Madrid, 01-04-14

¿QUIÉN VIVE?

Un crujido aquí rueda,
sobre las tierras cansadas, sobre la eternidad.
Esto nos va quedando: una sombra
de todo lo rozado, un tembloroso abismo
que de nuestras costumbres se alimenta.

Rueda la fila de las esperanzas:
despertares ácidos, ansias conocidas.
Y una compleja voz aquí quiere inscribirlas.

Caminos de cintura, contactos
donde nos desnudamos para ver. Caminos
que dan al otro lado de lo que queríamos,
de lo que en apariencia nos estaba destinado.

Una voz sale al aire. Un país
aparece repentinamente en el espacio,
se hace duro, resiste,
se convierte en el mal, en nuestra madre,
en una canción que olvidamos por razones concretas.
Un país es ahora la congoja y nos ahoga.

Buena voz para los devoradores de su ausencia,
para los desesperados de recuerdos ajenos.
Para ellos, toda una selva de desgracias,
un clarín y un relámpago.

He aquí lo que es nuestro, y ahora
ya no se trata de distancias.
Todo un río se apaga, todo un mundo
desaparece mansamente.

comarca
lastimada por un ojo solitario, por un silencio
voraz y seguro. Manía de clandestinos
y pobres usuarios de las grandes mareas,
pozo para juegos de luces, para engaños,
golpes y certidumbres.

Aquí rueda la vieja realidad, aquí
intentaremos conocerla, darle forma, volver
a iniciarla, con nombres de espanto,
con una buena voz desoladora
y su sed.

RODOLFO ALONSO
Argentina-1934
De "70 poemas de 35 años"


Madrid, 02-04-14

LIBRO V
(Fragmento)

Me levanté al oírte, mas no te hallé;
   a buscarte
enderecé mis pasos; y a lo que me parece,
vagué sola por sendas que al Árbol de la Ciencia,
la prohibida ciencia, me llevaron de pronto.
Lo vi en verdad hermoso, mucho más, en mi ensueño,
que visto a luz del día. Y cuando lo miraba
llena de asombro, al lado vi una alada figura
semejante a las célicas que vemos a menudo;
húmedos de rocío, sus rizos destilaban
ambrosía. Hacia el árbol vuelto él también, decía:
"Bella planta, de fruta sobrecargada, ¿nadie
aliviarte tu peso o probar tu dulzura
se digna, ni dios ni hombre? ¿La ciencia así desprecian?
¿La envidia, o qué otra traba, gustar de ti prohíbe?
Prohíbalo quien quiera, nadie del bien que ofreces
más tiempo ha de privarme. ¿Qué haces, si no, aquí puesto?"

Dijo, y no se detuvo: con mano temeraria
cogió, y gustó. Su audacia me congeló de espanto;
si audaces las palabras, aún más audaz fue la obra.
Mas él dijo exultante: "Fruto divino, dulce
por ti, pero más dulce así cogido, objeto
de veto aquí, parece, cual solamente propio
de dioses, cuando puedes dioses hacer tú de hombres.
Y ¿por qué no ha de hacerlos, si el bien comunicado
aumenta en la medida en que se comunica
y su autor, no quebranto, sino honores recibe?
Ven, feliz criatura, angélica Eva hermosa,
tú también participa; aunque feliz tú seas,
aún más feliz ser puedes, si bien ya no más digna.
Prueba, y en adelante convive con los dioses,
también diosa, a la tierra no confinada, sino
a veces en el aire, cual nosotros, a veces
por mérito en el Cielo, donde verás la vida
que allí viven los dioses, pues vivirás la suya."
Hablando de esta suerte, se me acercó y del fruto
que él había arrancado me alargó incluso parte
hasta la misma boca; su grato olor sabroso
despertó mi apetito a tal punto, que creo
que tuve que probarlo. En seguida a las nubes
volé con él: abajo vi desplegarse inmensa
la tierra, en perspectiva tan amplia como varia.
Mientras yo me asombraba de mi vuelo y del cambio
que a exaltación tan alta me transportó, de pronto
sentí esfumarse el guía y, a lo que me imagino,
caí precipitada para seguir dormida.
¡Qué gozo, al despertarme, ver que todo era un sueño!

