Madrid, 02-04-12

ELEGÍA DEL COLOR

Colores: habitad cual repentinos iris
en la sumida esencia
de los cuerpos
que lo abstracto en su íntima densidad aprisiona.
Distante de la vida tal vez un bosque existe,
que en su musgo atmosférico recuerde
la suavidad de la ternura humana.
Un bosque,
sí,
un bosque
de intransitivos árboles.

Apresurad allí vuestras estirpes.
La soledad de lo incorpóreo
con vuestro lúcido arrebol
dorad.

La desnudez de los espíritus
con vuestra leve desnudez
cubrid.
Color
azul
a la remota inflorescencia
de los opacos universos
dad.

Arded,
color.
Flotad.
Cual luz
fluid.

Despertad en los ojos de los muertos
yacentes como lánguidas llanuras
absortas en los mantos de la noche,
y cread la intangible primavera
del aire.
Cread la primavera del espacio
y existid
perpetuamente puros,
celestemente libres,
sin esa esclavitud de los otoños,
cuando las nubes huyen como angustiados pueblos;
cuando cambian espíritus y selvas
y agoniza el acónito en la sombra.

GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De “Los sueños corpóreos"


Madrid, 03-04-12

HABITACIÓN PARA HOMBRE SOLO

No puede ser un mar. La habitación para hombre solo

no puede ser un mar.
Sin embargo, detrás del cartelillo sucio que pregona
con letras ya lavadas por la lluvia: habitación para hombre solo;
y de las cortinillas pobres
colocadas con aparente felicidad
sobre cristales llenos de polvo
que el hombre solitario nombra la arena de mis playas,
existen pequeñas cosas, oceánicos atributos
que envidiaría el mar.

Por ejemplo: hay un faro, es decir, una luz, un candil intermitente.

Le sirve al hombre solo
para proyectar su cuerpo con vigor hacia su mar, es decir, a la sombra.
Y mesillas de cedro que de pronto se vuelven naves
y se van cuando la habitación para hombre solo
se abre en silencio
lentamente,
como esclusa
de asordinado mecanismo.

Escúchanse entonces súplicas:
¡Adiós!
¡Volved!
¡Llevadme con vosotros!
(De este nocturno puerto enclavado en la sombra,
¡cuántos seres y cosas para siempre se han ido!)
Quedan muchos otros objetos que también partirán algún día como barcas.

Por ejemplo: una silla vieja.
El hombre solitario dice
que es su sitio de comando en su mar, es decir, en la penumbra.
Y un lecho cuyas sábanas serán un día velas.
Un lecho casi siempre solo o con un hombre allí abandonado,
como se ven los náufragos sobre el planchón podrido.
Y muchas otras cosas que pudieran ser marítimas
y ahora están allí por los rincones húmedos,
esperando el instante en que el capitán, es decir, el huésped
de la habitación para hombre solo,
lance un profundo grito de horror y de fuerza: ¡Partamos!
Y se embarque en la sombra para siempre. ¿Hacia dónde? ¡Al misterio!

GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De “U.Z. llama al espacio"


Madrid, 04-04-12

ROTACIÓN DE LA SANGRE

La sangre de los muertos hortelanos
no es sangre sino fruta oscurecida.
Es níspero y naranja enriquecida
por azúcares hondos y tempranos.

Ellos duermen con tierra entre las manos.
Pero esa tierra es savia conocida:
aquella que les sirve de bebida
al podar los morenos avellanos.

Si el cáliz de madera que la guarda
se les vacía en el sepulcro, tarda
en volverse a llenar sólo un segundo.

Porque la dulce sangre de esos muertos,
circula de sus venas a los huertos,
vuelve a sus venas y retorna al mundo.

GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De “Hay piedras como lágrimas"


Madrid, 09-04-12

PRELUDIOS MARINOS

7

La lluvia desnudando apasionada y lenta
las enjoyadas sienes del árbol pensativo,
cala el suelo alfombrado y sus agujas leves
ahondan en la tierra los cristales del frío.

El alma es una sombra; la soledad, un velo
que esboza la irisada faceta de mis dudas.
¿El horizonte gris es acaso la escena
donde surge a diario la belleza desnuda?

Aguaje de luceros, diamantes de rocío.
Brilla el arco sin forma de una vaga esperanza.
El pastor de la espuma conduce su rebaño
hacia el perfil de concha que dibuja la playa.

