Madrid, 1-2-06

HAZAÑA

Todo,
todo,
en el aire,
en el agua,
en la tierra,
desarraigado y ácido,
descompuesto,
perdido.
El agua hecha caballo antes que nube y lluvia.
Los toros transformados en sumisas poleas.
El engaño sin malla,
sin “tutu”,
sin pezones.

La impúdica mentira exhibiendo el trasero
en todas las posturas,
en todas las esquinas.
Las polillas voraces de expediente cocido,
disfrazadas de hiena,
de tapir con mochila.
Las techumbres que emigran en oscuras bandadas.
Las ventanas que escupen dentaduras de piano,
cacerolas,
espejos,
piernas carbonizadas. 

Porque mirad
sin musgo,
mi corazón de yesca,
qué hicimos,
qué hemos hecho
con nuestras pobres manos,
con nuestros esqueletos de invierno y de verano.

Desatar el incendio.
Aplaudir el desastre.
Trasladar,
sobre caucho,
apetitos de pústula.
Prostituir los crepúsculos.
Adorar los bulones
y los secos cerebros de nuez reblandecida…
Como si no existiera más que el sudor y el asco;
como si sólo ansiáramos nutrir con nuestra sangre
las raíces del odio;
como si ya no fuese bastante deprimente
saber que sólo somos un pálido excremento
del amor,
de la muerte.

OLIVERIO GIRONDO
Argentina-1891
De “Persuasión de los días”


Madrid, 2-2-06

RECIÉN ENTONCES

Si el engaste
el subsobo
los trueques toques topos
las malacras
el desove
los topes
si el egohueco herniado
el covaciarse a cero
los elencos del asco
las acreencias
los finitos afines pudiesen menos
si no expudieran casi los escarbes vitales
el hartazgo en cadena
lo posmascado pálido
si el final torvo sorbo de luz niebla de ahogo no antepudiese
     tanto
ah
el verdever
el todo ver quizás en libre aleo el ser
el puro ser sin hojas ya sin costas ni ondas locas ni recontras
sólo su ámbito solo
                              recién
                                      quizás
                                               recién entonces

OLIVERIO GIRONDO
Argentina-1891
De “En la masmédula”


Madrid, 3-2-06

TROPOS

Toco
toco poros
amarras
calas toco
teclas de nervios
muelles
tejidos que me tocan
cicatrices
cenizas
trópicos vientres toco
solos solos
resacas
estertores
toco y mastoco
y nada

Prefiguras de ausencia
inconsistentes tropos
qué tú
qué qué
qué quenas
qué hondonadas
qué máscaras
qué soledades huecas
qué sí qué no
qué sino que me destempla el toque
qué reflejos
qué fondos
qué materiales brujos
qué llaves
qué ingredientes nocturnos
qué fallebas heladas que no abren
qué nada toco
en todo

OLIVERIO GIRONDO
Argentina-1891
De “En la masmédula”


Madrid, 6-2-06

EL PERRO RABIOSO

   Muero porque las pulgas me inoculen
la sangre de los perros más rabiosos,
me vuelvan los colmillos venenosos
y el hombre que hay en mí me lo estrangulen.

   Que ni el odio y la furia disimulen
cuanto de hirientes, graves, peligrosos
son mis serios arranques rencorosos,
sin puños que los frenen y regulen.
   Época es de morder a dentelladas,
de hincar hundiendo enteras las encías,
contagiando mi rabia hasta en la muerte.
   Revolcándose, mira inoculadas
aullar las horas de los malos días,
por morderlas ¡oh Tiempo! y por morderte.

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “De un momento a otro (Poesía e historia)”


Madrid, 7-2-06

HACE FALTA SER CIEGO

   Hace falta estar ciego,
tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio,
cal viva,
arena hirviendo,
para no ver la luz que salta en nuestros actos,
que ilumina por dentro nuestra lengua,
nuestra diaria palabra.
   Hace falta querer morir sin estela de gloria y alegría,
sin participación en los himnos futuros,
sin recuerdo en los hombres que juzguen el pasado sombrío
         de la Tierra.
   Hace falta querer ya en vida ser pasado,
obstáculo sangriento,
cosa muerta,
seco olvido. 

