Madrid, 01-04-16

QUIERO PISAR

Quiero tu nombre aquí,
quiero pisar unas pestañas falsas,
delicadas lombrices, rayos negros,
esa tierra mojada, esas lágrimas feas.

Quiero pisar dientes o barro o algún beso,
ese calor difunto que orea un viento pardo,
esa garganta o guijo fría al pie desnudo,
ese pecho de ámbar por cuya agua íntima pececillos
   transcurren.

Bola redonda de la que no escapará el aire,
de donde nunca un suspiro de niebla
saldrá con su calor reciente a embeberse en los ojos.

Quiero pisar una cintura, anillo,
frágil anillo, aro delicado,
ese gesto que abarcase la mano
cuando un cuerpo por su mitad se rinde.

Quiero muslos de acero, acaso musgo tenue,
acaso esa suavidad tan reciente
cuando la lluvia cae por una ingle indefensa.

Quiero tierras o pólvora,
esos besos azules,
ese rechazo súbito que deshace la boca
cuando un cuerpo o una luna estallan como herrumbre.
Amor como la lira,
como esas cuerdas rotas,
música cenicienta,
oro que duele entero,
luna que descolgada presencia que no hay aire.

VICENTE ALEIXANDRE
España-1898
De "La destrucción o el amor"


Madrid, 04-03-16

RENACIMIENTO
II

En nuestras almas todo
por misteriosa mano se gobierna.
incomprensibles, mudas,
nada sabemos de las almas nuestras.

Las más hondas palabras
del sabio nos enseñan
lo que el silbar del viento cuando sopla
o el sonar de las aguas cuando ruedan.

ANTONIO MACHADO
España-1875
De “Soledades”


Madrid, 05-04-16

AL FIN EL PORVENIR

Aquí está mi alma, con su extraña
insatisfacción, como los dientes del lobo:
la narradora de naturaleza cruel e insumisa
que nunca encuentra la palabra;
y por allá se aleja un viejo tren, momentáneo y perdido,
como una luz en la lluvia, pero vuelve
a repetir su jadeo férreo y a llevarnos de nuevo en el verde
   aire de los amores errantes.
Pues un tren no sólo moviliza sus hierros
sino sangre soñadora deslumbrada por el viaje,
rostros arena, rostros relámpagos, rostros que hacen música,
y puede crujir burlonamente también
cuando los demonios, en el salón comedor,
al cruzar por una pequeña estación de provincia
con un cerco de tunas y el mendigo predilecto de
   la Virgen,
sacaban la lengua y aplastaban su trasero desnudo contra
   el vidrio de la ventanilla.
Y nunca más vuelvas a despedirte de mí,
en medio de esta tierra cabeza abajo que se eriza en el
   aire frío.

 

ENRIQUE MOLINA
Argentina-1910
De “El hecho de vivir”


Madrid, 06-04-16

EL ALTO PARANÁ CANTA BAJO LA LUNA

Un cazador eterno,
hecho del son del agua
coronado por una enorme rama de tabaco,
persigue en la barranca,
sobre el lapacho, sobre la sangre, sobre el vino,
la queja de otros días que zumban desde antaño
bajo el sol de las lágrimas.

No. No duermen esas voces,
la desnuda madrépora del hambre
que latió bajo el lujo de la tierra,
mientras la noche pone allí el oído
y oye la humilde polca, la risa de los muertos
siempre como un enjambre opaco en el verdor de la colina.

Pero ¡qué lenta, qué suave cae ahora la luna,
dispuesta a perdonar
a través de sus pinos enigmáticos,
en tanto van los troncos hacia el Sur,
y, espesa y blanquecina, hay una melancólica luz húmeda
como la voz del pescador, la aureola del olvido
cuando al amanecer, la última hoguera palidece
   y se extingue
cual la etapa de un viaje!