ERNESTINA DE CHAMPOURCIN
España-1905
De "Ahora"


Madrid, 10-04-12

CROMOS VIVOS

A Juan Ramón Jiménez

8

Hoja blanca de hoy, de siempre, de mañana.
Frutal de cada día, semilla fecundada
por el rayo de luz o una gota de agua.
La vida fluye abajo, arrastrándose vana.
Encima de mi frente, los divinos fantasmas
del sueño verdadero, los éxtasis del alma...
cicatrices de oro, que mi pluma va abriendo
sobre la hoja blanca.

ERNESTINA DE CHAMPOURCIN
España-1905
De "Ahora"


Madrid, 11-04-12

LA VOZ EN EL VIENTO

¡Encaramada al viento!
Gritando hasta soltar
la rienda de mis voces...

Sin látigo ni espuela,
con la única fuerza
de este clamor lanzado
a cumbres inholladas,
con el apoyo efímero
de un soplo vagabundo
sin base, ni raíz.

Galoparé adherida
al filo de los tiempos
y colmará mi grito
vacíos insondados.

¡Erguida sobre el lomo
de todo lo inestable,
derrumbaré certezas
en nombre del azar!

ERNESTINA DE CHAMPOURCIN
España-1905
De "La voz en el viento"


Madrid, 12-04-12

ARCO IRIS

Fuiste rojo, verde, negro.
Sucesión multicolor
de sombras y de silencios.

Yo desplegué el abanico
de tus personalidades,
que tiñeron de arco iris
las cortinas de la tarde.

Múltiple cromo volcado
por ti, sigilosamente,
en el hueco de mis manos.

Fuiste duro, suave, eterno.
Variaciones de ti mismo
en la unidad de mis sueños.

ERNESTINA DE CHAMPOURCIN
España-1905
De "La voz en el viento"


Madrid, 13-04-12

CREACIÓN

Dibujé una rosa nueva
en el papel de tu alma.
¡Cómo temblaste al sentir
el roce de mis pinceles
sobre la hoja arrugada!

Muy despacio, fríamente,
incrustando en carne viva
el punzón de una mirada,
aboceté la estructura
de mis sueños en la página
que intentabas arrancar.

¡Rosa pura, forma anclada,
en la ribera flexible,
sin contornos, de tu alma!

ERNESTINA DE CHAMPOURCIN
España-1905
De "La voz en el viento"


Madrid, 16-04-12

FUERA DE FOCO

Sobreviene otro vuelco en la caída,
un sobresalto más en la sustancia donde delira el sol,
otro tumbo en la escena donde se desarrolla la derrota de los días
   contados;
algo que a tientas cruza por mi cuerpo
y lo traspasa y casi desaloja como un cambio de guardia.
Descorrida de mí, desatinada,
estoy sin toda yo, vaciando el centro, invadiendo un costado,
tan ajena al comienzo y al final como nadie,
apenas más asida a las últimas plumas del mundo que ninguna.
Es como si la muerte me ganara terreno
y antes de dar al otro el sitio donde estuve me encerrara hacia fuera.
En esta desplazada razón ya no hago pie.
Inmensa la tiniebla que me acoge y escurre para deshabitarme;
intransitable la lustrosa noche que me despeñará.
¿Dónde había memoria de unos ojos en los que confluía el universo,
de alguien que presidía estos dominios como estrella polar?
¿Dónde quedó la sombra de cuanto me encumbraba en mi sola
   persona,
de todo cuanto giraba alrededor?
Es inútil buscar. No acierto con mi visión ni atino con mi mano.
Tal vez justo en el medio de la improbable trama se borró mi lugar:
un alterado espacio que se va, que ya no me retiene.
Pero algo se resquebraja en mitad de mi espalda.
Siento que un ala negra se desprende.
¿Empezaré a caer hacia lo alto?

OLGA OROZCO
Argentina-1920
De "En el revés del cielo"


Madrid, 17-04-12

DÍA PARA NO ESTAR

Vete, día maldito;
guarda bajo tus párpados de yeso la mirada de lobo que me olvida
   mejor;
camina sobre mí con tu paso salvaje, simulando un desierto entre
   el hambre y la sed,
para que todos crean que no estoy,
que soy una señal de adiós sobre las piedras;
cierra de par en par, lejos de mí, tus fauces sin crueldad y sin
   misericordia,
como si fuera ya la invulnerable,
aquella que sin pena puede probarse ya los gestos de los otros;
y tiéndete a dormir, bajo la ciega lona de los siglos,
el sueño en que me arrojas desde ayer a la mañana:
esta escarcha que corre por mi cara.
Aun así, he de llegar contigo.
Aun así, has de resucitar conmigo entre los muertos.

