Madrid, 05-09-14

SONETO
V

Huye del triste amor, amor pacato,
sin peligro, sin venda ni aventura,
que espera del amor prenda segura,
porque en amor locura es lo sensato.

Ese que el pecho esquiva al niño ciego
y blasfemó del fuego de la vida,
de una brasa pensada, y no encendida,
quiere ceniza que le guarde el fuego.

Y ceniza hallará, no de su llama,
cuando descubra el torpe desvarío
que pedía, sin flor, fruto en la rama.

Con negra llave el aposento frío
de su tiempo abrirá. ¡Desierta cama,
y turbio espejo y corazón vacío!

ANTONIO MACHADO
España-1875
De “Nuevas canciones”


Madrid, 08-09-14

DESPUÉS

Está tendida la colina y la lluvia la embebe en silencio.

Llueve sobre las casas: la angosta ventana
se ha llenado de un verde más fresco y desnudo.
Mi compañera estaba tendida junto a mí: la ventana
estaba vacía, nadie miraba, estábamos desnudos.
En esos momentos su cuerpo secreto camina por la calle
con ese andar suyo, pero el ritmo es más flojo; la lluvia
cae como su andar, ligera y fatigada.
Mi compañera no ve la colina desnuda,
amodorrada en la humedad: transita por la calle
y la gente que topa con ella no lo sabe.

Al atardecer,
la colina está surcada por capas de niebla,
la ventana acoge incluso su vapor. A esta hora,
la calle está desierta; la solitaria colina
tiene una vida remota en el cuerpo más sombrío.
Yacíamos fatigados en la humedad
de los dos cuerpos, cada cual amodorrado sobre el otro.

De hacer una tarde más agradable, con tibio sol
y con frescos colores, la calle sería algo precioso.
Da gusto caminar por la calle, gozando
un recuerdo del cuerpo, pero con todo difuso alrededor.

En las hojas de las alamedas, en el paso indolente de las mujeres,
en las voces de todos, hay parte de la vida
que ambos cuerpos olvidaron, pero que es asimismo un milagro.
Y descubrir, al final de la calle, la colina
entre casas y mirarla y pensar que a mi lado
mi compañera la mira por la angosta ventana.

La desnuda colina se ha hundido en la oscuridad
y la lluvia murmura. No está la compañera
que consigo se llevó el dulce cuerpo y la sonrisa.
Pero mañana, en el cielo lavado del alba,
la compañera saldrá por las calles, ligera
en su andar. Si queremos, podremos encontrarnos.

CESARE PAVESE
Italia-1908
De “Trabajar cansa”


Madrid, 09-09-14

LA VIDA POR DELANTE

A Matilde Herrera

Por qué hoy, precisamente,
voy a sentir miedo, teniendo
la seguridad de que mamá nos cuida, como
hace tantos años, y
llora desde la puerta
porque estamos enfermos y vamos a morir.

-Mamá no lloraré nunca
desde la puerta: hace frío
cuando alguien se enferma de cuidado
y puede morir-

Por qué hoy se me ocurren
estas cosas tan consabidas; por qué
no hablo de la revolución social o del sufrimiento
anegado en una mujer
de quien su hijo está enfermo; del desarme de la ternura,
de las mareas, de los coches de plaza, de los cereales,
que más no fuera.

-Ah soledad que no puedo romper. Ah tristeza
aquerenciada,
dueña de tanta memoria-

Por qué hoy no puedo estar alegre. Descuido
lo que tengo, no he sabido vivir, suelo
mirar la vida del otro lado de una puerta. Tengo
frío y ganas de vomitar, te hago
cosquillas en la palma de la mano
para que sonrías un poco, para que me olvides
un poco, para que sueñes un poco, para que saltes
un poco
dormida,
asombrada, lejos, mirando
desde la puerta.

