Madrid, 01-03-10 

A SU YACER CABEZA ABAJO
II 

Allí donde una lengua innumerable
dejó sin aliento la habitación de ellos con un gemido masculino
su confianza alrededor de ella voló deshecha
y la oscuridad colgaba de las paredes con cestos de serpientes,
una caldera-nariz columna-miembro
super-o-casi hombre
pareciéndose al embotado sentido de ella
el ladrón de la adolescencia,
anticipado imaginario medio recordado
oceánico amante solo
celos que no puede olvidar a causa de ella,
hizo su mala cama en la buena
noche de ella y disfrutó cuanto él pudo.
Llorando, en traje blanco, desde el centro del escenario
   iluminado por la luna
fuera de la hilera superpuesta y la marea oída,
cercana y lejana ella anunció el robo del corazón
en el cuerpo tomado a muchas edades,
intrusa y rota novia
celebrando a su lado
todos los asedios sangre-seña y matrimonios desaparecidos
   en los cuales él no tuvo agradable parte
ni pudo compartir, por su orgullo, hasta el mínimo
murmullo y nauseabundo batir de alas de la solemne noche de bodas
sus sagradas profanas horas con la siempre bestia anónima.

 

DYLAN THOMAS
(Gran Bretaña-1914)
De “Muertes y entradas”


Madrid, 02-03-10 

A SU YACER CABEZA ABAJO
II
I

Dos granos de arena juntos en una cama.
Cabeza al cielo-rodeando cabeza
tendidos por separado en la vasta costa total,
la envoltura mar su anochecer de no nombres;
y fuera de cada abovedada y tierra-basada concha
una voz en cadena declama
la femenina, mortífera, y masculina
libidinosa traición,
disolviéndose dorada bajo el velo del agua.
Una ella pájaro durmiendo sobre sus quebradizas
alas amantes que doblan el vuelo del mañana,
dentro del anidado tronco horca
canta al halcón que pisa
carroña, paraíso, gorjeos para mi brillante yema.
Una brizna de hierba larga por el prado,
una piedra yace perdida y encerrada en la alondra-alto cerro.
Abierta como el aire a la desnuda sombra
o tendida sola y tranquila,
inocente entre dos guerras,
con el incestuoso hermano secreto en el segundo de perpetuar las estrellas,
un hombre rompe a llorar en la única noche.
Y los prometedores segundos, los graves, los enemigos desde las profunda
olvidada oscuridad, descansan su pulso y entierran sus muertos en su desleal sueño. 

DYLAN THOMAS
(Gran Bretaña-1914)
De “Muertes y entradas”


Madrid, 03-03-10 

UN LUGAR 

Las casas estaban cerradas
Con turbios vidrios de naufragio
Disueltas en vagas lagunas
Como el invierno en su letargo 

¿Qué triste gaviota abandona
su esqueleto sobre el tejado...?
A veces pasa alguna pluma
Una vieja araña un relámpago 

Casas saqueadas por la costa
Con sus cuartos asesinados
En cada espejo hay un fantasma
Con el índice sobre los labios 

Casas lagartos en la arena
Casas ausencia que suspira
Casas sin médula ni ropa
Entre la sal de la deriva 

De lo desierto de su sueño
Nacen personas que no existen
Muebles hambrientos como hienas
Con la mirada de la esfinge 

Aquí hubo un niño de las lluvias
con su remoto testimonio
ladrón del fuego de los pájaros
ácido cruel como el insomnio 

Casas que ofrecen a la sed
Una copa llena de hormigas
Un café frío como un muerto
La negra huella de una huida 

Un olor de faro mendigo
Extiende la mano vacía
La escalera crece sin fin
Se hunde en el polvo de otros días 

Casas más duras que las piedras
Con el desierto hasta los ojos
Casas soldadas como féretros
Por el plomo de lo remoto

ENRIQUE MOLINA
Argentina-1910
De “Fuego libre


Madrid, 04-03-10 

DIBUJOS EN LA NIEBLA 

Con frecuencia la niebla,
con sus goteantes hilos y su unánime sonido marítimo,
brotando de sordos manantiales, de lúgubres sirenas,
llegaba hasta el cálido interior,
a la pequeña cucharilla de té;
sorbiendo con desmayo la luz de los rincones apacibles,
como un mojado incendio donde todo se pierde con
   escamas efímeras. 

