Lejos,
de corazón en corazón,
más allá de la copa de niebla que me aspira desde el fondo
del vértigo,
siento el redoble con que me convocan a la tierra de nadie.
(¿Quién se levanta en mí?
¿Quién se alza del sitial de su agonía, de su estera de zarzas,
y camina con la memoria de mi pie?)
Dejo mi cuerpo a solas igual que una armadura de intemperie
hacia adentro
y depongo mi nombre como un arma que solamente hiere.
(¿Dónde salgo a mi encuentro
con el arrobamiento de la luna contra el cristal de todos los
albergues?)
Abro con otras manos la entrada del sendero que no sé adónde
da y avanzo con la noche de los desconocidos.
(¿Dónde llevaba el día mi señal,
pálida en su aislamiento,
la huella de una insignia que mi pobre victoria arrebataba
al tiempo?)
Miro desde
otros ojos esta pared de brumas
en donde cada uno ha marcado con sangre el jeroglífico de
su soledad,
y suelta sus amarras y se va en un adiós de velero fantasma
hacia el naufragio.
(¿No había en otra parte, lejos, en otro tiempo,
una tierra extranjera,
una raza de todos menos uno, que se llamó la raza de los otros,
un lenguaje de ciegos que ascendía en zumbidos y en burbujas
hasta la sorda noche?).
Desde adentro de todos no hay una sola efigie que fue inscripta
en el revés del alma;
desde adentro de todos cada historia sucede en todas partes:
no hay muerte que no mate,
no hay nacimiento ajeno ni amor deshabitado.
(¿No éramos el rehén de una caída,
una lluvia de piedras desprendida del cielo,
un reguero de insectos tratando de cruzar la hoguera del astigo?)
Cualquier hombre es la versión en sombras de un Gran Rey
herido en su costado.
Despierto en
cada sueño con el sueño con que Alguien
sueña el mundo.
Es víspera de Dios.
Está uniendo en nosotros sus pedazos.
OLGA OROZCO
Argentina-1920
CATECISMO ANIMAL
Somos duros fragmentos arrancados del reverso del
cielo,
trozos como cascotes insolubles
vueltos hacia este muro donde se inscribe el vuelo de la realidad,
la mordedura blanca del destierro hasta el escalofrío.
Suspendidos en medio del derrumbe por obra del error,
enfrentamos de pie las inclemencias, la miserable condición del rehén,
expuestos del costado que se desgasta al roce de la arena y al golpe del azar,
bajo el precario sol que quizás hoy se apague, que no salga mañana.
No tenemos ni marca de predestinación ni vestigios de las primeras luces;
ni siquiera sabemos qué soplo nos expulsa y nos aspira.
Apenas si el sabor de la sed, si la manera de traspasar la niebla,
si esta vertiginosa sustancia en busca de salida,
hablan de alguna parte donde las mutiladas visiones se completan,
donde se cumple Dios.
Ah, descubrir la imagen oculta e impensable del reflejo,
la palabra secreta, el bien perdido,
la otra mitad que siempre fue una nube inalcanzable desde la soledad
y es toda la belleza que nos ciñe en su trama y nos rehace,
una mirada eterna como un lago para sumergir el amor en su versión insomne,
en su asombro dorado.
Pero no hay quien divise el centelleo de una sola fisura para poder pasar.
Nunca con esta vida que no alcanza para ir y volver,
que reduce las horas y oscila contra el viento,
que se retrae y vibra como llama aterida cuando asoma la muerte.
Él quedará incrustado en este muro.
Él será más opaco que un pedrusco roído por la lluvia hasta el juicio final.
¿Y servirá este cuerpo más allá para sobrevivir,
el inepto monarca, el destronado, el frágil desertor obligatorio,
rescatado otra vez desde su nadie, desde las entrañas de un escorial de brumas?
¿O será simplemente como escombro que se arroja y se olvida?
No, este cuerpo no puede ser tan sólo para entrar y salir.
Yo reclamo los ojos que guardaron el Etna bajo las ascuas de otros ojos;
pido por esta piel con la que caigo al fondo de cada precipicio;
abogo por las manos que buscaron, por los pies que perdieron;
apelo hasta por el luto de mi sangre y el hielo de mis huesos.
Aunque no haya descanso, ni permanencia, ni sabiduría,
defiendo mi lugar:
esta humilde morada donde el alma insondable se repliega,
donde inmola sus sombras
y se va.
OLGA OROZCO
Argentina-1920
De “En el revés del cielo”
Los besos se me han vuelto telarañas,
la casa se ha venido abajo,
se derrumba;
ya está rota
aunque tiembla entre gajos y vitrales.
