Madrid, 1-6-09 

RETRATO 

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero. 

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
-ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario. 

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. 

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar. 

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una. 

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada. 

Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera hablar a Dios un día-;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía. 

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago. 

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar. 

ANTONIO MACHADO
España-1875
De “Campos de Castilla”


Madrid, 2-6-09

EL ÁNGEL BUENO (III) 

Vino el que yo quería,
el que yo llamaba. 

No aquel que barre cielos sin defensas,
luceros sin cabañas,
lunas sin patria,
nieves.
Nieves de esas caídas de una mano,
un nombre,
un sueño,
una frente. 

No aquel que a sus cabellos
ató la muerte. 

El que yo quería. 

Sin arañar los aires,
sin herir hojas ni mover cristales. 

Aquel que a sus cabellos
ató el silencio. 

Para sin lastimarme,
cavar una ribera de luz dulce en mi pecho
y hacerme el alma navegable. 

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Sobre los ángeles”


Madrid, 3-6-09 

VERDECE ALAS, PENSAMIENTO

 

Verdece alas, pensamiento,
y sube, albo, al paraíso,
ya que el alerce y el aliso
desmantelaron, con derramamiento
de pura sangre lila, ayer, su nieve.

 

Sólo existe un azul.

 

(No hagas la rueda, firmamento.)
El tarco es quien lo llueve,
quien lo cuelga en su rama,
si no perdido, en lejanía.
                                     Guadarrama.
¡Azul, azul del Guadarrama,
más azulado en la Fuenfría!

 

Otra vez con mis muertos.
¿Quién me puebla el recuerdo de ruinas?
¿Será ya escombros, muro derribado,
basural de gallinas,
escoria barredera
el pensamiento desterrado,
el pensamiento flor o enredadera?

 

Aunque le duela el álamo, está vivo,
como no estaban, no, no estaban muertos
mis muertos. Que lo diga,
duro, en su lengua ese amargor a olivo,
y en los ojos abiertos, bien abiertos,
esa luz, mar de fe, que lo mitiga.

 

Sé mi ejemplo, ligustro persistente;
planta vivaz, continua flor, rizoma
y siempreviva y siempreverde fuente.

 

Como mi patria: sol y aroma.

 

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Del pensamiento en un jardín”


Madrid, 4-6-09 

AQUÍ, DONDE CON MANO DESTERRADA 

Aquí, donde con mano desterrada
y corazón en vuelo hacia castillos
de una ardiente verdad desmantelada, 

vivo escuchando el césped e injertando
al rosal mirlos amarillos,
amaneciendo en cuanto voy tocando; 

decrezco ante el mañana y el ahora
que a las yedras descorren las ruinas
con su verde humedad devastadora, 

y pienso: Era de musgos y verdines,
de sigilosas plantas serpentinas,
invadiendo poblados y jardines. 

¿Es que quizás sonó para el planeta
el clarín de las zarzas y los cardos
y le llegó su fin a la violeta,
firmándose una ley marcial, oscura,
contra las azucenas y los nardos,
bajo la yedra alzada en dictadura? 

Decidme: En tanto muro derruido,
en tanto pobre umbral sin aposento,
en tanto triste espacio sorprendido 

y en tanto sueño amontonado en piedras,
¿ha de extender el desabrido viento
la colgadura helada de las yedras? 

¡No, no! Zumben los picos, y las palas
con el azadón canten y repiquen.
El porvenir no es suyo. Nuevas alas 

hay en las manos que lo justifiquen. 

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Del pensamiento en un jardín”


Madrid, 5-6-09 

EL MAR. LA MAR 

El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar! 

¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad? 

¿Por qué me desenterraste
del mar? 

En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar. 

Padre, ¿por qué me trajiste
acá? 

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Marinero en tierra”


Madrid, 8-6-09

EL FULGOR
XXX 

Venías, ave, corazón, de vuelo,
venías por los líquidos más altos
donde duermen la luz y las salivas
en la penumbra azul de tu garganta.

 Ibas, que voy
de vuelo, apártalos, volando
a ras de los albores más tempranos.

 Sentirte así venir como la sangre,
de golpe, ave, corazón, sentirme,
sentirte al fin llegar, entrar, entrarme,
ligera como luz, alborearme. 