JOHN MILTON
Inglaterra-1608

De El Paraíso Perdido"


Madrid, 03-04-14

LIBRO V
(Fragmento II)

Eva contó su noche y replicó Adán grave:
"Mi imagen más perfecta y mi mitad más cara,
tu turbación de ideas en el sueño, esta noche,
igual que a ti me afecta, ni ese sueño ominoso
-de mal nacido, temo- me agrada en lo más mínimo.
Del mal... Y el mal ¿de dónde? En ti, creada pura,
no cabe mal ninguno. Mas sabe que en el alma
existen facultades inferiores que sirven
a la razón cual jefe: la fantasía, entre ellas,
va primera a su zaga; de las externas cosas
que los cinco sentidos perciben vigilantes,
fragua imaginaciones, vagas formas aéreas,
que la razón asocia o bien disocia para
forjar lo que afirmamos o negamos, todo eso
que es saber u opinión. Si la Naturaleza
reposa, se retira a su celda privada
la razón, y en su ausencia la fantasía mímica
vela por imitarla; mas, disociando formas,
crea, más bien en sueños, engendros, pues malcasa
palabras y sucesos recientes o pretéritos.
En tu sueño hallar creo tales reminiscencias
de nuestra última charla de ayer noche, con una
rara adición empero. Pero tú no estés triste.
en la mente del hombre o de un dios el mal puede
que a veces entre y salga, mas sin su beneplácito,
por lo que atrás no deja ni mancha ni censura:
eso me hace que espere que en hacer no consientas,
despierta, lo que odiabas hasta el soñar dormida.
No te descorazones, por lo tanto, ni anubles
miradas que ser suelen más claras y serenas
que el sonreír primero de un alba bella al mundo.
Levantémonos ahora a los nuevos trabajos
entre los bosquecillos, las fuentes y las flores
que abren su seno henchido de aromas, los más dulces,
hurtados a la noche y para ti guardados.
Así a la bella esposa consoló, y consolada
quedó ella; de sus ojos brotaron silenciosas
sendas gentiles lágrimas, que enjugó con sus trenzas,
y otras dos en su esclusa cristalina temblaban.
Pero antes que cayeran de un beso Adán sorbiólas
como signos graciosos de un remorder tan tierno
como piadoso el miedo de haber tal vez pecado.

JOHN MILTON
Inglaterra-1608

De El Paraíso Perdido"


Madrid, 04-04-14

INSOMNIO CON PALABRAS

De noche las palabras
caminan en puntillas,
andan discretas entre los objetos,
temerosas del ruido se descalzan.
Sobre mis hombros insomnes aletean.
El poema me saca de la cama.
Tanto silencio en la casa dormida.
El ruido de mis manos me ensordece.
Todo las letras. Acaricio el teclado
para que diga callado sus urgencias.
No sale nada. Es el silencio que habla.
Y las sombras afuera,
golpeando en la ventana.

GIOCONDA BELLI

Nicaragua, 1948

De “ Línea de fuego”


Madrid, 07-04-14

PUERTAS ABIERTAS

La lluvia, de pronto,
se desgaja del cielo
en un estruendo de invisibles caballos,
apresurados sobre el zinc.
A lo lejos el relámpago restalla su látigo,
pero dentro de la casa el aire es manso,
el acordeón de Piazzola se alza sobre el
mugido de la tormenta.
Recuerdo tantas noches de lluvia como ésta;
el olor de la tierra,
la reverberación húmeda,
mi cuerpo esponjándose,
la lluvia dentro de mí,
las sábanas en las noches mojadas y fieras del invierno.

Será la madurez, pienso,
la que me lleva hacia mí misma:
al placer de la absoluta soledad.
El libro recién terminado sobre la mesa,
el perro durmiendo en el sofá,
mi hija Adriana acurrucada arriba en su sueño tranquilo,
y yo como una isla flotando en la medianoche,
dejando que el mar de la lluvia lama mis costas,
que la brisa se descuelgue por la ventana,
y el agua desaforada me encuentre
con las puertas abiertas.