Por qué hoy me doy cuenta de que nunca he tenido
talento para el amor; por favor
una mano; por lo que más quieran,
si llegan a necesitarme, no se olviden de mí.
Hoy no puedo hacer otra cosa que esperar inútilmente
desconsolado, con rabia, con desidia, con miedo,
con vergüenza, con todo lo de siempre: la puerta un poco
entornada, cerca de allí, casi al alcance de la mano.

FRANCISCO URONDO
Argentina-1930
De “Poemas de batalla”


Madrid, 10-09-14

ANSIEDAD

Quienquiera que tú seas, no, no puedo esperarte.
Aún no llego a los sitios
donde las cosas últimas existen,
y empiezo a abandonarlas arrastrado por misteriosa furia.

Yo soy aquel diluvio que descendió prematuramente;
aquel astro insaciable que la noche no aguardaba todavía,
y desapareció de pronto llenando de ansiedad la tierra,
como invasión de luz al rebasar antes de tiempo las llanuras.

Quienquiera que tú seas, no, no puedo esperarte.
Ya dejé atrás mi propio sepulcro y es él el que me sigue.
Ven conmigo, si puedes, a girar en mis órbitas satánicas
entre todo lo inmenso y trágico que en las tinieblas huye.

GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De "U.Z. Llama al espacio"


Madrid, 11-09-14

NATURALEZA

¡Tengo fe en las ciruelas estivales!
¡En las uvas de otoño, en los racimos
llenos de almíbar, que inmaturos vimos
sobre la insolación de los tapiales!

¡Tengo fe en las alondras y turpiales!
¡Por ellos despertamos y vivimos
en un orbe de música y morimos
en un mundo de pájaros fluviales!

En vez de esta garganta que aglutina
sonidos roncos y hermosura implora,
¡dadle a mi voz sonoridad marina!

¡Y cambiadme la piel desteñidora,
por una naranja mandarina
que sus nectarios hemisferios dora!

GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De "Himnos del hierofante"


Madrid, 12-09-14

MANIFIESTO

Albatros, albatros celestiales cantores de mis penas. 
Sufro porque no conozco el África Negra 
porque nunca vi brillar en la espesura de la niebla 
diamantes o rubíes o flores escarlatas.
Sufro por el dolor de las mujeres 
completando su ser en mi mirada.
Por mis hermanos muertos
de los que sólo cuatro murieron en la guerra 
el resto murió al amanecer 
de tanto hacer la paz por las cantinas sucias 
empolvadas de mierda o de los suaves olores del orín. 
Me place mirar a las mujeres.
Me placen las llanuras
allí donde mi amada -potranca azul-
tiende definitivamente su cuerpo al viento y sacia su sed. 
Amo yerbas y especias orientales 
cálidos aromas
que no diré que me recuerdan precisamente mi infancia 
pero sí la infancia de mi padre.
Infancia de los cuentos donde siempre hay un sabio 
bajo forma de niño, de loco o de cantor.
Porque no quiero que me devuelvan regalos 
ni ninguna de las fortunas concedidas.
Porque quiero leer tranquilamente
en el balcón de mi casa mis poemas. Besar tranquilamente
los senos de mi mujer en las cuatro estaciones del año.
Porque de nada me separo y a nada me adhiero. 
Porque cada movimiento será sin lugar a dudas 
un movimiento completo que gozará de incompletud 
para que no le sea preciso detenerse.
Porque cada vida será porque en el principio fue la muerte
y será completa e infinita hasta morir.
Porque buscar, buscar eternamente no carece de nada.
Tengo y lo sé, esa es la verdad.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina
-1940
De "Yo pecador"


Madrid, 15-09-14

VISITANDO LA CIUDAD SUBTERRÁNEA
DE BEIJING

Cavemos profundo, guardemos el grano,
tiremos abajo las casas pero guardemos las piedras
para construir, construyamos en el desierto,
en medio de la selva, bautizando las ciudades
con el nombre de las ciudades destruidas
por nuestras propias manos, cavemos una tumba
para las viejas ciudades, almacenemos el grano
bien profundo, donde no llegue la luz, el aire,
cavemos una tumba para el grano, para las ciudades,
llevemos el desierto a la ciudad, la ciudad a la selva,
socavemos las ciudades cavando para ellas
un refugio nuclear, una ciudad fantasma.