JOSÉ ÁNGEL VALENTE
España-1929
De "El fulgor


Madrid, 9-6-09 

EL CÍRCULO 

Estaba la mujer con sus dos senos,
su única cabeza giratoria,
la longitud de su sonrisa, el aire
de estar y de alejarse sabiamente fingido. 

Estaba rodeada de sí misma,
de admiración opaca y compartida,
bajo la oscura luz de las miradas. 

La complacencia del estar henchía
de estólida ternura los objetos cercanos. 

Estaba en pie sumándose a su cuerpo.
Las palabras sonaban conllevando sentidos
superfluos y crasos.
                                Giraba la mujer.
Rebasaba su órbita
como un pronunciamiento
de todo lo que es bello,
vacío, ritual, sonoro, triste. 

JOSÉ ÁNGEL VALENTE
España-1929
De "El fulgor"


Madrid, 10-6-09 

EL ODIO 

Nos miramos midiendo
el alcance feroz de la pupila.
Nos abrazamos en mortal abrazo
y rodamos unidos. 

Ya casi no sabíamos
en el estrecho nudo
qué cuerpo golpeábamos,
qué corazón buscábamos
con los aceros lívidos del odio. 

Primero había luces
como en un ring, espesos
gritos, humana sed de sangre.
Alguien contaba
los golpes hasta diez,
hasta diez las caídas, hasta diez
mil el amarillo jadear rencoroso. 

Después se borró todo.
Luchábamos en medio
de un oscuro desierto
de arena o de cenizas
que el odio calcinaba. 

Y alrededor la noche
y noche y noche, hasta romperse
la noche en alaridos
de silenciosa sombra. 

El espanto rodaba
como una roca inmensa,
y los cuerpos unidos
eran un solo cuerpo
turbio de amor, que el odio
sorbía hasta las heces. 

JOSÉ ÁNGEL VALENTE
España-1929
De "El fulgor"


Madrid, 12-6-09 

EL FULGOR
XXXV  

La aparición del pájaro que vuela
y vuelve y que se posa
sobre tu pecho y te reduce a grano,
a grumo, a gota cereal, el pájaro
que vuela dentro
de ti, mientras te vas haciendo
de sola transparencia,
de sola luz,
de tu sola materia, cuerpo
bebido por el pájaro. 

JOSÉ ÁNGEL VALENTE
España-1929
De "El fulgor"


Madrid, 15-6-09

UN GRILLO EN LA NOCHE... 

¿Qué hierbas vagas se despiertan, de allá,
y de un profundo lugar
que no sé? 

¿Qué fluido es ése que las hace casi celestes
en una hondura que tiembla? 

Oh voz antigua, humilde, que encuentra el sueño hundido
de unas gramillas pálidas y de caminos más pálidos, junto a un río...
mientras el aire oscuro es el latido viejo de la sombra... 

Oh voz antigua, humilde, desde el confín medio perdido,
justa o perdida, ay, en la brisa de una estrella,
lo mismo que el afán, aquél... 

¿Qué alma eterna, dulce, se arrodilla sobre el canto,
una en la fe con él hacia el rocío que viene? 

¿Qué alma eterna, dulce, será la misma de la tierra
que llamará en el alba, entre las briznas, con su estribillo más puro,
a erguirse en la luz nueva ligeros como la luz?

Juan L. Ortiz
(
Argentina-1896)
De las raíces y del cielo"


Madrid, 16-6-09 

RETRATO DEL ZUNZÚN 

¿De qué metal está hecho
ese broche, ese temblor,
para prenderse en qué pecho
como un alfiler de amor? 

¿Y de qué pluma se viste
ese broche, ese temblor,
para quien la flor existe
como una copa de amor? 

¿En qué sueño aún no soñado
ese broche, ese temblor,
es suave guerrero armado
con una espada de amor? 

¡De qué modo, cómo hiciera
de ese broche, ese temblor,
un fijo broche que ardiera
en la blusa de mi amor! 

NICOLÁS GUILLÉN
Cuba-1902
De “Salón independiente”


Madrid, 17-6-09 

LA MONTAÑA 

El ojo no te engaña.
Lo que ves allá lejos
del sol a los reflejos,
es la montaña. 

La mole que se baña
en helada blancura
que todo el año dura,
también es la montaña. 

Esa uña, que araña
(como se araña un velo)
el velo azul del cielo,
es la montaña. 

Y si herido en su entraña
se alza el mongol y advierte:
-¡Libre vivir, o muerte!,
también es la montaña. 