GIOCONDA BELLI

Nicaragua, 1948

De “Apogeo”


Madrid, 08-04-14

BOCA DE MUJER

Cuando una mujer abre la boca
su lengua se empeña en lamer la dureza:
   Puede ser la dureza de la vida,
   la dureza del dolor con sus dientes esmaltados y perfectos.
   La dureza del tiempo que desaparece.
O puede ser que su boca se abra
para lamer, como perra cálida y protectora,
la cara de sus hijos,
o el sexo del hombre hasta derretirlo
y enjugarlo de sal,
hasta limpiarlo de su ímpetu
y dejarlo palpitante y lánguido entre los dientes.

Cuando una mujer abre la boca
su lengua quiere decir otro lenguaje,
nombrar otros nombres,
poner saliva entre las puertas
que se abren de un alma a otra.
Limar. Limpiar. Lamer.
Tantas cosas, tanto intento, tanto de lo perdido,
existe en la boca abierta de una mujer.

GIOCONDA BELLI

Nicaragua, 1948

De “Apogeo”


Madrid, 09-04-14

TE VEO DORMIR

Te veo dormir
y desde mi plexo solar
una luna de agua
encrespa su ola suave
sobre mi torso de noche acurrucada.
Te toco para arrullarte como madre.
Veo tu espalda fuerte como amante.
Sonrío quedamente como hermana.
Tantas mujeres hay en mí.
Y en cada una de ellas
se te ama.

GIOCONDA BELLI

Nicaragua, 1948

De “Apogeo”


Madrid, 10-04-14

PELIGROS DE LOS MARES

Amado,
mientras tú, como Odiseo,
te dedicas al apresto de tu flota
para explorar los mares,
en búsqueda del atardecer perfecto,
la sombra larga del ala de la gaviota,
el arco plateado del lomo del delfín,
el tiempo,
armado con sus finos instrumentos,
de relojero vengativo,
trabaja sobre nuestros cuerpos.

Ya que todavía podemos pretender
que la visión de la madurez
no es más que un espejismo
es menester que regreses
y que de nuevo descubramos
las pasiones capaces de hundir
la entera flota aquea
y sus penachos multicolores.

GIOCONDA BELLI

Nicaragua, 1948

De “Apogeo”


Madrid, 11-04-14

MUJER IRREDENTA

Hay quines piensan
que he celebrado en exceso
los misterios del cuerpo
la piel y su aroma de fruta.

¡Calla, mujer! -me ordenan-
No nos aburras más con tu lujuria
Vete a la habitación
Desnúdate
Haz lo que quieras
Pero calla
No lo pregones a los cuatro vientos.

Una mujer es frágil, leve, maternal;
en sus ojos los velos del pudor
la erigen en eterna vestal de todas las virtudes.
Una mujer que goza es un mar agitado
donde sólo es posible el naufragio.

Cállate. No hables más de vientres y humedades.
Era quizás aceptable que lo hicieras en la juventud.
Después de todo, en esa época, siempre hay lugar para el
   desenfreno.
Pero ahora, cállate.

Ya pronto tendrás nietos. Ya no te sientan las pasiones.
No bien pierde la carne su solidez
debes doblar el alma
ir a la Iglesia
tejer escarpines
y apagar la mirada con el forzado decoro de la menopausia.

Me instalo hoy a escribir
para los Sumos Sacerdotes de la decencia
para los que, agotados los sucesivos argumentos,
nos recetan a las mujeres la vejez prematura
la solitaria tristeza
el espanto precoz a las arrugas.

¡Ah! Señores; no saben ustedes
cuántas delicia esconden los cuerpos otoñales
cuánta humedad, cuánto humus
cuánto fulgor de oro oculta el follaje del bosque
donde la tierra fértil
se ha nutrido de tiempo.

GIOCONDA BELLI

Nicaragua, 1948

De “Apogeo”


Madrid, 14-04-14

TRILCE
LVI

Todos los días amanezco a ciegas
a trabajar para vivir; y tomo el desayuno,
sin probar ni gota de él, todas las mañanas.
Sin saber si he logrado, o más nunca,
algo que brinca del sabor
o es sólo corazón y que ya vuelto, lamentará
hasta dónde esto es lo menos.