Abierta como madre
la aluden los crepúsculos;
es un desierto borrado por mis pies
que no siguen a nadie.
He claveteado estas persianas
para que no examinen la agonía,
el polvo es mi señor.
Sepultada
por gatos y papeles
jamás sospecharán que vivo.
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1924
De “Calzada de Tirry 81”
LA RUEDA DE LAS COSAS
La rueda de las cosas en la luz y en la noche,
giran muebles, herramientas, utensilios de la
intemperie,
crujen, rechinan, su catálogo vasto como el mar,
el fantasma con sartenes y cacerolas retumba en
la cocina,
destapa una botella altísima, alinea las copas,
paraguas, zapatos, libros, guitarras y vestidos
llegados desde las cavernas, mortajas, collares,
objetos que han perdido la razón,
golpean en en pecho, en el flanco del viento y el
relámpago,
demente presencia de objetos a la orilla del hombre,
en torno al misterioso foco de existir,
presas de la cacería, llenos de tentaciones,
espléndidos y míseros regalos de los dioses,
el antiguo Cristo con misericordia
reparte la vajilla y el milagro, reparte los cubiertos,
vincula su sangre con una jarra bendita.
Cada cual con sus cosas,
su patrimonio de infinitas materias,
loza, madera, cristal, acero, humo.
Al Faraón le dejan el servicio de la muerte,
sus pertenencias, frascos de perfume, diademas.
Tantas cosas en torno a nuestros pasos
mientras avanzamos por el camino de tierra a lo
largo de los cafetales.
ENRIQUE MOLINA
Argentina-1910
De “Hacia una isla incierta”
NO SÉ CÓMO DIABLOS TE INSULTA
LA AMAPOLA
No sé cómo
diablos te insulta la amapola,
cómo palpita el tiburón donde te mueres.
Es posible secarse
y estar vivo en una célula terrible.
Parpadea,
camina, fulge,
amenaza la música del día.
Siempre que cruzas rige la semilla,
va el mar con todo un parlamento mudo,
te estrellas contra mármoles
en el minuto que pare la ternura.
Ya no puedo cantarte:
está mi gente
-pues soy del que más sufre,
de los rebeldes maniatados-
y se me va la tinta haciendo guerra.
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1924
De “Desaparece el polvo”
Después de
este desorden impuesto, de esta prisa,
de esta urgente gramática necesaria en que vivo,
vuelva a mí toda virgen la palabra precisa,
virgen el verbo exacto con el justo adjetivo.
Que cuando
califique de verde al monte, al prado,
repitiéndole al cielo su azul como a la mar,
mi corazón se sienta recién inaugurado
y mi lengua el inédito asombro de crear.
RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Entre el clavel y la espada”
ORIENTAL
Dueña de la negra toca, la del morado monjil: por un beso de tu boca diera a Granada Boabdil. Diera la lanza mejor del Zenete más bizarro, y con su fresco verdor, toda una orilla del Darro. Diera las fiestas de toros, y si fueran en sus manos, con las zambras de los moros, el valor de los cristianos. Diera alfombras orientales, y armaduras y pebetes, y diera... ¡que tanto vales!, hasta cuarenta jinetes. Porque tus ojos son bellos, porque la luz de la aurora sube al oriente desde ellos, y el mundo su lumbre dora. Tus labios son de rubí, partido por gala en dos... Lo arrancaron para ti de la corona de un dios. De tus labios, la sonrisa; la paz de tu lengua mana... leve, aérea, como brisa de purpurina mañana. ¡Oh, qué hermosa nazarena para un harem oriental, suelta la negra melena sobre el cuello de cristal. En lecho de terciopelo, entre una nube de aroma, y envuelta en el blanco velo de las hijas de Mahoma! Ven a Córdoba, cristiana; sultana serás allí, y el sultán será, ¡oh sultana!, un esclavo para ti. Te dará tanta riqueza, tanta gala tunecina, que has de juzgar tu belleza para pagarla mezquina. Dueña de la negra toca: por un beso de tu boca diera un reino Boabdil, y yo por ello, cristiana, te diera de buena gana mil cielos si fueran mil.
Ande yo caliente
Y ríase la gente
Traten otros del gobierno
Del mundo y sus Monarquías,
Mientras gobiernan mis días
Mantequillas y pan tierno,
Y las mañanas de invierno
Naranjada y aguardiente,
Y ríase la gente.