¡Tantas y tantas veces
arrastró la corriente
el cuerpo del mensú, como un cortejo errante
entre los homenajes del terror
donde el poder de esta región palpita,
extraña también, con su oscuro corazón que ha sufrido
la despedida de sus pobres hijos!

Escucha.

Oye en el orificio de la lluvia
qué grave voz cantó,
qué lengua más doliente.

Es el adiós, la queja de la polca,
tal como una delicia que invita a sollozar,
una mortal herencia que pasa de hoja en hoja,
la endecha solitaria del río.

ENRIQUE MOLINA
Argentina-1910
De “Águila de las lluvias”


Madrid, 07-04-16

EL AMOR EXISTE

La voluntad de amar,
única y poderosa voluntad
contra los misterios de la noche.

El silencio,
una brusquedad entre las sombras,
un saber,
un sigiloso silbido cortando el dolor
y, después, el silencio.

Descorro el telón, desclavo el ataúd
y hundo entre las carnívoras excrecencias, 
inmaculado y bestial, mi sexo,
-arrogancia y esclavitud-
y el silencio.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "El amor existe y la libertad"


Madrid, 08-04-16

RETRATO DE NIÑO EN LA BRISA

Acércate, campánula salida
de un naciente jardín con ruiseñores.
Cervatillo de un cuento de colores.
Mariposa en el aire sorprendida.

Toma esta fruta de cristal, caída
de las lluvias; y juega con las flores
mientras yo dulcifico los temores
de mi mano, en tus bucles detenida.

Pinceles tengo y fijaré con trazos
de esmeralda la luz que se divisa
suspensa de tu atmósfera. Entre lazos

de madreselvas detendré tu prisa,
y pintaré la forma de tus brazos
con celestes parásitas de brisa.

GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De "Sacrificio"


Madrid, 11-04-16

SIRINGA DE SOLEDAD

He llorado anoche en los brazos de nadie,
pensaba en anguilas submarinas
y esta vieja manera de roerme.
Eran los ojos de mi gran amigo bajo el agua
y la boca de la mujer aquella
que gritaron al niño que tengo
prendido de este lado.

Era la ventana azul de tus labios,
mas, mi amigo
tirándome la piel
me susurraba del amor y de la vida
unas cosas extrañas.

(En los famosos días
de tierra al sol, de espaldas a la gente,
cuando el cielo de las mujeres arda
podría abrazarme al orgullo de mi padre
y dormir junto a mí por una noche).

De la noche pasada y la mañana
sólo recuerdo
aquellos ojos que lloraban solos
y esa boca tendida que trataba
de tomarme la mano y esas cosas que llevo
prendidas de este lado.

Y así,
moriré cualquier mañana
apretado a esta lágrima que guardo,
que no es la última,
ni siquiera la anterior a la última.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Pequeña historia”


Madrid, 12-04-16

LA SOMBRA

En un metal de cipreses
y de cal espejeadora,
sobre mi sombra caída
bailo una danza de mofa.

Como plumón rebanado
o naranja que se monda,
he aventado y no recojo
el racimo de mi sombra.

La cobra negra seguíame,
incansable, por las lomas,
o en el patio, sin balido,
en oveja querenciosa.

Cuando mi néctar bebía,
me arrebataba la copa;
y sobre el telar soltaba
su greña gitana o mora.

Cuando en el cerro yo hacía
fogata y cena dichosa,
a comer se me sentaba
en niña de manos rotas...

Besó a Jacob hecha Lía,
y él le creyó a la impostora,
y pensó que me abrazaba
en antojo de mi sombra.

Está muerta y todavía
juega, mañosa a mi copia,
y la gritan con mi nombre
los que la giran en ronda...

Veo de arriba su red
y el cardumen que desfonda;
y yo río, liberada
perdiendo al corro que llora,

siento un oreo divino
de espaldas que el aire toma
y de más en más me sube
una brazada briosa.

