Madrid, 1-6-06

 

[ESTA NOCHE ES SINGULARMENTE LARGA]

II

 

Elevemos altas estas copas. Por los enemigos. Por los amigos. Por nuestra hija. Por mis fieles animales enterrados con dolor.
   Dejemos que Melancolía suba por la sangre. Que se instale plañidera en nuestra mente. Que las lloronas prodiguen sus lamentos. También habrá recompensas para ellas.
   Largo exilio. Amé. Y hasta he profanado sin prejuicios los recintos de donde ya no se vuelve.
   Ha sido en tu nombre. Frustada penitencia. No me arrepiento.
   Volvería con mi facultad de muerte, intacta, todas las veces que me convocaran tus manos del juego de la oca.
   Y sé también que es tiempo de sufrimientos. No los temo.
   Dejaré que las asfixias destruyan mis pulmones. Que las demencias derriben mis construcciones mentales.
   Que los acopiadores de pieles se instalen satisfechos llenándome simplemente con ruidos de animales.
   ¡Feudal cortesía en la prisión del cerebro!

VICENTE ZITO LEMA
Argentina-1939
De “Feudal cortesía en la prisión del cerebro”


Madrid, 2-6-06

 

[ESTA NOCHE ES SINGULARMENTE LARGA]

III

Todo lo he intentado; provocar las fuerzas ocultas; aspirar el aire con la boca de un pez; integrarme con los exterminadores de las sagradas reliquias; con las salvajes turbas de saqueo. Llegar a los últimos estados. A los cuerpos de antenas trepadoras y plantas de ocres y de llaves. Intimar con la muerte y los cuerpos de terciopelo –Oh tapices. Oh pasadizos de la muralla-.
   Llenar con mejicanos de oro las esclusas. Mostrar desnudo las llagas. Enriquecerlas con ungüentos. Con historias…
   Pero sé, Extraña, que todo ha sido inútil.
   Continuarás en la región de las luciérnagas y las auroras tenebrosas.
   Mostrando la lengua y la campanilla fosforescente.
   Buscando los astros del espejo.
   Temblando suavemente.
   Rogando que no me destruya la maldad.
   Es tan absurdo. Tan estéril el delirio del hombre que se incendia con ramas de enero y papel de cigarrillos…

 

VICENTE ZITO LEMA
Argentina-1939
De “Feudal cortesía en la prisión del cerebro”


 


Madrid, 5-6-06

 

LA OTRA

Una en mí maté:
yo no la amaba. 

Era la flor llameando
del cactus de montaña;
era aridez y fuego;
nunca se refrescaba.

Piedra y cielo tenía
a pies y a espaldas
y no bajaba nunca
a buscar “ojos de agua”. 

Donde hacía su siesta,
las hierbas se enroscaban
de aliento en su boca
y brasa en su cara.

En rápidas resinas
se endurecía su habla,
por no caer en linda
presa soltada.

Doblarse no sabía
la planta de montaña,
y al costado de ella,
yo me doblaba...

La dejé que muriese,
robándole mi entraña.
Se acabó como el águila
que no es alimentada.

Sosegó el aletazo,
se dobló, lacia,
y me cayó a la mano
su pavesa acabada...

Por ella todavía
me gimen sus hermanas,
y las gredas de fuego
al pasar me desgarran.

Cruzando yo les digo:
-Buscad por las quebradas
y haced con las arcillas
otra águila abrasada.

Si no podéis, entonces,
¡ay!, olvidadla.
Yo la maté. ¡Vosotras
también matadla!

GABRIELA MISTRAL
C
hile-1889
De “Lagar”


Madrid, 6-6-06

 

OCOTILLO

Ocotillo de Arizona
sustentado en el desierto,
huesecillos requemados
crepitando y resistiendo,
tantos gestos aventados
y uno, y solo, y terco anhelo.

Por sus filos empolvados
sube un caldo de tormento.
En el viento va su lengua
como va el lebrel sediento,
y al remate está el descanso
del ansiar y del jadeo:
¡ocotillo refrescado
de su sangre, no del viento!

Rasa patria, raso polvo,
raso plexo del desierto;
duna y dunas enhebradas,
y hasta Dios, rasos los cielos,
todo arena voladora
y sólo él permaneciendo;
toda hierba consumida
y no más su grito entero.

Dice “¡no!” la vieja arena
y el blanquear del castor muerto,
y el anillo de horizonte
dice “¡no!” a su prisionero,
y Dios dice “¡sí1” tan solo
por el ocotillo ardiendo.

