NIÑA
a Laura Elena
Nombras el árbol, niña.
Y el árbol crece, lento,
alto deslumbramiento,
hasta volvernos verde la
mirada.
Nombras el cielo, niña.
Y las nubes pelean con
el viento
y el espacio se vuelve
un transparente campo de
batalla.
Nombras el agua, niña,
Y el agua brota, no sé
dónde,
brilla en las hojas,
habla entre las piedras
y en húmedos vapores nos
convierte.
No dices nada, niña.
Y la ola amarilla,
la marea de sol,
en su cresta nos alza,
en los cuatro horizontes
nos dispersa
y nos devuelve,
intactos,
en el centro del día, a
ser nosotros.
OCTAVIO PAZ
México-1914
De
“Libertad bajo
palabra”
ENTRE LA PIEDRA Y LA
FLOR
I
Amanecemos piedras.
Nada sino la luz. No hay
nada
sino la luz contra la
luz.
La tierra:
palma de una mano de
piedra.
El agua callada
en su tumba calcárea.
El agua encarcelada,
húmeda lengua humilde
que no dice nada.
Alza la tierra un vaho.
Vuelan pájaros pardos,
barro alado.
El horizonte:
unas cuantas nubes
arrasadas.
Planicie enorme, sin
arrugas.
El henequén, índice
verde,
divide los espacios
terrestres.
Cielo ya sin orillas.
OCTAVIO PAZ
México-1914
De
“Libertad bajo palabra”
ESPAÑA, APARTA DE MÍ
ESTE CÁLIZ
XI
Miré al cadáver, su
raudo orden visible
y el desorden lentísimo
de su alma;
le vi sobrevivir; hubo
en su boca
la edad entrecortada de
dos bocas.
Le gritaron su número:
pedazos.
Le gritaron su amor:
¡más le valiera!
Le gritaron su bala:
¡también muerta!
Y su orden digestivo
sosteníase
y el desorden de su
alma, atrás, en balde.
Le dejaron y oyeron, y
es entonces
que el cadáver
casi vivió en secreto,
en un instante;
mas le auscultaron
mentalmente, ¡y fechas!
lloráronle al oído, ¡y
también fechas!
CÉSAR VALLEJO
Perú-1892
De
"España, aparta de mí
este cáliz"
TÚ, YO MISMO...
Tú, yo mismo, seco como
un viento derrotado
que no pudo sino muy
brevemente sostener en
sus brazos
una hoja que arrancó
de los árboles
¿cómo será posible que
nada te conmueva
que no haya lluvia que
te estruje ni sol que
rinda tu fatiga?
Ser una transparencia
sin objeto
sobre los lagos limpios
de tus miradas
oh tempestad, diluvio de
hace ya mucho tiempo.
Si desde entonces busco
tu imagen que era
solamente mía
si en mis manos
estériles ahogué la
última gota de tu
sangre y mi lágrima
y si fue desde entonces
indiferente el mundo e
infinito
el desierto
y cada nueva noche musgo
para el recuerdo de tu
abrazo
¿cómo en el nuevo día
tendré sino tu aliento,
sino tus brazos
impalpables entre los
míos?
Lloro como una madre que
ha reemplazado al hijo
único
muerto.
Lloro como la tierra que
ha sentido dos veces
germinar
el fruto perfecto y
mismo.
Lloro porque eres tú
para mi duelo
y ya te pertenezco en el
pasado.
SALVADOR NOVO
México-1904
De “Nuevo amor"
ESFINGES SUELEN SER
Una mano, dos manos.
Nada más.
Todavía me duelen las
manos que me faltan
ésas que se quedaron
adheridas a la barca
fantasma que me trajo
y sacuden la costa con
golpes de tambor,
con puñados de arena
contra el agua de
migraciones y
nostalgias.
Son manos transparentes
que deslizan el mundo
debajo de mis pies,
que vienen y se van.
Pero éstas que prolongan
mi espesa anatomía
más allá de cualquier
posible hoguera,
un poco más acá de
cualquier imposible
paraíso,
no son manos que sirvan
para entreabrir las
sombras,
para quitar los velos y
volver a cerrar.
Yo no entiendo estas
manos.
Sí, demasiado próximas,
demasiado distantes,
ajenas como mi propio
vuelo acorralado adentro
de otra piel,
como el insomnio de
alguien que huye
inalcanzable por mis
dedos.
A veces las encuentro
casi a punto de
ocultarme de mí
o de apostar el resto en
favor de otro cuerpo,
de otro falso plumaje
que conspira con la
noche y el sol.
Me inquietan estas manos
que juegan al misterio y
al azar.
Cambian mis alimentos
por regueros de
hormigas,
buscan una sortija en el
desierto,
transforman la inocencia
en un cuchillo,
perseveran absortas como
valvas en la malicia y
el error.
