Madrid, 1-7-08 

PRESENCIA DE LA MUERTE
II
 

Solo, enfrente del valle, con las manos cruzadas
sobre el pecho, en un acto de soledad que es mío;
en la actitud de calma que asumo cuando nadie
me asiste y en lo inmenso sepúltase mi espíritu, 

buscaba la presencia del poderoso Arcángel,
bajo una soledad de cedros y de pinos. 

Esta noche estoy solo, y más solo que nunca,
buscándome en el tiempo, sin encontrar los signos 

inertes de mi vida. ¡Qué pronto, ya no soy
el de ayer! No conservo de los años antiguos, 

sino esta calma llena de eternidad, y el acto
de llevarme las manos al corazón vacío. 

GERMÁN PARDO GARCÍA
(Colombia-1902)
De “Presencia”


Madrid, 2-7-08 

PRESENCIA DE LA MUERTE
III
 

Y hablo aquí de la muerte con la misma ternura
de entonces, y como hablo de la bondad del trigo; 

de la simplicidad del agua, de la esencia
de las cosas, del gozo del campo y del amigo 

verdadero. Y mis manos escriben estas sílabas
del nombre de la muerte, con los júbilos íntimos 

del que todos los días aguarda a que su mesa
la venga a compartir el verdadero amigo. 

Aquél por quien los frutos del árbol se recogen
en toda su sazón, húmedos de rocío. 

Por quien el agua colma la oscuridad del cántaro,
y el pan en los manteles es don de sacrificio. 

Aquel único huésped por quien está la puerta
sin clausurarse nunca, y en el dintel los símbolos 

de la hospitalidad, para que en el silencio
las manos se entrelacen con un temblor divino. 

GERMÁN PARDO GARCÍA
(Colombia-1902)
De “Presencia”


Madrid, 3-7-08 

A LA PRESENCIA DE LA POESÍA 

Como la luz al corazón despierto,
tu presencia de nube conmovida
descenderá a la sed que está escondida
en los estanques lóbregos del huerto. 

Y al vaso de elección antes desierto,
cayó en la noche un agua estremecida,
y en las pluviales sombras su medida
mostró colmada el corazón abierto. 

Ya son tuyos mis ramos de abundancia
y el temblor de mi vaso diamantino
desbordado de pálidas estrellas, 

y te hallaré en mi próxima distancia,
pues, cómo no encontrarte, si camino
sobre el oro invisible de tus huellas. 

GERMÁN PARDO GARCÍA
(Colombia-1902)
De “Presencia”


Madrid, 4-7-08 

ÁRBOL HUMANO 

Hablo de una presencia desolada.
De una raíz con su sabor de suelo.
De una hoja en sus ámbitos de cielo,
viva de azul, de claridad, de nada. 

De un árbol corazón, vida encarnada
y ansiedad a los tránsitos del vuelo.
De un corazón alzado hacia el desvelo,
y agónico de sombra iluminada. 

Hablo de una presencia desasida.
De una muerte en la luz y de una vida
plena de abismo y de estupor profundo. 

De una fuerza en sus órbitas muriendo.
De un árbol corazón que está viviendo
de la entraña recóndita del mundo. 

GERMÁN PARDO GARCÍA
(Colombia-1902)
De “Presencia” 


Madrid, 7-7-08 

EL ARTE DE LA POESÍA 

Al principio, la mente se siente magullada.
La luz hace blancos agujeros a través del negro follaje
O la niebla esconde todo lo que no es ella misma.

¿Pero cómo dirá uno eso?
Siendo así que, cuando la verdad no es suficientemente buena
Exageramos. Las proporciones

Importan. Es difícil atraparlas de manera adecuada.
Debe de haber algo
Superfluo, nada que no sea elegante
y nada que sea si es simplemente eso.

Este verde crepúsculo tiene orillas violeta.

Las mariposas amarillas
Que apresuradas se trasladan
Desde las flores escarlata a las de bronce
Desaparecen mientras la tarde aparece.

CHARLES TOMLINSON
(Reino Unido-1927)
De "El collar"


Madrid, 8-7-08 

EL HAYA 

Desnudamente muscular, ya no se queja el haya
De su dosel perdido, ni se avergüenza
De su desorden. Los jirones se esparcen
Al lado del gran pie. Se mueve
y no es sino él mismo aquello que se mueve.

