Yo sé que hay quienes dicen: ¿por qué
no canta ahora
con aquella locura armoniosa de antaño?
Ésos no ven la obra profunda de la hora,
la labor del minuto y el prodigio del año.
Yo, pobre árbol, produje, al amor de la
brisa,
cuando empecé a crecer, un vago y dulce son.
Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa:
¡dejad al huracán mover mi corazón!
RUBÉN DARÍO
Nicaragua-1867
De “Cantos de vida y esperanza, los cisnes y otros poemas”
Ama tu ritmo y rima tus acciones
bajo su ley, así como tus versos;
eres un universo de universos
y tu alma una fuente de canciones.
La celeste unidad que presupones
hará brotar en ti mundos diversos,
y al resonar tus números dispersos
pitagoriza en tus constelaciones.
Escucha la retórica divina
del pájaro del aire y la nocturna
irradiación geométrica adivina;
mata la indiferencia taciturna
y engarza perla y perla cristalina
en donde la verdad vuelca su urna.
RUBÉN DARÍO
Nicaragua-1867
De “Prosas profanas y otros poemas”
En medio del camino de la Vida…
dijo Dante. Su verso se convierte:
En medio del camino de la Muerte.
Y no hay que aborrecer a la ignorada
emperatriz y reina de la Nada.
Por ella nuestra tela está tejida,
y ella en la copa de los sueños vierte
un contrario nepente: ¡ella no olvida!
RUBÉN DARÍO
Nicaragua-1867
De “Cantos de vida y esperanza, los cisnes y otros poemas”
Un día estaba yo triste, muy
tristemente
viendo cómo caía el agua de una fuente.
Era la noche dulce y argentina. Lloraba
la noche. Suspiraba la noche. Sollozaba
la noche. Y el crepúsculo en su suave amatista,
diluía la lágrima de un misterioso artista.
Y ese artista era yo, misterioso y
gimiente,
que mezclaba mi alma al chorro de la fuente.
RUBÉN DARÍO
Nicaragua-1867
De “Poesías sueltas entre 1912 y 1916”
En Alma América, de J.S. Chocano
Hay un tropel de potros sobre la pampa
inmensa.
¿Es Pan que se incorpora? No: es un hombre que piensa,
es un hombre que tiene una lira en la mano:
él viene del azul, del sol, del Océano.
Trae encendida en vida su palabra potente
y concreta el decir de todo un continente…
Tal vez es desigual… (¡El Pegaso da saltos!)
Tal vez es tempestuoso… (¡Los Antes son tan altos!…)
Pero hay en este verso tan vigoroso y terso
una sangre que apenas veréis en otro verso;
una sangre que cuando en la estrofa circula,
como la luz penetra y como la onda ondula…
Pegaso está contento, Pegaso piafa y brinca,
porque Pegaso pace en los prados del inca.
Y este fuerte poeta de alma tan ardorosa
sabe bien lo que cuentan los labios de la rosa,
comprende las dulzuras del panel y comprende
lo que dice la abeja del secreto del duende…
Pero su brazo es para levantar la trompeta
hacia donde se anuncia la aurora del Profeta;
es hecho para dar a la virtud del viento
la expresión del terrible clarín del pensamiento.
Él sabe de Amazonas, Chimborazos y Andes.
Siempre blande su verso para las cosas grandes.
Va como Don Quijote en ideal campaña,
vive de amor de América y de pasión de España;
y envuelto en armonía y en melodía y canto,
tiene rasgos de héroe y actitudes de santo.
“¿Me permites, Chocano, que como amigo fiel,
te ponga en el ojal esta hoja de laurel?”
Tal dije cuando don J. Santos Chocano,
último de los incas, se tornó castellano.
RUBÉN DARÍO
Nicaragua-1867
De “El canto errante”
No fue pasión aquello,
fue una ternura vaga:
lo que inspiran los niños enfermizos,
los tiempos idos y las noches pálidas.
El espíritu sólo
al conmoverse canta;
cuando el amor lo agita poderoso,
tiembla, medita, se recoge y calla.
Pasión hubiera sido
en verdad, estas páginas,
en otro tiempo más feliz escritas,
no tuvieran estrofas, sino lágrimas.
JOSÉ ASUNCIÓN SILVA
Colombia-1865
De “El libro de versos”
Cayeron las cadenas sobre el rastrillo
en el cuerpo de guardia cesó el ruidaje
y entre la oscura sombra se oculta un paje
nuevo en la servidumbre de aquel castillo.
De una luz misteriosa siguiendo el
brillo,
luz que dice a sus ojos mudo lenguaje,
por entre las tinieblas emprende viaje
hasta dar con la puerta sobre el pasillo.
Abre la puerta el paje, la luz se
esconde,
a su voz un reclamo de amor responde
y dos brazos lo buscan entre la sombra.