¿Quién olvida un entierro por los campos,
atravesando túmulos de lechosas magnolias...?
¿Quién olvida el disuelto país, con nidos húmedos
   en los faroles,
con las veletas rotas, con ausentes gentecillas
   muertas conversando en las calles;
el delgado país que se ve entre la niebla, desde la alta
ventana, o que quizá nunca se ha visto? 

Y después, ciertos gestos con que cansadas niñas se licuan.
Cierto inerte abandono en las manos...

Es esa intimidad apenas vulnerable, e indecible, sin duda.
Un sabor submarino en la boca; y en efecto,
el corazón demasiado próximo. Sí, demasiada dulzura...
Tanta música ahogada,
tanto gris silencioso en la desnuda, profunda cavidad
   del cielo...  

ENRIQUE MOLINA
Argentina-1910
De “Las cosas y el delirio


Madrid, 05-03-10 

SE ABREN Y SE CIERRAN

 

12 de septiembre de 1976, Madrid

 

Se abren y se cierran
las puertas que ocultan los más bellos tesoros.
Se abren y se cierran en vaivén.
Y sin embargo sé
                         que ni muerte, ni locura
atraparán mis manos en ese sortilegio.

 

El poeta escribe, el poeta se desvive por escribir.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De "Salto mortal"


 

Madrid, 8-03-10 

PACIENCIA EN LAS ADVERSIDADES 

Nada te turbe,
nada te espante;
todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene
nada le falta.
Sólo Dios basta. 

SANTA TERESA DE JESÚS
España-1515
De "Poesías lírico-místicas"


Madrid, 9-03-10 

DISCIPLINA ANTIGUA 

Los borrachos no saben hablar a las mujeres
y se han dispersado: nadie les quiere.
Van despacio por la calle, la calle y los faroles
no tienen fin. Alguno da paseos más largos:
pero nada hay que temer, al día siguiente regresan a casa. 

El borracho que se dispersa se imagina con mujeres
-los faroles son siempre los mismos y las mujeres, por la noche,
son siempre las mismas-: ninguna le escucha.
El borracho argumenta y las mujeres no quieren.
Estas mujeres que ríen son el tema de su plática:
¿por qué ríen tanto las mujeres o gritan, si lloran?
El borracho quisiera una mujer borracha
que escuchase sumisa. Pero éstas le ensordecen
”para tener un hijo, debes pasar por nosotras.” 

El borracho se abraza a un compañero borracho,
que esta noche es su hijo, no nacido de aquéllas,
¿Cómo una mujercita que llora y chilla
podría hacerle un hijo compañero? Si el otro está ebrio,
en su andar bamboleante ni se acuerda de las mujeres
y los dos avanzan en paz. El hijito que importa
no ha nacido de mujer –también él
sería una mujer. Él anda con el padre y discute:
los faroles le duran toda la noche. 

CESARE PAVESE
Italia-1908
De “Trabajar cansa”


Madrid, 10-03-10

DISCIPLINA 

Los trabajos comienzan al alba. Pero nosotros empezamos
un poco antes del alba a encontrarnos a nosotros mismos
en la gente que va por la calle. Cada cual recuerda
que está solo y tiene sueño, al descubrir los infrecuentes
transeúntes –sumido cada cual en su propio delirio,
pues no ignora que, al alba, abrirá los ojos de par en par.
Cuando llega la mañana, nos encuentra admirados
contemplando el trabajo que entonces se inicia.
Mas no estamos ya solos y ya nadie tiene sueño
y pensamos con calma los pensamientos del día
hasta acabar sonriendo. Cuando retorna el sol,
ya estamos convencidos. Pero, a veces, un pensamiento
menos claro –una sonrisa de mofa- nos sorprende
inesperadamente
y volvemos a mirarlo todo como antes de amanecer.
La clara ciudad presencia los trabajos y las sonrisas de mofa.
Nada puede turbar la mañana. Todo puede
ocurrir y nos basta con alzar la cabeza
del trabajo y mirar. Muchachos que huyeron
y que no hacen aún nada caminan por la calle
y alguno también corre. las hojas de las alamedas
proyectan sombras en la calzada y sólo falta la hierba entre las casas que asisten inmóviles. Muchos
en la orilla del río, se desnudan al sol.
La ciudad nos permite levantar la cabeza
para pensar y bien sabe que después la bajamos. 