Cuando las miro pliegan
y despliegan abanicos
furtivos,
una visión errante que
se pierde entre plumas,
entre alas de saqueo,
mientras ellas se
siguen, se persiguen,
crecen hasta cubrir la
inmensidad o reducen a
polvo el cuenco
de mis días.
Son como dos esfinges
que tejen mi condena con
la mitad del crimen,
con la mitad de la
misericordia.
¡Y esa expresión de
peces atrapados,
de pájaros ansiosos,
de impasibles harpías
con que asisten a su
propio ritual!
Esta es la ceremonia del
contagio y la peste
hasta la idolatría.
Una caricia basta para
multiplicar esas
semillas negras que
propagan
la lepra,
esas fosforescencias que
propagan la seda y el
ardor,
esos hilos errantes que
propagan el naufragio y
la sed.
¡Y esa brasa incesante
que deslizan de la una a
la otra como un
secreto al rojo,
como una llama que quema
demasiado!
Me pregunto, me digo
qué trampa están
urdiendo desde mi
porvenir estas dos
manos.
Y sin embargo son las
mismas manos.
Nada más que dos manos
extrañamente iguales a
dos manos
en su oficio de
manos,
desde el principio hasta
el final.
OLGA OROZCO
Argentina-1920
De
"Museo
salvaje"
JUEGOS PROHIBIDOS
El mundo es un giro de
viento;
abre las puertas
detenidas;
yo abro las puertas,
yo soy el mundo.
Hablo a las baldosas
con la lentitud ingenua
de la renovación,
yo me renuevo.
Salto las ventanas
viejas
de un barrio pobre
y amo a las muchachas
aun despiertas.
Les dejo el corazón
y luego parto.
Conmigo queda el aliento
que más tarde doy
por las calles de aquí,
por donde caminamos
todos
todos los días.
Al llegar a las esquinas
frías
me detengo,
miro el cielo:
no es imposible.
Y vuelo entonces sobre
esta sonrisa atlética
para cubrir
algunas faltas de amor.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De
“Pequeña historia”
JUGADORES
Jugamos nuestra vida
y bien se nos perdió.
era robusta y ancha
como montaña al sol.
Y se parece al bosque
raído, y al dragón
cortado, y al mar seco,
y a ruta sin veerdor.
La jugamos por nuestra
como sangre y sudor,
y era para la dicha
y la Resurección.
Otros jugaban dados,
otros colmado arcón;
nosotros los frenéticos,
jugamos lo mejor.
Fue más fuerte que vino
y que agua de turbión
ser en la mesa el dado
y ser el jugador.
Creímos en azares,
en el sí y en el no.
Jugábamos, jugando,
infierno y salvación.
No nos guarden la cara,
la marcha ni la voz;
ni nos hagan fantasma
ni nos vuelvan canción.
Ni nombre ni semblante
guarden del jugador.
¡Volveremos tan nuevos
como ciervo y alción!
Si otra vez asomamos,
si hay segunda ración,
traer, no traeremos
cuerpo de jugador.
.
GABRIELA
MISTRAL
Chile-1889
De “Tala”
JARDÍN
Zanjones,
sierras ásperas,
médanos,
sitiados por jadeantes
singladuras
y por las leguas de
temporal y de arena
que desde el fondo del
desierto se agolpan.
En un declive está el
jardín.
Cada arbolito es una
selva de hojas.
Lo asedian vanamente
los estériles cerros
silenciosos
que apresuran la noche
con su sombra
y el triste mar de
inútiles verdores.
Todo el jardín es una
luz apacible
que ilumina la tarde.
El jardincito es como un
día de fiesta
en la pobreza de la
tierra.
JORGE LUIS BORGES
Argentina-1899
De "Fervor de Buenos
Aires"
GALOPANDO EN EL SUR
A caballo cuarenta
leguas:
las cordilleras de
Malleco,
el campo está recién
lavado,
el aire es eléctrico y
verde.
Regiones de rocas y
trigo,
un ave súbita se
quiebra,
el agua resbala y
escribe
cifras perdidas en la
tierra.
Llueve, llueve con lenta
lluvia,
llueve con agujas
eternas
y el caballo que
galopaba
se fue disolviendo en la
lluvia:
luego se reconstruyó
con las gotas
sepultureras
y voy galopando en el
viento
sobre el caballo de la
lluvia.
Sobre el caballo de la
lluvia
voy dejando atrás las
regiones,
la gran soledad mojada,
las cordilleras de
Malleco.
