Madrid, 03-12-12

METAMORFOSIS DEL CLAVEL
12

Se despertó una mañana.
Soy la yerba,
llena de agua.

Me llamo yerba. Si crezco,
puedo llamarme cabello.

Me llamo yerba. Si salto,
puedo ser rumor de árbol.

Si grito, puedo ser pájaro.
S
i vuelo...

(Hubo temblores de yerba
aquella noche en el cielo.)

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Entre el clavel y la espada


Madrid, 04-12-12

UN ROSTRO EN EL OTOÑO

La mujer del otoño llegaba a mi ventana
sumergiendo su rostro entre las vides,
reclinando sus hombros, sus vegetales hombros, en las nieblas,
buscando inútilmente su pecho resignado a nacer y morir entre
   dos sueños.

Desde un lejano cielo la aguardaban las lluvias,
aquellas que golpeaban duramente su dulce piel labrada por el duelo
   de una vieja estación,
sus ojos que nacían desde el llanto
o su pálida boca perdida para siempre, como en una plegaria que
   inconmovibles dioses acallaran.

Luego estaban los vientos adormeciendo el mundo entre sus manos,
repitiendo en sus mustios cabellos enlazados
la inacabable endecha de las hojas que caen;
y allá, bajo las frías coronas del invierno,
el cálido refugio de la tierra para su soledad, semejante a un presagio,
retornada a su estela como un ala.

Oh, vosotros, los inclementes ángeles del tiempo,
los que habitáis aún la lejanía
-ese olvido demasiado rebelde-;
vosotros, que lleváis a la sombra,
a sus marchitos ídolos, eternos todavía,
mi corazón hostil, abandonado:
no me podréis quitar esta pequeña vida entre dos sueños,
este cuerpo de lianas y de hojas que cae blandamente,
que se muere hacia adentro, como mueren las hierbas.

OLGA OROZCO
Argentina-1920
De "Desde lejos"


Madrid, 05-12-12

XVI

No invento para ti un miserable paraíso de momias de ratones,
tan ajeno a tus huesos como el fósil del último invierno en el
   desván;
ni absurdas metamorfosis, ni vanos espejeos de leyendas doradas.
Sé que preferirías ser tú misma,
esa protagonista de menudos sucesos archivados en dos o tres memorias
y en los anales azarosos del viento.

Pero tampoco puedo abandonarte a un mutilado calco de este mundo
donde estés esperándome, esperando,
junto a tus indefensas y ya sobrenaturales pertenencias
-un cuenco, un almohadón, una cesta y un plato-,
igual que una inmigrante que transporta en un fardo el fantasmal
   resumen del pasado.
Y qué cárcel tan pobre elegirías
si te quedaras ciega, plegada entre los bordes mezquinos de este libro
como una humilde flor, como un pálido signo que perdió su sentido.
¿No hay otro cielo allá para buscarte?
¿No hay acaso un lugar, una mágica estampa iluminada,
en esas fundaciones de papel transparente que erigieron los grandes,
ellos, los señores de la mirada larga y al trasluz,
Kipling, Mallarmé, Carroll, Eliot o Baudelaire,
para alojar a otras indescifrables criaturas como tú,
como tú prisioneras en el lazo de oscuros jeroglíficos que las ciñe a tu especie?
¿No hay una dulce abuela con manos de alhucema y mejillas de miel
bordando relicarios con aquellos escasos momentos de dicha que tuvimos,
arrancando malezas de un jardín donde se multiplica el desarraigo,
revolviendo en la olla donde vuelven a unirse las sustancias de la separación?
Te remito a ese amparo.
Pero reclamo para ti una silla en la feria de las tentaciones;
ningún trono de honor,
sino una simple silla a la intemperie para poder saltar hacia el amor:
esa gran aventura que hace rodar sus dados como abismos errantes.
El paraíso incierto y sin vivir.

OLGA OROZCO
Argentina-1920
De "Cantos a Berenice"


Madrid, 07-12-12

ELLA IBA DE PANA AZUL...

Ella iba de pana azul entre las manzanillas. Ella.
La mañana pesaba ya dulcemente.
¿De qué color la sombrilla contra el amor de Octubre?

Entre las manzanillas ella iba.
Entre la nieve ardiente ella iba.

¿En qué ligerísima penumbra sus labios florecían?

(Oh, sin la penumbra,
toda la abeja del aire,
toda, sobre sus labios...).

Entre las manzanillas ella iba.
La voz, la voz de niña, algo indecisa aún,
con pudor, con cierto pudor, de los pétalos ebrios... 