Llego por un mar trocado
en un despeño de sonda,
y arribo a mi derrotero
de las Divinas Personas.

en tres cuajos de cristales
o tres grandes velas solas,
me encontré y revoloteo,
en torno de las Gloriosas.

Cubren sin sombra los cielos,
como la piedra preciosa,
y yo sin mi sombra bailo
los cielos como mis bodas...

 

GABRIELA MISTRAL
C
hile-1889
De “Tala”


Madrid, 13-04-16

A GOYA

Poderoso visionario,
raro ingeniero temerario,
por ti enciendo mi incensario.

Por ti, cuya gran paleta,
caprichosa, brusca, inquieta,
debe amar todo poeta;

por tus lóbregas visiones,
tus blancas irradiaciones,
tus negros y bermellones;

por tus colores dantescos,
por tus majos pintorescos
y las glorias de tus frescos.

porque entra en tu gran tesoro
el diestro que mata al toro,
la niña de rizos de oro,

y con el bravo torero,
el infante, el caballero,
la mantilla y el pandero.

Tu loca mano dibuja
la silueta de una bruja
que en la sombra se arrebuja,

y aprende una abracadabra
del diablo patas de cabra
que hace una mueca macabra.

Musa soberbia y confusa,
ángel, espectro, medusa:
tal aparece tu musa.

Tu pincel asombra, hechiza:
ya en sus claros electriza,
ya en sus sombras sinfoniza;

con las manolas amables,
los reyes, los miserables,
o los cristos lamentables.

En tu claroscuro brilla
la luz muerta y amarilla
de la horrenda pesadilla,

o hace encender tu pincel
los rojos labios de miel
o la sangre del clavel.

Tienen ojos asesinos
en sus semblantes divinos
tus ángeles femeninos.

Tu caprichosa alegría
mezclaba la luz del día
con la noche obscura y fría.

Así es de ver y admirar
tu misteriosa y sin par
pintura crepuscular.

De lo que da testimonio:
por tus frescos, San Antonio;
por tus brujas, el demonio.

 

RUBÉN DARÍO
Nicaragua-1867
De “Cantos de vida y esperanza”


Madrid, 14-04-16

UN SONETO A CERVANTES

                                                                A Ricardo Calvo

Horas de pesadumbre y de tristeza
paso en mi soledad. Pero Cervantes
es buen amigo. Endulza mis instantes
ásperos, y reposa mi cabeza.

Él es la vida y la naturaleza,
regala un yelmo de oros y diamantes
a mis sueños errantes.
Es para mí: suspira, ríe y reza.

Cristiano y amoroso caballero
parla como un arroyo cristalino.
¡Así le admiro y quiero,

viendo cómo el destino
hace que regocije al mundo entero
la tristeza inmortal de ser divino!

RUBÉN DARÍO
Nicaragua-1867
De “Cantos de vida y esperanza”


Madrid, 15-04-16

"INTERMEZZO" TROPICAL
II
VESPERAL

Ha pasado la siesta
y la hora del Poniente se avecina,
y hay ya frescor en esta
costa, que el sol del Trópico calcina.
Hay un suave alentar de aura marina,
y el Occidente finge una floresta
que una llama de púrpura ilumina.
Sobre la arena dejan los cangrejos
la ilegible escritura de sus huellas.
Conchas color de rosa y de reflejos
áureos, caracolillos y fragmentos de estrellas
de mar, forman alfombra
sonante al paso, en la armoniosa orilla.
Y cuando Venus brilla,
dulce, imperial amor de la divina tarde,
creo que en la onda suena
o son de lira, o canto de sirena.
Y en mi alma otro lucero, como el de Venus, arde.