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “De un momento a otro (Poesía e historia)”


Madrid, 8-2-06 

LA SOLEDAD
Escena I

Vendrá.
Vendrá.
Lo ha escrito.
La semana que viene.
Mientras, blanqueo la casa,
arreglo la cocina,
termino de pintar el techo de la alcoba.
Ahora
tengo una nueva cama,
dos sillas de nogal,
una cómoda, un buen palanganero,
una mesa que no se tambalea…
somos dos solamente… ¿Qué más puedo querer?
Afuera,
en mitad del jardín,
engordan los tomates…
Hay acelgas, lechugas,
rábanos, zanahorias…
Las patatas,
reventando en la tierra,
sólo están esperando su llegada.
Las ramas del durazno se doblan… El ciruelo
no puede aguantar más… Cuando los miro,
parece que me dicen: “No nos toques. Ya viene.”
Tengo un gallo cantor
y hasta siete gallinas ponedoras…
Todo está preparado.
Vendrá. Pienso que el martes…
si no, a lo más tardar,
la mañana del miércoles…
o quizás en la noche… Sí, mejor… ¡En la noche!

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Poemas escénicos”


Madrid, 9-2-06

LA SOLEDAD
Escena II

Vendrá.
Vendrá.
Lo ha escrito.
Ya pasó una semana.
Viene desde muy lejos…
De allá del norte… En tren…
Casi dos mil kilómetros…
Muy lejos… Malos trenes…
Y el calor… Y el polvo
que entra por todas partes…
La casa está ya lista: una paloma blanca
de cal pura… Lucientes,
más brillantes que el oro,
la sartén, el perol, la cacerola… Y luego,
la cama grande, grande… cubierta de una colcha
de colores, con pájaros…
Pero muchos kilómetros sin nadie… Eso me han
dicho…
Y el calor… Y el polvo…
Tendrá sed… Aquí, el agua
no falta casi nunca… Va a gustarle esto mucho…
Poco trabajo para ella… Yo
lo haré todo. Soy fuerte todavía…
¿Ella? Bueno. Veremos.
Es mi mujer… no quiero que se canse.
“Trae aquí esos tomates... Mira, aquéllos de allá,
tan colorados…” Nunca los ha visto.
Dirá que no… “¿Lechugas como éstas,
tan blancas? ¿Y los rábanos? ¡tampoco!
Vamos, mujer… Te esperan las gallinas…
¿Qué más quieres? El postre
ahí lo tienes colgado del ciruelo.
Extiende el delantal y sacude una rama…”
ya es muy tarde. Le tomo la cintura…
Se sonríe… ¡Qué hermosa!
Apagamos la luz…
Así. ¡Cuántos kilómetros!
Hoy es miércoles ya… Vendrá esta noche.

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Poemas escénicos”


Madrid, 10-2-06

LA SOLEDAD
Escena III

¿Vendrá?
Puede que venga.
Lo dice en esta carta que aquí llevo.
Se está yendo el verano… Y llueve. Las patatas…
¡cuántas ya se han podrido!
Los tomates se hincharon de tal modo
que rodaron por tierra, derramándose.
La fruta se acabó. Nunca los pájaros
comieron más duraznos y ciruelas.
Las acelgas… ¡Qué viejas y amarillas
están ya! ¡Qué buen tonto
sería si plantara de nuevo más lechugas!
Las gallinas cloquean por los muertos sembrados.
La lluvia ha enverdecido el banco de la casa.
La cocina está negra de hollín… Miro las sillas…
Una está sin usar… la otra ya tiene
partido un palo… El suelo
cruje sucio de tierra.
En un rincón, la escoba se aburre. Hace ya un mes
que no lavo las sábanas… Tan sólo,
enganchada de un clavo del muro de la alcoba,
sigue la nueva colcha de los pájaros.
Llega el otoño ya.
Mi mujer no ha venido. Yo no la conocía…
No la conocí nunca.
Era joven. Lo sé.
Unos veintidós años…
Aquí tengo su carta…
Yo he cumplido sesenta…
El polvo… El calor… Tal vez tantos kilómetros…
¡Vaya usted a saber!

