La memoria
de la ola
flota dispersa en la costa baldía.
escucha ahora, vagabundo acechante, entre el vino
descolorido y la noche.
¿Y quién puede dormir?
El zumbido no cesa en el salón de las moscas.
La memoria
de la ola,
la memoria del amor
te confiesa que nunca te susurró al oído su verdad.
Sólo el rumor del puerto,
pies que se alejan pisando sobre conchillas,
el lugar es oscuro
y alguien me sopla su aliento en la cara
o sólo el rudo olor del mar.
El lugar ha
desaparecido.
nada más que esa gente alrededor de la olla
donde algo se cocina lentamente.
Inútil que tiendas tu plano,
los invitados esperan el momento del festín,
unas mujeres ponen la mesa
en el fondo de la inundación,
otras ajustan la clavija en el cráneo.
La memoria
de la ola:
el blanco esqueleto del pez
junto a la barca abandonada.
Lo que trae,
lo que lleva,
lo que no llegó nunca.
ENRIQUE MOLINA
(Argentina-1910)
De "El ala de la gaviota"
Ha llegado
la noche, la casa se balancea suavemente
en el vapor que asciende de la tierra.
Hay libros y música aquí,
plegarias inverosímiles, bebidas
que centellean en la sombra
para iluminar el follaje de regiones cálidas
en ciertos rincones,
muebles sigilosos a punto de huir.
De espaldas en el lecho una mujer
pasa como un suspiro las páginas de un libro,
atrapada por los tentáculos del destino
de ciertos personajes, ya consumado para siempre
con el sello de unas palabras ineluctables.
Su mirada
franquea la estación y vuela sobre los mares
para seguir los meandros de una historia que estalla
en el astillado viento del amor,
al final de una larga alameda sin nadie.
Las mujeres suelen engañarse con el amor y el viento
hasta llegar a esa ansiosa o somnolienta
pregunta de frontera: “¿Aún me quieres…?”
donde el horizonte del hogar, tibio como la piel
de la mujer que lee envuelta en su perfume,
se torna inquietante, vacila
como un viejo peldaño y deja paso
a otros fantasmas que se amaron,
con su rostro de novia entre las furias y las lágrimas,
o inmóvil en la alta ventana desde donde contempla
la estatua de sal de su amante en la acera
vuelto hacia ella con una herida,
inalcanzable hasta el infierno.
ENRIQUE MOLINA
(Argentina-1910)
De "El ala de la gaviota"
Madrid, 6-5-05
La
prostituta tirada en la calle
en la pompa del crimen recién cometido,
es inmensa como el silencio de Dios.
Perdida
entre los muertos y los vivos
con las voces de cuartos donde siempre pasaron
amores sin cabeza,
ella, con helados ojos de nácar
ve escurrirse los hilos de su sangre hasta el fin de la
tierra.
Entonces los espíritus que guiaron sus pasos
hacen zumbar grandes moscas en bares de
extramuros
y llenan de estrellas la noche de quienes la amaron
cuando escogió la profanación, la navaja,
y tatuaron sus muslos
con serpientes de un sombrío azul.
Así también
la injuria del poeta,
del hombre que despierta sin medir su desgracia
entre romances, la jaula del pájaro y el hueso
desnudo,
evoca también un tormentoso pasado.
¿Y no pidió
siempre las gracias de la idolatría,
los fantasmales espejismos de los días del ocio con
parejas humanas,
esos instantes cuyo signo mortal exalta cada cosa y
cada gesto en el viento…?
¿Y cuál fue su cosecha en tantos envenenados
calendarios…?
Sólo la gota de agua que corre por el vidrio en la
memoria.
ENRIQUE MOLINA
(Argentina-1910)
De "El ala de la gaviota"
DE AMOR PENADAS SE ALICAEN LAS FLORES
De amor penadas se alicaen las flores,
se agriendulzan de tierra los arados,
y balan malheridos los ganados,
y vagan semiciegos los pastores.