CESARE PAVESE
Italia-1908
De “Trabajar cansa”


Madrid, 11-03-10

TIERRAS QUEMADAS 

Habla el joven enjuto que estuvo en Turín.
El gran mar se extiende, oculto por rocas,
y ofrece, bajo el cielo, un azul desleído. Brillan los ojos
de todos los que escuchan. 

                                         Se llega por la tarde a Turín
y en seguida se ven por las calles mujeres
maliciosas, vestidas para lucirse, que pasean solas.
Allí, todas trabajan para llevar vestidos,
pero los adaptan a cada clase de luz. Hay colores
para la mañana, colores para pasear por las avenidas,
para gustar de noche. Las mujeres, que esperan
y se sienten solas, conocen a fondo la vida.
Son libres. A ellas no se les rehúsa nada. 

Oigo el mar que bate y vuelve a batir, fatigado, la orilla.
Veo relampaguear los ojos profundos
de estos muchachos. A dos pasos, la fila de higueras
se aburre, desesperada, sobre la roca rojiza. 

Las hay que son libres y que fuman solas.
Se las encuentra por la tarde y se las abandona por la mañana
en el café, como amigos. Son siempre jóvenes.
De los hombres les gustan los ojos y la viveza y que hagan bromas
y que tengan delicadeza. Basta con llegarse a la colina
y que llueva: ceden como niñas,
pero saben disfrutar con el amor. Más expertas que un hombre.
Son activas y audaces e, incluso desnudas, conversan
con su acostumbrado garbo. 

                                             Le escucho.
He mirado atentamente los ojos del joven enjuto,
siempre vigilantes. También una vez vieron ellos aquel verde.
Fumaré, en plena noche, ignorando hasta el mar. 

CESARE PAVESE
Italia-1908
De “Trabajar cansa”


Madrid, 12-03-10 

CANCIÓN 

Están ligadas las nubes a la tierra y al viento.
Mientras haya nubes sobre Turín
será bella la vida. Levanto la cabeza
y se desenvuelve un gran juego allá arriba bajo el sol.
Durísimas masas blancas y allí circula el viento
todo azul – a veces las deshace
convirtiéndolas en grandes mantos impregnados de luz.
sobre los techos, a millares las nubes blancas
lo cubren todo, el gentío, las piedras y el estruendo.
Muchas veces al levantarme he visto las nubes
transparentarse en el agua límpida de un barreño.
También los árboles unen el cielo con la tierra.
Las ciudades inmensas semejan selvas
donde el cielo aparece alto, alto, entre las calles.
Como los árboles vivos sobre el Po, en los torrentes,
así viven montones de casas al sol.
También sufren y mueren los árboles bajo las nubes,
el hombre sangra y muere –pero canta el gozo
entre tierra y cielo, la gran maravilla
de ciudades y selvas. mañana tendré tiempo
para encerrarme y apretar los dientes. Ahora toda la vida
son las nubes, las plantas y las calles, perdidas en el cielo. 

CESARE PAVESE
Italia-1908
De “Trabajar cansa”


Madrid, 15-03-10 

CAMINOS 

De la ciudad moruna
tras las murallas viejas,
yo contemplo la tarde silenciosa,
a solas con mi sombra y con mi pena.
El río va recorriendo,
entre sombrías huertas
y grises olivares,
por los alegres campos de Baeza.
Tienen la vides pámpanos dorados
sobre las rojas cepas.
Guadalquivir, como un alfanje roto
y disperso, reluce y espejea.
Lejos, los montes duermen
envueltos en la niebla,
niebla de otoño, maternal; descansan
las rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de noviembre,
tarde piadosa, cárdena y violeta.
El viento ha sacudido
los mustios olmos de la carretera.
Levantando en rosados torbellinos
el polvo de la tierra.
La luna está subiendo
amoratada, jadeante y llena.
Los caminitos blancos
se cruzan y se alejan,
buscando los dispersos caseríos
del valle y de la sierra.
Caminos de los campos...
¡Ay, ya no puedo caminar con ella! 