CHARLES TOMLINSON
(Reino Unido-1927)
De "Un paisaje poblado"


Madrid, 9-7-08 

A QUÉ SE PARECIÓ 

Fue como el acercamiento de la llama
al caminar sobre la mecha: en rápida
cascada se cobró su porción de árboles,
al pie de la colina se detuvo
y luego, en un crescendo sin esfuerzo,
cubrió al sembrado enjuto.
Flaqueó el silencio y en la pausa
se oyó toda la casa distenderse
entre sus ligaduras, las vigas
tirantes bajo el tejado, en espera
del estallido inminente. Vino
y se fue. Las ventanas cegadas
surgieron del telón de la lluvia
a un mundo después-del agua,
más verde y más tupida
su verde confusión. Al bautismo
de la casa resplandeciente
siguió esa calma que alberga
una nave de iglesia:
sabor a incienso, espacio, piedra.

CHARLES TOMLINSON
(Reino Unido-1927)
De "Un paisaje poblado"


Madrid, 10-7-08 

ACONTECIMIENTO 

Nada está ocurriendo
Nada

Una gota de agua
Se rompe silenciosamente
Una telaraña se descubre

Cerca de este espacio sin usar
Un pájaro
Podría atolondradamente probar su voz
Pero no hay pájaro

En el andado suelo
Mis pasos
Son  ellos mismos más pulsación que sonido

Al regreso
Un poco borracho
De aire

Saber que
Nada
Está ocurriendo

 

CHARLES TOMLINSON
(Reino Unido-1927)
De "Escrito sobre el agua"


Madrid, 11-7-08 

EL TORRENTE 

Estas aguas corren con sigilo hasta que
   al precipitarse en el canal donde una vez
hubo un molino descienden golpeando con su peso,
   triturándose en blancura mientras caen,
y llenan este estanque de una espuma agitada
   mientras lo recorren con estruendo, atropelladamente,
a ciegas, hasta que de nuevo encuentran su saetín
   y su nivel, se estrechan para introducirse
en el lecho de un río ahora liso, y se derraman
   recobrando el silencio allí por donde fluyen.
 

CHARLES TOMLINSON
(Reino Unido-1927)
De "La galería"


Madrid, 14-7-08 

OÍDOS EN LAS TORRES OYEN 

Oídos en las torres oyen
manos gruñendo a la puerta
ojos en las buhardillas ven
los dedos en las cerraduras.
¿Descorro el cerrojo o me quedo
solo hasta el día que yo muera
no visto por extraños ojos
en esta blanca casa?
Manos, ¿qué sujetáis, veneno o uvas?

Más allá de esta confinada isla
junto a un delgado mar de carne
y a una costa de hueso,
se halla la tierra fuera del alcance
y los cerros fuera de la idea.
Ni pájaro ni pez volador
perturba el descanso de esta isla.

Los oídos en esta isla oyen
el paso del viento, como fuego;
los ojos en esta isla ven
anclar barcos fuera de la bahía.
¿Correré hacia los barcos,
con el viento en mi pelo,
o aquí me quedaré hasta mi muerte
sin dar la bienvenida a ningún marinero?
Naves, ¿guardáis veneno o uvas?

Las manos hurgan en la puerta,
los barcos anclan fuera de la bahía,
la lluvia bate la arena y las pizarras.
¿Dejaré entrar al forastero,
daré la bienvenida al marinero
o aquí me quedaré hasta mi muerte?

Manos del forastero, bodegas de las naves,
¿nos ofrecéis veneno o uvas?
 

DYLAN THOMAS
(Reino Unido-1914)
De "Veinticinco poemas"


Madrid, 15-7-08 

DE ENTRE LOS MUERTOS EN EL BOMBARDEO
DEL AMANECER HABÍA UN HOMBRE DE 100 AÑOS
 

Cuando la mañana se despertaba sobre la guerra
él se vistió, salió a la calle y murió,
las fallebas bostezaban flojas y una explosión las dejó de par en par,
él cayó donde amaba sobre las piedras rotas de la acera
y los añicos funerarios del suelo masacrado.
Dicen que en su calle trasera él detuvo un sol
y los cráteres de sus ojos fueron vástagos y fuego
cuando todas las llaves saltaron de la cerradura y tintinearon.
No busques más las cadenas de su corazón de pelo gris.
Celestial ambulancia traída por una herida
la reunión espera el eco de la azada sobre la caja.
Oh, apartad sus huesos de tan común carruaje,
la mañana está de vuelo sobre las alas de su edad
y cien cigüeñas se columpian en la mano derecha del sol.

DYLAN THOMAS
(Reino Unido-1914)
De "Muertes y entradas"


Madrid, 16-7-08 

CUANDO TODOS MIS CINCO Y RURALES SENTIDOS 

Cuando todos mis cinco y rurales sentidos vean
los dedos olvidarán verdes pulgares y marcarán
cómo, a través del ojo vegetal de media luna
cáscara de jóvenes estrellas y zodíaco a puñados
amor sobre la escarcha se corta y se marchita,
oídos murmuradores observarán alejarse al amor sonoramente
por la brisa abajo y la concha hasta la playa discorde,
y, forzada en sílabas, la lengua del lince grita
que sus tiernas heridas se han curado amargamente.
Mi nariz percibe su aliento arder como un arbusto.