El niño crecería ahíto de felicidad
                                         oh albas,
ante el pesar de los padres de no poder dejarnos
de arrancar de sus sueños de amor a este mundo;
ante ellos que, como dios, de tanto amor
se comprendieron hasta creadores
y nos quisieron hasta hacernos daño.

Flecos de invisible trama,
clientes que huronean desde la neutra emoción,
                                            pilares
libres de base y coronación,
en la gran boca que ha perdido el habla.

Fósforo y fósforo en la oscuridad,
lágrima y lágrima en la polvareda.

CÉSAR VALLEJO
Perú-1892
De  “Trilce”


Madrid, 15-04-14

TRILCE
XLVIX

Murmurando en inquietud, cruzo,
el traje largo de sentir, los lunes
                         de la verdad.
Nadie me busca ni me reconoce,
y hasta yo he olvidado
                         de quién seré.

Cierta guardarropía, sólo ella, nos sabrá
a todos en las blancas hojas
de las partidas.
Esa guardarropía, ella sola,
al volver de cada facción,
                          de cada candelabro
                          ciego de nacimiento.
Tampoco yo descubro a nadie, bajo
este mantillo que iridice los lunes
                           de la razón;
y no hago más que sonreír a cada púa
de las verjas, en la loca búsqueda
                          del conocido.

Buena guardarropía, ábreme
                          tus blancas hojas;
quiero reconocer siquiera al 1,
quiero el punto de apoyo, quiero
                          saber de estar siquiera.

En los bastidores donde nos vestimos,
no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo
                       de par en par.
Y siempre los trajes descolgándose
por sí propios, de perchas
como ductores índices grotescos,
y partiendo sin cuerpos, vacantes,
                          hasta el matiz prudente
de un gran caldo de alas con causas
y lindes fritas.
Y hasta el hueso!

CÉSAR VALLEJO
Perú-1892
De  “Trilce”


Madrid, 16-04-14

ES LA BABA

Es la baba.
Su baba.
La efervescente baba.
La baba hedionda,
cáustica;
la negra baba rancia
que babea esta especie babosa de alimañas
por sus rumiantes labios carcomidos,
por sus pupilas de ostra putrefacta,
por sus turbias vejigas empedradas de cálculos,
por sus viejos ombligos de regatón gastado,
por sus jorobas llenas de intereses compuestos,
de acciones usurarias;
la pestilente baba,
la baba doctorada,
que avergüenza la felpa de las bancas con dieta
y otras muelles poltronas no menos escupidas.
La baba tartamuda,
adhesiva,
viscosa,
que impregna las paredes tapizadas de co
rcho
y contempla el desastre a través del bolsillo.
La baba disolvente.
La agria baba oxidada.
La baba.
¡Sí! Es su baba...
lo que herrumbra las horas,
lo que pervierte el aire,
el papel,
los metales;
lo que infecta el cansancio,
los ojos,
la inocencia,
con sus vermes de asco,
con sus virus de hastío,
de idiotez,
de ceguera,
de mezquindad,
de muerte.

OLIVERIO GIRONDO
(Argentina-1891)
De “Persuasión de los días”


Madrid, 21-04-14

TRASPIÉ ENTRE DOS ESTRELLAS

¡Hay gentes tan desgraciadas, que ni siquiera
tienen cuerpo; cuantitativo el pelo,
baja, en pulgadas, la genial pesadumbre;
el modo, arriba;
no me busques, la muela del olvido,
parecen salir del aire, sumar suspiros mentalmente, oír
claros azotes en sus paladares!

Vanse de su piel, rascándose el sarcófago en que nacen
y suben por su muerte de hora en hora
y caen, a lo largo de su alfabeto gélido, hasta el suelo.

¡Ay de tánto! ¡ay de tan poco! ¡ay de ellas!
¡Ay de mi cuarto, oyéndolas con lentes!
¡Ay de mi tórax, cuando compran trajes!
¡Ay de mi mugre blanca, en su hez mancomunada!

¡Amadas sean las orejas sánchez,
amadas las personas que se sientan,
amado el desconocido y su señora,
el prójimo con mangas, cuello y ojos!

