Madrid, 10-10-16

FUNERAL

Alguien me dice: ha muerto André Breton.
España, antaño en piedra bajo el sol.
Quemada, extensa, en lenguas se abrasó.

Pues ella entera y sola se entreabrió:
oh, voces minerales en que ardió.

Diversos, sin espera, sólo amor,
en desvarío alzados, solos no,
a solas, sola España, escoria y flor.

Oh desvarío: tierra, tú en tu voz.
Poetas. Sí, Poeta en Nueva York.
También, corriendo fiel, Un río, un amor.
Allá Sobre los ángeles sonó
el trueno. No; la luz. La destrucción.
Oh luz de ciega noche y verde sol.
Erguidos, misteriosos, su clamor
se abrió, duró. Callaba y se extendió.

Por eso bajo el fuego está la voz.
Por eso en sólo piedra se oye el son.
Coro andaluz real que no cesó.
Que suena en vida o muerte, en su pavor.
Que alarga un mudo brazo y dice adiós.
Adiós, André Breton.
 

VICENTE ALEIXANDRE
España-1898
De “Poemas varios"


Madrid, 11-10-16

LA VOZ

Cada día el silencio de la habitación solitaria
se cierra de nuevo sobre el leve chapoteo de cada gesto,
como el aire. Cada día la angosta ventana
se abre inmóvil al aire que calla. La voz
ronca y dulce no retorna en el fresco silencio.

Se abre, como la respiración de quien está a punto de hablar,
el aire inmóvil y calla. Cada día es el mismo.
Y la voz es la misma, que no quiebra el silencio,
por siempre idéntica y ronca en la inmovilidad
del recuerdo. La clara ventana acompaña
con su breve latido la calma de entonces.

Cada gesto golpea la calma de entonces.
Si sonase la voz, tornaría el dolor.
Tornarían los gestos en el aire asombrado
y palabras, palabras a la voz queda.
Si sonase la voz, hasta el breve latido
del silencio que dura se haría dolor.

Tornarían los gestos del inútil dolor,
golpeando las cosas en el curso del tiempo.
Mas no torna la voz y el remoto susurro
no crispa el recuerdo. La inmóvil luz
otorga su fresco latido. Para siempre, el silencio
calla, ronco y quedo, en el recuerdo de entonces.

CESARE PAVESE
Italia-1908
De "Trabajar cansa"



Madrid, 13-10-16

ESAS ROSAS QUE VES

Esas rosas que ves
esparcidas a tu paso
son las rosas de mi amor
que ya no cabe en mis manos.

Písalas con elegancia
para que puedas sentir
que el mundo entero se abre
para que puedas partir.

Y si no te quieres ir
porque a mi lado te quedas
túmbate sobre las rosas
y así haremos el amor.

Y nuestros cuerpos serán
el perfume de las rosas
y nuestras almas serán
las espinas de las rosas.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "Notas Diálogos Redes Sociales Flamenco, Tango y Poesía”
 


Madrid, 14-10-16

LLUVIA

Cerradas dentro del invernáculo
bajo las cristaleras las flores olvidan
cómo es el brillo del sol
y cómo soplan las auras refrescantes cuando pasan.

CONSTANTINO P. CAVAFIS
Egipto-1863
De “Poemas I (1894-1903)”


Madrid, 17-10-16

YO EN EL FONDO DEL MAR

En el fondo del mar
hay una casa
de cristal.

A una avenida
de madréporas
da.

Un gran pez de oro,
a las cinco,
me viene a saludar.

Me trae
un rojo ramo
de flores de coral.

Duermo en una cama
un poco más azul
que el mar.

Un pulpo
me hace guiños
a través del cristal.

En el bosque verde
que me circunda
-din don... din dan-
se balancean y cantan
las sirenas
de nácar verdemar.

Y sobre mi cabeza
arden, en el crepúsculo,
las erizadas puntas del mar.

 

ALFONSINA STORNI
Suiza-1892
De “Mundo de Siete Pozos”


Madrid, 18-10-16

LIBERO TU FRENTE DE LOS CARÁMBANOS...

Libero tu frente de los carámbanos
que recogiste al cruzar las altas nebulosas;
tienes las plumas laceradas por ciclones,
a sobresaltos te despiertas.

