Una palabra, Madre, se me impone,
como ancho caudal de ceremonias.
Palabra residual abierta a los abismos,
ya ves, estoy aquí, vengo a entregarme.
Vengo a decir que te amaba como un
loco,
que vos, fuiste para mí, lo más hermoso.
Miles de flores olí desesperadamente,
buscando tus olores, amor, de primavera.
Mil pieles encadenadas a mis pieles,
buscando aquella suavidad perdida.
Mil bocas abrí mil veces con mi boca,
y, después, obras mil y mil caídas
y un millón de palabras envenenadas,
ferozmente devoradas, para olvidarte.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Poemas y cartas a mi amante
Esperando volver nunca he llegado,
llegado sin saber, nunca he partido,
ya ves, amada, mis cosas están claras,
mi ánimo, despejado, sin direcciones.
Si me besas aquí, pienso en otrora,
si el océano me llama, me aferro a ti,
a tu fragante boca enamorada y loca
y el pobre océano pierde sus orillas.
Estoy, no tengo, no consumo nada.
No olvido, no recuerdo, no perdono.
Toda la venganza está en mis ojos,
en mis labios inmensos fuera del tiempo,
en mis tiempos, amores, fuera de la vida,
en mis sencillos versos fuera del amor.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Poemas y cartas a mi amante
loca joven poeta psicoanalista”
Con todos los corazones,
ya enterrados, que me amaron,
frío, entre oscuras angustias,
me siento un poco enterrado.
Con todos los corazones
gloriosos y, que me amaron,
ardiendo en oro, me siento
un poco transfigurado.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
(España-1881)
De “Estio”
Lejos tú, lejos de ti,
yo, más cerca del mí mío;
afuera tú, hacia la tierra,
yo hacia adentro, al infinito.
Los soles que tú verás,
serán los soles ya vistos;
yo veré los soles nuevos
que sólo enciende el espíritu.
Nuestros rostros, al volverse
a hallar, no dirán lo mismo.
Tu olvido estará en tus ojos,
en mi corazón mi olvido.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
(España-1881)
De “Estio”
Yo no sé cómo saltar
desde la orilla de hoy
a la orilla de mañana.
El río se lleva, mientras,
la realidad de esta tarde,
a mares sin esperanza.
Miro al oriente, al poniente,
miro al sur y miro al norte…
Toda la verdad dorada
que cercaba al alma mía,
cual con un cielo completo,
se cae, partida y falsa.
… Y no sé cómo saltar
desde la orilla de hoy
a la orilla de mañana.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
(España-1881)
De “Estio”
Yo no soy yo.
Soy
éste
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
(España-1881)
De “Eternidades”
El día aún era noche en el átomo.
Crujía en
el signo y se movía arrastrando los bloques
de silencio que la edad había sepultado.
Tú eras ya el anuncio de una bacteria
que buscaba
otra bacteria,
un sonido que yo destejía para fundar el equilibrio.
No había abajo ni arriba. Lo que estaba
a la izquierda
estaba a la derecha y en todas partes.
El centro era todos los centros en un
círculo que
buscaba los números.
JUAN-JACOBO BAJARLÍA
Argentina-1914
De “Poema de la creación”
Moví una idea.
La palabra movió la noche, y la oscuridad la luz.
Las aguas se bordaron en el día y un
pez inició
la rebelión de sus aletas.
Avanzó por la línea enardecida que
separó la muerte
de la no-muerte
el silencio del sonido.
JUAN-JACOBO BAJARLÍA
Argentina-1914
De “Poema de la creación”
Entonces dijo la voz:
Yo soy el que estaré.
Después encendí las estrellas las
galaxias los
cuásares profundos que iluminaban
los átomos para que el cosmos se expandiera.
Te di una mujer para adornarte
una clave para alimentar tu pensamiento
las formas por hacer que dormían en mi mano
la luz que caía desde un párpado que avanzaba en la
noche donde yo y la eternidad
éramos un mutismo
enfurecido
la imaginación que crecía en los
límites
la materia que soñaba.
JUAN-JACOBO BAJARLÍA
Argentina-1914
De “Poema de la creación”
Entonces dijo la voz:
Yo soy el que estaré
y tendré la luz
en tu vientre.
Después puse un signo en tu lengua
y el sonido resplandeció.
Puse decibeles para crecer en la
extensión
protones invisibles devorados por el quark
una columna de átomos donde descansaba la fuerza
que traía de la profundidad.
Puse el fuego en tus ojos
la eternidad en tu cintura
el mando en tu voz
la idea de una llama que avanzaba en tu sangre
y perforaba el pensamiento.
JUAN-JACOBO BAJARLÍA
Argentina-1914
De “Poema de la creación”
Eras una partícula que ya no se
arrastraba
y ganaba altura
una garra que caía en aluvión y recogía el universo
en la caja de un sueño donde danzaban los espectros
de otras estrellas aplastadas en órbitas enmohecidas,
un tentáculo que enredaba los mundos habitados
para decirse el vencedor
una gota de sangre para ahogar la esperanza
un navío que acumulaba el espacio curvado
lleno de parábolas que jamás se tocaban
un hilo que se enredaba en el rictus
y dibujaba una palabra para telegrafiar a la muerte.
JUAN-JACOBO BAJARLÍA
Argentina-1914
De “Poema de la creación”
¡Al jardín espectral, al lauro mudo
de las verdes guirnaldas,
a la tierra otoñal
un último saludo!
