Madrid, 01-10-15

LA POESÍA HA ROTO LA PALABRA

La poesía ha roto la palabra,
ha extendido la frase al infinito,
ha bordado, sin hilo y sin aguja,
el corazón de la quebrada voz.

Hubo un sentido
que se abrió en mil pedazos,
hubo un amor tan grande
que nadie pudo amar
y hubo, mi amor, mi amada,
grandes amantes crueles
que hacían el amor
con las palabras.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "Al sur de Europa"


Madrid, 02-10-15

LA FUGA

Madre mía, en el sueño
ando por paisajes cardenosos:
un monte negro que se contornea
siempre, para alcanzar el otro monte;
y en el que sigue estás tú vagamente,
pero siempre hay otro monte redondo
que circundar, para pagar el paso
al monte de tu gozo y de mi gozo.

Mas, a trechos tú misma vas haciendo
el camino de juegos y de expolios.
Vamos las dos sintiéndonos, sabiéndonos,
mas no podemos vernos en los ojos,
y no podemos trocarnos palabra,
cual la Eurídice y el Orfeo solos,
las dos cumpliendo un voto o un castigo,
ambas con pies y con acento rotos.

Pero a veces no vas al lado mío:
te llevo en mí, en un peso angustioso
y amoroso a la vez, como pobre hijo
galeoto a su padre galeoto,
y hay que enhebrar los cerros repetidos,
sin decir el secreto doloroso:
que yo te llevo hurtada a dioses crueles
y que vamos a un Dios que es de nosotros.

Y otras veces ni estás cerro adelante,
ni vas conmigo, ni vas en mi soplo:
te has disuelto con niebla en las montañas
te has cedido al paisaje cardenoso.
Y me das unas voces de sarcasmo
desde tres puntos, y en dolor me rompo,
porque mi cuerpo es uno, el que me diste,
y tú eres un agua de cien ojos,
y eres un paisaje de mil brazos,
nunca más lo que son los amorosos:
un pecho vivo sobre un pecho vivo,
nudo de bronce ablandado en sollozo.

Y nunca estamos, nunca nos quedamos,
como dicen que quedan los gloriosos,
delante de su Dios, en dos anillos
de luz o en dos medallones absortos,
ensartados en un rayo de gloria
o acostados en un cauce de oro.

O te busto, y no sabes que te busco,
o vas conmigo, y no te veo el rostro;
o vas en mí por terrible convenio,
sin responderme con tu cuerpo sordo,
siempre por el rosario de los cerros,
que cobran sangre para entregar gozo,
y hacen danzar en torno a cada uno,
¡hasta el momento de la sien ardiendo,
del cascabel de la antigua demencia
y de la trampa en el vórtice rojo!

GABRIELA MISTRAL
Chile-1889
De "Tala"


Madrid, 05-10-15

EN LA CIUDAD

La soledad del parque
ha vuelto.

La soledad del niño
que no se puede dormir
pero tampoco levantar
ha vuelto.

Qué hago con ella ahora
cuando no quedan
parques que frecuentar
ni habitaciones donde dormir.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "22 poemas y la máquina electrónica
o cómo desesperar a los ejecutivos"


Madrid, 22-10-15

LA CABALGATA

Pasa por nuestra Tierra
la vieja Cabalgata,
partiéndose la noche
en una pulpa clara
y cayendo los montes
en el pecho del alba.

Con el vuelo remado
de los petreles pasa,
o en un silencio como
de antorcha sofocada.
Pasa en un dardo blanco
la eterna Cabalgata...

Pasa, única y legión,
en cuchillada blanca,
sobre la noche experta
de carne desvelada.
Pasa si no la ven,
y si la esperan, pasa.

Se leen las Eneidas,
se cuentan Ramayanas,
se llora el Viracocha
y se remonta al Maya,
y madura la vida
mientras su río pasa.

Las ciudades se secan
como piel de alimaña
y el bosque se nos dobla
como avena majada,
si olvida su camino
la vieja Cabalgata...

A veces por el aire
o por la gran llanada,
a veces por el tuétano
de Ceres subterránea,
a veces solamente
por las crestas del alma,
pasa, en caliente silbo,
la santa Cabalgata...

Como una vena abierta
desde las solfataras,
como un repecho de humo,
como un despeño de aguas,
pasa, cuando la noche
se rompe en pulpas claras.

Oír, oír, oír,
la noche como valva,
con ijar de lebrel
o vista acornejada,
y temblar y ser fiel,
esperando hasta el alba.

La noche ahora es fina,
es estricta y delgada.
El cielo agudo punza
lo mismo que la daga
y aguija a los dormidos
la tensa vía Láctea.

