Madrid, 1-4-09
amiga que
descubres que revelas
entre las ramas y la caída brusca del sueño
y el diurno ascenso y el remolino
y los derrumbes y los rastros y todo el sabor y la marea
amiga que
llegas y nombras
y conoces el sol y la penumbra
y el ojo del éxtasis y el radiante sapo
amiga tierra
inocente despierta
en el filo del mundo
me acerco a tu flor carnívora
y al bosque y a la lluvia
al espíritu santo
y a la empañada cúpula de vidrio
púrpura de agonía de la victoria temblorosa
descubridora perdiz de hielo ardiente ausencia
eternamente voz y cebra y rosa y nácar
y zapallo y espuma y crujido de grillos entre el pasto
para decir
toda tu llama
el reino de tus celdas transparentes
no basta mi amor ni mi palabra
ni las puertas
ni el sonido de unos tallos azules
quizá mi esperanza alguna taza o el ramaje del día
para la que está
sola y acompañada y en medio del agua
evoca el armisticio del vegetal
para la que no sabe y está presente como un árbol en la
tormenta como un molino en la oración
para la que sufre y ríe
para la que canta y espera sin saber el nombre de la
esperanza
para la que no teme al rayo ni desconfía del blanco y el
negro de la memoria
para la que no teme al fuego ni al aire ni a los cuerpos
del alba y del silencio
para la que sabe nacer y se endurece bajo un oscuro cielo
y vuelca su ternura cuando solo queda un pan de barro
para ella esta pared de noches flotantes
este santo quemado
esta campana de tierra este gemelo olvidado esta lámpara
el corazón del día
le ofrezco un balbuceante puente unos pasos una marmita
un parque solitario un caballo alazán a la salida del sol
y una cautiva arena
una hoja un baño crepuscular una batalla de espejos
para ella mi desierto oscilante y mi oscilante cultivo
para ella que sabe esperar y se impacienta
que afronta y que renuncia
porque ha sido sigue siendo una mano una ventana una luz
extraviada que salva todos los caminos
para ella que extinguida se enciente
y sin decirlo se pone en marcha y comprende
para ella un encuentro de la voz y la manzana
de la astilla y el romero
para ella la nave fantasmal que vuela a la deriva
para ella tierra leal verbo huella encendida
estas palabras digo esta cepa
un abrigo un nacimiento
fulgurante
viva fluvial origen buscada reencontrada
como un islote un puente una manzana un tatuaje
en la noche hendida en la marmita en la estrella marina
en la mano párpado llamado reflejo de mi amada
en forma de estanque azul de miel de estornino
de gota de agua de cabellos
regresamos
una y otra vez al centro del fuego
del dolor
del huerto
la
distancia la desgarrada higuera
y eternamente otra y eternamente igual
en la corriente en el llanto
salitre otoño alba rota soledad escondido silencio
brisa furia años sombra desventurado niño
simiente paredes de olvido lluvia y grito y casa
roja estancia andenes
te doblegas
te curvas en tu fiebre antigua en tu costado
los dos solos devorando toda noche toda celda
súbito amanecer canal del sueño
lengua que disuelvo en mi silencio
en mis dos puertos
tibio cuerpo llegada partida del mar polo irremediable
y humedecido y nadando entre cataclismos y lámparas y brazos
sin memoria sin nombre
abierto al dios que nos recrea
en cada espasmo de labios azules de piedras azules
en la nuca en la espuma en el purísimo rescoldo
desciendo al día primero
a la primera mañana
al aviso inicial
por tus ojos por tu boca por tu sexo penetro
me despido
pierdo altura razón vidamuerte te tomo me disuelvo
y otra vez te amo nazco soy el día que cerca tus hojas
un río una voz
vas a ordenar
por fin tu cabeza
hablar claro entender entenderte
vas a tener revelaciones
en tus manos
vas a comprender por fin
en la oscura mañana
la libertad de no esperar
de no culpar ni disculparte
vas a ocupar con el mismo interés
cualquier ventana
harás tuyo por fin cualquier paisaje
la voz que tengas ese día
La botella
rota
en pedazos
esparcidos
como los ríos
y las rosas
Una linda
botella verde
que contenía
-dicen-
vino añejo
de los verdes años
y ahora
está esparcida
como las hojas
y las nubes
en pedazos
de vidrio verde
Estuvo
taponada
y lacrada
y luego bebieron
de su contenido
hasta vaciarla
Y ahora
está esparcida
en el fondo
de la casa
entre un poco
de hierba verde
y algunas flores
silvestres
amarillas
rojizas
como las nubes
tras los picos
de la montaña
como los ríos
y las rosas
Ya nadie
repara
en esos pedazos de vidrio verde:
ni pájaros
ni hormigas
ni quienes
alguna vez
de noche
en el interior
de la casa
bebieron
de su contenido
y conocieron
unos momentos de alegría
otros verán
el mar
la soledad del sueño
encenderán nuevos nombres
viajes felices al extremo de la mañana
otros tendrán secretos
olvido tolerancia
otra voz otras luces
un juego diferente
¿qué vida retendrás mientras tanto
qué esperanza dirás todavía
en la calle o el bosque renacido
en qué rostro o amor revivirás tu viaje?
