cualquier
sitio,
sin saber nunca si eran
brazos, manos ardientes
o
grises locuras,
hirvientes alcoholes
despiadados
o el triste regazo de
madres solitarias y sin
hijos.
Yo te quiero aunque tú
no me quieras y
no es, exactamente, por
ti que lo consigo,
es que la soledad del
que no ama, es negra,
es ardiente suplicio con
eternos dolores,
es trágica la espera de
quien no tiene amores.
Es por eso, por voluntad
extrema de no morir
encadenado a tristes
artilugios de soledad,
es que te amo, como las
aguas a su cauce,
como las, sencillas,
estrellas a su cielo.
Es necesario amarte
aunque tú no me ames,
para que el mundo crea y
ame mi vejez.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "Amores perdidos"
TROFEO
Como quien
recorre una costa
maravillado de la muchedumbre del mar,
albriciado de luz y pródigo espacio,
yo fui el espectador de tu hermosura
durante un largo día.
Nos despedimos al anochecer
y en gradual soledad
al volver por la calle cuyos rostros aún te conocen,
se oscureció mi dicha, pensando
que de tan noble acopio de memorias
perdurarían escasamente una o dos
para ser decoro del alma
en la inmortalidad de su andanza.
JORGE LUIS BORGES
Argentina-1899
De “Fervor de Buenos Aires"
AMOR, ESTÁ ATARDECIENDO
Amor: está
atardeciendo.
La rosa más grande y rosa
se seca como una rosa
al crepúsculo tremendo.
Y yo, que voy casi herida
como ese cielo violeta,
cuando estoy así de quieta
parezco viva y sin vida.
Ay, esta tarde es la tarde
para vestirse de gasa
y estar soñando en la casa
con una vela que arde.
Hoy es el día; ese día
donde llorar por un muerto
que no se nos haya muerto
todavía, todavía…
Amor: ¡déjame en la cama!
Vete a buscar una estrella
para que juegues con ella.
La muchacha que te ama
es tan extraña y tan loca
que tiene un dolor remoto
y está como un vaso roto:
se le ha borrado la boca.
Échame el humo que arrancas
o una sábana de lino
o la sombra de algún pino
o flores del campo, blancas.
Ponme una semilla trunca
en la mano cenicienta,
y que ni yo me dé cuenta
de que no nacerá nunca.
Mírame así: rodeada
de claridad, como un nido
de temblores… Ya me he ido:
soy lo que queda de nada.
No tengo carne ninguna.
Ya ni mis lágrimas peso.
Estoy cubierta de luna.
¡Me mataría algún beso!
Vete a fumar a la sala…
Mira que está atardeciendo
y al crepúsculo tremendo
me gusta tener un ala.
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1922
De “Memoria de la fiebre”