Madrid, 3-4-06

AMOR

Primavera feroz. Va mi ternura
por las más hondas venas derramada,
fresco hontanar, y furia desvelada,
que a extenuante pasmo se apresura.

Oh qué acezar, qué hervir, oh qué premura
de hallar, en la colina clausurada,
la llaga roja de la cueva helada,
y su cura más dulce, en la locura.

Monstruo fugaz, espanto de mi vida,
rayo sin luz, oh, tú, mi primavera,
mi alimaña feroz, mi arcángel fuerte.

¿Hacia qué hondón sombrío me convida,
desplegada y astral, tu cabellera?
¡Amor, amor, principio de la muerte!

DÁMASO ALONSO
(España-1898)
De “Oscura noticia”


Madrid, 4-4-06

 

CIENCIA DE AMOR

No sé. Sólo me llega en el venero
de tus ojos, la lóbrega noticia
de Dios; sólo en tus labios, la caricia
de un mundo en mies, de un celestial granero.

¿Eres limpio cristal, o ventisquero
destructor? No, no sé... De esta delicia,
yo sólo sé su cósmica avaricia,
el sideral latir con que te quiero.

Yo no sé si eres muerte o si eres vida,
si toco rosa en ti, si toco estrella,
si llamo a Dios o a ti cuando te llamo.

Junco en el agua o sorda piedra herida,
sólo sé que la tarde es ancha y bella,
sólo sé que soy hombre y que te amo.

DÁMASO ALONSO
(España-1898)
De “Oscura noticia”


Madrid, 5-4-06

 

A LOS QUE VAN A NACER

¡Cuán cerca todavía
de las manos de Dios! ¿Sentís su aliento
rugir entre los cedros del Levante?
¿Hay en vuestras pupilas rabos de oro,
vedijitas, aún, incandescentes,
de la gran lumbrarada creadora?
¿O fraguasteis, tal vez, en su sonrisa
-sonrisillas de Dios, niños dormidos-
y juerga en vuestras salas,
niño eternal, gran inventor de juegos?
Oh, vosotros le veis, seres profundos,
y saltáis en el vientre de la madre.

¿Qué peces de colores
os surcan aguas del dorado sueño?
¿Qué divinos esquifes
-juguetes sin engaño-
cruzan el día albar de vuestro cauce?
¿De qué extraña ladera
son esas pedrezuelas diminutas
que bullen al manar de vuestras aguas?
Oh fuentes silenciosas.
Oh soterradas fuentes
de los enormes ríos de la vida.

Seréis torrente en furia
que va a rodar al páramo. Seréis
indagación y grito sin respuesta.
Ay, guardad esta luz estremecida.
Ay, refrenad el agua,
volved al centro exacto.
Ay de vosotros.

... Ay de estos cieguecitos
de leche no cuajada,
de tierna pulpa vegetal, dormida.
Ay, copos de manteca,
que hacia el mercado vais –de sus ordeños
modelados por Dios, aún en su música,
con las gotas aún de su rocío-
entre las verdes hojas de los úteros.

DÁMASO ALONSO
(España-1898)
De “Oscura noticia”


Madrid, 6-4-06

 

SOLO 

Como perro sin amo, que no tiene
huella ni olfato, y yerra
por los caminos...
antonio machado

Hiéreme. Sienta
mi carne tu caricia destructora.

Desde la entraña se elevó mi grito,
y no me respondías. Soledad
absoluta. Solo. Solo.

Sí, yo he visto esos canes errabundos,
allá en las cercas últimas,
jadeantes huir a prima noche,
y esquivar las cabañas
y el sonoro redil, donde mastines
más dichosos, no ignoran
ni el duro pan ni el palo del pastor.

Pero ellos huyen,
hozando por las secas torrenteras,
venteando luceros, y si buscan
junto a un tocón del quejigal yacija,
pronto otra vez se yerguen:
se yerguen y avizoran la hondonada
de las sombras, y huyen
bajo la indiferencia de los astros,
entre los cierzos finos.

Oh, sí, yo tengo miedo
a la absoluta soledad.
Miedo a tu soledad. Sienta tu garra,
tu beso de furor. Lo necesito
como un perro el castigo de su amo.
Mira:
soy hombre, y estoy solo.