RAFAEL ALBERTI
España-1902
De “Poemas escénicos”


Madrid, 13-2-06

ÍNTIMA

Ayer te vi… No estabas bajo el techo
     de tu tranquilo hogar
ni doblando la frente arrodillada
     delante del altar, 
ni reclinando la gentil cabeza
sobre el augusto pecho maternal.
Te vi… Si ayer no te siguió mi sombra
     en el aire, en el sol,
es que la maldición de los amantes
     no la recibe Dios,
o acaso el que me roba tus caricias
tiene en el cielo más poder que yo!

Otros te digan palma del desierto,
otros te llamen flor de la montaña,
otros quemen incienso a tu hermosura,
    yo te diré mi amada.
Ellos buscan un pago a sus vigilias,
ellos compran tu amor con sus palabras;
ellos son elocuentes porque esperan,
     ¡y yo no espero nada!

Yo sé que la mujer es vanidosa,
yo sé que la lisonja la desarma,
y sé que un hombre esclavo de rodillas
     más que todos alcanza…
Otros te digan palma del desierto,
otros compren tu amor con sus palabras,
yo seré más audaz pero más noble:
     ¡yo te diré mi amada!

ALMAFUERTE (Pedro B. Palacios)
(Argentina-1854)
De “Poesías”


Madrid, 14-2-06

 COMO LOS BUEYES 

   Ser bueno, en mi sentir, es lo más llano
Y concilia deber, altruismo y gusto:
Con el que pasa lejos, casi adusto,
Con el que viene a mí, tierno y humano. 

   Hallo razón al triste y al insano,
Mal que reviente mi pensar robusto;
Y en vez de andar buscando lo más justo
Hago yunta con otro y soy su hermano. 

   Sin meterme a Moisés de nuevas leyes,
Doy al que pide pan, pan y puchero;
Y el honor de salvar al mundo entero
Se lo dejo a los genios y a los reyes: 

   Hago, vuelvo a decir, como los bueyes,
Mutualidad de yunta y compañero. 

ALMAFUERTE (Pedro B. Palacios)
(Argentina-1854)
De “Poesías”


Madrid, 15-2-06

LA INMORTAL 

   Jadeante, grotesca, inasible
–por tenaz, por insólita y vaga-
soportando por siglos de siglos,
minuto a minuto la cúpula humana:
así está la misérrima plebe,
la inmortal invisible alimaña
que los tercos lebreles vigilan
y acosan y aturden y aprietan y aplastan. 

   ¡No! ¡No puede quedar en mi Chusma
nada más que la torva mirada
con que atisban, tahures vencidos,
sutiles, absurdas, quiméricas trampas!
¡No! ¡No puede sentir en su pecho,
nada más que rencores de paria,
y el horresco furor de que todo
reviente y en finas moléculas caiga! 

   Ni podrás vaporar para siempre
las barreras de hiel que separan
la mansión de las risas amables,
de aquel “pandemoniun” de sombras airadas,-
nada más que poniendo tus labios
donde mismo supuran sus llagas,
nada más que llenando tus leyes
del fuego divino del alma cristiana! 

ALMAFUERTE (Pedro B. Palacios)
(Argentina-1854)
De “Poesías”
 


Madrid, 16-2-06

LA PULPA DEL GENIO

   Como va por el foso la Vida
de sutil fetidez rodeada;
como yacen los limos proficuos
detrás de sus velos de fúnebre miasma:
como triste, deforme, difusa,
la materia del caos aguardaba
los acentos de Dios que dijesen,
sé nube, sé piedra, sé carne, sé planta!

   Así van las burbujas de gloria,
las virtudes más bellas y mansas,
por el ancho zanjón del arroyo,
prolijas y sordas, latentes y bravas;
así espera mi pulpa del genio,
fluctuante, deforme, callada,
la presión del Azar que decrete
su toga, su lauro, su cetro, su tiara.