¿A quién manda su palabra
que parece juramento?
¿A quién clama lo que pide
que será su refrigerio?
¿A quién llama todavía,
insistente como el eco?
Al nacer, ¿a quién llamó?
¿Y a quién mira y ve en muriendo?

Cuando para y cae rota
la borrasca, y no hay senderos,
voy andando, voy llegando
a su magullado cuerpo
y lo oscuro y lo ofendido
yo le enjugo y enderezo
-como a aquel que me troncharon-
con al esponja de mi cuerpo
y mi palma lo repasa
en sus miembros que son fuego.

GABRIELA MISTRAL
C
hile-1889
De “Lagar”


Madrid, 7-6-06

LA ESPERA INÚTIL

Yo me olvidé que se hizo
ceniza tu pie ligero,
y, como en los buenos tiempos,
salí a encontrarte al sendero.

Pasé valle, llano y río
y el cantar se me hizo triste.
La tarde volcó su vaso
de luz ¡y tú no viniste!

El sol fue desmenuzando
su ardida y muerta amapola;
flecos de niebla temblaron
sobre el campo. ¡Estaba sola!

Al viento otoñal, de un árbol
crujió el blanqueado brazo.
Tuve miedo y te llamé:
“¡Amado, apresura el paso!

Tengo miedo y tengo amor,
¡amado, el paso apresura!”
Iba espesando la noche
y creciendo mi locura.

Me olvidé de que te hicieron
sordo para mi clamor;
me olvidé de tu silencio
y de tu cárdeno albor;

de tu inerte mano torpe
ya para buscar mi mano;
¡de tus ojos dilatados
del inquirir soberano!

La noche ensanchó su charco
de betún; el agorero
búho con la horrible seda
de su ala rasgó el sendero.

No te volveré a llamar
que ya no haces tu jornada;
mi desnuda planta sigue,
la tuya está sosegada.

Vano es que acuda a la cita
por los caminos desiertos.
¡No ha de cuajar tu fantasma
entre mis brazos abiertos!

GABRIELA MISTRAL
C
hile-1889
De “Desolación”


Madrid, 8-6-06

 

OTOÑO

A esta alameda muriente
he traído mi cansancio,
y estoy ya no sé qué tiempo
tendida bajo los álamos,
que van cubriendo mi pecho
de su oro divino y tardo.

Sin un ímpetu la tarde
se apagó tras de los álamos.
Por mi corazón mendigo
ella no se ha ensangrentado.
Y el amor al que tendí,
para salvarme, los brazos,
se está muriendo en mi alma
como arrebol desflocado. 

Y no llevaba más que este
manojito atribulado
de ternura, entre mis carnes
como un infante, temblando.

Ahora se me va perdiendo
como un agua entre los álamos;
pero es otoño, y no agito,
para salvarlo, mis brazos!

En mis sienes la hojarasca
exhala un perfume manso.
Tal vez morir sólo sea
ir con asombro marchando
entre un rumor de hojas secas
y por un parque extasiado.

Aunque va a llegar la noche,
y estoy sola, y ha blanqueado
el suelo un azahar de escarcha,
para regresar no me alzo,
ni hago lecho, entre las hojas,
ni acierto a dar, sollozando,
un inmenso Padre Nuestro
por mi inmenso desamparo.

GABRIELA MISTRAL
C
hile-1889
De “Desolación”


Madrid, 9-6-06

 

VERTIENTE

En el fondo de la huerta
mana una vertiente viva
ciega de largos cabellos
y sin espumas herida,
que de abajada no llama
y no se crece, de fina.

De la concha de mis manos
resbala, oscura y huída.

Por lo bajo que rebrota
se la bebe de rodillas,
y yo le llevo tan solo
las sedes que más se inclinan:
la sed de las pobres bestias,
la de los niños, la mía.

En la luz ella no estaba
y en la noche no se oía,
la oímos hasta dormidas,
porque desde ella se viene
como punzada divina,
o como segunda sangre
que el pecho no se sabía. 

Era ella quien mojaba
los ojos de las novillas.
En la oleada de alhucenas
ella iba y venía
y hablaba igual que mi habla
que los pastos calofría.

No vino a saltos de liebre
bajando la serranía.
Subió cortando carbunclos,
mordiendo las cales frías.
La vieja tierra nocturna
le rebanaba la huída:
pero llegó a su querencia
con más viaje que Tobías...