PABLO NERUDA
Chile-1904
De "Estravagario"
POEMA II
Tratar a la mujer de uno
como si fuera un animal
salvaje
Caminar al lado de la
bella Olga
la que codician y aman
en secreto
la que tiene en la cara
el sol de la llanura
y en su sexo
un corazón ardiente y
luminoso
llama de amor.
Que sepa que sabemos que
ella desea el universo
Carne sumisa al placer y
a mi carne y donde todo
sería
[insuficiente.
Violentemos su ceguera
abramos sus ojos a
nuestro cuerpo
como cuando los días de
las grandes pasiones en
viejas
[posadas
donde mujeres
extranjeras hacían de
nuestro cuerpo
la fuente de la
juventud.
Digamos frente a ella
las palabras de la
incertidumbre.
Te amo y amo al mundo.
Deseo los colores.
Amo las plantas verdes
de savia en el verano
y en las tardes de
otoño, extraño con
dolor,
el brasero de amor con
que mi madre
calentó nuestro cuerpo.
Te amo y estoy enamorado
de mis versos y amo de
vos
precisamente
tu sexo
femenino
tu cara de mujer.
.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De
"Yo pecador"
MAÑANA EN LA VENTANA
Hay ruido de platos de
desayuno en cocinas
subterráneas
y a lo largo de los
bordes pisoteados de la
calle
percibo las almas
húmedas de las criadas
que brotan sin esperanza
tras las cancelas.
Las pardas oleadas de la
niebla me arrojan
rostros torcidos desde
el fondo de la calle,
y arrancan de una
transeúnte de faldas
embarradas
una sonrisa sin sentido
que planea en el aire
y se desvanece a ras de
los tejados.
THOMAS STEARNS ELIOT
Estados Unidos-1888
De “Prufrock y otras
observaciones”
EL HELICÓPTERO
Ahí anda de nuevo el
helicóptero dándole
vueltas y vueltas a la
casa,
horas y horas, no para
nunca
el asedio, ahí anda
todavía entre las nubes
el moscardón con esa
orden
de lo alto gira que gira
olfateándonos
hasta la muerte.
Lo indaga todo desde
arriba, lo escruta todo
hasta el polvo
con sus antenas
minuciosas, apunta el
nombre de cada uno, el
instante
que entramos a la
habitación, los pasos
en lo más oscuro del
pensamiento, tira la
red,
la recoge con los
pescados aleteantes, nos
paraliza.
Máquina carnicera cuyos
élitros nos persiguen
hasta después
que caemos, máquina
sucia,
madre de los cuervos
delatores, no hay abismo
comparable a esta patria
hueca, a este asco
de cielo con este cóndor
venenoso, a este asco de
aire
apestado por el zumbido
del miedo, a este asco
de vivir así en la
trampa
de este tableteo de
lata, entre lo turbio
del ruido y lo viscoso.
GONZALO ROJAS
Chile-1917
De “Oscuro”
ANTIGUAS LEYENDAS VERDADERAS
Nunca olvides el
escondido corazón,
En él -dicen antiguas
leyendas verdaderas-
De hombres y poetas- se
modelan
Los temblores que la
carne aprisiona.
Allí, disimulado, nace
el amor
También el deseo de
bondad
La alegría del sueño
Con los ojos abiertos
Pensando en la belleza
de la flor
Y en la visión de cielos
Navegados por celestes
espíritus
Que recuerdan palomas
arrullándose.
También allí nace la
náusea
Negro cuervo de hoy
Que el indefenso cerebro
no domina.
Nacen también, hiedras
de carne,
En incorpóreas manitas
que destruyen,
El odio y la maldad y el
picadero
Donde se asombran los
rojos payasos
Los amarillos y azules
payasos doloridos
Que jugando con dios
levantan hongos
De hidrógeno y cobalto
que retornan
Al suelo la bonanza de
inhabitado espacio.
Nunca olvides el
escondido corazón
-Aunque parezca muy
simple recordarlo-
En él dicen antiguas
leyendas verdaderas
Nace sin rumbo el pobre
y simple amor humano.
ARIEL CANZANI
Argentina-1928
De
“El orín y el silencio”
SI EL VIENTO ME LLAMARA
Si el viento me llamara
partiría,
convertidos en hélices
los brazos,
diademas deslumbrantes
en las sienes
y en los ojos antorchas
de carburo.
Hombre-motor, metálica
luciérnaga
propulsada por tanques y
turbinas.
Desde la torre de
comando un ángel
con casco de metal y
alas de fuego,
me daría las órdenes
supremas.
¡Avión al vuelo, noche
despejada
y augurios altos del
celeste clima!
¡Puedes partir, alondra
de aluminio,
ruiseñor-helicóptero
silbante,
semidiós de incendiada
cabellera!
Y subiría rápido a la
nave,
trepidándome el pulso,
raudo el vuelo,
y abajo los kilómetros
terrestres
por mis llamas de azufre
oscurecidos.