Se viene por la noche
como un comienzo de aria;
se allegan unas vivas
trabazones de alas.
Me da en la cara un alto
muro de marejada,
y saltan, como un hijo,
contentas, mis entrañas.

Soy vieja;
amé los héroes
y nunca vi su cara;
por hambre de su carne
yo he comido las fábulas.

Ahora despierto a un niño
y destapo su cara,
y lo saco desnudo
a la noche delgada,
y lo hondeo en el aire
mientras el río pasa,
porque lo tome y lleve
la vieja Cabalgata...

GABRIELA MISTRAL
Chile-1889
De "Tala"


Madrid, 23-10-15

MIRADA FINAL

La soledad, en que hemos abierto los ojos.
La soledad en que una mañana nos hemos despertado,
   caídos,
derribados de alguna parte, casi no pudiendo reconocernos.
Como un cuerpo que ha rodado por un terraplén
y, revuelto con la tierra súbita, se levanta y casi no puede
   reconocerse.
Y se mira y se sacude y ve alzarse la nube de polvo que
  él no es, y ve aparecer sus miembros,
y se palpa: "Aquí yo, aquí  mi brazo, y este mi cuerpo,
   y esta mi pierna, e intacta está mi cabeza";
y todavía mareado mira arriba y ve por dónde ha rodado,
y ahora el montón de tierra que le cubriera está a sus pies
   y él emerge,
no sé si dolorido, no sé si brillando, y alza los ojos y el
   cielo destella
con un pesaroso resplandor, y en el borde se sienta
y casi siente deseos de llorar. Y nada le duele,
pero le duele todo. Y arriba mira el camino,
y aquí la hondonada, aquí donde sentado se absorbe
y pone la cabeza en las manos; donde nadie le ve, pero
   un cielo azul apagado parece lejanamente contemplarle.

Aquí, en el borde del vivir, después de haber rodado
   toda la vida como un instante, me miro.
¿Esta tierra fuiste tú, amor de mi vida? ¿Me preguntaré
   así cuando en el fin me conozca, cuando me reconozca
   y despierte,
recién levantado de la tierra, y me tiente, y sentado en
   la hondonada, en el fin, mire un cielo
piadosamente brillar?

No puedo concebirte a ti, amada de mi existir, como
   sólo una tierra que se sacude al levantarse, para
   acabar cuando el largo rodar de la vida ha cesado.
No, polvo mío, tierra súbita que me ha acompañado
   todo el vivir.
No, materia adherida y tristísima que una postrer mano,
   la mía misma, hubiera al fin de expulsar.
No: alma más bien en que todo yo he vivido, alma por la
   que me fue la vida posible
y desde la que también alzaré mis ojos finales
cuando con estos mismos ojos que son los tuyos, con los
   que mi alma contigo todo lo mira,
contemple con tus pupilas, con las solas pupilas que
   siento bajo los párpados,
en el fin el cielo piadosamente brillar.

VICENTE ALEIXANDRE
España-1898
De "Historia del corazón"


Madrid, 26-10-15

DORMIDA

Meciendo, mi carne,
meciendo a mi hijo,
voy moliendo el mundo
con mis pulsos vivos.

El mundo, de brazos
de mujer molido,
se me va volviendo
vaho blanquecino.

El bulto del mundo,
por vigas y vidrios,
entra hasta mi cuarto,
cubre madre y niño.

Son todos los cerros
y todos los ríos,
todo lo creado,
todo lo nacido...

Yo mezo, yo mezo
y veo perdido
cuerpo que me dieron,
lleno de sentidos.

Ahora no veo
ni cuna ni niño,
y el mundo me tengo
por desvanecido...

¡Grito a Quien me ha dado
el mundo y el hijo,
y despierto entonces
de mi propio grito!

GABRIELA MISTRAL
Chile-1889
De "Ternura"


Madrid, 27-10-15

RONDA

El viento pasea a la luna
Y las banderas caen sobre el mar
Golpea golpea
La luna abre la puerta

Entrad señoras entrad señores
las velas caen sobre el mar
Y la montaña cargada de cadenas
Espera aquí abajo el juicio final

El viento pasea al ojo
Y los cabellos caen sobre el mar
Golpea golpea
El ojo abre la puerta

Entrad señoras entrad señores
Las voces caen sobre el mar
Hay un insecto milenario
Que frota sus nervios en la vida

El viento pasea al corazón
Las lágrimas caen sobre el mar
Golpea golpea
El corazón abre la puerta

Entrad señoras entrad señores
Los dedos caen sobre el mar
El mar cae en el vacío
El vacío cae en el tiempo
Y yo cazo conejos blancos
En la palma de tu mano.