Mediodía: prolonga en el panel el níspero
la sombra negra, en el cielo se obstina un sol aterido;
e ignoran que estás aquí
las altas sombras que en el callejón se deslizan.

EUGENIO MONTALE
Italia-1896
De 37 poemas”


Madrid, 19-10-16

ARTE POÉTICA

Conozco la azul laguna
y el cielo doblado en ella.
Y el resplandor de la estrella.
Y la luna.

En mi chaqueta de abril
prendí una azucena viva,
y besé la sensitiva
con labios de toronjil.

Un pájaro principal
me enseñó el múltiple trino.
Mi vaso apuré de vino.
Sólo me queda el cristal.

¿Y el plomo que zumba y mata?
¿Y el largo encierro?
¡Duro mar y olas de hierro,
no luna y plata!

El cañaveral sombrío
tiene voraz dentadura,
y sabe el astro en su altura
de hambre y frío.

Se alza el foete mayoral.
Espaldas hiere y desgarra.
Ve y con tu guitarra
dilo al rosal.

Dile también del fulgor
con que un nuevo sol parece:
En el aire que la mece
que aplauda y grite la flor.

NICOLÁS GUILLÉN
Cuba-1902
De “El aeroplano y otros poemas”


Madrid, 20-10-16

EL GENOMA HUMANO

Hoy te escribo un poema y te lo digo,
a mí, la sonrisa, no me la tocarán.
Ni el amor, ni la brisa,
ni las ciencias, ni el arte,
ni el humano genoma que todo lo sabrá.

A mí, la sonrisa, no me la tocarán.
Ni el amor con su furia que te toca y te mata.
Ni la brisa o el aire de la rancia ciudad.
Ni las ciencias ligeras, exactas y arrogantes.
Ni las artes profundas de alguna humanidad.
Y el genoma sapiente, del hombre nos dirá:
De los seis mil millones que habitamos la tierra
humanos, debería saberse, todos por igual,
tres mil millones ya están muriéndose
por la "maldita" falta de pan.
Mas al pedir explicaciones
porque yo creo que sobra el pan,
el mundo entero de poderosos,
me respondieron con amabilidad;
que algunos mueren de sarampión,
la droga mata dijo el ministro
y otros se mueren por diversión.
Los que no comen no es para tanto
un error muy pequeño en la distribución.

Y en cuanto al resto, los tres mil millones,
viviendo y muriendo siempre la mitad,
el genoma supersapiente, del hombre nos dirá:

Ese medio cerebro que no podéis usar,
es la mitad del hombre que se muere por pan.
Esa doble vida: la realidad, los sueños,
es del hambre de la tierra sólo la mitad.

Si sólo muriera la mitad, dice el poeta,
el hombre llegaría a cierta claridad,
mas lo que pasa, genoma amado,
es que la culpa nos matará.

El hombre actual
el que se muere de su mitad
odia a los seres queridos
y ama la paz.
Maltrata hasta la muerte o el dolor
sea mujer, amante o concubina,
educa tan mal lo que produce
que envenena a los jóvenes
para que nadie le robe
su puesto de trabajo,
su único trabajo:
seguir matando a su mitad.

El genoma infinitamente sapiente,
al llegar a este punto, del hombre nos dirá.
El hombre vive enfermo y no se curará
para poder curarlo no alcanza la mitad.

MIGUEL OSCAR MENASSA

Argentina-1940
De “Al sur de Eurpopa”


Madrid, 21-10-16


CORRESPONDENCIAS

 

¿Qué relación había entre aquel niño
y la pequeña calavera de pájaro
                    desenterrada en el jardín?
Se han olvidado tantas maravillas,
tantas estrellas se extinguieron
y el diablo canta hambriento, en el tejado.
El diminuto cráneo, leve como una pluma,
desprende aún un polen, una música
que convierte las cosas en grandes reverberos.
                    Una anciana

se posa en los helechos, atraviesa las flores,
pasa de un patio a otro en el desmesurado caserón
                    arrastrando al andar
su larga cola de pájaro.
Toneles agrios, cajones, bolsas de carbón
                    se apilan en el sótano
en torno a un andrajoso maniquí, los muros
son húmedos y negros. Tantas veces
vuelvo a oír el crujido de la vieja escalera
                    y la rata que escapa.
Y la verdad que sostiene estas cosas
es la araña que teje entre las piedras,
la noche que se irisa en un vaso de vino.
 


