RECORDANDO UN TEMBLOR
EN EL BOSQUE DE LOS MUERTOS
Si el corazón perdiera su
cimiento,
y vibraran la tierra y la madera
del bosque de la sangre, y se sintiera
en tu carne un pequeño movimiento
total, como una luz que avanza
lento
borrando en cada paso una frontera,
y fuese una luz fija la ceguera,
y entre el mirar y el ver quedara el viento,
y formasen los muertos que más
amas
un bosque ardiendo bajo el mar desnudo
-el bosque de la muerte en que deshoja
un sol, ya en otro cielo, su oro
mudo-
y volase un enjambre entre las ramas
donde puso el temblor la primer hoja...
LUIS ROSALES
(España-1910)
De “La casa encencida”
Eres de
cielo hacia la tarde, tienes
ya dorada la luz en las pupilas,
como un poco de nieve atardeciendo
que sabe que atardece.
Y yo querría
cegar del corazón, cegar de verte
cayendo hacia ti misma
como la tarde cae, como la noche
ciega la luz del bosque en que camina
de copa en copa cada vez más alta,
hasta la rama isleña, sonreída
por el último sol,
¡y sé que avanzas
porque avanza la noche! y que iluminas
tres hojas solas en el bosque,
y pienso
que la sombra te hará clara y distinta,
que todo el sol del mundo en ti descansa,
en ti, la retrasada, la encendida
rama del corazón en la que aún tiembla
la luz sin sol donde se cumple el día.
LUIS ROSALES
(España-1910)
De “Rimas”
Comienza a
clarear, entre la umbría
el agua se despierta y reverbera,
antes que el sol apunte en la ladera
la nieve empieza a ser la luz del día.
LUIS ROSALES
(España-1910)
De “Rimas”
Mis nervios
están locos, en las venas
la sangre hierve, líquido de fuego
salta a mis labios donde finge luego
la alegría de todas las verbenas.
Tengo deseos
de reír; las penas,
que de domar a voluntad no alego,
hoy conmigo no juegan y yo juego
con la tristeza azul de que están llenas.
El mundo
late; toda su armonía
la siento tan vibrante que hago mía
cuanto escancio en su trova de hechicera.
¡Es que abrí
la ventana hace un momento
y en las alas finísimas del viento
me ha traído su sol la primavera!
Las cosas
que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás,
se quiebran los vasos y el vidrio que queda
¡es polvo por siempre y por siempre será!
Cuando los
capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán...
Las flores tronchadas por el viento impío
¡se agotan por siempre, por siempre jamás!
Los días que
fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán.
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!
¡Qué tristes
las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!
¡Corazón...
silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...
-de llagas infectas-¡cúbrete de mal!
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!
¡Adiós para
siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más!...
Se me va de
los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos... En el viento, al rodar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida, ¿quién la recogerá?
Pude amar
esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida rodará... rodará...
Si en los
ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va,
si no ves
esa mano ni la boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de llamar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida ¿me reconocerás?
Pudiera ser que todo lo que en
verso he sentido
no fuera más que aquello que nunca pudo ser,
no fuera más que algo vedado y reprimido
de familia en familia, de mujer en mujer.
Dicen que en los solares de mi
gente, medido
estaba todo aquello que se debía hacer...
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
de mi casa materna... Ah, bien pudiera ser...
A veces en mi madre apuntaron
antojos
de liberarse, pero, se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloró.
Y todo esto mordiente, vencido,
mutilado,
todo esto que se hallaba en su alma encerrado,
pienso que sin quererlo lo he libertado yo.
Piedras enormes, rojo sol y el
polvo
alzado en nubes sobre tierra seca...
El sol al irse musitó al oído:
el alma tienes para nunca muerta.
Moviéndose serpientes a mi lado
hasta mi boca alzaron la cabeza.
El cielo gris, la piedra, repetían:
el alma tienes para nunca muerta.
Picos de buitre se sintieron
luego
junto a mis plantas remover la tierra;
voces del llano repitió la tarde:
el alma tienes para nunca muerta.
Oh sol fecundo, tierra
enardecida,
cielo estrellado, mar enorme, selva,
entraos por mi alma, sacudidla.
Duerme esta pobre que parece muerta.