Coma en dorada
vajilla
El príncipe mil cuidados
Como píldoras dorado;
Que yo en mi pobre mesilla
Quiero más una morcilla
Que en asador reviente,
Y ríase la gente.
Cuando cubra las
montañas
De plata y nieve el enero
Tenga yo lleno el brasero
De bellotas y castañas,
Y quien las dulces patrañas
Del rey que rabió me cuente,
Y ríase la gente.
Busque muy en
hora buena
El mercader nuevos soles;
Yo conchas y caracoles
Entre la menuda arena
Escuchando a filomena
Sobre el chopo de la fuente,
Y ríase la gente.
Pase a media
noche el mar,
Y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama;
Que yo más quiero pasar
De Yépes a Madrigar
La regalada corriente,
Y ríase la gente.
Pues amor es tan
cruel
Que de Píramo y su amada
Hace tálamo una espada,
Do se juntan ella y él
Sea mi Tisbe un pastel,
Y la espada sea mi diente,
Y ríase la gente.
LUIS DE GÓNGORA
España-1561
HISTORIA DE UNA IMAGEN
SEGLAR Y NO SEGLAR
Roma muere en las torres y campanas.
Torres, campanas, pan y vino.
La tierra de las torres
Desciende en las campanas.
Y la muerte golpeará a las estrellas
En la vejez del Tíber y de Roma
Roma muere en el pan,
Roma muere en el vino.
Roma muere en las torres y campanas.
JACOBO FIJMAN
Poeta argentino nacido en
[Rusia-1898]
De “Poemas dispersos”
Los segundos
vividos
fijados por la muerte,
serían necesarios
para que entre las sábanas
dulces de las alcobas estivales naciera
de nuevo ese concierto de amor,
ese refugio íntimo
que fluye siempre de la noche.
RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Canciones del Alto Valle del Aniene”
En la
bóveda de las espadas se mira el corazón verde fronda
de las sombras.
Bruñidos están los aceros: ¿quién no se demoraría ante espejos
en la muerte?
También se sirve aquí en jarros la melancolía viva:
afrutada sube oscureciendo, antes de que beban, como si no
fuera agua,
como si fuera una margarita aquí, a la que se pregunta por amor
más oscuro,
por cabecera más negra para el lecho, por cabello más pesado...
Pero aquí sólo se teme por el destello del hierro
y si centellea aquí aún algo, que sea una espada.
Sólo vaciamos el jarro de la mesa porque nos obsequian espejos:
¡rómpase uno en pedazos, donde seamos verdes como fronda!
PAUL CELAN
Rumania-1920
De "Amapola y memoria"
No busques en
mis labios tu boca,
ni ante la puerta al forastero,
ni en el ojo la lágrima.
Siete noches
más alto lo rojo va a lo rojo,
siete corazones más hondo golpea la mano en la puerta,
siete rosas más tarde murmura el manantial.
PAUL CELAN
Rumania-1920
De "Amapola y memoria"
Cuando llega
la callada y decapita los tulipanes,
¿quién gana?
¿quién pierde?
¿quién va a la ventana?
¿quién dice primero su nombre?
Es uno que
lleva mi pelo.
Lo lleva como se llevan muertos en las manos.
Lo lleva como el cielo llevó mi pelo en el año en que amé.
Lo lleva así por ostentación.
Él gana.
Él no pierde.
Él no va a la ventana.
Él no dice su nombre.
Es uno que
tiene mis-ojos.
Los tiene desde que se cierran las puertas.
Los lleva en el dedo como anillos.
Los lleva como añicos de placer y zafiro:
ya era mi hermano en el otoño;
ya cuenta los días y las noches.
Él gana.
Él no pierde.
Él no va a la ventana.
Él dice el último su nombre.
Es uno que
tiene lo que he dicho.
Lo lleva bajo el brazo como un fardo.
Lo lleva como el reloj su peor hora.
Lo lleva de umbral en umbral, no lo tira.
Él no gana.
Él pierde.
Él va a la ventana.
Él dice primero su nombre.
Lo decapitan con los tulipanes.
PAUL CELAN
Rumania-1920
De "Amapola y memoria"
Hay una hora que convierte al polvo en tu compañero,
tu casa de París en ofertorio de tus manos,
tu ojo negro en el ojo más negro.
Hay una granja, ahí se para un tiro de caballos para
tu corazón,
tu pelo quisiera ondear cuando viajas –le está prohibido.
Los que se quedan y agitan el brazo no lo saben.