ANTONIO MACHADO
España-1875
De “Campos de Castilla”


Madrid, 16-03-10 

CAMPOS DE SORIA
I
 

Es la tierra de Soria árida y fría.
Por las colinas y las sierras calvas,
verdes pradillos, cerros cenicientos,
la primavera pasa
dejando entre las hierbas olorosas
sus diminutas margaritas blancas. 

La tierra no revive, el campo sueña.
Al empezar abril está nevada
la espalda del Moncayo;
el caminante lleva en su bufanda
envueltos cuello y boca, y los pastores
pasan cubiertos con sus luengas capas. 

ANTONIO MACHADO
España-1875
De “Campos de Castilla”


Madrid, 17-03-10 

CAMPOS DE SORIA
I
 I

Las tierras labrantías,
como retazos de estameñas pardas,
el huertecillo, el abejar, los trozos
de verde oscuro en que el merino pasta,
entre plomizos peñascales, siembran
el sueño alegre de infantil Arcadia.
En los chopos lejanos del camino
parecen humear las yertas ramas
como un glauco vapor -las nuevas hojas-
y en las quiebras de valles y barrancas
blanquean los zarzales florecidos,
y brotan las violetas perfumadas. 

ANTONIO MACHADO
España-1875
De “Campos de Castilla”


Madrid, 18-03-10

CAMPOS DE SORIA
III

Es el campo ondulado, y los caminos
ya ocultan los viajeros que cabalgan
en pardos borriquillos,
ya al fondo de la tarde arrebolada
elevan las plebeyas figurillas,
que el lienzo de oro del ocaso manchan.
Mas si trepáis a un cerro y veis el campo
desde los picos donde habita el águila,
son tornasoles de carmín y acero,
llanos plomizos, lomas plateadas,
circuidos por montes de violeta,
con las cumbres de nieve sonrosada.

ANTONIO MACHADO
España-1875
De “Campos de Castilla”


Madrid, 22-03-10 

¡AGUA! 

¡Agua, agua, agua!
Eso voy gritando por calles y plazas.
¡Agua, agua, agua! 

No quiero beberla,
No quiero tomarla,
No es la boca mía la que pide agua. 

El alma de seca, de seca
Se rasga. 

Por eso me lanzo por calles y plazas
Pidiendo a destajo:
¡Agua, agua, agua! 

Abridme las venas,
Vertedles la clara corriente de un río.
¡Agua, agua, agua! 

ALFONSINA STORNI
Suiza-1892
De "El dulce daño"


Madrid, 23-03-10 

REINA ARTEMISA 

Sentada, como el mundo, sobre tu propio peso,
por tu falda extendida la paz de las laderas,
el silencio y la sombra de las grutas marinas
junto a tus pies dormidos.
¿A qué profunda alcoba dan paso tus pestañas
al alzarse pesadas como cortinas, lentas
como mantos nupciales o paños funerarios...
a qué estancia perenne escondida del tiempo?
¿A dónde va el camino que tus labios descubren,
a qué sima carnal desciende tu garganta,
qué lecho sempiterno da comienzo en tu boca? 

El vino de cenizas su acerbo alcohol exhala
mientras la copa orea, con su pausa, el aliento.
Dos vapores elevan sus secretas fragancias,
se contemplan y miden antes de confundirse.
Porque el amor anhela su sepulcro en la carne;
quiere dormir su muerte al calor, sin olvido,
al arrullo tenaz que la sangre murmura
mientras la eternidad late en la vida, insomne. 

ROSA CHACEL
España-1899
De “Versos prohibidos”


Madrid, 24-03-10 

PARA LEER EN FORMA INTERROGATIVA 

Has visto
verdaderamente has visto
la nieve los astros los pasos afelpados de la brisa
Has tocado
de verdad has tocado
el plato el pan la cara de esa mujer que tanto amás
Has vivido
como un golpe en la frente
el instante el jadeo la caída la fuga
Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos tus manos tu sexo tu blando corazón
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez. 

JULIO CORTÁZAR
Belgica-1914
De “Algunos Pameos y otros prosemas”

 


Madrid, 25-03-10 

ÍNTIMA

Tú no oprimas mis manos.
Llegará el duradero
tiempo de reposar con mucho polvo
y sombra en los entretejidos dedos. 