Ah, que tus ojos se despierten,
alma,
y hallen el mundo como cosa nueva...
Ah, que tus ojos se despierten, alma,
alma que duermes con olor a muerta...
podría, por
azar,
cortar la una por la otra...
la blanca flor del crisantemo
sobre la cual la escarcha temprana se reclina
desconcertada...
ÔSHIKÔCHI NO MITSUNE
Japón- m. hacia 925
De “Antología de poesía clásica japonesa”
entre las
nubes
que empuja el viento del otoño,
mira cómo la luna
radiante y fría se abre paso
flotando sobre el cielo
FUJIWARA NO AKISUKE
Japón-1090
De “Antología de poesía clásica japonesa”
breves
noches de estío:
aunque parece un dulce atardecer,
ya llegó el alba,
pero ¿dónde, en qué nube,
se ha escondido la luna?
KIYOWARA NO FUKAYABU
Japón-principios del s.X
De “Antología de poesía clásica japonesa”
campos de
otoño
la choza, humilde choza,
con su techo de paja,
y mis mangas mojándose,
noche tras noche, de rocío
EMPERADOR TENJI
Japón-626
De “Antología de poesía clásica japonesa”
El umbral de
la inmortalidad
Es bastante alto, de piedra, con plantas
Uno no se daba cuenta de que lo cruzaba
Pero al otro lado
montones
De pájaros sin alas y sin agua
Lanzaban gritos de esgarradores...
BORIS VIAN
Francia, 1920
De “Cantinelas en jalea”
I
En un camino banal
De la Somme*
Había cuatro hombres
Pero no había cabo.
El primero se llamaba Jules.
Ponía
canaleras y arreglaba cristales
Y en su vida privada, era sonámbulo
Todos los lunes por la mañana, le dolía la cabeza
Y es que sólo nos portamos bien los fines de semana
Su cabello era rizado
Nariz recta, ojos azules
Boca corriente, mentón redondo
Estatura: un metro setenta y dos
Signos particulares: nada.
Un día, conoció
A una muchacha estupenda.
No era como las otras.
Dado que era propenso a la decencia
Y que ella quería ser decorosa
Hicieron por su parte lo que nosotros por la nuestra
Tuvieron así dos hijos sin esfuerzo.
*El departamento francés de La Somme, en la región de Picardía, fue escenario de duros enfrentamientos durante las dos guerras mundiales.
BORIS VIAN
Francia, 1920
De “Cantinelas en jalea”
LOS HERMANOS
El segundo se llamaba Víctor.
Vendía
corbatas y piedras de mechero
Y en su vida privada sufría de los callos
Los lunes por la mañana bebía mucha agua
Y es que sólo nos portamos bien los fines de semana
¿Su nariz? Pequeña y aguileña
Ojos negros, cabello negro
Boca corriente, mentón redondo
Estatura: un metro cincuenta y ocho.
Signos particulares: nada.
Un día que iba al trabajo
Una muchacha de mirada turbadora
Fue a cruzarse en su camino
Eso hizo que descarrilara
El vagón de sus sentimientos.
Se unieron al día siguiente.
Todos los sábados por la noche, jugaban al billar.
BORIS VIAN
Francia, 1920
De “Cantinelas en jalea”
LOS HERMANOS
El tercero se llamaba León.
Era perro
dentista*
y vivía de arreglar muelas
Y, en su vida privada, tenía visiones.
Los lunes por la mañana, tenía la boca muy seca
Y es que sólo nos portamos bien los fines de semana.
Sus ojos tenían reflejos verdes
Cabello castaño, nariz respingona
Boca corriente, mentón redondo
Estatura: un metro sesenta y siete
Signos particulares: nada.
Un buen día, tuvo la ocurrencia
De aventurarse, por casualidad,
En la habitación de su sirvienta
Que vivía en el sexto.
Volvió todas las noches.
Ella se hizo tan vaga
Que él le ofreció su cama y le pagó una criada.
*Posible juego homofónico entre las expresiones “chien destiste” et “chirurgien dentiste”..
BORIS VIAN
Francia, 1920
De “Cantinelas en jalea”
LOS HERMANOS
El último se llamaba Michel.