VICENTE HUIDOBRO
Chile-1893
De "Ver y palpar"


Madrid, 28-10-15

VOZ DEL ÁRBOL

¿Qué me quiere tu mano?
¿Qué deseas de mí, dime, árbol mío?
... Te impulsaba la brisa: pero el gesto
era tuyo, era tuyo.

Como el niño, cuajado de ternura
que le brota en la entraña y que no sabe
expresar, lentamente, tristemente
me pasaste la mano por el rostro,
me acarició tu rama.
¡Qué suavidad había
en el roce! ¡cuán tersa
debe de ser tu voz! ¿Qué me preguntas?
Di, ¿qué me quieres, árbol, árbol mío?

La terca piedra estéril,
concentrada en su luto
-frenética mudez o grito inmóvil-,
expresa duramente,
llega a decir su duelo
a fuerza de silencio atesorado.

El hombre
-oh agorero croar, oh aullido inútil-
es voz en viento: sólo voz en aire.
Nunca el viento y la mar oirán sus quejas.
Ay, nunca el cielo entenderá su grito;
nunca, nunca, los hombres.

Entre el hombre y la roca,
¡con qué melancolía
sabes comunicarme tu tristeza,
árbol, tú, triste y bueno, tú el más hondo,
el más oscuro de los seres! ¡Torpe
condensación soturna
de tenebrosos jugos minerales,
materia en suave hervor lento, cerrada
en voluntad de ser, donde lo inerte
con ardua afinidad de fuerzas sube
a total frenesí! ¡Tú, genio, furia,
expresión de la tierra dolorida,
que te eriges, agudo, contra el cielo,
como un ay, como llama,
como un clamor! Al fin monstruo con brazos,
garras y cabellera:
¡oh suave, triste, dulce monstruo verde,
tan verdemente pensativo,
con hondura de tiempo,
con silencio de Dios!

No sé qué altas señales
lejanas, de un amor triste y difuso,
de un gran amor de nieblas y luceros,
traer querría tu ramita verde
que, con el viento, ahora
me está rozando el rostro.
Yo ignoro su mensaje
profundo. La he cogido, la he besado,
(Un largo beso).
                           ¡Mas no sé qué quieres
decirme!

DÁMASO ALONSO
España-1898
De "Voz del árbol"


Madrid, 29-10-15

MUERTO

   Viviría en la náusea, el estertor, el crimen;
en cavernas sin sonda, taponadas de fango,
o en atarjeas fétidas, entre ratas blanduzcas:
          furtivos, hoscos dioses.

   Aunque fuera sin dueño, sin amor, sin amigo,
sin un perro, una casa, una luz, una silla;
solo, tras los desiertos; o, en la jungla del tigre,
          inerme, tierno, solo.
 
   Viviría lombriz, sí, viviría hormiga,
instintiva potranca, absorto buho inmóvil,
o molusco sin ojos donde en roca mar bate
          (o torpísima ameba)

   En planetas de amonio, viviría, entre un vaho
soturno, en el que opacas lunas filtran luz ocre;
o arrastrado en postreras nebulosas en fuga,
          entre hostiles portentos.

   Ay, si le dierais vida (con miseria o con gozo;
en donde "libertad" susurren brisas nuevas
o donde hiere el látigo rostros, espaldas corva),
          ay, si le dierais vida,

   viviría "la vida": ese palpo, ese pálpito,
su pulpa siempre virgen, el zumo de su tiempo,
el pulso de las venas, que proclama "adelante",
          su renacer continuo.

   ¡Ah, gloriosa, gloriosa! ¡Ah, tierna intermitente
onda suave, onda en furia, que nos lames o azotas!
Ese muerto, esa ausencia, ¡ah, si vivir pudiera
como yo que ahora canto, lloro, rujo, estoy vivo!

DÁMASO ALONSO
España-1898
De "Hombre solo"


Madrid, 30-10-15

INCONTRASTABLE, DIVINA

Qué hermosa eres, libertad. No hay nada
que te contraste. ¿Qué? Dadme tormento.
Más brilla y en más puro firmamento
libertad en tormento acrisolada.

¿Qué no grite? ¿Mordaza hay preparada?
Venid: amordazad mi pensamiento.
Grito no es vibración de ondas al viento:
grito es conciencia de hombre sublevada.

Qué hermosa eres, libertad. Dios mismo
te vio lucir, ante el primer abismo,
sobre su pecho, solitaria estrella.

Una chispita del volcán ardiente
tomó en su mano. Y te prendió en mi frente,
libre llama de Dios, libertad bella.

DÁMASO ALONSO
España-1898
De "Hombre y Dios"


 

Selección de Poemas Editados
 

 

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