Mi único y noble corazón tiene testigos
en todas las regiones del amor, que a tientas despertarán;
cuando el ciego sueño cae sobre los espiadores sentidos
sensual es el corazón, aunque cinco ojos se rompan.

DYLAN THOMAS
(Reino Unido-1914)
De "El mapa del amor"


Madrid, 17-7-08 

LA MANO QUE FIRMÓ EL PAPEL 

La mano que firmó el papel, arrasó una ciudad;
cinco soberanos dedos tasaron el aliento,
duplicaron la cifra de muertos y demediaron el país;
estos cinco reyes hicieron rey a la muerte.

La poderosa mano conduce a un hombro inclinado,
las cinco articulaciones rezuman tiza;
una pluma de ganso ha puesto fin al asesinato,
que puso fin a las conversaciones.

La mano que firmó el tratado engendró una fiebre,
el hambre creció, vinieron las langostas;
grande es la mano que ostenta el dominio
sobre el hombre por un nombre garabateado.

Los cinco reyes cuentan los muertos, pero no alivian
la costra de la herida ni acarician mejillas;
una mano ordena piedad como otra ordena cielo;
las manos no tienen lágrimas que verter.

DYLAN THOMAS
(Reino Unido-1914)
De "Veinticinco poemas"


Madrid, 18-7-08 

HE ANSIADO ALEJARME 

He ansiado alejarme
del siseo de la mentira desgastada
del incesante grito de los viejos terrores
que crecen más terribles cuando el día
traspasa la colina y entra en el mar profundo;
he ansiado alejarme
de la repetición de los saludos,
porque hay fantasmas en el aire
y en la página sonidos fantasmales
y un tronar de llamados y de notas.

He ansiado alejarme, pero temo,
alguna vida, aun intacta podría estallar
de la vieja mentira que arde sobre el suelo
y crepitando en el aire dejarme a medias ciego.
Ni por el miedo antiguo de la noche,
el sombrero que se quita del pelo,
o los labios fruncidos en el teléfono,
me harán caer ante la pluma de la muerte.
No quisiera morir de todo esto,
la mitad es convención, la otra mitad mentira.

DYLAN THOMAS
(Reino Unido-1914)
De "Veinticinco poemas"


Madrid, 21-7-08 

VOCALES 

A negro, E blanco, I rojo, U verde, O azul: vocales
yo diré algún día vuestros nacimientos latentes:
A, negro corsé velludo de moscas brillantes
zumbando alrededor de hedores crueles, 

golfas de sombra; E, candores de vapores y tiendas,
lanzas de glaciares intrépidos, reyes blancos, temblores de sombrillas
I, púrpuras, sangre salpicada,
risa de labios bellos en la cólera o las borracheras penitentes; 

U, ciclos, vibraciones divinas de mares verdosos,
paz de pastos sembrados de animales, paz de arrugas
que la alquimia imprime en las grandes frentes estudiosas; 

O, supremo Clarín lleno de estridencias extrañas,
silencios atravesados por Mundos y Ángeles:
O la Omega, ¡rayo violeta de Sus Ojos! 

La Estrella ha llorado rosa en el corazón de tus orejas,
el infinito rodó blanco de tu nuca a tus riñones;
el mar ha perlado rubidundez en tus mamas bermejas
y el Hombre sangró negro en tu costado soberano.

 

ARTHUR RIMBAUD
(Francia-1854)
De " Poemas selectos" 


Madrid, 22-7-08 

LOS AZORADOS 

Negros en la nieve y en la bruma,
junto a la gran lumbre que se enciende,
sus culos en redondo, 

de rodillas, cinco pequeños -¡miseria!-,
miran al panadero hacer
el denso pan rubio. 

Ven el fuerte brazo que voltea
la blanda masa y que la enhorna
en un claro agujero. 

Oyen cómo se transforma en buen pan.
El panadero de amplia sonrisa
gruñe una vieja canción. 

Están acurrucados, ni uno se mueve,
al aliento de la roja lumbre
cálida como un seno. 

Cuando alrededor de la medianoche
trabajado como un bollo
sale el pan, 

cuando, bajo las vigas ahumadas
cantan las cortezas perfumadas
y los grillos, 

cómo sopla la vida en ese cálido agujero,
ellos sienten el alma extasiada
bajo sus andrajos, 

se sienten vivir tan a gusto,
los pobres Jesús llenos de escarcha,
ahí están todos, 

pegando sus pequeños morros rosas
al enrejado, gruñendo cosas
entre los agujeros, 

ingenuos, diciendo sus oraciones
y replegados hacia esas luces
del cielo reabierto, 

tan fuerte, que revientan sus pantalones
y su camisa temblequea
al viento del invierno. 

