A Samuel Beckett
Dejar de ser humano.
Ser
una roca por donde
la lluvia resbala,
un barranco de granito
lentamente descolorido.
O una estatua
luciendo una barba de gigante
o moho o verdín
en la plaza de alguna
aldea olvidada.
Un árbol reducido
por los vientos dominantes
a un diagrama de
ramas enmarañadas:
retorcidas, secas, solitarias.
Dejar
de ser humano
y permitir que los pájaros ensucien
tu cráneo, los animales se posen
en la curva de tu brazo.
Volverse
un objeto, honrado
o no, según la ocasión exija;
mientras el tiempo te inclina de a poco
nuevamente a la tierra.
JOHN MONTAGUE
Poeta
de origen irlandés nacido en
Estados
Unidos-1929
.../...
Amador: Sabe
que Ausencia
te acusó y te condenó,
que si fuera en tu presencia,
no se diera la sentencia
injusta como se dio:
ni pienses
que me ha placido
por haberte condenado
porque bien he conocido
que perdí en lo perdido
y pierdo en lo que he ganado.
¡Qué inicio tan bien dado,
qué justicia y qué dolor,
condenar al apartado,
nunca oído ni llamado
él ni su procurador!
Así que por disculparte,
lo que pones por excusa,
lo que dices por salvarte,
es para más condenarte
porque ello mismo te acusa.
Amansa tu turbación,
recoge tu seso un poco,
no quieras dar ocasión
a tu gran alteración
que te pueda tornar loco;
que bien puedes apelar,
que otro Dios hay sobre mí
que te pueda remediar,
y a mí también castigar
si mala sentencia di.
.../...
JORGE MANRIQUE
España-1440
De "Poesía amorosa"
Las dos a.m.
y tres bajo cero
sales otra vez
para controlar a una oveja echada
a punto de parir. En el camino
el viento te hace inclinar y rasga
las velas de hiedra en los mástiles de ceniza.
La mañana es un diente partido
en la sonrisa de abril.
La marea de
la noche ha cesado
y encalló en la hierba segada
estrellas de mar que alguna vez fueron cardos.
El amanecer suprimió la bruma
alrededor de un nido mullido. Se limpió
sola, y está amamantando a dos corderos.
El rebaño de retamas pasta en silencio
a mitad de camino de la colina montañosa.
PETER FALLON
Poeta
de origen irlandés nacido en
Alemania -1951
En una
excursión a Donaghadee
me siento de buen humor,
escrutando la bahía
como un verdadero capitán de barco.
Por supuesto
hay mujeres
con camisas floreadas
y, cubriéndose con
diarios, las abuelas
teñidas de
azul brillante charlan
sobre cómo arreglárselas para vivir y observan
a sus hijas con estrías
comportándose como ellas solían hacerlo,
mientras los
distintos maridos,
desacostumbrados al sol,
se desabrochan las camisas o permanecen
torpemente en la orilla del mar.
Estoy
bombardeando en picada
bajo el muro de la rambla,
dejando tras de mí
una ciudad en ruinas y
sentado de
rodillas
descubro un oasis
donde ardientes lascivas conducen
bestias velludas a beber.
GERALD DAWE
Irlanda -1952
Hoy vino
Josefina
para poder decirme
que con un gorila
se quiere casar.
Un gorila
tranquilo
que no le hablara
que la dejara morir
sola y abandonada.
Un día el
gorila
al volver de trabajar
la vio tan pálida y quieta
que comenzó a llorar.
Mientras
lloraba
gritaba en voz alta:
volvamos a la selva,
mi muy amada,
que en medio de Madrid
nadie nos ama.
Quiero
beberme el río,
chocar contra las cumbres,
después desfallecer,
caer y al mismo tiempo
levantarme y volar.
El gorila
tenía razón
pero Josefina se sentía
muy contradecida.
Entonces se quedaron
viviendo en Madrid.
Ella al poco
tiempo
murió de tristeza
y el pobre gorila
algo desorientado
sin saber qué decir
volvió a la selva.