Perniquiebran sus cumbres de temblores
las palmeras de cuellos sublunados,
y esquivamente solos, malparados
boquiabren pecho y voz los ruy-señores.
Penado voy de amor, y alicaído,
por esta bendición de aires y aulagas,
como cordero cojo me rezago.
Más triste y seguirente que un balido
en ti busco el alivio de mis llagas,
y cuanto más lo busco, más me llago.
MIGUEL HERNÁNDEZ
España-1910
De “Sonetos pertenecientes al ciclo ‘El silbo
vulnerado’”
No media más distancia que un
otero
entre la ausencia mía y tu presencia
y sin embargo, amor, está mi ausencia
pendiente de tu puerta de romero.
Como muere, doliéndose, el
cordero
destetado y sin madre ni asistencia,
así, de esta dulcísima dolencia,
de no verte estoy viendo que me muero.
Inútil es mi oreja sin tus voces,
inútiles mis ojos y mi pelo
hasta que tu amistad los coge y toca.
Mi mejilla se mustia sin tus
roces,
mi paz de guerra está, mi amor de duelo...
¡A tanto obliga un beso de tu boca!
MIGUEL HERNÁNDEZ
España-1910
De “Sonetos pertenecientes al ciclo ‘El silbo
vulnerado’”
Con mil cabezas voy de
mansedumbre,
dócil, más que a la honda, a la presencia,
por la picuda y alta transparencia
del aire, de la nieve y de la cumbre.
Avalora la luz. Qué muchedumbre
de sosiego, de paz y de inocencia
donde el amor me alivia esta dolencia
que da la soledad de la costumbre.
¡Ay, mi vida montesa no varía!
De rudas cosas trato con la honda
y con la voluntad de cosas suaves.
Trato en la noche amor, lana en
el día,
y con la lana y amor, la sierra monda,
y con la sierra monda, hierbas y aves.
MIGUEL HERNÁNDEZ
España-1910
De “Sonetos pertenecientes al ciclo ‘El silbo
vulnerado’”
¡Qué solos los perfiles, las
aristas
qué áridas, qué espaciosos los declives
de las eternidades donde vives,
de la criatura tuya desprovistas!
¡Qué desolada inmensidad de
vistas!
sobre la claridad de los aljibes,
la soledad aguarda que cultives
su santidad y su viudez de aristas.
El cielo baja huérfano y sin
gracia
hasta los bravos cardos del barranco
donde se eriza el aire y se vulnera.
¡Amanecer, pastor, y ven, y sacia
esta sed de tu vista y de tu blanco
de la virgen montaña que te espera!
MIGUEL HERNÁNDEZ
España-1910
De “Sonetos pertenecientes al ciclo ‘El silbo
vulnerado’”
Ojinegra la oliva en tu mirada,
boquitierna la tórtola en tu risa,
en tu amor pechiabierta la granada,
barbioscura en tu frente nieve y brisa.
Rostriazul el clavel sobre tu
vena,
malherido el jazmín desde tu planta,
cejijunta en tu cara la azucena,
dulciamarga la voz en tu garganta.
Boquitierna, ojinegra,
pechiabierta,
rostriazul, barbioscura, malherida,
cejijunta te quiero y dulciamarga.
Semiciego por ti llego a tu
puerta,
boquiabierta la llaga de mi vida,
y agriendulzo la pena que la embarga.
MIGUEL HERNÁNDEZ
España-1910
De “Sonetos pertenecientes al ciclo ‘El silbo
vulnerado’”
A veces el
amor
se me pone implacable
me empuja me
derriba
me muerde con furor
el dorso de la mano
me exige
perentorio
atropellar tu cuerpo
incrustarme de frente
me reclama
tu alma
sorberla de tu boca
hasta el último trago
un momento
le digo
no seas impaciente
qué te cuesta esperar
hasta el final del tiempo
CÉSAR FERNÁNDEZ MORENO
(Argentina-1919)
De "Sentimientos completos"
duermes
me dejas atrapado
a mitad de camino
entre el mundo y tu sueño
escondido en
tu sueño
te veo desde adentro
o me asomo hacia fuera
para espiar el mundo
el mundo
gira gris
los ruidos se descentran
las figuras ingrávidas
se deshacen en copos
despiertas
el mundo se articula
los colores renacen
el mar vuelve a sonar
me salgo de
tu sueño
me deslizo de nuevo
entre la realidad
CÉSAR FERNÁNDEZ MORENO
(Argentina-1919)
De "Sentimientos completos"
Ya no existe
aquella simple
y turbia desnudez.