(Al que manó solo una
noche en el huerto de olivas
no lo miraron los troncos
ni la noche enceguecida,
y no le oyeron la sangre,
de abajada que corría.

Pero nosotras que vimos
esta agua de la acedía
que nos amó sin sabernos
y caminó dos mil días;
¿cómo ahora la dejamos
en la noche desvalida?
¿Y cómo dormir lo mismo
que cuando ella no se oía?)

GABRIELA MISTRAL
C
hile-1889
De “Lagar”


Madrid, 12-6-06

 LOS SUEÑOS DIALOGADOS

I

¡Cómo en el alto llano tu figura
se me aparece!... Mi palabra evoca
el prado verde y la árida llanura,
la zarza en flor, la cenicienta roca.
Y al recuerdo obediente, negra encina
brota en el cerro, baja el chopo al río;
el pastor va subiendo a la colina;
brilla un balcón en la ciudad: el mío,
el nuestro. ¿Ves? Hacia Aragón, lejana,
la sierra de Moncayo, blanca y rosa...
Mira el incendio de esa nube grana,
y aquella estrella en el azul, esposa.
Tras el Duero, la loma de Santana
se amorata en la tarde silenciosa.

ANTONIO MACHADO
(España-1875)
De "Nuevas canciones"


Madrid, 13-6-06

 

LOS SUEÑOS DIALOGADOS

II

¿Por qué, decísme, hacia los altos llanos
huye mi corazón de esta ribera,
y en tierra labradora y marinera
suspiro por los yermos castellanos?
Nadie elige su amor. Llevóme un día
mi destino a los grises calvijares
donde ahuyenta al caer la nieve fría
las sombras de los muertos encinares.
De aquel trozo de España, alto y roquero,
hoy traigo a ti, Guadalquivir florido,
una mata del áspero romero.
Mi corazón está donde ha nacido
no a la vida, al amor, cerca del Duero...
¡El muro blanco y el ciprés erguido!

ANTONIO MACHADO
(España-1875)
De "Nuevas canciones"


Madrid, 14-6-06

LOS SUEÑOS DIALOGADOS

III

Las ascuas de un crepúsculo, señora,
rota la parda nube de tormenta,
han pintado en la roca cenicienta
de lueñe cerro un resplandor de aurora.
Una aurora cuajada en roca fría,
que es asombro y pavor del caminante
más que fiero león en claro día
o en garganta de monte osa gigante.
Con el incendio de un amor, prendido
al turbio sueño de esperanza y miedo,
yo voy hacia la mar, hacia el olvido
-y no como a la noche ese roquedo,
al girar del planeta ensombrecido-.
No me llaméis, porque tornar no puedo.

ANTONIO MACHADO
(España-1875)
De "Nuevas canciones"


Madrid, 15-6-06

 

LOS SUEÑOS DIALOGADOS
IV

¡Oh soledad, mi sola compañía,
oh musa del portento, que al vocablo
diste a mi voz que nunca te pedía!,
responde a mi pregunta: ¿con quién hablo?
Ausente de ruidosa mascarada,
divierto mi tristeza sin amigo,
contigo, dueña de la faz velada,
siempre velada al dialogar conmigo.
Hoy pienso: éste que soy será quien sea;
no es ya mi grave enigma este semblante
que en el íntimo espejo se recrea,
sino el misterio de tu voz amante.
Descúbreme tu rostro, que yo vea
fijos en mí tus ojos de diamante.

 

ANTONIO MACHADO
(España-1875)
De "Nuevas canciones"


Madrid, 16-6-06

 

A UN OLMO SECO

Al olmo viejo hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera. 

ANTONIO MACHADO
(España-1875)
De "Nuevas canciones"


Madrid, 19-6-06

ANILLOS DE CENIZA

a Cristina Campo

Son mis voces cantando
para que no canten ellos,
los amordazados grismente en el alba,
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.

Hay, en la espera
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición del sol en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta,
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.

ALEJANDRA PIZARNIK
Argentina- 1936
De “Los trabajos y las noches”


Madrid, 20-6-06

 

FRONTERAS INÚTILES

Un lugar
no digo un espacio
hablo de
              qué
hablo de lo que no es
hablo de lo que conozco

 

no el tiempo
sólo todos los instantes
no el amor
no
    sí
no

 

un lugar de ausencia
un hilo de miserable unión

 

ALEJANDRA PIZARNIK
Argentina- 1936
De “Los trabajos y las noches”


 Madrid, 21-6-06

MADRUGADA

Desnudo soñando una noche solar.
He yacido días animales.
El viento y la lluvia me borraron
como a un fuego, como a un poema
escrito en un muro.