NICOLÁS GUILLÉN
Cuba-1902
De “Salón independiente”


Madrid, 18-6-09 

RIQUEZA 

Tengo la dicha fiel
y la dicha perdida:
la una como rosa,
la otra como espina.
De lo que me robaron
no fui desposeída:
tengo la dicha fiel
y la dicha perdida,
y estoy rica de púrpura
y de melancolía.
¡Ay, qué amante es la rosa
y qué amada la espina!
Como el doble contorno
de dos frutas mellizas,
tengo la dicha fiel
y la dicha perdida.
 

GABRIELA MISTRAL
Chile, 1889
De "Tala”


Madrid, 19-6-09 

SONETOS

Tuvo mi corazón, encrucijada
de cien caminos, todos pasajeros,
un gentío sin cita ni posada,
como en andén ruidoso de viajeros.

Hizo a los cuatro vientos su jornada,
disperso el corazón por cien senderos
de llana tierra o piedra aborrascada,
y a la suerte, en el mar, de cien veleros.

Hoy, enjambre que torna a su colmena
cuando el bando de cuervos enronquece
en busca de su peña denegrida,

vuelve mi corazón a su faena,
con néctares del campo que florece
y el luto de la tarde desabrida. 

ANTONIO MACHADO
España-1875
De “Nuevas canciones


Madrid, 22-6-09 

AGAPE 

Hoy no ha venido nadie a preguntar;
ni me han pedido en esta tarde nada. 

No he visto ni una flor de cementerio
en tan alegre procesión de luces.
Perdóname, Señor: qué poco he muerto! 

En esta tarde todos, todos pasan
sin preguntarme ni pedirme nada. 

Y no sé qué se olvidan y se queda
mal en mis manos, como cosa ajena. 

He salido a la puerta,
y me dan ganas de gritar a todos:
si echan de menos algo, aquí se queda! 

Porque en todas las tardes de esta vida,
yo no sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma el alma mía. 

Hoy no ha venido nadie;
y hoy he muerto qué poco en esta tarde! 

CÉSAR VALLEJO
Perú-1892
De “Truenos”


Madrid, 23-6-09 

LA BAILARINA DE LOS PIES DESNUDOS 

Iba en un paso rítmico y felino
a avances dulces, ágiles o rudos,
con algo de animal y de felino
la bailarina de los pies desnudos. 

Su falda era la falda de las rosas,
en sus pechos había dos escudos...
Constelada de casos y de cosas...
La bailarina de los pies desnudos. 

Bajaban mil deleites de los senos
hacia la perla hundida del ombligo,
e iniciaban propósitos obscenos
azúcares de fresa y miel de higo. 

A un lado de la silla gestatoria
estaban mis bufones y mis mudos...
¡Y era toda Selene y Anactoria
la bailarina de los pies desnudos! 

RUBÉN DARÍO
Nicaragua-1867
De “Azul”


Madrid, 24-6-09 

EL ESCUCHADOR
(Gustavo Adolfo Bécquer)

 

   Mueve el viento.
Mueve el velo
quedo. 

   Mueve el aire.
Mueve el arce.
Vase.

   Luz sin habla.
Voz callada.
Clara. 

   Sombra justa.
Suena muda.
Luna. 

Y él la escucha. 

VICENTE ALEIXANDRE
España-1898
De "Retratos con nombre"


Madrid, 25-6-09 

CANCIÓN A UNA MUCHACHA MUERTA 

Dime, dime el secreto de tu corazón virgen,
dime el secreto de tu cuerpo bajo tierra,
quiero saber por qué ahora eres un agua,
esas orillas frescas donde unos pies desnudos se bañan con espuma. 

Dime por qué sobre tu pelo suelto,
sobre tu dulce hierba acariciada,
cae, resbala, acaricia, se va
un sol ardiente o reposado que te toca
como un viento que lleva sólo un pájaro o mano. 

Dime por qué tu corazón como una selva diminuta
espera bajo tierra los imposibles pájaros,
esa canción total que por encima de los ojos
hacen los sueños cuando pasan sin ruido. 

Oh tú, canción que a un cuerpo muerto o vivo,
que a un ser hermoso que bajo el suelo duerme,
cantas color de piedra, color de beso o labio,
cantas como si el nácar durmiera o respirara. 