¡Amado sea aquel que tiene chinches,
el que lleva zapato roto bajo la lluvia,
el que vela el cadáver de un pan con dos cerillas,
el que se coge un dedo en una puerta,
el que no tiene cumpleaños,
el que perdió su sombra en un incendio,
el animal, el que parece un loro,
el que parece un hombre, el pobre rico,
el puro miserable, el pobre pobre!

¡Amado sea
el que tiene hambre o sed, pero no tiene
hambre con qué saciar toda su sed,
ni sed con qué saciar todas sus hambres!

¡Amado sea el que trabaja al día, al mes, a la hora,
el que suda de pena o de vergüenza,
aquel que va, por orden de sus manos, al cinema,
el que paga con lo que le falta,
el que duerme de espaldas,
el que ya no recuerda su niñez; amado sea
el calvo sin sombrero,
el justo sin espinas,
el ladrón sin rosas,
el que lleva reloj y ha visto a Dios,
el que tiene un honor y no fallece!

¡Amado sea el niño, que cae y aún llora
y el hombre que ha caído y ya no llora!

¡Ay de tánto! ¡Ay de tan poco! ¡Ay de ellos!

CÉSAR VALLEJO
Perú-1892
De  “Poemas humanos


Madrid, 22-04-14

ALFONSO: ESTÁS MIRÁNDOME, LO VEO...

Alfonso: estás mirándome, lo veo,
desde el plano implacable donde moran
lineales lo siempres, lineales los jamases.
(Esta noche, dormiste, entre tu sueño
y mi sueño, en la rue de Robouté)
Palpablemente
tu inolvidable cholo te oye andar
en París, te siente en el teléfono callar
y toca en el alambre a tu último acto
tomar peso, brindar
por la profundidad, por mí, por ti.

Yo todavía
compro "duvin, du lait, comptant les sous"
bajo mi abrigo, para que no me vea mi alma,
bajo mi abrigo aquel, querido Alfonso,
y bajo el rayo simple de la sien compuesta;
yo todavía sufro, y tú, ya no, jamás hermano!
(Me han dicho que en tus siglos de dolor,
amado sér,
amado estar,
hacías ceros de madera. ¿Es cierto?)

En la "boite de nuit", donde tocabas tangos,
tocando tu indignada criatura su corazón,
escoltado de ti mismo, llorando
por ti mismo y por tu enorme parecido con tu sombra,
montiseur Fourgat, el patrón, ha envejecido.
¿Decírselo? ¿Contárselo? No más,
Alfonso; eso, ya nó!

El hotel des Ecoles funciona siempre
y todavía compran mandarinas;
pero yo sufro, como te digo,
dulcemente, recordando
lo que hubimos sufrido ambos, a la muerte de ambos,
en la apertura de la doble tumba,
de esa otra tumba con tu sér,
y de ésta de caoba con tu estar;
sufro, bebiendo un vaso de ti, Silva,
un vaso para ponerse bien, como decíamos,
y después, ya veremos lo que pasa...
Es éste el otro brindis, entre tres,
taciturno, diverso
en vino, en mundo, en vidrio, al que brindábamos
más de una vez al cuerpo,
y, menos de una vez, al pensamiento.
Hoy es más diferente todavía;
hoy sufro dulce, amargamente,
bebo tu sangre en cuanto a Cristo el duro,
como tu hueso en cuanto a Cristo el suave,
porque te quiero, dos a dos, Alfonso,
y casi lo podría decir, eternamente.

CÉSAR VALLEJO
Perú-1892
De  “Poemas humanos”


Madrid, 23-04-14

¡ANDE DESNUDO, EN PELO, EL MILLONARIO!