ALEJANDRA PIZARNIK
Argentina- 1936
De “Los trabajos y las noches”


Madrid, 22-6-06

 

MORADAS

A Théodore Fraenkel

En la mano crispada de un muerto,
en la memoria de un loco,
en la tristeza de un niño,
en la mano que busca el vaso,
en el vaso inalcanzable,
en la sed de siempre.

ALEJANDRA PIZARNIK
Argentina- 1936
De “Los trabajos y las noches”


Madrid, 23-6-06

 

MENDIGA VOZ

Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.

En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.

ALEJANDRA PIZARNIK
Argentina- 1936
De “Los trabajos y las noches”


Madrid, 26-6-06

 

HOTEL DE LAS CENTELLAS

La mariposa filosófica
Se posa en la estrella rosa
y forma así una ventana del infierno
El hombre enmascarado está siempre de pie ante la
     mujer desnuda
Cuyos cabellos resbalan lo mismo que de mañana la luz
     de un farol que han olvidado apagar
Los sabios muebles preparan la pieza que hace juegos
     de manos
Con sus rosetones
Sus rayos de sol circulares
Sus moliendas de vidrio
En cuyo interior azulea un cielo con precisión
En memoria del pecho inimitable
Ahora la nube de un jardín pasa por encima de la cabeza
     del hombre que acaba de sentarse
Parte por la mitad a la mujer de busto mágico y ojos
     de Parma
Es la hora en que el oso boreal con gesto de gran
     inteligencia
Se estira y da cuenta de un día
Al otro lado la lluvia se encabrita sobre los bulevares de
     una gran ciudad
La lluvia entre la niebla con regueros de sol sobre las
     flores rojas
La lluvia y el diábolo de los viejos tiempos
Las piernas bajo la nube frutal rodean el invernadero
Sólo se percibe el pulso de una mano muy blanca
     representado por dos minúsculas alas
El balancín de la ausencia oscila entre las cuatro paredes
Hendiendo las cabezas
De donde se escapan bandadas de reyes que en seguida
     se hacen la guerra
Hasta que el eclipse oriental
Turquesa en el fondo de las tazas
Descubre el lecho equilateral de sábanas color de esas
     flores llamadas bola de nieve
Los veladores deliciosos las cortinas rasgadas
Al alcance de un librito con estas palabras estampadas
     No hay mañana
Cuyo autor lleva un nombre extraño
En la oscura señalización terrestre

ANDRÉ BRETON
Francia-1896

De “El revólver de cabellos blancos”


Madrid, 27-6-06

 

NO HA LUGAR

Arte de los días arte de las noches
La balanza de las heridas que se llama Perdona
Balanza roja y sensible al peso de un vuelo de pájaro
Cuando las amazonas de cuello de nieve con las manos
     vacías
Empujan sus carros de vapor sobre los prados
Veo esa balanza sin cesar enloquecida
Veo el ibis de bellos modales
Que regresa del estanque atado en mi corazón
Las ruedas del sueño encantan a los espléndidos carriles
Que se elevan altísimos sobre las conchas de sus vestidos
Y el asombro salta de aquí para allá sobre el mar
Ve mi querida aurora no olvides nada de mi vida
Toma estas rosas que trepan en el pozo de los espejos
Toma los latidos de todas las pestañas
Toma hasta los hilos que sostienen los pasos de las
     marionetas y de las gotas de agua
Arte de los días arte de las noches
Estoy en la ventana muy lejos de una ciudad llena de
     terror.
Fuera unos hombres con sombrero de copa se persiguen
     a intervalos regulares
Semejantes a las lluvias que amaba
Cuando hacía tan buen tiempo
”La ira de Dios” es el nombre de un cabaret al que entré ayer
Está escrito sobre la portada blanca con letras más pálidas
Pero las mujeres-marineros que se deslizan detrás de los cristales
Son demasiado hermosas para tener miedo
Aquí nunca el cuerpo siempre el asesinato sin pruebas
Nunca el cielo siempre el silencio
Nunca la libertad sino por la libertad

ANDRÉ BRETON
Francia-1896

De “El revólver de cabellos blancos”


Madrid, 28-6-06

 

TENGO ANTE MÍ
EL HADA DE LA SAL

 