MENG JIASHENG
China-1969


Madrid, 16-09-14

NOS CONOCEMOS

tardo en convencerme de que existes
que estás ahí
mientras el fuego arde
y el puente y la orilla acercan sus extremos
y el agua continúa
amanece
dice sí

me convenzo del fuego
me convenzo del agua
del vapor
del crisantemo
de la alondra
del suelo que abandono
me convenzo del aire
del caracol
de la noche
me convenzo del sí
de la esperanza y el mar

me convenzo de que existo
porque existes
estás resides viajas

tardo en convencerme
pero llego al equinoccio
al sol de tus brazos
y el colibrí se extiende
nos conocemos
a pleno día
a cada instante.

EDGAR BAYLEY
Argentina-1919
De “Celebraciones


Madrid, 17-09-14

ALBERGUE RÍO CLARIDAD LA MANO

no sé
ya no sé más
si alguna vez me llamé
juan o pedro o nazareno
no sé más
si te quise alguna vez
o me quisiste
no sé más
si hubo noches días
una alegría
al despertar entre tus brazos
no sé más si fui cereal acuario llama
albergue río claridad la mano
vara túnel grito mudez
una mañana rapto eslabón sollozo
no sé más
si te llamé o me has llamado
si estuve alguna vez donde creía
y si viajé y te busqué o me buscaste
que los que más de amor se abrasaron
a su menor centella no llegaron
este árbol razón toqué de queda
vaivén sueño rigor camino luz
y cerrazón y amago
y certidumbre y duda
llevan al sol la tierra visitada

EDGAR BAYLEY
Argentina-1919
De “Celebraciones"


Madrid, 18-09-14

LA CLARIDAD

Me ha tentado siempre la claridad
Y la claridad se me ha negado a veces
Como un pájaro que vuela en sueños
Y cae y sigue cayendo sin volar como peso muerto

Me ha tentado siempre la claridad
Especialmente la claridad de las hojas del saúco
También la claridad del guijarro
Y de las ramas del abeto
Y la rápida y voraz claridad de una salamandra

He querido tener claridad para mirar
Los terrores del campo recién removido
Y para mirar también el mismo arado
Y el agua que se desliza límpida por la acequia

Claridad he querido para recorrer tantos sueños
Y glorias y poderes y dispersas situaciones y gentes
Y para estar en el aire sin ausentarme del fuego

Me ha tentado siempre la claridad
De estar totalmente en cada flor
En cada herida o condena o semilla
He querido tener claridad para vivir
Y cuando al fin pude definir la claridad que yo buscaba
Advertí cuánto sueño y plumón y roja tierra
Y confusión y olvido hacen falta para comprender
   claramente

Y estar aquí con total lucidez sentado a la vera del camino
Avivando el fuego bajo el cielo y el polvo de las horas

Y como me ha tentado siempre la claridad
Aquella vez cuando bajo un abierto y extendido sol
Comenzaron a encresparse las aguas de la bahía
Hasta adquirir un tinte violáceo
Y un gran pájaro blanco surgió de repente de entre
   las nubes
Batiendo sus alas y revoloteando suavemente a mi alrededor
Decidí que era el momento de arrojar estas palabras al mar
Porque la claridad que tanto he buscado
Solo está en algunos silencios
En algunos espacios en blanco
Antes y después de unas pocas y triviales palabras

EDGAR BAYLEY
Argentina-1919
De “Alguien llama"


Madrid, 19-09-14

LO DE TODOS LOS DÍAS
-TÁCTICA DEFENSIVA-

Yo estoy en la cama
esperando que ella venga
para poder el amor
antes de que salga el sol.

Y ella tirada en el patio
a tres grados bajo cero
tal vez, haciendo tiempo
para que yo me durmiera,
se cogió una pulmonía
con cuarenta y dos de fiebre
con tos, con mucha tos
y un punzante dolor
en la espalda y en el vientre.