PAUL CELAN
Rumania-1920
De "Amapola y memoria"
DEL PENSAMIENTO EN UN JARDÍN
No estás, no,
prisionero, aunque te oprima
la madreselva en flor, deliberada,
con el clavel que te defiende a esgrima
del gladiolo que te embiste a espada.
Tan húmedos y
opuestos veladores,
hoy dan jardín al pensamiento errante,
tendiéndole ya cama o ya escalera,
para que estalle pensamiento flores
o suba pensamiento enredadera.
Trepe el mío,
regado y verdeante,
por el sol del destierro y de la espera.
RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Entre el clavel y la espada”
“...ca
echados somos de tierra,
mas a grand ondra tornaremos a Castiella.”
Se volverá el mar de tierra.
Ese mar que
fue mar,
¿por qué se seca?
Se harán llanuras las olas.
Ese mar que
fue mar,
¿por qué abre sendas?
Se irán alzando ventanas.
Ese mar que
fue mar,
¿por qué se alegra?
Darán portazos las puertas.
Ese mar que
fue mar,
¿por qué resuena?
Se irán abriendo jardines.
Ese mar que
fue mar,
¿por qué verdea?
El mar, que
tiene otra orilla,
también la ha vuelto de tierra.
Ese mar que
fue mar,
¿para quién siembra banderas?
“Sonando van sus nuevas todas a todas partes...”
“Siempre vos serviremos como leales vasallos...”
(Todos los
versos entrecomillados son
del “Cantar de Mío Cid”)
RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Entre el clavel y la espada”
Verdece alas,
pensamiento
y sube, albo, al paraíso,
ya que el alerce y el aliso
desmantelaron, con derramamiento
de pura sangre lila, ayer, su nieve.
Sólo existe un azul.
(No hagas la
rueda, firmamento.)
El tarco es quien lo llueve,
quien lo cuelga en su rama,
si no perdido, en lejanía.
Guadarrama.
¡Azul, azul del Guadarrama,
más azulado en la Fuenfría!
Otra vez con
mis muertos.
¿Quién me puebla el recuerdo de ruinas?
¿Será ya escombros, muro derribado,
basural de gallinas,
escoria barredera
el pensamiento desterrado,
el pensamiento flor o enredadera?
Aunque le
duela el álamo, está vivo,
como no estaban, no, no estaban muertos
mis muertos. Que lo diga,
duro, en su lengua ese amargor a olivo,
y en los ojos abiertos, bien abiertos,
esa luz, mar de fe, que lo mitiga.
Sé mi
ejemplo, ligustro persistente;
planta vivaz, continua flor, rizoma
y siempreviva y siempreverde fuente.
Como mi patria: sol y aroma.
RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Entre el clavel y la espada”
Dura es la
tierra y, obstinadamente,
dura la piel del tiempo que pisamos;
duro lo que trasluzca así la frente,
dura la
sangre bajo la corteza
del corazón; así, lo que soñamos:
duro lo incierto y dura la certeza.
Hace su
aparición en mí la azada,
por su propio, espontáneo movimiento,
no por mi impuesta soledad llamada.
Ya que me
tienes, rompe, hiende, corta
las raíces, descuaja el fundamento,
¡y a enterrar, a enterrar, que es lo que importa!
¡A enterrar!
Lluvias frescas al olvido.
No puede ser el hombre una elegía
ni hacer del sol un astro fallecido.
Aunque le
haga crujir y desvencije
los desterrados huesos la agonía
que su claro pretérito le inflige,
también la
azada al enterrar incluye,
en momentánea asfixia rehogando,
el duro son para el laurel que huye.
¡Cavar, cavar, y verdecer cavando!
RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Entre el clavel y la espada”
¿CÓMO?
¿Cómo? ¿Qué qué cosa sucede de nuevo en esta noche? Puedo decirlo a los zapatos boquiabiertos sobre la estera, al pantalón vacío sobre la silla, al tablero donde acampan ringleras de lápices, montañas de colores, papeles pintarrajeados... No les asombrará. Todo lo que me rodea en este momento está cansado de saberlo. Nada se inmuta ya, nadie. Y hasta yo mismo me podré dormir sin sorprenderme de que ya nada me pueda sorprender: en aquel país la policía sorprendió una reunión de cuarenta personas, de las cuales nueve fueron muertas a tiros por oponer resistencia; en aquel otro, un grupo de generales derrocó al gobierno democrático en nombre de la democracia; y en aquel de más allá un cónsul fue raptado y después de partido en cien pedazos devuelto a sus familiares...
Buenas noches. (¿Buenas?)
RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Canciones del Alto Valle del Aniene”