Esa edad de Jacinto, ay, y ese aire...
Entre las manzanillas ella iba toda de pana azul,
de un azul más grave que el del Domingo, azul, porque ya era
   el destino
de ojos a veces bajos o turbados... mi destino.
Mi destino... Y yo a su lado, ¿qué?
Ella iba de pana azul entre las manzanillas. Ella. 

JUAN L. ORTIZ
Argentina-1896
De “La mano infinita


Madrid, 10-12-12

COPLA 

      La copla quedó partida.
   No la pude concluir.
   Y era la copla mi vida.

(Morir, palabra dormida,
¡cómo te siento latir!)

      Bien templado el instrumento
   y a medio giro el cantar,
   llevóse la copla el viento

(¡vida, cantar soñoliento!),
y no la pude acabar.

DÁMASO ALONSO
España-1898
De “Oscura noticia”


Madrid, 11-12-12

CORAZÓN APRESURADO

(A Eusebio Oliver)

Ay, raudo corazón, cómo me hieres
con tu batán de mazas voladoras.
¿Qué torcedor, qué furias destructoras
mandan que hacia tu ruina te aceleres?

¿Es engaño, tal vez? ¿Es que tú quieres
densar mi vida, enriquecer mis horas?
No me darás más astros, más auroras,
no, más placer, por más veloz que fueres.

Mira que huyes del tiempo, cuando huyes.
Pediste plenitud: la muerte pides.
No el tiempo, sí mi tiempo condensabas.

Ay, ciego corazón, tú te destruyes
al medir; tú destruyes lo que mides.
Veloz, antes me acabas y te acabas.

DÁMASO ALONSO
España-1898
De “Oscura noticia”


Madrid, 12-12-12

CAMPO

La tarde está muriendo
como un hogar humilde que se apaga.

Allá, sobre los montes,
quedan algunas brasas.

Y ese árbol roto en el camino blanco
hace llorar de lástima.

¡Dos ramas en el tronco herido, y una
hoja marchita y negra en cada rama!

¿Lloras?... Entre los álamos de oro,
lejos, la sombra del amor te aguarda.

ANTONIO MACHADO
España-1875
De “Galerías”


Madrid, 13-12-12

A UN VIEJO Y DISTINGUIDO SEÑOR

Te he visto, por el parque ceniciento
que los poetas aman
para llorar, como una noble sombra
vagar, envuelto en tu levita larga.

El talante cortés, ha tantos años
compuesto de una fiesta en la antesala,
¡qué bien tus pobres huesos
ceremoniosos guardan!

Yo te he visto, aspirando distraído,
con el aliento que la tierra exhala
-hoy, tibia tarde en que las mustias hojas
húmedo viento arranca-,
del eucalipto verde
el frescor de las hojas perfumadas.
Y te he visto llevar la seca mano
a la perla que brilla en tu corbata.

ANTONIO MACHADO
España-1875
De “Galerías”


Madrid, 14-12-12 

V
IMAGEN ESPAÑOLA DE LA MUERTE

¡Ahí pasa! ¡Llamadla! ¡Es su costado!
¡Ahí pasa la muerte por Irún:
sus pasos de acordeón, su palabrota,
su metro del tejido que te dije,
su gramo de aquel peso que he callado ¡si son ellos!

¡Llamadla! ¡Daos prisa! Va buscándome en los rifles,
como que sabe bien dónde la venzo,
cuál es mi maña grande, mis leyes especiosas, mis códigos
   terribles.
¡Llamadla! Ella camina exactamente como un hombre,
   entre las fieras,
se apoya de aquel brazo que se enlaza a nuestros pies
cuando dormimos en los parapetos
y se para a las puertas elásticas del sueño.

¡Gritó! ¡Gritó! ¡Gritó su grito nato, sensorial!
Gritará de vergüenza, de ver cómo ha caído entre las plantas,
de ver cómo se aleja de las bestias,
de oír cómo decimos: ¡Es la muerte!
¡De herir nuestros más grandes intereses!

(Porque elabora su hígado la gota que te dije, camarada;
porque se come el alma del vecino)
¡Llamadla! Hay que seguirla
hasta el pie de los tanques enemigos,
que la muerte es un ser sido a la fuerza,
cuyo principio y fin llevo grabados
a la cabeza de mis ilusiones,
por mucho que ella corra el peligro corriente
que tú sabes
y que haga como que hace que me ignora.

¡Llamadla! No es un ser, muerte violenta,
sino, apenas, lacónico suceso;
más bien su modo tira, cuando ataca,
tira a tumulto simple, sin órbitas ni cánticos de dicha;
más bien tira su tiempo audaz, a céntimo impreciso
y sus sordos quilates, a déspotas aplausos.
Llamadla, que en llamándola con saña, con figuras,
se la ayuda a arrastrar sus tres rodillas,
como, a veces,
a veces duelen, pu
nzan fracciones enigmáticas, globales,
como, a veces, me palpo y no me siento.