El último se
llamaba Michel, era cocinero
Y, en su vida privada, tenía cálculos renales
Los lunes por la mañana, le dolía la mandíbula
Y es que sólo nos portamos bien los fines de semana.
Su cabello era pelirrojo oscuro
Nariz mediana, ojos marrones
Boca corriente, mentón redondo
Estatura: un metro ochenta.
Signos particulares: nada.
Un día, tuvo la suerte
De entablar relaciones
Con la bella Marinette
Que ejercía –con conciencia
De modista– la profesión
Para ella inventó la receta
De la corteza de organdí con salsa de puntillas.
Como eran amigos, se vestían igual
Un pantalón mugriento, infames zapatones
Un pesado capote de caballerías
Un fusil muy grasiento, medias polainas
Un casco ridículo, una cantimplora
Como eran amigos, no se separaban:
Iban en todo a medias y compartían todo:
Nariz aguileña, nariz mediana, nariz recta, nariz respingona,
Boca corriente, mentón redondo.
Incluso, al cabo de un tiempo,
como eran amigos, vestían igual;
No se tenían celos: había para ellos
Más de un metro de tierra con una pequeña cruz.
Signos particulares: nada.
BORIS VIAN
Francia, 1920
De “Cantinelas en jalea”
El invierno tiene esas cosas; lluvia de niebla que sube desde el mar, trayendo los antiguos muertos. Sus lamentos son un humo de claveles que corren por la arena, rebotan con las puertas y vuelven a caer. Y es ahí que saltamos sobre ellos, estrujando sus pétalos, maldiciendo y maldiciendo. Y en cada verano se enciende un egoísta y una alegría feroz asoma por las bocas, se prolonga en las colinas, retrasa el amanecer.
Ya es la hora del trabajo y fatigados vamos por los peces.
Pero el
temporal florece en cada piedra y vuela con las barcazas que gotean el último
mar. Y desde el centro del ruido, impotentes contemplamos, como la madera trae
la luz en nuestras casas y el aire se entibia de mujer.
El mar seguía con lo suyo.
Nosotros nos perdimos por el tiempo.
VICENTE ZITO LEMA
Argentina-1939
De
“Pueblo en la costa”
Si bien
era de prever que un ser como ella fuera combatido en cualquier sociedad, es
indudable que en esta ciudad, donde el cielo es mil veces más rojo que las
estalactitas, todos los problemas se agravaban.
Aquí la soberbia. La malignidad de la gente ha llegado a sus máximos niveles.
Y la simple maravilla de su presencia la tornaba un elemento peligroso.
Provocaba la necesidad colectiva de su exterminio.
Había que degradarla. Afectar su frágil mecanismo de sismógrafo.
Convertirla en expiación de todos los asesinatos reprimidos. De las íntimas perversiones.
Hasta lograr que ella dejara de ser el espejo de los sueños frustrados.
La continua revelación de que en este orden no existían ya posibilidades de orgullo.
VICENTE ZITO LEMA
Argentina-1939
De “Feudal cortesía en la prisión del cerebro”
[ESTA NOCHE ES SINGULARMENTE LARGA]
I
Esta
noche es singularmente larga.
Abro las ventanas y todo el cuarto se llena de tu presencia.
Oh extraña: dejaste tu aliento en los animales que vuelan.
Estoy de regreso en la ciudad que he maldecido.
Han pasado días. He muerto tantas veces… Buscándote he viajado a países donde
ya no volveré. Islas. Sonámbulos espejos. Mares.
Aquellos castillos de puertas rojas y enredaderas habitados por locos
pasajeros. Hombres y mujeres que corrían embellecidos con frutos y turbantes.
Y los riachos cubiertos de musgos. Y de peces enormes y quietos. Y los hornos
de ladrillos. Y las armaduras sangrientas. Y las hormigas devorando los juncos.
Ahogándose con la panza brutalmente hinchada.
¡Regiones! En donde la enfermedad se apodera subrepticia de los cuerpos. Y
del espíritu.
Todos los estados han sido otorgados. Todos los que tuvieron participación en
nuestra vida han sido convocados.
Grave ceremonia es retomar el pasado.
VICENTE ZITO LEMA
Argentina-1939
De “Feudal cortesía en la prisión del cerebro”