Al entrar en
la selva
sintió un escalofrío,
un cazador furtivo
le había pegado un tiro.
Pero en lugar
de morir
el pobre gorila se puso a cantar:
Me han torturado
y estoy cantando
no caben dudas:
un hombre soy.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Poeta del mundo nacido en [Argentina-1940]
De "Canciones [2003-2004]"
¡Mi alma, hacia tu frente donde sueña hermana tranquila! un otoño alfrombrado de rojez, y hacia el errante cielo de tu anjélica mirada, sube, como en un jardín melancólico un blanco surtidor, fiel, suspira hacia el azul; -hacia el azul enternecido de octubre pálido y puro, que mira en los grandes estanques su languidez infinita y, sobre el agua muerta, en que la leonada agonía de las hojas yerra al viento y vacía un frío surco, deja arrastrar- el amarillo sol de un largo rayo.
STÉPHANE MALLARMÉ
Francia-1842
De "Cien
años de Mallarmé"
Traducción:
Juan Ramón Jiménez
Hay en el
patio un ciruelo
que no se encuentra menor.
Para que nadie le pise
tiene reja alrededor.
Aunque no
puede crecer,
él sueña con ser mayor.
Pero nunca podrá serlo
teniendo tan poco sol.
Duda si será
un ciruelo
porque ciruelas no da.
Mas se conoce en la hoja
que es ciruelo de verdad.
BERTOLT BRECHT
Alemania-1898
De “Poemas y canciones”
Comprendí
todos los leales libros
que tuve entre las manos.
Los leí con pasión y divina furia,
con raudal entusiasmo.
Después, cautelosamente y en silencio,
ya comprendidos y cerrados,
en sus estantes, ¡nobles solios!
se quedaron
inmóviles,
soñando,
como al anochecer en los ramajes
las mariposas y los pájaros.
¡Vivas
criaturas en reposo!
¡Libros de mi explorar, libros amados!
Uno tan sólo
permanece abierto,
sin comprender, a orillas del espanto.
No pude penetrar en sus enigmas.
¡Libro extraño!
De todos los
que tuve,
¡el inhumano!
¡El libro de mi ser, sus hojas duras,
su aridez, su incandescencia, su rechazo!
¡Y así se
queda para siempre abierto,
sobre la mesa en que trabajo!
GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De “Apolo Thermidor”
Tener entre
las manos largamente una sombra
De cara al sol
Tu recuerdo me persiga o me arrastre sin remedio
Sin salida sin freno sin refugio sin habla sin aire
El tiempo se transforma en casa de abandono
En cortes longitudinales de árboles donde tu imagen
se disuelve en humo
El sabor más amargo que la historia del hombre conozca
El mortecino fulgor y la sombra
El abrir y cerrarse de puertas que conducen al dominio
encantado de tu nombre
Donde todo perece
Un inmenso campo baldío de hierbas y de pedruscos
interpretables
Una mano sobre una cabeza decapitada
Los pies
Tu frente
Tu espalda de diluvio
Tu vientre de aluvión un muslo de centellas
Una piedra que gira otra que se levanta y duerme
en pie
Un caballo encantado un arbusto de piedra un lecho
de piedra
Una boca de piedra y ese brillo que a veces me rodea
Para explicarme en letra muerta las prolongaciones
misteriosas de tus manos que vuelven con el
aspecto amenazante de un cuarto modesto con
una cortina roja que se abre ante el infierno.