DÁMASO ALONSO
(España-1898)
De “Oscura noticia”


Madrid, 7-4-06

 

MÁS AÚN

¡Más, más, ya sólo leño crepitante,
aventada ceniza!
Aniquila, disuelve, incendia, oh furia.
¿Inundación, volcán, viento te llamas?

¿Te llamas lenta suavidad de agosto,
si, al fin, la luz, extenuada, afila
su bauprés hacia música, hacia aroma?
Adelgaza mi vida como el cauce,
ya lámina de mica, transparente,
agua sorbida por el gran estío,
sólo arena dorada.

Si soy arena,
lija, líjame bien: iré desnudo,
sólo arena desnuda, hasta el gran viento
donde tus siglos rugen.

Si soy ceniza,
acendra más aún: sea impalpable,
y cuando me proyectes contra el muro,
no deje huella (sólo ya recuerdo).

Oh sí, hiéreme aún más, deshazme, sea
una ausencia, un vacío:
sólo recuerdo,
sólo recuerdo tuyo.
Y duerma en tu recuerdo el sueño largo,
oh, tú, sin nombre.

DÁMASO ALONSO
(España-1898)
De “Oscura noticia”


Madrid, 10-4-06

 

MARINA

Las carrozas de plata y de cobre,
Las proas de acero y de plata
Baten la espuma,
Levantan las cepas de las zarzas.
Las corrientes del arenal
Y los surcos inmensos del reflujo
Avanzan circularmente hacia el este,
Hacia los pilares del bosque,
Hacia los fustes de la escollera
Cuyo ángulo golpean torbellinos de luz.

 

ARTHUR RIMBAUD
(Francia-1854)
De " Poesías y otros textos"


Madrid, 11-4-06

 

MOVIMIENTO

El vaivén en el ribazo de las cascadas del río,
El remolino en el codaste,
La celeridad de la rampa,
El enorme flujo de la corriente,
Arrastran, por entre las luces inauditas
Y la novedad química,
A los viajeros cercados por las trombas del valle
Y del strom.

Ahí van los conquistadores del mundo,
en busca de la fortuna química personal;
el deporte y el bienestar viajan con ellos;
Llevan la educación
De las razas, de las clases y de los animales en este Buque.
Reposo y vértigo
Bajo la luz diluviana,
En las terribles noches de estudio.

Pues por la charla entre los preparativos –la sangre; las flores,
     el fuego, las joyas-
Por los relatos ventilados en este navío fugitivo,
Se advierte, balanceándose como un dique más allá de
     la ruta hidráulica motriz,
Monstruoso, iluminándose sin fin, su stock de estudios,
Lanzados ellos al éxtasis armónico
Y al heroísmo del descubrimiento.
En los accidentes atmosféricos más sorprendentes,
Una joven pareja se aísla en el arca
-¿Cabe perdón para este salvajismo ancestral?
Y canta y se aposta.

ARTHUR RIMBAUD
(Francia-1854)
De " Poesías y otros textos"


Madrid, 12-4-06

 

EL DURMIENTE DEL VALLE

Es un claro del bosque donde canta un río
Cuelgan alocadamente de las hierbas harapos
De plata; donde el sol de la altiva montaña
Luce: es un pequeño valle espumoso de luz.

Un soldado, joven, boquiabierto, cabeza desnuda
La nuca bañada en el frescor azul,
Duerme; está tumbado en la hierba, bajo el cielo,
Pálido en su verde lecho donde llueve la luz.

Los pies en los gladiolos, duerme. Sonriendo como
sonreiría un niño enfermo, se echa un sueño:
Naturaleza, mécelo cálidamente: tiene frío.

Ya no le estremecen los perfumes;
Duerme en el sol, la mano sobre el pecho,
Tranquilo. Tiene dos agujeros rojos en el costado derecho.

ARTHUR RIMBAUD
(Francia-1854)
De " Poesías y otros textos"
Traducción: Claire Deloupy


Madrid, 17-4-06

ELDORADO

Arrogante y altanero
Un armado caballero,
Por la luz y por la sombra, alucinado,
Y cantando
Sus canciones, fue vagando
En procura de la tierra de Eldorado.