¡Llamadla! ¡Daos prisa! Va buscándome,
con su cognac, su pómulo moral,
sus pasos de acordeón, su palabrota.
¡Llamadla! No hay que perderle el hilo en que la lloro.
De su olor para arriba, ¡ay de mi polvo, camarada!
De su pus para arriba, ¡ay de mi férula, teniente!
De su imán para abajo, ¡ay de mi tumba!

CESAR VALLEJO
Perú-1892
De “España, aparta de mí este cáliz”


Madrid, 17-12-12

CIUDAD BAJO LA LLUVIA

Mira cómo, desde este exilio de cemento,
se extiende la ciudad, a nuestras plantas.
De aquí partían los mercaderes rumbo a España.
Mira el humo en aquellas azoteas,
el resplandor del sol en los tinacos,
aquellas sucias fábricas a plomo.

Mira el papel que cae
desde un alto edificio:
pájaro que ablandara sus alas.

Encabritadas garras afilando,
águilas junto al cielo se desploman.

En este oscuro cuarto
un pedazo de historia se fabrica;
en aquel otro, un hombre sueña con mujer
pero en su lecho sólo la luna
abraza sus muslos y torso.

Huele la lluvia.
Mira cómo de la tierra ascien
de
ese pesado olor del protoplasma.
Mira caer cenizas, polvos y desgracias.
Mira cómo las lluvias obstruyeron
los albañales de los aledaños.
Mir
a cómo la lluvia cae sobre los pájaros
y cómo los hombres, trapos sacudidos,
oscilan por una ráfaga de viento,
a la luz de ese único relámpago.
Su rostro es una bronca blasfemia.
Mira cómo el cielo resplandece en mitad de la noche,
cómo las estrellas se desgañitan de luz.
Mira cómo esta mugre tierra estalla
y trastorna su sol que la corteja
y corre luego entre pezuñas de asnos.
Vé cómo abandona la tierra estos lugares
dejando a ciertos hombres sin su antípoda,
colgados de sus dientes, al vacío.

Y el cielo desploma su ceniza,
la facilidad de la muerte.

Es la ciudad de México
que anuncia su verano.

JAIME LABASTIDA
México-1939
De “La feroz alegría”


Madrid, 18-12-12

AL OLIVO LE CRECIÓ

Al olivo le creció
una rama
más alta que las demás.
Solo ella
con sus aceitunas nuevas
puede contemplar el valle.

Yo, sólo a ella.

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Canciones del Alto Valle del Aniene”


Madrid, 19-12-12

EN UNA SOCIEDAD JUSTA,
EL TRABAJO ES UN DON

2

Quiero que siempre llevéis a vuestro lado
la gubia, la garlopa, el martillo, la hoz,
esas frases que servirán hasta el final,
para limar las asperezas de la muerte.

Y, si alguien os preguntará para qué tanto,
para qué tanta pasión puesta en el trabajo,
vos
otros responderéis, con celeridad:
Para nada, trabajamos para vivir la vida,
trabajamos
para que en el humano mundo
haya señas de que nosotros estuvimos,
creando y trabajando,
tal vez, en este mundo,
que hicimos un trabajo para vivir,
para amar,
para congelar la propia mirada de la muerte,
hicimos un trabajo y escribimos un verso.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “La maestría y yo”


Madrid, 20-12-12

LA VIDA DEL POETA
VI

Si la vida ha de venir
que acontezca sublime,
fuera de todo registro.

VIVIR aunque nuestro destino
tenga la crueldad de las repeticiones.
VIVIR, porque vivir,
será lo diferente. 

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “La patria del poeta”


Madrid, 21-12-12

ABIERTO, YO ESTABA ABIERTO
Y TE LO DECÍA

Abierto, yo estaba abierto y te lo decía.
Sin precaución, sin extremos cuidados
te hablaba de mi ser, abierto naturalmente
como se habla del cielo o de la espuma.

Esas tardes de mares, de completos océanos
donde las grandes olas no hacían otra cosa
que estrellarse blandamente, caer sin fuerzas,
enamoradas, frente al vacío abierto de mi voz.

Un día, caprichosa, te arrojaste en mi interior
y tiraste del fondo de mi piel, empecinada,
para cerrar al mundo, el vértigo, mi belleza.

Te enloqueció mi manera de resistir, riendo,
jugando con las olas, alborozadas por mi amor.
Te dejamos toda la piel para seguir abiertos.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Al sur de Europa”


Selección de Poemas Editados
 

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