¡Ande desnudo, en pelo, el millonario!
¡Desgracia al que edifica con tesoros su lecho de muerte!
¡Un mundo al que saluda;
un sillón al que siembra en el cielo;
llanto al que da término a lo que hace, guardando los
   comienzos;
ande el de las espuelas;
poco dure muralla en que no crezca otra muralla;
dése al mísero toda su miseria,
pan, al que ríe;
hayan perder los triunfos y morir los médicos;
haya leche en la sangre;
añádase una vela al sol,
ochocientos al veinte;
pase la eternidad bajo los puentes!
¡Desdén al que viste,
corónense los pies de manos, quepan en su tamaño;
siéntese mi persona junto a mí!
¡Llorar al haber cabido en aquel vientre,
bendición al que mira aire en el aire,
muchos años de clavo al martillazo;
desnúdese el desnudo,
vístase de pantalón la capa,
fulja el cobre a expensas de sus láminas,
majestad al que cae de la arcilla al universo,
lloren las bocas, giman las miradas,
impídase al acero perdurar,
hilo a los horizontes portátiles,
doce ciudades al sendero de piedra,
una esfera al que juega con su sombra;
n día hecho de una hora, a los esposos;
una madre al arado en loor al suelo,
séllense con dos sellos a los líquidos,
pase lista el bocado,
sean los descendientes,
sea la codorniz,
sea la carrera del álamo y del árbol;
venzan, al contrario del círculo, el mar a su hijo
y la cana el lloro;
dejad los áspides, señores hombres,
surcad la llama con los siete leños,
vivid,
elévese la altura,
baje el hondor más hondo,
conduzca la onda su impulsión andando,
tenga éxito la tregua de la bóveda!
¡Muramos;
lavad vuestro esqueleto cada día;
no me hagáis caso,
una ave coja al déspota y a su alma;
una mancha espantosa, al que va solo;
 gorriones al astrónomo, al gorrión, al aviador!
¡Lloved, solead,
vigilad a Júpiter, al ladrón de ídolos de oro,
copiad vuestra letra en tres cuadernos,
aprended de los cónyuges cuando hablan, y
de los solitarios, cuando callan;
dad de comer a los novios,
dad de beber al diablo en vuestras manos,
luchad por la justicia con la nuca,
igualaos,
cúmplase el roble,
cúmplase el leopardo entre dos robles,
seamos,
estemos,
sentid cómo navega el agua en los océanos,
alimentaos,
concíbase el error, puesto que lloro,
acéptese, en tanto suban por el risco, las cabras y sus crías;
desacostumbrad a Dios a ser un hombre,
creced...!
Me llaman. Vuelvo.

CÉSAR VALLEJO
Perú-1892
De  “Poemas humanos”


Madrid, 25-04-14

LOS OJOS

Descansa, Maestro, pues estamos cansados, muy cansados,
y sentiríamos los dedos del viento
sobre estos párpados que se nos cierran
húmedos y pesados como el plomo.

Descansa, hermano, pues ¡mira! ¡fuera está el alba!
La llama amarilla ha empalidecido
y la cera se derrite lentamente.

Libéranos, pues afuera hay hermosos colores,
el verde del musgo y el color de las flores,
y frescor bajo los árboles.

Libéranos, pues perecemos
en esta monotonía que no cesa
de feas marcas de impresión, negras
sobre el blanco de los pergaminos.

Libéranos, porque hay alguien
cuya sonrisa es más valiosa
que todo el viejo saber de tus libros,
y nos gustaría contemplarla.

EDRA POUND
Estados Unidos-1885


Madrid, 28-04-14

UNA TARDE DESPUÉS DEL RIN

Qué pequeño es el mundo
Cuán grande eres corazón
Mirado desde aquí
En medio del torbellino de esta guerra
Qué pequeños se ven los hombres
Qué tristes el cielo y el mar y las montañas
Y cuán desierta el alma humana
Amargura y dolor
Desamparados seres que caminan
Porque hay que caminar
Sin rumbo sin destino
Equivocando el signo o perdiendo su estrella
Inmensa marcha tras quimeras vacías
Agitación inútil Hay que llorar
Mas los árboles ríen de nosotros
Niños pequeños con ojos que se agrandan
Al mirarnos pasar
¿Cómo no lloran? ¿O no saben llorar?
¿De qué se trata? ¿Comprendéis algo?
¡Qué angustia! ¡Qué inmensa soledad!
¿En dónde estáis recuerdo de mi vida?
¿Tengo acaso recuerdos?
Las lágrimas tragadas
Cuánto más duras son que aquellas otras
Que aman los arroyos
¿Quién ha sembrado tanto mal?
¿Quién despertó las selvas de serpientes?