Las sábanas
el cielo de la noche
El sol el aire la lluvia el viento
Sólo el viento que trae tu nombre
CÉSAR MORO
Perú-1903
De "La tortuga ecuestre”
Más preciado
es el amor
Que una alondra perdiendo sus plumas
Más ligero que el marfil de un rostro adorado
Leer en la cortina de sangre
El porvenir del aliento
El porvenir del aire circundante
El rumor de
agua glacial
Elegida reina en voz alta
Torre de
nieve
Arremolinando en los límites
Al fondo último de la floresta elemental
Ajada de lluvias torrenciales
Oh mar primavera
Nodriza del ojo
CÉSAR MORO
Perú-1903
De "Viaje hacia la noche (Poemas escritos en francés)”
Oh suerte
unida para siempre
A las salpicaduras a la usura del viento
Nocturna salida de resplandor apagado
Pasaje del invierno la luz
Con uñas libres sobre un corazón sin armadura
Afila su garra de leona
Hermosa noche
de antiguas cicatrices
Áspero viento tiernas tinieblas
Guardad el castillo movedizo
Que caiga una
estrella
Sobre la sangre de nácar
Sobre el pecho de alabastro
Sobre los pulmones de nieve
Bajo los pies de nocturno fuego
Oh Noche
libre tuya
Para siempre oh palabra
CÉSAR MORO
Perú-1903
De "Viaje hacia la noche (Poemas escritos en francés)”
"Es mi morada suprema, de la que ya no se vuelve."
Krishna, Bhagavad Gita
Como una
madre sostenida por ramas fluviales
de espanto y de luz de origen
como un caballo esquelético
radiante de luz crepuscular
tras el ramaje denso de árboles y árboles de angustia
lleno de sol el sendero de estrellas marinas
el acopio fulgurante
de datos perdidos en la noche cabal del pasado
como un jadear eterno si sales a la noche
al viento calmar pasan los jabalíes
las hienas hartas de rapiña
hendido a lo largo el espectáculo muestra
faces sangrientas de eclipse lunar
el cuerpo en llamaradas oscila
por el tiempo
sin espacio cambiante
pues el eterno es el inmóvil
y todas las piedras arrojadas
al vendaval a los cuatro puntos cardinales
vuelven como pájaros señeros
devorando lagunas de años derruidos
insondables telarañas de tiempo caído y leñoso
oquedades herrumbrosas
en el silencio piramidal
mortecino parpadeante esplendor
para decirme que aún vivo
respondiendo por cada poro de mi cuerpo
al poderío de tu nombre oh Poesía.
CÉSAR MORO
Perú-1903
De "Otros poemas”
Teniendo en cuenta lo siguiente y lo próximo y lo demás y las otras cosas conocidas y un tomo seco del diccionario de los sinónimos y una fotografía de los anónimos y un reflejo solidificado de los espejos de cobre y un plan detallado de los próximos simulacros de invasión del recinto de una plaza indefensa y sin valor estratégico alguno. En la sombra.
Teniendo en cuenta lo siguiente y lo atendido y las variedades nocturnas de aves carnívoras repartidas en el globo terráqueo, una sombra viene a ser como el famoso espejo a lo largo de un camino: la novela carnívora de Stendhal.
Con sus botitas azules tenía el aire de un pinzón mártir destinado a servir la mesa de los trogloditas.
Al volver el rostro doce camaleones flamígeros brillaron en su cabeza rutilante.
A tu aparición el aire se inmoviliza y la crueldad armada hasta los dientes es adorable como el plumaje de las aves milenarias que se reflejan en tus ojos.
Algunos pasos adelante el murmullo se hacía insistente: la oftalmografía de los ofidios fidedignos ofende la psicología de los oficinistas indignos.
En el agua dorada el sol quemante refleja la mano del cenit.
En la tierra: el sol, el aire, la luna, el viento.
En el aire: las piedras y la nube en forma de montaña.
En el paisaje: el fuego y la poesía.
CÉSAR MORO
Perú-1903
De "Otros poemas”
El virgen, el
vivaz, el hermoso presente
con sus ebrios zarpazos pretende destrozarnos
duro lago olvidado que la escarcha somete
transparente glaciar de vuelos que no huyeron.
Algún cisne
de antaño ignora que es el mismo
quien, magnífico y vano, ya logra liberarse
cuando en torno al hastío resplandece el invierno.
Se agitará su
cuello en la blanca agonía
transmitida en el aire al ave que la niega
más no el horror del sueño en que el plumaje yace.