OLGA OROZCO
Argentina-1920
De "Los juegos peligrosos"


Madrid, 18-04-12

MIS BESTIAS

   Me habitan, como organismos de otra especie, atrapadas en este
impalpable paraíso de mi leyenda negra.
   Respiran y palpitan, ¡sofocante asamblea!, con la codicia y la
voracidad de las flores carnívoras y esa profunda calma de los
monstruos marinos al acecho de algunos continentes tal vez a la
deriva, de unas hierbas tenaces que arrastren la creación.
   No las puedo pensar con estos ojos sin transformarme en bestiario
invisible, sin trocarme por ellas y abdicar.
   Sin embargo persisten, evidentes, como la idea fija engarzada en
tinieblas, que hace retroceder todas las lámparas y se bebe la luz.
   Y así mis bestias brillan, ¿para quién?, ¿para qué?, mientras
absorben lentas sus brebajes, solemnes, taciturnas, tenebrosas,
con ropones de obispo, de verdugo, de murciélago azul o de
peñasco que de pronto se convierte en molusco o en un tenso
tambor.

   Inflan sus fuelles, despliegan sus membranas, abren sus fauces
locas en bostezos y en carcajadas escarlatas entre los tapizados
que cierran en carne viva el extraño salón.
   Me aterran estos antros contráctiles, estas gárgolas en migratoria
comunión, estos feroces ídolos arrancados con vida de la hoguera
y encarnizados siempre en el trance final.
   Deliberan, conspiran, se traicionan estas vísceras mías, igual que
conjurados que intercambian consignas, poderes y malicias. ¿Y no
simulan fábricas, factorías del cielo, y hasta grandes colmenas que
elaboran narcóticos, venenos y elixires violentos, como miel?
   Lo que tengan que hacer que lo demoren. Porque hay una que
adelanta la hora y decreta la entrega y funda su reinado en la
consumación. Hay una cuya máscara es ópalo, o esponja o
tegumento y que tiene debajo la señal. ¡Y convive conmigo y
come de mi plato!

¡Qué tribunal tan negro en la trastienda de toda mi niñez
amedrentada por la caída de una pluma en el mero atardecer!
   ¿Y es esto una gran parte de lo que yo llamaba mi naturaleza
interior?

OLGA OROZCO
Argentina-1920
De "Museo salvaje"


Madrid, 19-04-12

DIÁLOGO EN LA TARDE

Señor, usted que pasa por mi puerta
todas las tardes silencioso y triste;
¡dígame qué es la soledad! Escucha
profundamente y lento me responde:
-¡Perdóneme, señor, pero lo ignoro!
Vaya usted a ese parque abandonado.
Una mujer se sienta en esa banca
inmensamente sola y dolorida.
¡Pregúnteselo usted, ella lo sabe!
-Sí, conozco ese parque y su tristeza.
Yo mismo le sembré sus araucarias.
-¡Buenas tardes, señora!Y la saludo
prosternando el sombrero humildemente.
¡Dígame qué es la soledad! Presiento
que en ella vive y con temor lo calla.
-¡Señor, lo ignoro! Y a sus ojos secos
no le asoma una lágrima siquiera.
-Pero vaya a esta casa. Y de sus manos
despréndese un papel agonizante.
-El hombre que la habita, así se nombra.
Mas vaya pronto porque sus ventanas
ya se van a cerrar. Él se lo dice.
-Y al último reflejo de la tarde
descubro con dolor sin amargura,
mi nombre y señas por su mano escritos.

GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia-1902
De “Labios nocturnos"


Madrid, 20-04-12

PLUMAS PARA UNAS ALAS

Un metro sesenta y cuatro de estatura sumergido en la piel
lo mismo que en un saco de obediencia y pavor.
Cautiva en esta piel,
cosida por un hilo sin nudo a esta ignorancia,
aferrada centímetro a centímetro a esta lisa envoltura que
   me protege a medias y por entero me delata,
siento la desnudez del animal,
el desabrido asombro del santo en el martirio,
la inexpresiva provocación al filo del cuchillo y al látigo del fuego.
No me sirve esta piel que apenas me contiene,
esta cáscara errante que me controla y me recuenta,
esta túnica avara cortada en lo invisible a la medida de mi muerte
   visible.
Apenas una pálida estría en la muralla:
la tensa cicatriz sobre la dentellada de la separación.
No puedo tocar fondo.
No consigo hacer piel dentro de esta membrana que me aparta
   de mí,
que me divide en dos y me vuelca al revés bajo las ruedas de los
   carros en llamas,
bajo espumas y labios y combates,
siempre a orillas del mundo, siempre a orillas del vértigo del alma.
No alcanza para lobo
y le falta también para cordero.
Y no obstante me escurro entre los dos bajo esta investidura del
   abismo,
invulnerable al golpe de mi sangre y a mi pira de huesos.
¿Quién apuesta su piel por esta piel ilesa e inconstante?
Nada para ganar.
Todo para perder en esta superficie donde sólo se inscriben los
   errores sobre la borra de los años.
Y ese color de enigma que termina en pregunta,
esa urdimbre cerrada donde cruzan sus hilos la permanencia y la
   mudanza,
esa simulación de mansedumbre alrededor de un cuerpo irremediable,
ese aspecto de falso testimonio con que encubre, bajo la misma lona,
   el fantasma de ayer y el de mañana,
ese tacto como una chispa al sol, o un puñado de vidrios, o un
   huracán de mariposas,
¿a imagen de quién son?
¿A semejanza de qué dios migratorio fui arrancada y envuelta en esta
   piel que exhala la nostalgia?
Una mutilación de nubes y de plumas hacia la piel del cielo.

OLGA OROZCO
Argentina-1920
De "Museo salvaje"


Madrid, 23-04-12

COMPORTAMIENTO DE GUITARRAS

En países guardados como el mío
hay un comportamiento de guitarras.
Reinan por toda la extensión del aire
con más autoridad que las campanas,
y también, en terrestre delincuencia,
a veces roban brío de fogatas.

Hay guitarras que imitan al oscuro
y otras mejores que ejecutan agua,
y las que lo madrugan al silencio
en estremecedoras circunstancias,
y están las que persiguen a los hombres
con una habilidad llena de lástima.

No sé qué dicen otras cuando hay luna
y nuestro territorio es la desgracia.
Sólo comprendo misteriosamente
que a un pobre cuerpo le regresa el alma,
y que entre espigas que se caen de mudas
tanta solicitud nos hace falta.

Cuando la intimidad es argentina
suele reconocerse por guitarras.
Unas solitas, otras con arrimo
de un latido fatal llamado caja,
donde la muerte tiene domicilio
en machacados huesos de vidalas.

No sé qué poderío submarino,
algo como noticias de las algas,
o informes sobre lluvias que suceden
bajo la tierra, sumergidas causas
y brujerías y disposiciones,
todo lo comunican y traspasan.

Y entonces nos quedemos a vivir
-si Dios nos presta sangre y esperanza-
a la sombra de tanto desconsuelo,
pero con la memoria acompañada
para siempre quizás por el origen
de lentas humanísimas guitarras.

MARÍA ELENA WALSH
Argentina-1930
De “Hecho a mano”


Madrid, 24-04-12

1910
(Intermedio)

Aquellos ojos míos de mil novecientos diez
no vieron enterrar a los muertos
ni la feria de ceniza del que llora por la madrugada
ni el corazón que tiembla arrinconado como un caballito de
mar.

Aquellos ojos míos de mil novecientos diez
vieron la blanca pared donde orinaban las niñas,
el hocico del toro, la seta venenosa
y una luna incomprensible que iluminaba por los rincones
los pedazos de limón seco bajo el negro duro de las botellas.

Aquellos ojos míos en el cuello de la jaca,
en el seno traspasado de Santa Rosa dormida,
en los tejados del amor con gemidos y frescas manos,
en un jardín donde los gatos se comían a las ranas.

Desván donde el polvo viejo congrega estatuas y musgos.
Cajas que guardan silencios de cangrejos devorados.
En el sitio donde el sueño tropezaba con su realidad.
Allí mis pequeños ojos.

No preguntarme nada. He visto que las cosas
cuando buscan su pulso encuentran su vacío.
Hay un dolor de huecos por el aire sin gente
y en mis ojos criaturas vestidas ¡sin desnudo!