ARTHUR RIMBAUD
(Francia-1854)
De " Poemas selectos"


Madrid, 23-7-08 

EL DOLOR 

Mientras que los escupitajos rojos de la metralla
Silban todo el día por la infinitud del cielo azul;
Que escarlatas o verdes, cerca del Rey que los burla,
Se desploman los batallones en masa bajo el fuego. 

Mientras que una espantosa locura, machaca
Y hace de cien millares de hombres un montón humeante;
-¡Pobres muertos! en el estío, en la hierba, en tu alegría,
¡Naturaleza! ¡oh tú que hiciste esos hombres santamente!...

-Hay un Dios, que ríe a los manteles adamascados
de los altares, a los inciensos, a los grandes cálices de oro;
que en el balanceo de los hosannas se duerme. 

Y se despierta, cuando las madres, encogidas
por la angustia, y llorando bajo sus viejas mantillas negras,
le entregan una perra gorda envuelta en sus pañuelos.

 

ARTHUR RIMBAUD
(Francia-1854)


Madrid, 24-7-08 

CANCIÓN DE LA MÁS ALTA TORRE 

Ociosa juventud
a todo esclavizada,
por delicadeza
yo he perdido mi vida.
¡Ah! Que llegue el tiempo
en que los corazones se enamoren.

Yo me he dicho: deja,
y que no se te vea:
y sin la promesa
de más altas alegrías.
Que nada te detenga,
augusta retirada.

He tenido tanta paciencia
que jamás olvido;
temores y sufrimientos
a los cielos se han ido.
Y la sed malsana
oscurece mis venas.

Así el Prado
al olvido entregado,
crecido, y florido
de incienso y cizañas
al zumbido salvaje
de cien sucias moscas.

¡Ah! Mil viudeces
de la tan pobre alma
¡que no tiene más que la imagen
de Nuestra Señora!
¿Es que se le reza
a la Virgen María?

Ociosa juventud
a todo esclavizada,
por delicadeza
yo he perdido mi vida.
¡Ah! Que llegue el tiempo
en que los corazones se enamoren. 

ARTHUR RIMBAUD
(Francia-1854)
De "Poemas selectos"


Madrid, 28-7-08 

LA GUITARRA 

Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas
de la madrugada.
Empieza el llanto
de la guitarra.
Es inútil
callarla.
Es imposible
callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible
callarla.
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas. 

FEDERICO GARCÍA LORCA
España-1898
De “Andalucía mítica”


Madrid, 29-7-08 

VUELTA DE PASEO 

Asesinado por el cielo,
entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal,
dejaré crecer mis cabellos. 

Con el árbol de muñones que no canta
y el niño con el blanco rostro de huevo. 

Con los animalitos de cabeza rota
y el agua harapienta de los pies secos. 

Con todo lo que tiene cansancio sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero. 

Tropezando con mi rostro distinto de cada día.
¡Asesinado por el cielo! 

FEDERICO GARCÍA LORCA
España-1898
De “Poeta en Nueva York”


Madrid, 30-7-08 

GACELA DE LA MUERTE OSCURA 

Quiero dormir el sueño de las manzanas,
alejarme del tumulto de los cementerios.
Quiero dormir el sueño de aquel niño
que quería cortarse el corazón en alta mar. 

No quiero que me repitan que los muertos no pierden la sangre;
que la boca podrida sigue pidiendo agua.
No quiero enterarme de los martirios que da la hierba,
ni de la luna con boca de serpiente
que trabaja antes del amanecer. 

Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que hay un establo de oro en mis labios;
que soy el pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas. 

Cúbreme por la aurora con un velo,
porque me arrojará puñados de hormigas,
y moja con agua dura mis zapatos
para que resbale la pinza de su alacrán. 

Porque quiero dormir el sueño de las manzanas
para aprender un llanto que me limpie de tierra;
porque quiero vivir con aquel niño oscuro
que quería cortarse el corazón en alta mar. 

FEDERICO GARCÍA LORCA
España-1898
De “Diván de Tamarit”


Madrid, 31-7-08 

LA SANGRE DERRAMADA
Fragmento 

¡Que no quiero verla! 

Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena. 

¡Que no quiero verla! 

La luna de par en par.
Caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras. 

¡Que no quiero verla!
Que mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña! 

¡Que no quiero verla! 

La vaca del viejo mundo
pasaba su triste lengua
sobre un hocico de sangres
derramadas en la arena,
y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.
No.
¡Que no quiero verla! 

Por las gradas sube Ignacio
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea!
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.
¡Quién me grita que me asome!
¡No me digáis que la vea! 

FEDERICO GARCÍA LORCA
España-1898
De “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”


Selección de Poemas Editados

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