   Y cual brotan del mar esas nubes
que simulan paisajes de nácar;
como luego, por múltiples modos,
regresan y siempre la mar las exhala:
no son más que vapor de sí propia
tiranías, alcurnias y famas;
flotarán esas nubes el tiempo
que floten y ruja abajo esas aguas.

ALMAFUERTE (Pedro B. Palacios)
(Argentina-1854)
De “Poesías”


Madrid, 17-2-06

MI ALMA
(Paralela)

   Bajo la curva de la noche, fúnebre,
sobre la arena del desierto, cálida,
se conturba la mente del proscripto,
su pie desnudo vacilante marcha;
y allá en la curva fúnebre del cielo
     la estrella solitaria;
y allá, sobre las cálidas arenas,
     el oasis y el agua!

   Bajo la curva del dolor, fatídica,
sobre el desierto de mi vida trágica,
mi acongojada mente se conturba,
mi vacilante pie se despedaza;
y allá, en la curva del dolor, siniestra,
     la luz de la esperanza;
y allá sobre el desierto de mi vida,
la resonante multitud de mi alma!

ALMAFUERTE (Pedro B. Palacios)
(Argentina-1854)
De “Poesías”


Madrid, 20-2-06


ADÓNDE

 ¿Adónde se nos va la vida?
El mundo con su fatal carrera de armamentos
está sordo
                al borboteo secreto de los fermentos terrestres,
a los arroyos infantiles, indefensos de abril,
cuyo infantilismo a primera vista
                                parece innecesario.
¡No te mueras,
                  naturaleza,
                                  aguanta!
¿Adónde se nos va la vida?
Nos ensordecieron las explosiones de las guerras.
A menudo estamos sordos para los muertos
                                                   y para los vivos.
¡Cicatricen, heridas!
                         ¡Sangre, brota hacia adentro de la piel!
¿Adónde se nos va la vida?
La vida se nos va
                        en nuestra fama mentirosa.
Pero la fama se hará infamia después.
Se nos va la vida en algo
                         aparentemente modesto
pero sería bueno enjuiciar a esos modestos cobardes.
En pequeñeces,
                   que parecen incruentas.
Pero las pequeñeces son sanguinarias.
                                                  Chupan sangre.
Llegaremos un día a ser inmateriales,
pero, ¿cómo lograremos salvar nuestras almas?
Y si me muero
                me gustaría saber:
¿adónde se nos va la muerte?

YEVGUENI YEVTUSHENKO
(Siberia-1933)
De "¡La mitad no quiero de nada!"


Madrid, 21-2-06


EL VIEJO AMIGO

 

Sueño con un viejo amigo
     que ahora es mi adversario,
pero lo veo como antes
     como mi amigo.
Ya no está junto a mí,
     pero en mí vive.
Mi mente gira
     en torno de los sueños.
Sueño con mi viejo amigo
     su grito confesional junto al muro
en una escalera tan alta
     que hasta el diablo podría romperse allí una pierna.
Y su odio,
     no hacia mí, sino hacia aquellos
que nos odiaban y que, por suerte,
     nos seguirán odiando.
Sueño con mi viejo amigo
     como con un primer amor perdido sin remedio.
Jugamos temerariamente,
     jugamos en la batalla.
Y ahora somos enemigos,
     nosotros que éramos como hermanos.
Sueño con mi viejo amigo
     como aquellos soldados
que perdieron la guerra
     sueñan con el ondear de las banderas.
No somos el uno sin el otro
     y si somos enemigos,
se trata de otra época.
     Sueño con mi viejo amigo,
un tonto como yo.
     No importa dilucidar
quién tiene la razón.
     ¿Para qué un nuevo amigo?
Preferible es un viejo enemigo.
     Un enemigo puede ser nuevo.
pero el único amigo es el viejo amigo.

YEVGUENI YEVTUSHENKO
(Siberia-1933)
De "¡La mitad no quiero de nada!"


Madrid, 22-2-06


EL ÚLTIMO INTENTO

 

El último intento de ser feliz
ciñéndome a todas tus curvas, todas tus sinuosidades,
a la blancura trémula y balbuceante
y a las bayas con el opio del saúco.