Y dirías: “No puedo
amarla, porque ya se desgranaron
como mieses sus dedos.” 

Tú no beses mi boca.
Vendrá el instante lleno
de luz menguada, en que estaré sin labios
sobre un mojado suelo. 

Y dirías: “La amé, pero no puedo
amarla más, ahora que no aspira
el olor de retamas de mi beso.” 

Y me angustiara oyéndote,
y hablarás loco y ciego,
que mi mano será sobre tu frente
cuando rompan mis dedos,
y bajará sobre tu cara llena
de ansia mi aliento. 

No me toques, por tanto. Mentiría
al decir que te entrego
mi amor en estos brazos extendidos,
en mi boca, en mi cuello,
y tú, al creer que lo bebiste todo,
te engañarías como un niño ciego. 

Porque mi amor no es sólo esta gavilla
reacia y fatigada en mi cuerpo,
que tiembla entera al roce del cilicio
y que se me rezaga en todo vuelo. 

Es lo que está en el beso, y no es el labio;
lo que rompe la voz, y no es el pecho:
¡es un viento de Dios, que pasa hendiéndome
el gajo de las carnes, volandero! 

GABRIELA MISTRAL
Chile- 1.889
De “Desolación”


Madrid, 26-03-10 

QUIEN ALUMBRA 

Cuando me miras
mis ojos son llaves,
el muro tiene secretos,
mi temor palabras, poemas.
Sólo tú haces de mi memoria
una viajera fascinada,
un fuego incesante.

ALEJANDRA PIZARNIK
Argentina-1936
De “Los trabajos y las noches


Madrid, 29-03-10 

VEINTE POEMAS DE AMOR
10 

Hemos perdido aun este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo. 

He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos. 

A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos. 

Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces. 

Entonces, ¿dónde estabas?
¿Entre qué gentes?
¿Diciendo qué palabras?
¿Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana? 

Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa. 

Siempre, siempre te anejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.

PABLO NERUDA
Chile-1904
De “Veinte poemas de amor
y una canción desesperada” 


Madrid, 30-03-10 

VEINTE POEMAS DE AMOR
17 

Pensando, enredando sombras en la profunda soledad.
Tú también estás lejos, ah más lejos que nadie.
Pensando, soltando pájaros, desvaneciendo imágenes,
enterrando lámparas.
Campanario de brumas, ¡qué lejos, allá arriba!

Ahogando lamentos, moliendo esperanzas sombrías,
molinero taciturno,
se te viene de bruces la noche, lejos de la ciudad. 

Tu presencia es ajena, extraña a mí como una cosa.
Pienso, camino largamente, mi vida antes de ti.
Mi vida antes de nadie, mi áspera vida.
El grito frente al mar, entre las piedras,
corriendo libre, loco, en el vaho del mar.
la furia triste, el grito, la soledad del mar.
Desbocado, violento, estirado hacia el cielo. 

Tú, mujer, qué eras allí, ¿qué raya, qué varilla
de ese abanico inmenso? Estabas lejos como ahora.
¡Incendio en el bosque! Arde en cruces azules.
Arde, arde, llamea, chispea en árboles de luz.
Se derrumba, crepita. Incendio, Incendio. 

Y mi alma baila herida de virutas de fuego.
¿Quién llama? ¿Qué silencio poblado de ecos?
¡Hora de la nostalgia, hora de la alegría, hora de la soledad
hora mía entre todas!

Bocina en que el viento pasa cantando.
Tanta pasión de llanto anudada a mi cuerpo. 

Sacudida de todas las raíces,
¡asalto de todas las olas!
Rodaba, alegre, triste, interminable, mi amiga. 

Pensando, enterrando lámparas en la profunda soledad.
¿Quién eres tú, quien eres?

PABLO NERUDA
Chile-1904
De “Veinte poemas de amor
y una canción desesperada” 


Madrid, 31-03-10 

VEINTE POEMAS DE AMOR
15 

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca. 

Como todas las cosas están llenas de mi alma,
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía. 

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo. 

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. 

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto. 

PABLO NERUDA
Chile-1904
De “Veinte poemas de amor
y una canción desesperada” 


 

Selección de Poemas Editados

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