Es un
fantasma a quien su resplandor gobierna
y el desprecio, frío sueño, lo inmoviliza al punto
y hasta su exilio inútil llega para cubrirlo.
STÉPHANE MALLARMÉ
Francia-1842
De "Cien años de Mallarmé"
El tribunal
es alto, final y sin fronteras.
Sensible a las variaciones del azar como una nube o como
el fuego,
registra cada trazo que se inscribe sobre los territorios
insomnes del destino.
De un margen de la noche a otro confín, del permiso a la
culpa,
dibujo con mi propia trayectoria la escritura fatal, el ciego
testimonio.
Retrocesos y avances, inmersiones y vuelos, suspensos y
caídas
componen ese texto cuya ilación se anuda y desanuda con
las vacilaciones,
se disimula con la cautela del desvío y del pie sobre el vidrio,
se interrumpe y se pierde con cada sobresalto en sueños del
cochero.
¿Y cuál será el sentido total, el que se escurre como la bestia
de la trampa
y se oculta a morir entre oscuras malezas dejándome la piel
o huye sin detenerse por los blancos de las encrucijadas,
laberinto hacia adentro?
Delación o alegato, no alcanzo a interpretar las intenciones
del esquivo mensaje.
Difícil la lectura desde aquí, donde violo la ley y soy el instrumento,
donde aciertos y errores se propagan como una ondulación,
un vicio del lenguaje o las disciplinadas maniobras de una peste,
y cambian el color de todo mi prontuario en adelante y hacia atrás.
Pero hay alguien a quien no logra despistar la ignorancia,
alguien que lee aun bajo las tachaduras y los desmembramientos
de mi caligrafía
mientras se filtra el sol o centellea el mar entre dos líneas.
Impresa está con sangre mi confesión; sellada con ceniza.
OLGA OROZCO
Argentina-1920
De “La noche a la deriva”
Llegaste a mí
y en ti yo estoy viviendo
Y tú viviendo en mí, fiel prisionero,
De este decirte siempre que te quiero
Y este probarte que no estoy mintiendo.
Siempre,
tierno, hacia mí tú estás viniendo.
Siempre voy hacia ti, siempre te espero.
Ya se está
haciendo un nudo este entrevero
En que dos uno solo estamos siendo.
En ti empieza
y termina mi universo.
Sea el día solar o sea adverso.
Tú eres su aire, su luz y todo el cielo.
Si sangra el
corazón tú lo restañas,
Porque si a veces, sin querer, lo empañas,
Es un río de hiel tu desconsuelo.
JUANA DE IBARBOUROU
Uruguay-1895
De “Mensajes de escriba”
Como un
maletilla, ella.
(Ella es la Paz.)
Va destrozada,
mal vestida,
delgada,
acerico de balas,
rasguño de metralla.
Iba echa polvo entre el polvo
de las sucias trincheras,
cojeando
con su melena blanca desplegada
se tiró al ruedo de la guerra,
-la Paz-.
¡Pedía una oportunidad!
Unos hombres
con uniforme
la cazaron y a empujones
la esposaron en la barrera.
(Todavía la tienen detenida.)
La Paz,
como un maletilla
sólo pedía una oportunidad.
GLORIA FUERTES
España-1917
De “Mujer de verso en pecho”
CAÍDA DE EUROPA
Ven, hermano, ven esta noche
a rezar con tu hermana que no tiene
hijo ni madre ni casta presente.
Es amargo rezar oyendo el eco
que un aire vano y un muro devuelven.
Ven, hermano o hermana, por los claros
del maizal antes que caiga el día
clemente y ciego, sin saber que pena
la que nunca penó y acribillada
de fuegos y ahogada de humareda
arde la Vieja Madre que nos tuvo
dentro de su olivar y de su viña.
Solamente la Gea americana
vive su noche con olor de trébol,
el rumor de castores y de martas
y la carrera azul de la chinchilla.