Tengo ante mí el hada de la sal
Cuya túnica bordada de corderos
Desciende hasta el mar
Y cuyo velo de caída en caída irisa la montaña entera
Brilla al sol como una lucerna de agua viva
Y los pequeños alfareros de la noche se han servido
     de sus uñas sin luna
Para completar el servicio de café de la belladona
El tiempo se enreda milagrosamente tras sus zapatos
     de estrellas de nieve
Todo a lo largo de un rastro que se pierde entre las
     caricias de dos armiños
Por más que los peligros retrospectivos puedan estar
     ricamente repartidos
Los carbones mal apagados en el ciruelo de los vallados
por la serpiente coral que puede pasar por un delgadísimo
     hilo de sangre coagulada
El fondo del hogar
Está siempre lo mismo de espléndidamente negro
El fondo del hogar en donde aprendía a ver
Y sobre el cual danza sin interrupción la hojuela de espalda de prímulas
La hojuela que hay que lanzar tan alto para dorarla
Aquella cuyo sabor perdido de nuevo encuentro
En sus cabellos
La hojuela mágica el sello aéreo
De nuestro amor. 

ANDRÉ BRETON
Francia-1896

De “El aire del agua”


Madrid, 29-6-06

 

UNA RAMA DE ORTIGA
ENTRA POR LA VENTANA

 

La mujer con cuerpo de papel pintado
La mancha roja de las chimeneas
Cuya memoria está formada por una multitud de pequeños
     abrevaderos
Para los navíos lejanos
Y que ríe como un poco de brasa que se hubiera incrustado
     en la nieve
Y que se ve crecer y disminuir de noche sobre unos pasos
     de acordeón
La coraza de las hierbas la empuñadura de la puerta de
     los puñales
La que desciende de las lentejuelas de la esfinge
La que pone ruedecillas al sillón del Danubio
Aquella para quien el espacio y el tiempo se desgarran
     de noche cuando el sereno de su mirada vacila
     como un elfo
Pájaro frágil
Que la naturaleza coloca sobre los hilos telegráficos
     de los trances
Y que zozobra en el gran lago de números de su canto
Ella es el doble corazón de la muralla perdida
A la que se arrancan las langostas de la sangre
Que arrastran mi apariencia de espejo mis manos de falla
Mis ojos de orugas mis cabellos de largas ballenas negras
De ballenas selladas con una cera negra y resplandeciente

 

ANDRÉ BRETON
Francia-1896

De “El revólver de cabellos blancos”


Madrid, 30-6-06

 

NUDO DE ESPEJOS

Las bellas ventanas abiertas y cerradas
Suspendidas de los labios del día
Las bellas ventanas en camisa
Las bellas ventanas de cabellos de fuego en la noche
     negra
Las bellas ventanas de gritos de alarma y de besos
Encima de mí debajo de mí detrás de mí están menos
     que en mí
En donde sólo forman un único cristal azul como
     los trigos
Un diamante divisible en tantos diamantes como se
     necesitarían para bañar a todos los bengalíes
Y las estaciones que no son cuatro sino quince
     o dieciséis
En mí entre las cuales está aquella en donde el metal
     florece
Aquella cuya sonrisa es tenue como un encaje
Aquella cuyo rocío al atardecer une las mujeres y
     las piedras
Las estaciones luminosas como el interior de una manzana
     de la que se hubiera desprendido un trozo
O como un barrio excéntrico habitado por seres que están
     en combinación con el viento
O como el viento del espíritu que de noche hierra de
     pájaros sin límites a los caballos con ollares de álgebra
O como la fórmula

   Tintura de pasionaria   )
                                        (   aa 50 cent. cúbicos
   Tintura de majuelo      )

 

   Tintura de muérdago               5 cent. cúbicos

   Tintura de escila                      3 cent. cúbicos

 

                             que combate el ruido del galope

Las estaciones rehacen malla a malla su red que resplandece
     con el agua viva de mis ojos
Y en esa red todo lo que he visto es la espiral de una
     fabulosa caracola
que me recuerda la ejecución en recinto cerrado del
     emperador Maximiliano
Y todo lo que he amado es la rama más alta del árbol
     de coral que será fulminado
Es la estilográfica del reloj de sol a las doce en punto
     de la noche
Lo que conozco bien lo que conozco tan poco que
     préstame tus garras viejo delirio
Para alzarme con mi corazón a lo largo de la catarata
Los aeronautas hablan de la eflorescencia del aire
     en invierno

ANDRÉ BRETON
Francia-1896

De “El revólver de cabellos blancos”


Selección de Poemas Editados
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