RUBÉN DARÍO
Nicaragua-1867
De “Poema del otoño”


Madrid, 18-04-16

CAYENDO DEL CIELO

Pasa la magia, aunque las grandes fuerzas
tal como eran, siguen siendo. En las noches más bellas
no sabes si es una estrella u otra cosa lo que cae.
No sabes si es eso lo que tiene que caer.
Y no sabes si es oportuno entretenerse en deseos,
¿adivinar? ¿Por un malentendido estelar?
¿Como si constantemente nuestro siglo fuera el no-veinte?
Qué brillo te juramenta: soy una chispa, una chispa auténtica,
una chispa de la cola de un cometa,
nada salvo una chispa, que suavemente desaparece,
no soy yo la que cae en los periódicos de mañana,
es esa otra, justo a mi lado, que tiene su motor estropeado.

WISLAWA SZYMBORSKA
Polonia-1923
De “Si acaso”


Madrid, 19-04-16

CIERTA GENTE

Cierta gente huyendo de otra gente.
En cierto país bajo el sol
y bajo ciertas nubes.

Dejando atrás sus todos respectivos,
campos sembrados, ciertas gallinas, perros,
espejos en los que ahora sólo el fuego se contempla.

Llevan a la espalda hatillos y cántaros
día tras días más pesados, cuanto más vacíos.

El agotamiento de alguien tiene lugar en silencio,
el arrancamiento a alguien de su pan en el tumulto
y el acunamiento del niño muerto de alguien.

Ante ellos un incesante "por aquí no",
no es ése el puente que necesitan
sobre un río extrañamente rosado.
Alrededor unos disparos, a veces más cerca, a veces más lejos,
en lo alto un avión que parece dar vueltas.

Vendría bien alguna invisibilidad,
alguna oscura pedregosidad,
y aún mejor un no-haber-sido
por un tiempo breve o incluso largo.

Algo todavía ocurrirá, pero dónde y qué.
Alguien saldrá a su encuentro, pero cuándo, quién,
desempeñando qué papel y con qué intenciones.
si tiene elección,
quizás no quiera ser un enemigo
y los deje con cierta vida por delante.

 

WISLAWA SZYMBORSKA
Polonia-1923
De “Nuevos poemas”


Madrid, 20-04-16

DEL MONTÓN

Soy la que soy.
Casualidad inconcebible
como todas las casualidades.

Otros antepasados
podrían haber sido los míos
y yo habría abandonado
otro nido,
o me habría arrastrado cubierta de escamas
de debajo de algún árbol.

en el vestuario de la naturaleza
hay muchos trajes.
Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte.
cada uno, como hecho a medida,
se lleva dócilmente
hasta que se hace tiras.

Yo tampoco he elegido,
pero no me quejo.
Pude haber sido alguien
mucho menos personal.
Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre,
partícula del pasaje sacudida por el viento.

Alguien mucho menos feliz,
criado para un abrigo de pieles
o para una mesa navideña,
algo que se mueve bajo un cristal de microscopio.

Árbol clavado en la tierra
al que se aproxima un incendio.

 

Hierba arrollada
por el correr de incomprensibles sucesos.

Un tipo de mala estrella
que para algunos brilla.

¿Y si despertara miedo en la gente,
o sólo asco,
o sólo compasión?

¿Y si hubiera nacido
no en la tribu debida
y se cerraran ante mí los caminos?

El destino, hasta ahora,
ha sido benévolo conmino.

Pudo no haberme sido dado
recordar buenos momentos.

Se me pudo haber privado
de la tendencia a comparar.

Pude haber sido yo misma, pero sin que me sorprendiera,
lo que habría significado
ser alguien totalmente diferente.

WISLAWA SZYMBORSKA
Polonia-1923
De “Nuevos poemas”


Madrid, 21-04-16

PUEDE SER SIN TÍTULO

Después de todo, estoy sentada bajo un árbol,
a la orilla del río,
en una mañana soleada.
Es un acontecimiento banal
y que no pasará a la historia.
Nada que ver con batallas ni pactos
cuyas causas se investigan,
ni con tiranicidios dignos de ser recordados.