El último intento de ser feliz
como si mi fantasma, al filo del abismo,
quisiera saltar huyendo de todas las ofensas,
allá donde hace mucho estaba yo arruinado.

Allí sobre mis huesos rotos
se posa una libélula,
y las hormigas visitan tranquilamente
las cuencas de lo que ayer fueron mis ojos.

Ya me hice alma. Ya no estoy en mi cuerpo.
Escapé a mi prisión de huesos
pero me hastían los fantasmas
y otra vez me llaman los abismos.

Un fantasma enamorado ahuyenta más que un cadáver.
Pero tú no te asustaste sino que comprendiste
y juntos nos hemos arrojado como a un abismo
y el abismo desplegó unas blancas alas
que nos levantó sobre la niebla.

Y estamos tendidos juntos, no en la cama
sino en la niebla que apenas nos sostiene.
Soy un fantasma. Ya no se quiebra mi cuerpo
pero tú estás viva y temo por ti.

Otra vez revolotea el cuervo fúnebre
en espera de carne fresca, como en el campo de batalla.
El último intento de ser feliz.
El último intento de amar.

YEVGUENI YEVTUSHENKO
(Siberia-1933)
De “El último intento”


Madrid, 23-2-06

LA ESPERA

Mi amor vendrá
y abrirá de repente sus brazos
para estrecharme en ellos,
comprenderá mis miedos, observará mis cambios.

Desde la negra lluvia, desde la densa oscuridad,
sin siquiera cerrar la puerta del taxi,
subirá la vetusta escalinata,
ardiente de amor y alegría.

Entrará sin llamar,
tomará mi cabeza entre sus manos
y de una silla su abrigo azul de piel
resbalará dichoso.

YEVGUENI YEVTUSHENKO
(Siberia-1933)
De "¡La mitad no quiero de nada!"


Madrid, 24-2-06


NO ES LA PRIMERA NI LA ÚLTIMA VEZ

 

No es la primera ni la última vez que sufro...
Déjalo, ocúpate de tu trabajo,
y debes entender que entre los distintos modos de ser esclavo,
el mejor es no ser esclavo de los sufrimientos.

No es la primera ni la última vez
que te ofenden tan injustamente.
Entonces, ¿por qué estás hundido en tu propia compasión?
Sólo el que humilla está humillado.
Es amoral es sufrimiento ostentoso:
debes evitarlo con todo rigor.

No es la primera ni la última vez que sufro...
Entonces, ¿por qué estoy sufriendo ahora?

YEVGUENI YEVTUSHENKO
(Siberia-1933)
De "¡La mitad no quiero de nada!"


Madrid, 27-2-06

 

BOINA AZUL

 

Esta mañana, hurgando
por los techos vacíos y mojados
por los pisos y las maderas de los pisos,
temblando una canción,
he visto a una muchacha.

 

Caminaba gris, en este cielo gris
con una mano débil, tendida
en los bostezos de los hombres,
para tocar el viento que le negaban.

 

Ese viento fuerte
que se debatía en sus piernas mojadas
por el último rezongo de la lluvia.

 

Porque había llovido
y las caderas húmedas de las casas
se movían ligeras hacia el hombre
que conmovió en la mañana gris
a la muchacha que caminaba sola
sobre los techos y los pisos mojados.

 

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Pequeña historia”


Madrid, 28-2-06

 

ELLA Y LA CALLE

 

Ella tiene tanta calle
en sus manos y en sus piernas
que uno la mira
y no puede más que amarla.

 

Ella perdió un zapato
un día de lluvia
y mis escrúpulos
comenzaron a recordarla.

 

Pero nosotros,
que caminamos juntos tantos árboles;
sabemos que el amor
no es:
encender velas en casa de los ciegos
ni creer que ella no está
dentro de ninguna rama verde.

 

Porque sus zapatos
eran las cinco de la tarde
y yo bebo a esa hora
con desesperación
mi primer trago de olvido.

 

MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Pequeña historia”


Selección de Poemas Editados
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