A las áridas cuestas,
ásperas, rojas por el sol extremo,
confusa de sonidos
roncos, grita la lejana vida;
grita al muriente sol
que ensangrienta canteros.
Se escucha una fanfarria
que dolorosa sube: el río se esfuma
en la arena dorada; en el silencio,
vueltas, blancas estatuas ornamentan
los puentes, y ya las cosas no son más.
Y del hondo silencio como un coro
tierno y grandioso
surge y anhela junto a mi balcón:
y en olor de laurel,
en olor de laurel, acre, muriente,
entre las inmortales estatuas del crepúsculo
ella surge, presente.
DINO CAMPANA
Italia-1885
De “Canti orfici”
La noche humosa de verano
por la vidriera alta escancia brillos en la sombra
y deja en mi corazón un sello ardiente.
Pero ¿quién (en la terraza sobre el río se enciende una lámpara),
[quien
a la Virgencita del Puente, quién es, quién es que le ha encendido
[la lámpara. Hay
en el cuarto un olor de podredumbre: hay
en el cuarto una roja llaga desfalleciente.
Las estrellas son botones de madreperla y la noche se viste de
[terciopelo
y tiembla la noche fatua; es fatua la noche y tiembla, pero hay,
en el corazón de la noche, hay
siempre una roja llaga desfalleciente.
DINO CAMPANA
Italia-1885
De “Canti orfici”
Tú me trajiste un poco de algas marinas
en tus cabellos y un olor de viento,
que viniendo de lejos llega grave
de ardor, había en tu cuerpo bronceado
–oh la divina
simplicidad de tus formas esbeltas-:
no amor ni sufrimiento, un fantasma,
una sombra de la necesidad que vaga
serena e ineluctable por el alma
y la disuelve en júbilo, en encanto, serena,
para que pueda el viento del sudeste
llevarla al infinito.
¡Qué pequeño y ligero es el mundo en tus manos!
DINO CAMPANA
Italia-1885
De “Inediti”
Dentro de tus puentes multicolores
el Arno augur tranquilo se enarena
y en reflejos serenos quiebra apenas
graves arcos entre un morir de flores.
……………………………………….
Azul el arco del intercolumnio,
tiembla rayado entre excelsos palacios:
cándidas rayas en lo azul, extraviados
vuelos, sobre blanca juventud en columnas.
DINO CAMPANA
Italia-1885
De “Canti orfici”
El mástil oscila rítmico en el
silencio.
Una tenue luz blanca y verde cae del mástil.
El cielo límpido en el horizonte, cargado de verde y
dorado tras la borrasca.
El cuadro blanco del farol en lo alto
ilumina el secreto nocturno: por la ventana,
las cuerdas altas –un triángulo de oro-
y un globo blanco de humo
que no existe como música
sobre el círculo, con los golpes del oleaje en sordina.
DINO CAMPANA
Italia-1885
De “Inediti”
Sestear pálido y absorto
junto a la ardiente tapia de un huerto.
Escuchar entre endrinos y zarzas
chasquidos de mirlos, rumores de ofidio.
En las grietas del suelo o la algarroba
acechar las hileras de rojas hormigas
que se entrecruzan o quiebran
en la cima de minúsculas gavillas.
Observar entre las frondas del lejano
palpitar de briznas marinas
mientras se elevan trémulos chasquidos
de cigarras desde pelados picos.
Y caminando entre el sol que deslumbra
sentir con triste maravilla
que la vida toda y su fatiga está
en este recorrer un muro
coronado por pinchos filosos de botella.
EUGENIO MONTALE
Italia-1896
Chirría sobre el pozo la garrucha,
sube el agua a la luz, donde se funde.
Tiembla un recuerdo en el colmado cubo;
ríe, en el nítido tondo, una imagen.
Acerco el rostro a bordes que se borran:
el pasado se arruga y envejece,
y pertenece a otro…
¡Ya rechina
la rueda; te devuelve al fondo lóbrego,
visión: una distancia que nos rompe!
EUGENIO MONTALE
Italia-1896
¿Por qué tardas? En el pino la ardilla
bate la cola como una tea en la corteza.
La media luna desciende su cresta
en el sol que le resta fortaleza. Al alba.
En un suspiro el vago humo se
estremece,
se defiende en el punto que te obstruye.
Nada fenece, o todo, si tú, rayo,
dejas la nube.
EUGENIO MONTALE
Italia-1896
Libero tu frente a los carámbanos
que recogiste al cruzar las altas nebulosas;
tienes las plumas laceradas por ciclones,
a sobresaltos te despiertas.
Mediodía: prolonga en el panel el
níspero
la sombra negra, en el cielo se obstina un sol aterido;
e ignoran que estás aquí
las altas sombras que en el callejón se deslizan.
EUGENIO MONTALE
Italia-1896
El que se arroja al agua tomado al
ralentí
diseña un arabesco filiforme
y en tal cifra quizá se identifica
su vida. Quien está en el trampolín
aún está muerto, muerto quien vuelve
a nado hasta la escala tras el salto,
muerto quien lo fotografía, no nacido
quien celebra la empresa.
¿Está pues vivo
el espacio de que vive lo moviente?
¡Piedad por la pupila, el objetivo,
piedad por cuanto se hace manifiesto,
piedad por el que parte y el que llega,
piedad por el que alcanza o ha alcanzado,
piedad por quien no sabe que la nada y el todo
sólo son velos de lo Impronunciable,
piedad por quien lo sabe, quien lo dice,
quien lo ignora y va a tientas en la sombra
de las palabras!
EUGENIO MONTALE
Italia-1896