ENRIQUE MOLINA
Argentina-1910
De “La refracción de la luz”


Madrid, 24-10-16

EL DESVELO
(Fragmento)

No puedo prescindir de ti, en lo oscuro,
rumor de fuente,
consuelo de mis días furiosos,
mis silencios desesperados.
Tiempo de hoy,
ayeres fugitivos.
Porque dormir, oír, cerrar los ojos,
es algo todavía.
Se ve. ¿Dónde estás tú?
¡Ah, si volvieras!
¿Dónde vosotros? ¡ah, quién os tocara!
Verte, verte otra vez,
oírte desde las azoteas,
mojarme de tu azul ay antes de la sangre.
No verte muerta,
ni a ti tampoco muerto,
alegre que era yo,
rumor del agua.
¿Dormir? ¡Ah, no, presentes
ayeres fugitivos!

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Canciones del Alto Valle del Aniene
 


Madrid, 25-10-16

A EROS

He aquí que te cacé por el pescuezo
a la orilla del mar, mientras movías
las flechas de tu aljaba para herirme
y vi en el suelo tu floreal corona.

Como a un muñeco destripé tu vientre
y examiné sus ruedas engañosas
y muy envuelta en sus poleas de oro
hallé una trampa que decía: sexo.

Sobre la playa, ya un guiñapo triste,
te mostré al sol, buscón de tus hazañas,
ante un corro asustado de sirenas.

Iba subiendo por la cuesta albina
tu madrina de engaños, doña Luna,
y te arrojé a la boca de las olas.

ALFONSINA STORNI
Suiza-1892
De "Mascarilla y trebol"


Madrid, 26-10-16

A FEDERICO GARCÍA LORCA.
POETA DE GRANADA

I
(Otoño)

En esta noche en que el puñal del viento
acuchilla el cadáver del verano,
yo he visto dibujarse en mi aposento
tu rostro oscuro de perfil gitano.
 
Vega florida. Alfanje de los ríos
tintos en sangre pura de las flores.
Adelfares. Cabañas. Praderíos.
Por la sierra cuarenta salteadores.
 
Despertaste a la sombra de una oliva,
junto a la pitiflor de los cantares.
Tu alma de tierra y aire fue cautiva...
 
Abandonando dulces sus altares,
quemó ante ti una anémona votiva
la musa de los cantos populares.

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Marinero en tierra”


Madrid, 27-10-16

LAS ROSAS DE GRANA Y MIEL

Las rosas de grana y miel
florecían por el valle.
Eran como niños gualdas.
Como arcángeles.

escarlata de sus pétalos
y dulzura en los collares
que la lluvia entretejió
con sus espinas fragantes.

Crecían así no más,
deslumbradas, al alcance
de la mano y de la brisa.
parecían inmortales.

La una tenía un nombre
de mujer.

                          Pudo llamarse
María, como las rosas
de diciembre, en los portales.

La otra tenía un nombre
tan infantil, que los árboles
cuidaban su dulce nombre.
Pudo llamarse quién sabe,
o ilusión de la mañana,
o arreboles de la tarde.

Las rosas de grana y miel
florecían por el valle.
Y alguien las quitó de allí.
¡Alguien!

La muerte, tal vez la muerte.
Se dice, mas no se sabe.
Se dice que fue la muerte,
porque estaban a su alcance.

Las rosas de grana y miel.

GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De “Claro abismo
 


Madrid, 28-10-16

RÍOS

Cómo recuerdo al abundante río
correr con su raudal laboratorio,
distribuir el día promisorio,
sosegarse en los vados y en lo umbrío.

Cómo recuerdo su constante envío
de espumas al cuarteado territorio.
Cómo lo escucho en el calor ustorio
dando frescura al calcinado erío.

Lo que hay en mis arterias siempre puro,
es ese río. Lo demás es duro
cual la piedra baldía y enterrada.

Cuando quiero vivir vuelvo a la orilla
de ese gran río que en mi angustia brilla,
hermoso y cegador como una espada.

GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De “Hay piedras como lágrimas


Selección de Poemas Editados
 

 

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