Esa cintura, ese débil volumen de un pecho triste,
ese rizo voluble que ignora el viento,
esos ojos por donde sólo boga el silencio,
esos dientes que son de marfil resguardado,
ese aire que no mueve unas hojas no verdes... 

¡Oh tú, cielo riente que pasas como nube;
oh pájaro feliz que sobre un hombro ríes;
fuente que, chorro fresco, te enredas con la luna;
césped blando que pisan unos pies adorados! 

VICENTE ALEIXANDRE
España-1898
De "La destrucción o el amor"


Madrid, 26-6-09 

ADIOSES 

Oh adioses a una tierra y otra tierra,
a cada boca y a cada tristeza,
a la luna insolente, a las semanas
que enrollaron los días y desaparecieron,
adiós a esta y aquella voz teñida
de amaranto, y adiós
a la cama y al plato de costumbre,
al sitio vesperal de los adioses,
a la silla cansada con el mismo crepúsculo,
al camino que hicieron mis zapatos. 

Me difundí, no hay duda,
me cambié de existencias,
cambié de piel, de lámpara, de odios,
tuve que hacerlo
no por ley ni capricho,
sino que por cadena:
me encadenó cada nuevo camino,
le tomé gusto a tierra a toda tierra. 

Y pronto dije adiós, recién llegado,
con la ternura aún recién partida
como si el pan se abriera y de repente
huyera todo el mundo de la mesa.
Así me fui de todos los idiomas,
repetí los adioses como una puerta vieja,
cambié de cine, de razón, de tumba,
me fui de todas partes a otra parte,
seguí siendo y siguiendo
medio desmantelado en la alegría,
nupcial en la tristeza,
sin saber nunca cómo ni cuándo
listo para volver, mas no se vuelve. 

Se sabe que el que vuelve no se fue,
y así la vida anduve y desanduve
mudándome de traje y de planeta,
acostumbrándome a la compañía,
a la gran muchedumbre del destierro
bajo la soledad de las campanas.

PABLO NERUDA
Chile-1904
De “La luna en el laberinto”


Madrid, 29-6-09 

GROTTAMARE 

El azul turquesa del mar
   las cavernas marinas
     desplegando sus ecos
   allí al borde del Adriático
      en Grottamare
En el tren silencioso
  aún puedo escuchar
   el eco
     del canto de la sirena 

          Nuevamente las voces perdidas
               llaman bajo la superficie
                    del mar 

       Ah
          Sí
             naturalmente
                es toda una ilusión
     La niebla descansa pesadamente
          en la copa de los olivos
     La mañana nace en los relojes
                    nunca con los rayos del sol
          la luz sólo existe en nuestra mente
     Los hombres y sus mujeres duermen
                    en su oscuridad usual
     Únicamente
                    la luz
          dormida en sus ojos
                  insinúa
          la iridiscencia del futuro
                un destino incandescente
Mientras
               en la distancia
     más allá de las islas lejanas
      el mar nos reenvía
                    su respuesta turquesa 

LAWRENCE FERLINGHETTI
(Estados Unidos-1919)
De "Viajes por América Desierta y otros poemas”


Madrid, 30-6-09 

NOSTALGIA TUNECINA 

Una blanca habitación
          de blancos mármoles
                    en ese hotel blanco
en la cima de la barranca
          sobre el mar
                      de Cartago
El ventanal del balcón
     abierto de par en par
                    hacia el azul excesivo
                       del océano
          El ondulante
            reflejo
               de las olas
        en el alto cielo raso
         sobre la gran cama
               cubierta con sábanas
de blanquísima muselina
   el blanco mármol grisáceo del piso
     tan fresco a los pies desnudos
  Y la visión fugaz
   a través de una puerta entornada
     de dos cuerpos
       de dos cuerpos
        recostados en una cama
en el pleno calor del mediodía
          la botella
                    de retxina*
          a medio beber
         cerca del lecho
     La puerta se cierra
   las persianas caen
          y después la risa
                         y los besos
                              y el llanto
     que se escucharon a través
                    de los dinteles
en esa habitación en penumbras
          alquilada por unas horas
                      hace mucho tiempo

 *Vino resinoso (tinto o blanco) producido principalmente en Grecia.

 

LAWRENCE FERLINGHETTI
(Estados Unidos-1919)
De Viajes por América Desierta y otros poemas”


Selección de Poemas Editados

 

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