Tengo vergüenza de mi Ave rendida
que apenas si revuela por mis hombros
o sube y cae en gaviota alcanzada,
mientras la madre en aflicción espera,
mirando fija un cielo de azabache
que juega a rebanarle la esperanza
y grita “No eres” a la Vieja Noche.
Somos los hijos que a su Madre nombran,
sin saber a estas horas si es la misma
y con el mismo nombre nos responde,
o si mechados de metal y fuego
arden sus miembros llamados Sicilia,
Flandes, la Normandía y la Campania.
Para la compunción y la plegaria
bastan dos palmos de hierbas y de aire.
Hogaza, vino y fruta no acarreen
hasta en el día de leticia y danza
y locos brazos que columpien ramos.
En esta noche, ni mesa punteada
de falerno feliz ni de amapolas;
tampoco el sollozar; tampoco el sueño.
GABRIELA MISTRAL
Chile-1889
De “Lagar”
Sobre el mundo una voz se ha vertido...
¿Quién canta,
quién gime,
quién anuncia a quién?
Sobre la
esfera oscura la voz combada,
¿de arcángel,
de prietas aguas,
de vientos en tropel?
Todas las
tierras se rasgan bajo la voz,
¿silban raíces,
corceles brincan,
pájaros al amanecer?
Aterrados
vacilan los hombres por la voz.
¿La esperaban,
la temían,
la quieren beber?
¡Una columna
de zumos es la voz!
¿Calma la lengua,
la abrasa,
se puede una voz verter?
¡Se amontona
en llamadas la Voz!
¡Ay de ti si la huyes!
¡Ay de mí que la oigo!
Busca a la mujer.
CARMEN CONDE
España-1907
De “Mujer sin edén”
¿Qué
enmarañados gritos no puedo exhalar, Señor?
¿Qué criaturas germino que no veo nacidas?
¡Oh mi dolor, que huele a romeros floridos!
Nadie sabe mi ser, y soy el mundo redondo.
Salieron de
mí las sendas, los oscuros atajos,
para sorber hogueras y para cantar a Dios.
¡Cuántas zarzas royeron los vestidos resecos
de los hombres dolientes caminando la arena!
Y dentro de
mi pecho se desploma la sangre
que quiere algo que ignora, pero lo quiere ebria
de querer esto lúcido que no sea el amor.
Esta vida que arrastro desde el latir primero
ya no sirve a mi cuerpo...
¡Yo no sé lo que busco!
Si es que
abrieran las selvas su garganta leñosa
y la voz de Dios ancho descendiera a la tierra,
y a mi oreja gritara un mandato vestido
del espejo resuello que me tunde... ¡Desgarran
las ortigas del ansia mi inquietud sin empeño!
¿Qué se
fragua en mi entraña, qué simiente confunde
su corteza de sed, su inacable furia?...
CARMEN CONDE
España-1907
De “Mujer sin edén”
¿Por qué supe de ti, oh bestia impura?
¿Acaso te salvaste del oscuro silencio
llevándote conmigo por las quemantes tierras
que Dios nos destinara en su arrebato?
Esclavos nos hiciste y te quedaste esclava.
Ya nos sacude todo con idéntico brío.
¡Los huesos silban mayos en un celo
que el alma sufre inmóvil!
El alma, sí. Va siento mía.
La llevo sobre mí, ella me unge.
Soy charca de su luz. La quemo toda.
Pero te odio a ti, que eres la brasa.
¡Tener un paraíso sin saberlo!
Ser dueña de la paz, sin conocerla.
Tan nueva mi raíz, que la quebraste
lamiendo sus cabellos.
Royéndonos estás, y te roemos.
La lucha es para mí, que te conozco.
Que te he traído aquí, que me gobiernas.
¡Oh alma de mi cuerpo, alma mía
que Dios me deja ya poblarme toda!
Te domará mi vida, te domará mi muerte,
maldita bestia dulce, embriagadora loca
que muerdes mis entrañas, tu manzana fragante.
CARMEN CONDE
España-1907
De “Mujer sin edén”