otros tendrán la isla
conquistarán la inocencia
refundirán la noche la vigilia
el amo y el esclavo
entonces no habrá sido en vano
tanto descenso y tempestad y absurdo
tanto desprecio y lagos de sombra y brujas
tanto perdón y puerta sin llamado
entonces se amarán de nuevo de verdad
un hombre una mujer
al principio al fin del mundo
otros verán sin pausas
sin fronteras
inventarán el fuego y la confianza
¿qué día albergará tu nombre
en qué vena o qué metal
tendrá destino tu silencio?
Se llamaba
Mercedes. Y era buena.
Dicen que todo el mundo la quería.
Con su sonrisa ajena
una estatua de niebla parecía.
Se llamaba
Mercedes. Y no existe
sin su sol un capullo de alegría.
Señor: ¡Claro que es triste
este tanto quererla todavía...!
Pero nunca
sabré dejarla sola:
aquí bajo la luz sigo con ella,
me saluda la piel en cada ola
y se asoma a mirarme en toda estrella.
Hasta el
llanto que baja a mis mejillas
es casi necesario...
Tú sabes: he crecido en sus rodillas,
y también me enseñó el abecedario.
Lo que duele
quizás en esta aurora,
lo que sangra mi voz, lo que me aterra,
es esto de sentir que a cada hora
se está volviendo un poco más de tierra.
La recuerdo
dormida en su sillón
el último verano;
todavía tenía corazón,
a veces suspiraba con la mano.
Su mirada
venía desde el mar,
y no sé, a cada rato,
miraba como mira el azahar:
con un poco de miedo y de recato.
Se llamaba
Mercedes. Y era pura
como el blanco cansado de su pelo.
Andará con su dulzura,
saliéndose del cielo.
Aquí está su
reloj, está su armario,
su vestido de lana para el frío;
aquí sobra un dedal, sobra un rosario.
El tercer cuarto está vacío.
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1924
De “Al sur de mi garganta”
Yo no tengo
tu modo de mirar a la niebla
ni tu ademán dispuesto en flor sobre la falda:
a mí me duelen todas las mariposas muertas
y los atardeceres con familia morada.
Pero tú, que
eres triste como para apoyarte,
como para ser pura debajo de un manzano;
tú, sin embargo, sabes
consolar a los pobres con la palabra sábado.
¿De dónde
sacas ese retrato del azúcar;
ese conjunto tibio de sencillez en fiesta?
¡Ah, mujer
sostenida por un color a música,
con qué cuidado hicieron tus manos entreabiertas!
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1924
De “Al sur de mi garganta”
Un corazón
que nubla sus señales,
una mirada azul velando rosas,
un pie para morir, y muchas cosas
tranquilas en amor, elementales.
Sin lágrimas
que pudran sus cristales,
sobre un montón de fiebres dolorosas,
una muchacha así: con mariposas,
quedándose entre músicas cordiales.
Y con esa
piedad casi de nube
por todo lo pequeño que no sube,
deteniendo la luz frente a su nombre.
Una muchacha
así, en cualquier lugar,
o preferiblemente junto al mar.
Una muchacha así queriendo a un hombre.
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1924
De “Antología poética”
HOMBRES QUE ME SERVISTEIS DE VERANO
Ése que no
dejó de ser mi amante
y al que le debo siempre sepultura,
uno a quien nunca quise lo bastante;
aquél, obra de sueño, conjetura...
Alguien que
jugó a nada y tuvo suerte,
otro que no ha venido de la guerra,
éste donde converso con mi muerte
porque me lo disputa hasta la tierra.
¡Salid de la
memoria evocadora
con vuestro amor, pues tengo frío ahora!
Sabed todos que os llevo de la mano.
Vuestras
sombras estallan como un mito
de vez en cuando aquí. Sois lo bendito,
hombres que me servisteis de verano.
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1924
De “Calzada de Tirry 81”
En esta noche
rara
donde la luna es un antiguo prisma
y el alma se declara
en su fulgor que abisma,
voy pareciendo madre de mí misma.
Ajena a otro
consuelo
que éste de imaginar que andas conmigo,
creyendo que en desvelo
bajaste desde el cielo
y que sirvió la niebla de testigo.
Aburrida
entre cosas,
no encuentro ocupación de más dulzura
que cortar unas rosas
saludables, piadosas,
y ponerlas a doblar tu hermosura.
Así voy
comprendiendo
que me sobra para siempre mirada.
Es un dolor tremendo,
una vieja punzada
el oficio de buscarte en la nada.