Pero vano fue su esmero
Y ya viejo el caballero,
Por la sombra el corazón sintió apresado,
Al pensar que nunca el día
Llegaría
En que hallara aquella tierra de Eldorado.
Ya sin fuerzas, vacilante,
Encontró una sombra errante.
”Sombra” –díjole febril y esperanzado-
A mi súplica responde:
”¿Sabes dónde
Hallaré, de Eldorado la tierra ignota?”

-En la luna, tras de extrañas
Y fatídicas montañas,
en el valle por las sombras habitado-
Respondióle: -Ve adelante,
Caminante,
Si es que buscas esa tierra de Eldorado.

EDGAR ALLAN POE
(Estados Unidos-1809)
De “El cuervo y otros poemas”


Madrid, 18-4-06

 

UN SUEÑO DENTRO DE UN SUEÑO

¡Toma en la frente este beso!
Y partiendo, te confieso
que no fue errado tu empeño
En creer mis días un sueño.
Que si la esperanza mía
Se fue una noche o un día,
En una visión o en nada,
¿Por eso es menos pasada?

Cuanto hay de grande o pequeño,
Sólo es un sueño en un sueño.

Me encuentro en la costa fría
Que agita la mar bravía,
Oprimiendo entre mis manos,
Como arenas, oro en granos.
¡Qué pocos son! Y allí mismo,
De mis dedos al abismo
Se desliza mi tesoro
Mientras lloro, ¡mientras lloro!
¿Evitaré ¡o Dios! su suerte
Oprimiéndolos más fuerte?
¿Del vacío despiadado
Ni uno solo habré salvado?
¿Cuanto hay de grande o pequeño,
Sólo es un sueño en un sueño?

EDGAR ALLAN POE
(Estados Unidos-1809)
De “El cuervo y otros poemas”


Madrid, 19-4-06

EULALIA

Desterrado del mundo voluntario,
entre quejas y lágrimas vivía;
era mi alma tristísimo calvario
sin amores ni dulce compañía.

Mas Eulalia, gentil y pudorosa
llegó a ser mi agradable compañera,
y en sus bucles auríferos, la hermosa
recibió mi caricia placentera.

En la noche el fulgor de las estrellas
no iguala sus miradas tan radiantes,
ni en el mínimo crepúsculo hay en ellas
que irise cual sus ojos tan brillantes.

Los bucles que ella ostenta en sus cabellos
inculcan en mi ser la poesía,
y Astarté lanza cálidos destellos
contemplando a mi Eulalia noche y día.

Suspiro por suspiro su alma entera
Eulalia me dedica con amor;
no me invade ya más la duda artera,
ni yazgo en el abismo del dolor.

EDGAR ALLAN POE
(Estados Unidos-1809)
De “El cuervo y otros poemas”


Madrid, 20-4-06

 

EL LAGO

De mi vida en la distante primavera,
     jubilosa primavera,
Dirigí mi paso errante a una mágica ribera.
La ribera solitaria, la ribera silenciosa
De un salvaje lago ignoto que circundan y
     oscurecen

Negra cinta rocallosa
Y copudos altos pinos que las auras
     estremecen. 

Pero cuando allí la noche su fúnebre manto
     arroja
Y el místico y gemebundo viento de su
     melodía,
Entonces, ¡oh!, entonces quiere despertar de
     su congoja
Del terror del lago triste, despertar el alma mía.

Mas ese terror que dejaba en mi espíritu
     contento;
Hoy, ni las joyas ni el afán de la riqueza,
Como antes, a contemplarlo llevarán mi
     pensamiento,
Ni el amor por más que fuese el amor de tu belleza.

La muerte estaba en el fondo de la ola
     envenenada,
Y una tumba en lo más hondo, pérfidamente
     adornada

Para quien a su amargura breve tregua hubiera
     dado
Un solaz, a los dolores de su espíritu afligido,
Y en un Edén transformado
El salvaje lago ignoto, lago triste y escondido.