Y sin embargo estoy sentada junto al río, es un hecho.
Y puesto que estoy aquí,
he tenido que venir de algún lado
y antes
estar en muchos otros sitios,
exactamente igual que los grandes descubridores
antes de subir a cubierta.

Hasta el momento más efímero tiene su pasado,
su viernes antes del sábado,
su mayo antes de junio.
Son tan reales sus horizontes
como los de los catalejos de los almirantes.

Este árbol es un álamo enraizado desde hace años.
El río es el Raba, que fluye desde hace siglos.
No fue ayer cuando unos pasos
formaron el sendero.
El viento, para dispersar las nubes
tuvo antes que arrastrarlas aquí.

Y aunque en los alrededores no pasa nada importante,
el mundo no es más pobre en sus detalles,
ni está peor justificado, ni menos definido
que en la época de las grandes migraciones.

El silencio no sólo acompaña a conspiraciones secretas.
Ni un séquito de causas a ceremonias de coronación.
No sólo se erosionan los aniversarios de las sublevaciones,
también envejecen los guijarros de la orilla.

Complicado y denso es el bordado de las circunstancias.
Costura de hormigas en la hierba.
Hierba cosida a la tierra.
Diseño de olas sobre el que se enhebra un tallo.
Por casualidad estoy aquí y miro.
Sobre mí una mariposa blanca bate en el aire
unas alas que sólo a ella le pertenecen
y una sombra se me escapa a través de la mano,
no otra, no la de cualquiera, precisamente la suya.

 

Ante esta visión siempre me abandona la certeza
de que lo importante
es más importante que lo insignificante.

WISLAWA SZYMBORSKA
Polonia-1923
De “Fin y principio”


Madrid, 22-04-16

FIN Y PRINCIPIO

Después de cada guerra
alguien tiene que limpiar.
No se van a ordenar solas las cosas,
digo yo.

Alguien debe echar los escombros
a la cuneta
para que puedan pasar
los carros llenos de cadáveres.

Alguien debe meterse
entre el barro, las cenizas,
los muelles de los sofás,
las astillas de cristal
y los trapos sangrientos.

Alguien tiene que arrastrar una viga
para apuntalar un muro,
alguien poner un cristal en la ventana
y la puerta en sus goznes.

 

Eso de fotogénico tiene poco,
y requiere años.
Todas las cámaras se han ido ya
a otra guerra.

A reconstruir puentes
y estaciones de nuevo.
Las mangas quedarán hechas jirones
de tanto arremangarse.

Alguien con la escoba en las manos
recordará todavía cómo fue.
Alguien escuchará
asintiendo con la cabeza en su sitio.
Pero a su alrededor
empezará a haber algunos
a quienes les aburra.

Todavía habrá quien a veces
encuentre entre hierbajos
argumentos mordidos por la herrumbre,
y los lleve al montón de la basura.

Aquellos que sabían
de qué iba aquí la cosa
tendrán que dejar su lugar
a los que saben poco.
Y menos que poco.
E incluso prácticamente nada.

En la hierba, que cubra
causas y consecuencias,
seguro que habrá alguien tumbado
con una espiga entre los dientes,
mirando las nubes.

WISLAWA SZYMBORSKA
Polonia-1923
De “Fin y principio”


Madrid, 25-04-16

XLI (26)
TÚ ERAS EL HURACÁN...

Tú eras el huracán, y yo la alta
torre que desafía su poder.
¡Tenías que estrellarte o que abatirme...!
¡No pudo ser!

Tú eras el océano; y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén.
¡Tenías que romperte o que arrancarme...!
¡No pudo ser!

Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!.

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
España-1836
De “Rimas”


Madrid, 26-04-16

LA PAJITA

Esta que era una niña de cera;
pero no era una niña de cera,
era una gavilla parada en la era.
Pero no era una gavilla,
sino la flor tiesa de la maravilla.*
Tampoco era la flor, sino que era
un rayito de sol pegado a la vidriera.
No era un rayito de sol siquiera:
una pajita dentro de mis ojitos era.