Al llegar al Hospital
ella gritaba y gritaba
y el médico le decía:
Escúcheme señora
usted no tiene nada.

Hablaré con su marido
y le enseñaré a tratarla
y así, usted, mejor tratada
irá tomando confianza.

Primero abrirá sus piernas
para que el viento produzca
esa primera caricia y, así,
nadie se dará cuenta.

Después afloje sus senos,
estire su corazón
y con la mano derecha,
tome el miembro del varón.

No lo apriete para nada
ni desprecie su tamaño,
tómelo como al pasar
casi, casi natural.

 

Pero el hombre se debate
por querer ser una hembra
disfrazada de muñeca
que recién entra en la vida
y para caminar precisa
la mano de su mamá.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Carnaval de la Tercera Edad”


Madrid, 22-09-14

LA CASA

Temible y aguardada como la muerte misma
se levanta la casa.
No será necesario que llamemos con todas nuestras lágrimas.
Nada. Ni el sueño, ni siquiera la lámpara.

 

Porque día tras día
aquellos que vivieron en nosotros un llanto contenido hasta
   palidecer.
han partido,
y su leve ademán ha despertado una edad sepultada,
todo el amor de las antiguas cosas a las que acaso dimos,
   sin saberlo,
la duración exacta de la vida.

Ellos nos llaman hoy desde su amante sombra,
reclinados en las altas ventanas
como en un despertar que sólo aguarda la señal convenida
para restituir cada mirada a su propio destino;
y a través de las ramas soñolientas el primer huésped de la
   memoria nos saluda:
el pájaro del amanecer que entreabre con su canto las lentísimas
   puertas
como a un arco del aire por el que penetramos a un clima diferente.

Ven. Vamos a recobrar ese paciente imperio de la dicha
lo mismo que a un disperso jardín que el viento recupera.

Contemplemos aún los claros aposentos,
las pálidas guirnaldas que mecieron una noche estival,
las aéreas cortinas girando todavía en el halo de la luz como las
   mariposas de la lejanía,
nuestra imagen fugaz
detenida por siempre en los espejos de implacable destierro,
las flores que murieron por sí solas para rememorar el fulgor
   inmortal de la melancolía
y también las estatuas que despertó, sin duda a nuestro paso,
ese rumor tan dulce de la hierba;
y perfumes, clores y sonidos en que reconocemos un instante
   del mundo;
y allá, tan sólo el viento sedoso y envolvente
de un día sin vivir que abandonamos, dormidos sobre el aire.

Nadie pudo ver nunca la incesante morada
donde todo repite nuestros nombres más allá de la tierra.
Mas nosotros sabemos que ella existe, como nosotros mismos,
por el solo deseo de volver a vivir, entre el afán del polvo y la
   tristeza,
aquello que quisimos.

Nosotros lo sabemos porque a través del resplandor nocturno
el porvenir se alzó como una nube del último recinto,
el oculto, el vedado,
con nuestra sombra eterna entre la sombra.

Acaso lo sabían ya nuestros corazones.

 

OLGA OROZCO
Argentina-1920
De "Desde lejos"


Madrid, 23-09-14

ARIDANDANTEMENTE

Sigo
solo
me sigo
y en otro absorto otro beodo lodo baldío
por neuroyertos rumbos horasopios desfondes
me persigo
junto a tan tantas otras bellas concas corolas
  erolocas
entre fugaces muertes sin memoria
y a tantos otros otros grasos ceros costrudos
   que me opan
mientras sigo y me sigo
y me recontrasigo
de un extremo a otro estero
aridandantemente
sin estar ya conmigo ni ser un otro otro

OLIVERIO GIRONDO
Argentina-1891
De “En la masmédula”


Madrid, 24-09-14

SOLO

Solo solo entre la noche y la muerte
Andando en medio de la eternidad
Comiendo una fruta en medio del vacío

La noche La muerte
El muerto recién plantado en el infinito
La tierra se va la tierra vuelve

Solo con una estrella al frente
Solo con un gran canto adentro y ninguna estrella al frente

La noche y la muerte
La noche de la muerte
La muerte de la noche rondando por la muerte

Tan lejos tan lejos
El mundo se va por el viento
Y un perro aúlla de infinito buscando la tierra perdida

VICENTE HUIDOBRO
Chile-1893
De “Poesía varia”


Madrid, 25-09-14

A MI GRAN JOSEFINA ADORADA

Tus cartas son un vino
que me trastorna y son
el único alimento
para mi corazón.