EDGAR ALLAN POE
(Estados Unidos-1809)
De “El cuervo y otros poemas”


Madrid, 21-4-06

 

CANCIÓN

En tu día nupcial, te vi encendida
Por ardiente rubor,
Aunque era un cielo para ti la vida,
Y el mundo, en tu presencia, todo amor.

Un resplandor que en tu mirada había,
(¿Por qué se avivó tanto?) 

Fue cuanto el alma dolorosa mía
Gozó en el mundo, de amoroso Encanto.

“Sólo un pudor de virgen es motivo
De tal rubor”, pudo decirse ante él.
Pero ¡ay! reanimó fuego más vivo
En el pecho de aquél.

Que te miró de novia, cuando quiso
Lucir aquel rubor,
Aunque te fuera el mundo un paraíso,
Y en derredor, la vida, toda amor.

EDGAR ALLAN POE
(Estados Unidos-1809)
De “El cuervo y otros poemas”


Madrid, 24-4-06

 46

 

La iniciativa de mi sombra
me ha enseñado a ser humilde.
Ella me dibuja indiferentemente
sobre los demacrados asientos
de los trenes de la madrugada,
sobre los muros sin costura de los cementerios
o sobre la penumbra de los atajos
que traicionan a la ciudad.

 

El marco no interesa,
como tampoco los tullidos epígrafes.
Mi sombra me desmiente a cada paso,
me despista en el hueco de todas las esquinas
y no contesta a mis preguntas.

 

Mi sombra me ha enseñado a adoptar otras sombras.

 

Mi sombra me ha colocado en mi justo lugar.

 

ROBERTO JUARROZ
(Argentina-1925)
De “Séptima poesía vertical”


Madrid, 25-4-06


 61

Cada uno tiene
su pedazo de tiempo
y su pedazo de espacio,
su fragmento de vida
y su fragmento de muerte.

Pero a veces los pedazos se cambian
y alguien vive con la vida de otro
o alguien muere con la muerte de otro.

Casi nadie está hecho
tan sólo con lo propio.
Pero hay muchos que son
nada más que un error:
están hechos con los trozos
totalmente cambiados.

 

ROBERTO JUARROZ
(Argentina-1925)
De “Séptima poesía vertical”


Madrid, 26-4-06

32 

Así como no podemos
sostener mucho tiempo una mirada,
tampoco podemos sostener mucho tiempo la alegría,
la espiral del amor,
la gratuidad del pensamiento,
la tierra en suspensión del cántico.

No podemos ni siquiera sostener mucho tiempo
las proporciones del silencio
cuando algo lo visita.
Y menos todavía
cuando nada lo visita.

El hombre no puede sostener mucho tiempo al hombre,
ni tampoco a lo que no es el hombre.

 Y sin embargo puede
soportar el peso inexorable
de lo que no existe.

ROBERTO JUARROZ
(Argentina-1925)
De “Séptima poesía vertical” 


Madrid, 27-4-06

38

La mano se extiende,
pero a mitad de camino
la detiene una imagen.
Y se marcha entonces con ella,
no para poseerla
sino tan sólo para entrar en su juego.

La mano ha comenzado a enamorarse en el camino
y así la posesión y el don se le escapan.
La mano ha cambiado su destino
por un vuelo que no es el vuelo del pájaro,
sino un abandono a las mareas que no tienen costa
o a los desequilibrios de una sabiduría diferente.

La mano ha renunciado a su objeto
y ha adquirido el valor de su distracción.

La mano ha renunciado a salvarse.

ROBERTO JUARROZ
(Argentina-1925)
De “Séptima poesía vertical”


Madrid, 28-4-06

 43

Estoy contigo.
Pero por encima de tu hombro
me dice adiós tu mano que se aleja.

Entonces yo contengo mi mano
para que no nos traicione ella también.

 E insisto:
estoy contigo.
Los innegables títulos del adiós
abandonan entonces provisoriamente sus derechos.

Y nuestras manos se aquietan
en las equidistancias de estar juntos.

ROBERTO JUARROZ
(Argentina-1925)
De “Séptima poesía vertical”


Selección de Poemas Editados
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