Oh estrella mía
¿Qué pretendes de mí?
¿Hacia dónde me llevas?
¿Por qué me traes a la sangre?
¿No ves que todo se hizo herida en mi garganta?

Oh ceguera del mundo
Destruye de una vez la grandeza que odias
Y que no se hable más y no se cante y no se ría
... Un siglo de silencio para enterrar los muertos

VICENTE HUIDOBRO
Chile-1893
De “Últimos poemas”


Madrid, 29-04-14

AHORA QUE MIS OJOS VUELAN

Ahora que mis ojos vuelan entre planetas ajenos
Como una botella en alta mar
O en un cielo de todos colores
Sin una sola casa donde entrar en la tarde
Ahora que mis manos escaparon del fuego
En una barca tan rápida como el ocaso
Y casi más que la muerte huyendo del caballo que
   quiere morderle
Ahora hace frío por el odio que nos tienen las montañas
Hace frío porque se han dicho palabras tristes
Se ha dicho barca ocaso y ojos
Que son una misma cosa

Yo amo el viento que viene de los astros
Envolviendo los rayos cósmicos tan buscados por los
   hombres
Mientras ellos sólo se interesan por ciertas hierbas
De sabor delicado y olor penetrante
Tan penetrante como ellos mismos
Yo amo los ojos de grandes alas
Y amo el ocaso tan rápido como una barca
Y las manos y la montaña que se deja acariciar
Y una roca llena de amor que desafía al mar
Y un mar que desafía todas las estrellas
Amo el árbol viejo que tiene muchos niños
Un paisaje inmortal mirando nacer sus flores
Un río de cabellos blancos que aún salta entre las piedras
Unos ojos y unas manos salvadas del incendio
Un corazón que late
Como un sapo casi aplastado por una carreta
Y una selva de todos colores
Sin ningún sentido del bien y del mal
Una selva encima de la selva
Para la ternura de los pájaros perdidos
Allá tan lejos de su país natal

VICENTE HUIDOBRO
Chile-1893
De “Últimos poemas”


Madrid, 30-04-14

PEQUEÑO DRAMA

Sustancia de lejanos tiempos
Verbo recóndito de siglos y más siglos
Heme aquí en cuerpo y voz
En ayer y en hoy

Oh cuántos ojos produciendo estrellas
Los horizontes vienen a mi pecho
Buscando palabras en mi sangre
Realízanse en mi carne transitoria
Se componen en forma que me son habituales
Los horizontes asustados
Tan vasto es el mundo
Tanto me agranda y se agranda en mis adentros
Tanto me hace hacia afuera
Salir de mí en una luz temblorosa
Recorrer las formas y su razón interna
Solo y sin un clarín que endurezca los caminos
Si por lo menos me llevara de la mano el último suspiro

Ojos cansados cielos
Quién dijera el estertor de los astros deshaciéndose
O del caos que empieza a tomar cuerpo
Cielos cansando mis pasos furibundos
Cuando arde el carbón de las entrañas afligidas

Heme aquí en cuerpo y voz
En ayer y en hoy
Heme aquí en luz amenazada
Los besos de la muerte en joya interminable
He aquí la cúspide de la voz perdida en el desierto
He aquí el encuentro del sueño con el árbol más anciano
Los cementerios se repiten
Las selvas de la muerte rellenan entresueños de tierra
Todo como si nada
Bajo el traje azul de las estrellas anteriores

Y ese paisaje entrado en años
Y ese hombre alejándose mar adentro de su voz
Y el escuchado espacio inseparable
Cómo hacer alegría hombres hombres
Si lleváis cada día adentro de una lágrima
Y en lágrimas se caen por el tiempo
Hombres hombres si aún estáis encadenados
Besad mi corazón que ama el dolor humano
Y que se entregaría a todos los martirios
Por un poco de risa en vuestros labios
Si supierais vosotros que uniendo vuestros sueños
Caería en pedazos la realidad pequeña y sin cimientos

La vida es vuestra estatua
La vida
Es vuestra es vuestra Es de todos
La vida es nuestro canto en la fracción de tiempo que nos toca

VICENTE HUIDOBRO
Chile-1893
De “El ciudadano del olvido”


Selección de Poemas Editados
 

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