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1924
De “Al sur de mi garganta”
Te levanto la
noche de la vida.
Deshilvano una luz para tus sienes.
Te visito en el agua y no me tienes.
Cuando llego ya soy la despedida.
Se desangra
tu voz como una herida
por el largo secreto donde vienes.
Te pareces al viento, y no detienes
este rostro de nube estremecida.
Pero soy lo
que sabes: una pobre
que te pide algún pájaro que sobre,
o el oficio de luna candorosa.
No me quieras
llevar a tu desvelo,
porque casi no miro para el cielo
y me aburro del canto y de la prosa.
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1924
De “Antología poética”
Me lo aprendí
una noche de azul lento,
bajo la luna abierta encaramada
como niña de luz, en la portada
sonámbula oficial del firmamento.
Me lo aprendí
esa noche. De su acento
salía una caricia inusitada,
y en la esquina tenaz de su mirada
me tropecé desnuda con el viento.
Desde
entonces anuncia cada cosa
que ha tirado a mis pies, como una rosa,
el corazón absurdo en que vivía.
Y no sé si
por eso me persiste
este alegre dolor de ser tan triste
con que sigo durando todavía.
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1924
De “Antología poética”
Mi corazón de
vértigo y remanso,
mi corazón difícil como un nudo
se me zafó una tarde en que no pudo
cuidarse este latido que te alcanzo.
Porque
llegaste al aire en que me canso,
amaneciendo mi dolor desnudo,
te quiero así: con amarillo mudo,
inútilmente, y hasta el tiempo manso.
Me trajeron
tan lacia y parecida
a una estatua de carne arrepentida,
que apoyada a la izquierda de tu nombre,
desde mi
soledad, casi sonora,
cada noche que estudia para aurora
te espero como a Dios... y vienes hombre.
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1924
De “Antología poética”
Algo me está
subiendo, que llora desde el fondo:
hoy necesito oír el corazón adentro
para echárselo al perro que está naciendo solo,
y salvar a la llama convicta en la ceniza
y dar a los leprosos la carne que perdieron.
Decidme si no
entonces:
¿qué estoy haciendo aquí, rodeada de nadie,
acorralada al fin por un humo que asciende?
Decidme:
si no traigo una sonrisa, un gesto,
algo que se me caiga en la esquina del aire
y fabrique una cruz de amor sobre los muertos
¿adónde pongo ahora mi mano enternecida?
Decidme si
estoy loca,
si me enfermo de alguna cosa que no se sabe:
porque prefiero ver desdoblada una cinta,
porque después del alba siento
que se vuelve de polvo el borde de la estrella,
y voy al cementerio sin una margarita,
y me paro delante de las palomas presas.
O no me
digáis nada:
que ninguna palabra me puede acompañar.
CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1924
De “Antología poética”
Ahora son los
adioses
que por un golpe de viento
se allegan o parten;
así son todas las dichas.
Si Dios quiere vuelvo un día
de nuevo la cara,
y no regreso si los rostros
que busco me faltan.
Así somos
como son
cimbreando las palmas:
apenas las junta el gozo
y ya se separan.
Gracias del
pan, de la sal
y de la pitahaya,
del lecho que olía a mentas
y la noche “hablada”.
La garganta más no dice
por acuchillada;
no ven la puerta los ojos
cegados de lágrimas.
GABRIELA MISTRAL
Chile-1889
De “Vagabundaje”
Eras joven
no te bastaba el amor
tus grandes ojos no bastaban.
El río, las escalinatas del río
-un río enamorado o sucio
recordado con amor, odiado
o simplemente recordado-
Una infancia sin fin
algunos nombres
y esa primitiva o heroica
manera de querer.
No bastaban
las mujeres penetrando tu cuerpo penetrado.
Detenido.
Mil caricias detenían tu cuerpo.
Los malos pensamientos no bastaban.
Vos creías
que el amor
era empujar y revolver un poco
revolver por lo menos hasta encontrar palabra
una sola palabra.
Una tarde
-el sol estaba en todas partes
tu corazón de sol hasta los ojos
tus ojos, tu joven cuerpo
iluminados alegremente por el sol-
sordo como una tapia
te mataste de bronca.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “22 poemas y la máquina electrónica
o cómo desesperar a los ejecutivos”
El tiempo
pasa para los niños.
No se detiene.
Áspero golpea
de soledad en la ciudad tremenda
los corredores de la infancia.
Madre se queja por amor. Limpia el verano.
Amada vuelca su contenido en la tierra.
Esta realidad no tiene parecido.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “22 poemas y la máquina electrónica
o cómo desesperar a los ejecutivos”
Mi madre nació triste una tarde en Pompeya
donde seguramente
no cantó ningún pájaro.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Invocaciones”
Todo pájaro que canta en la mañana
es pájaro cantor.
Y la mujer que ríe después de la traición
debe ser perdonada.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Invocaciones”