Tus muslos ya no huelen
a canciones agrestes.
Tus manos ya no tientan
la risa curva y agria.
Como si hubiese total oscuridad.
ÁLVARO CUNQUEIRO
(España-1911)
De "Mar al Norte"
En medio de
su pecho los veleros armaron una red tímida
que tenía una voz llena de lámparas y eclipses
y un párpado tejido por los vientos.
Ella seguía siendo universal y pura.
Una garganta
llena de distancias
era la flauta que encantaba los ecos olvidados en los fondos
de las corrientes marinas,
permutadas de cauces frente a las islas negras de sus ojos.
Ella estaba lejos de todo. Todo estaba a su lado.
ÁLVARO CUNQUEIRO
(España-1911)
De "Poemas de sí y no"
Ella y él
recorrieron los tibios triángulos de la confluencia
de los ríos
espiando la orilla del vidrio carnoso de sus mismos ojos.
La sombra era la más lejana carne de las cosas.
Ella avanzó
por delante de los codos y los rostros
y hubo un estruendo vacío que retumbó la melancolía de
los astros que pierden el milagro del eclipse.
Ella se quedó con sus propias manos en aquella despedida.
ÁLVARO CUNQUEIRO
(España-1911)
De "Poemas de sí y no"
Piel
abrochada a mi garganta
piel de pieles.
El hombre que buscaba no existe
ni siquiera en mí.
Retrocedo
todo
lo que sea posible.
MIGUEL OSCAR MENASSA
(Argentina-1940)
De “la poesía y yo”
Verdad
hiriente
la verdad
de unos labios enamorados.
Allí donde
la noche desanima
a los pequeños pobres taciturnos
en una voz extrema nace el amor.
Discreta alegría de saberme vivo.
Hoy amo la
vida en general
y los pequeños pastos verdes
en el sosiego de la tarde.
Vivir
enarbolando
mi propia piel
como bandera.
MIGUEL OSCAR MENASSA
(Argentina-1940)
De “la poesía y yo”
Esperaré
intranquilo
creyendo que todo sucederá.
Seré valiente
pensaré que la muerte
es inevitable.
Crecerán
con una violencia inusitada
algunas flores.
Nuevas
palabras nos anunciarán
el acontecer de otros olores.
Nuevos
hombres.
Fiestas del corazón.
MIGUEL OSCAR MENASSA
(Argentina-1940)
De “la poesía y yo”
Dejo de
latir
dejo de ser el pulso
donde antaño
vibrara el Universo.
Delicadamente me entrego
a las argucias del amor
abandono el pasado
mis versos anteriores.
MIGUEL OSCAR MENASSA
(Argentina-1940)
De “la poesía y yo”
Ella tiene
la amplitud de los misterios.
Todo vibra y todo enmudece en ella
siempre al compás sonoro de su cuerpo.
Nunca ningún
mortal amó esa libertad.
Alma y fuego y delirios todo el tiempo.
MIGUEL OSCAR MENASSA
(Argentina-1940)
De “la poesía y yo”
Dices palabras con árboles/
tienen hojas que cantan
y pájaros
que juntan sol/
Tu silencio
despierta
los gritos
del mundo/
JUAN GELMAN
Argentina,1930
De “Dibaxu”
Partiendo de tu lado
descubro
el nuevo mundo
de tu lado/
Tus islas como lámparas
con una oscuridad/
yendo/viniendo/
en el tiempo/
En tu voz
el mar cae
dolorido
de mí/
JUAN GELMAN
Argentina,1930
De “Dibaxu”