Desde que estoy ausente
no sé sino soñar,
igual que el mar tu cuerpo,
amargo igual que el mar.

Tus cartas apaciento
metido en un rincón
y por redil y hierba
les doy mi corazón.

Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté
escríbeme, paloma,
que yo te escribiré.

Cuando me falte sangre
con zumo de clavel,
y encima de mis huesos
de amor cuando papel.

MIGUEL HERNÁNDEZ
España-1910
De “Poemas de amor y de guerra”


Madrid, 26-09-14

REVELACIÓN

El hombre solo vuelve a ver al muchacho del magro corazón,
absorto de examinar a la mujer sonriente.
El muchacho alzaba la vista hacia aquellos ojos,
donde las fugaces miradas se estremecían desnudas
y distintas. El muchacho guardaba un secreto
en aquellos ojos, un secreto como el regazo escondido.

El hombre solo estrecha el recuerdo contra su corazón.
Los ojos ignotos quemaban como quema la carne,
vivos de húmeda vida. La dulzura del regazo,
palpitante de cálida ansiedad, se vislumbraba
en aquellos ojos. Brotaba angustioso el secreto
como sangre. Todo cobraba tremenda apariencia
e la tranquila luz de la vegetación y del cielo.

El muchacho lloraba, en el sumiso anochecer,
ocasionales lágrimas mudas, como si fuese ya adulto.
El hombre solo vuelve a encontrar bajo el cielo lejano
aquella mirada abstraída que la mujer deposita
sobre el muchacho. Y vuelve a ver aquellos ojos y aquel rostro
recomponerse, sometidos a su habitual sonrisa.

CESARE PAVESE
Italia-1908
De “Trabajar cansa”


Madrid, 29-09-14

DOS

Hombre y mujer se miran supinos en el lecho:
ambos cuerpos se extienden grandes y agotados.
Está el hombre inmóvil, tan sólo la mujer respira
   hondamente
y su blanco costado palpita. Las piernas extendidas
del hombre son enjutas y nudosas. El susurro
de la calle bañada por el sol bulle tras los postigos.

El aire pesa impalpable en la densa penumbra
y congela las gotas de vivo sudor
en los labios. Las miradas de las cabezas arrimadas
son idénticas, pero ya no encuentran los cuerpos
abrazados, como antes. Se rozan apenas.

Mueve algo sus labios la mujer, que calla.
La respiración que la hinca el costado se contiene
ante una mirada más persistente del hombre. La mujer
vuelve el rostro acercando una boca a la otra.
Pero la mirada del hombre no cambia en la sombra.

Graves e inmóviles pesan los ojos en los ojos,
bajo la tibieza del aliento que reaviva el sudor,
desolados. La mujer no mueve su cuerpo
blanco y vivo. La boca del hombre se acerca.
Pero la mirada inmóvil no cambia en la sombra.

CESARE PAVESE
Italia-1908
De “Trabajar cansa


Madrid, 30-09-14

VENTANA COLOREADA

El gesto del niño
que te miraba a través
de la ventana empapada

la esperanza
de que fueses blanca

la ternura piel
que tú guardabas

todo quedó conmigo.

La calle perdida
entre otras calles
tu casa mar
tu padre marino
los hijos de tu padre marino

la pieza número
con su cama alta
y tu piel de afuera.

Así te conocí
después de amarte
por la ventana abierta.

Y aun queda conmigo
cuando me deslizo
dulce
por las sendas de tus hombros
tu voz
dulce
aquí
tan cerca.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "Pequeña historia"


 

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