¡Alléguense a mirar cómo he perdido entera,
en este lagrimón, mi fiesta verdadera!

*En Chile llaman "flor de la maravilla" al girasol.

GABRIELA MISTRAL
C
hile-1889
De “Ternura”


Madrid, 27-04-16

LXXIV
(24)

Las ropas desceñidas,
desnudas las espadas,
en el dintel de oro de la puerta
dos ángeles velaban.

Me aproximé a los hierros
que defienden la entrada,
y de las dobles rejas en el fondo
la vi confusa y blanca.

La vi como la imagen
que en leve ensueño pasa,
como rayo de luz tenue y difuso
que entre tinieblas nada.

Me sentí de un ardiente
deseo llena el alma;
como atrae un abismo, aquel misterio
hacia sí me arrastraba.

Mas, ¡ay! que, de los ángeles,
parecían decirme las miradas:
-el umbral de esta puerta
sólo Dios lo traspasa.

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
España-1836
De “Rimas”


Madrid, 28-04-16

LA MUJER Y YO
8

Ella, a la mañana temprano, al despertarse, me dice:
El hombre nuevo requiere un escritor como tú.

Tengo que tener paciencia, quise contestarle,
el mundo es mío pero en la página,
cuando trazo la diagonal de una mirada
de fuego infinito, tú, bien amada, estás aquí,
exactamente, donde te he colocado,
hermosa como nunca esperando mis besos,
el infierno, que es como decir
el fuego eterno de mis besos.

Cuando nos encontramos en el parque,
es difícil mirarte, sostenidamente,
o tocarte o tenerte o dejarte partir.

Tú no me dices nada pero yo lo escucho,
veo las palabras saliendo de tus labios:
Ve, escribe versos, ámame hasta el hartazgo
hasta el límite donde lo perverso
hiere nuestra vida con su goce fatal.

Hazme tuya en un verso prolongado,
sin mirada, sin carne, para siempre.

Ave de luz, dirás, ave de luz,
y yo apareceré,
sobre el papel en blanco
y te llamaré, animal,
para que puedas sobre mi cuerpo
con tus propias manos, amado,
escribir ese verso de amor
donde el poeta deja caer la pluma
para acariciar el cuerpo de la bella.

Y el poeta deja que se vuelen sus escritos
y deja que se escape su dinero
y todo lo bebe del cuerpo de la bella
y ella, antes de morir, dirá sus cosas:
Hoy moriré, tal vez, tragada por la bestia,
esa sed insaciable del amor del poeta
pero en este verso, estaré viva para siempre.
Al darme cuenta que sus razonamientos
eran muy impactantes y poco comerciales
pude decirle, amparándome en el pan:
Alguna cosa escribiré pero, después,
haremos el amor en plena libertad
y si alcanzamos, gozando, alguna cúspide,
con ternura, infinita, te leeré el poema.
Eso es, lo que de ella me enamora.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "La mujer y yo”


Madrid, 29-04-16

EL HIEROFANTE

¡Insensible al Amor, sobre una roca
y sin temer la oscuridad espero!
¡Sin piedad, sin dolor, alma de acero,
contra el Espacio mi conciencia choca!

¡Silénciame, mujer! ¡Nubla mi boca!
¡Amigo, no me llames compañero!
¡Hosco soy y bestial y así lo quiero!
¡Ay del que a ciegas mis abismos toca!

¡Polvo de siglos, perturbada esfera,
yermo de horror, sin rumbo hacia adelante,
soy el Hombre al que el Átomo vulnera!

¡Anticristo de sal y delirante,
partí la cruz en que morir pudiera!
¡Mas no compadezcáis al Hierofante!

GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De “Himnos al Hierofante”


 

Selección de Poemas Editados
 

 

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