FEDERICO GARCÍA LORCA
España-1898
De “Poeta en Nueva York”


Madrid, 25-04-12

CUMPLIENDO EL TRABAJO

Toda la tierra, sí.
La tierra desnuda y agria
hemos de remover tú y yo, orugas ciegas
del resplandor de Dios.
¡Cuántos años sin fin ante nosotros!
Y la abriremos para vida,
y la abriremos para muerte... Sobre ella
vivos desnudamente hemos de amarnos.
Bajo mi espalda, ¡qué multitud de guijos
se hincan a la carne que me siembras!

Uncidos sin reposo, dos brutos que se esfuerzan
en roturar lo yermo para que siga al hombre
con un gemir de flores que romperán en frutas.
Toda hemos de ararla, toda,
y han de caber las tumbas
entre barbechos negros y predios resonantes.

Me duelen los ijares, mi rostro está reseco.

¡Aquella mi cintura que tú cogiste en vuelo
rechina al ser doblada para poner simiente
en donde tú desgarras el polvo amigo y fin!
Mis senos aún levantan sus sedes a tu boca,
pero padecen ansia cuando rebosan zumo
y el hijo espera hallarlo después que yo he arado
contigo el mundo entero; el mundo inacabable.

¡Oh siglos de labranza, hombre que empiezas
llevándome a tu lado para secar tu frente!
¡Oh maldita de Dios yo: tu oscura hembra
ha de parirte tumbas, los impuros manzanos!

 

CARMEN CONDE
España-1907
De “Mujer sin edén”


Madrid, 26-04-12

ÁRBOL

Me detuve en la sombra transparente
que cielos pastorales derramaban.
La soledad hería el horizonte
para extenderse más ilimitada.

Huyó mi voz de todos sus espejos
y renaciendo en floración atávica
dijo con el lenguaje del silencio
lo que decir no pueden las palabras.

Un ritmo vertical buscó mi sangre,
su calidad de lastimada savia,
mientras como una firme enredadera
la tierra a mi dolor se encadenaba.

En ferviente espiral se desvelaron
mis manos en sazón, mis manos ávidas,
y al encontrar el límite del viento
frustráronse implorante como ramas.

Encendida de cantos fue mi sombra,
herida en un incendio de bonanza.
Conoció la dulzura de la tierra
y la inmovilidad de la distancia.

Desde la linde diáfana del aire
multiplicados cielos me reclaman.
Y mi desolación arborecida
busca alcanzarles un montón de llamas.

MARÍA ELENA WALSH
Argentina-1930
De “Otoño imperdonable”


Madrid, 27-04-12

LA CRISIS

Viene la crisis
ojo
guardabajo
un pan te costará como tres panes
tres panes costarán como tres hijos
y qué barbaridad
todos iremos
a las nubes en busca de un profeta
que nos hable de paz
como quien lava.
 

Viene la crisis
ojo
quizá te esté subiendo
por la manga
quizá la tengas
ahora
enroscada sin más en el pescuezo
o esté votando con tu credencial
o comprando tu fe con tu dinero.
 

Oh cuánto cuánto
costará el escrúpulo
y la vergüenza buena
la importada
la que no encoge a la primera lluvia
la vergüenza de nylon
ciemporciento.

 

Oh cuánto cuánto
costará el amor
en la noche sin dólares ni luna
con los perros afónicos
y el sueño
firmando los conformes con rocío.

 

Oh cuánto cuánto
costará la muerte
ahora que no hay divisas
ni perdón
y no hay repuestos para la conciencia
ni ganas de morir
ni afán
ni nada.

 

Viene la crisis
ojo
guardabajo
no habrá vino ni azúcar ni zapatos
ni quinielas ni sol ni Dios ni abrigo
ni diputados ni estupefacientes
ni manteca ni fruta ni rameras.

 

Viene la crisis
Ojo.
Guardarriba.

 

MARIO BENEDETTI
Uruguay-1920


Madrid, 30-04-12

ARENGA

¡A las almas!
¡¡Alto!!
He dicho a las almas
no a las armas.
Al enemigo hay que curarlo,
no eliminarlo.
Asesino asesinado no vale,
-sigue siendo enemigo-.

No sus cuerpos muertos,
nos interesan sus almas vivas.

¡A las almas!
No hay que vencerlos
ni convencerles,
hay que hacerlos amigos.
Y recordad que nosotros también para ellos
somos enemigos.

GLORIA FUERTES
España-1917
De “Mujer de verso en pecho


Selección de Poemas Editados
 

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