¡Qué hermosura de cuerpo
transformándose
de pronto en resplandor
irresistible!
¡Qué entusiasmo, qué
furia, qué destreza!
¡Qué soplo desplazante
en los pulmones!
¡Qué poder dominado por
los músculos!
¡Qué fracaso del ángel
de la angustia!
¡Qué triunfo cenital de
la alegría!
GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De
"Labios nocturnos"
SON LAS OCHO, EL AMOR. COMO. TRABAJO
Son las ocho, el amor.
Como. Trabajo.
(Esto es decir la furia
con que vivo.)
Córtenme entero el naipe
fugitivo,
la hélice de sed donde
ya viajo.
Son las ocho, el amor.
No tiene nombre
sino el rostro perdido
de las nubes;
le pregunto, riendo:
¿qué, no subes?
Y se vuelve de espaldas
como un hombre.
Son las ocho, el amor.
No, me equivoco:
ni el amor ni las ocho;
sólo un poco
de ilusión tan humilde
que naufraga.
Vengan a consolarme,
bestias, gente,
que quería ser luz
resplandeciente
y he quemado el jamás
con una llaga.
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1922
De “Sonetos”
TU DESEO ES UN CARDO SENSITIVO
Tu deseo es un cardo
sensitivo,
una fragante espada que
atraviesa
el momento total de mi
tristeza
y me clava su ardor
intempestivo.
Por tu deseo, vendaval
cautivo,
viajo de la inquietud a
la tibieza;
por tu deseo estorbo en
la cabeza,
falto en mi corazón
definitivo.
Por tu deseo, llamarada
pura,
parezco entretenida de
locura
y en rebeliones tercas
me derribo.
Y con fiebres calladas,
si te veo,
como una tempestad
relampagueo
para enterarme de que en
carne vivo...
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1922
De
“Memoria de la fiebre”
EL INSTANTE
Sentí que algo hacia el
silencio
de la muerte descendía.
Algo profundo y tan mío
como lo es la sangre
misma.
Tuve pavor de estar vivo
y de hallarme en agonía,
y en aquel instante
inmenso,
de negación infinita,
al pecho llevé las manos
por saber lo que perdía.
Pero hallé mi fuerza
intacta
y mi voluntad activa;
y ardiendo en sus
soledades,
como entre llamas
divinas,
mi corazón traspasado
por siete espadas de
vida.
GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De “Los júbilos
ilesos”
CÁNTICO DEL SOLE
El pensar lo que América
sería
si los clásicos tuvieran
más difusión
turba mi
sueño,
el pensar lo que
América,
el pensar lo que
América,
el pensar lo que América
sería
si los clásicos tuvieran
más difusión
turba mi
sueño.
Nunc dimittis, ahora
permite a tu siervo,
ahora permite a tu
siervo
marchar
en paz.
El pensar lo que
América,
el pensar lo que
América,
el pensar lo que América
sería
si los clásicos tuvieran
más difusión...
¡Oh,
vaya por Dios!
Eso
turba mi sueño.
EZRA POUND
Estados Unidos-1885
De “Lustra”
MÚSICA DEL VIENTO
Oigo, muchacha, el
viento por el llano.
Solo de ti, contemplo su
agonía
y la desesperada melodía
que le arranca al
silencio del secano.
Oigo su llanto y se me
va la mano
al corazón, sonando
todavía.
¡Qué gran orquesta azul
conduciría
el chopo capuchino y
castellano!
Pero es el viento aquí
quien pulsa y toca
y yo, solo de ti, quien
oye y lleva
a la invisible orquesta
su lamento.
Y, de repente, entonan
en mi boca
las valvas de tu nombre
un aria nueva.
Y al viento se le olvida
ser el viento.
CARLOS MURCIANO
España-1931
De
"Clave"
LOS ANILLOS FATIGADOS
Hay ganas de volver, de
amar, de no ausentarse,
y hay ganas de morir,
combatido por dos
aguas encontradas que
jamás han de istmarse.
Hay ganas: de un gran
beso que amortaje a la
Vida,
que acaba en el áfrica
de una agonía ardiente,
suicida!
Hay ganas de... no tener
ganas, Señor;
a ti yo te señalo con el
dedo deicida:
hay ganas de no haber
tenido corazón.
La primavera vuelve,
vuelve y se irá. Y Dios,
curvado en tiempo, se
repite, y pasa, pasa
a cuestas con la espina
dorsal del Universo.
Cuando las sienes tocan
su lúgubre tambor...
cuando me duele el sueño
grabado en un puñal,
¡hay ganas de quedarse
plantado en este verso!
CÉSAR VALLEJO
Perú-1892
De
“Los heraldos negros”