Y, entretanto que afuera los vientos
rugen,
se oyen besos que estallan, sedas que crujen
y encajes que se rasgan sobre la alfombra…
JOSÉ ASUNCIÓN SILVA
Colombia-1865
De “Poemas de la carne”
Soy un viejo rosal hecho ruinas
cuyos gajos sedientos, ya sin rosas,
de las grandes macetas olorosas
padece las nostalgias asesinas.
Solamente las pardas golondrinas
páranse en su silencio, silenciosas,
pues ya nunca las bellas mariposas
pondrán allí sus alas peregrinas.
Mas, cuando un rayo azul de primavera
su desolado cuerpo al cabo toca,
rayo divino que el rosal espera,
surge una flor que al colibrí provoca
y esa flor, que es retoño, es mi alma entera
que en un verso se escapa de mi boca.
JOSÉ ASUNCIÓN SILVA
Colombia-1865
De “Otros poemas”
De los rosados labios de hermosas
bogotanas
siempre propicio el cielo los votos escuchó:
hoy esos votos vagos no son quimeras vanas,
que todas ellas quieren y miran como hermanas
a la que de esta fiesta las horas les brindó.
Como una flor de mayo la dicha feliz
pasa…
Puesto que reina ahora franca alegría aquí,
la copa de champaña que el labio fresco abrasa
tomemos, de la dueña y el dueño de la casa
por las tranquilas horas de un porvenir feliz.
JOSÉ ASUNCIÓN SILVA
Colombia-1865
De “Otros poemas”
A veces, cuando en alta noche tranquila
sobre las teclas vuela tu mano blanca
como una mariposa sobre una lila
y al teclado sonoro notas arranca,
cruzando del espacio la negra sombra
filtran por la ventana rayos de luna
que trazan luces largas sobre la alfombra
y, en alas de las notas, a otros lugares
vuelan mis pensamientos, cruzan los mares,
y en gótico castillo, donde en las piedras
musgosas por los siglos crecen las yedras,
puestos de codos ambos en tu ventana
miramos en las sombras morir el día
y subir de los valles la noche umbría
y soy tu paje rubio, mi castellana.
Y cuando en los espacios la noche cierra,
el fuego de tu estancia los muebles dora
y los dos nos miramos y sonreímos
mientras que el viento afuera suspira y llora.
¡Cómo tendéis las alas, ensueños vanos,
cuando sobre las teclas vuelan sus manos!
JOSÉ ASUNCIÓN SILVA
Colombia-1865
De “El libro de versos”
Tú no viste a la noche consumarse
ni al pino dar, contra el balcón, furioso,
aquel noviembre del ciclón airoso
sobre la isla, inmenso, hasta escaparse.
La muerte a cuesta, el fuego
inclinarse,
y derrumbar columnas, lo más tenebroso
fue el mar vacío, sin olas, tedioso,
trágico, en ruinas y en silencio ahogarse.
Sin tarde, sólo, sin que anocheciera
dentro del agua en agua convertido,
yo preferí callar aunque muriera;
la casa oscura, todos se habían ido,
Cuba desierta, delirando afuera
semejante a un sueño sin soñar, vencido.
LUIS LLORENTE
Cuba-1948
De “Esta tarde llegando la noche”
Acabaré amarrado en una silla
sin saber si está viva o muerta Flora,
muerta como estoy muerto aquí yo ahora,
viva pero amarrada en otra silla.
A mi espalda la noche es amarilla
con suave viento, de un rumor que azora
y da igual el invierno que la aurora
o una tarde de eterna maravilla.
Yo acabaré muriendo engarrotado
cuando inmundicias suban a mi frente
y le reclame a Dios, a un dios airado
que con sus ojos me dirá: inocente,
tú permanecerás siempre amarrado
aunque después de hoy, tranquilamente.
LUIS LLORENTE
Cuba-1948
De “Esta tarde llegando la noche”
Perro irreal en perro convertido,
obra siniestra de la luz escasa,
pánico en medio de toda la casa
con pobre aspecto siempre aborrecido.
Vienes hacia la muerte, enfurecido,
a un horizonte que después se enlaza
con lo escabroso del futuro y traza
límites que confundes divertido.
Como la débil voz de quien fracasa
casi se escucha lejos el ladrido
de tu agonía porque el tiempo pasa;
permaneces absorto y confundido,
la noche sola sólo en ti se abraza,
después te vas, despacio, inadvertido.
LUIS LLORENTE
Cuba-1948
De “Esta tarde llegando la noche”
Tenía prominente la mirada,
los ojos inconclusos como un gato,
en vez de dos tenía un solo zapato,
hielo en la boca cruel, apasionada.
Desierta noche, inmensa encrucijada,
fondo gris, infinito, en ella innato
porque el gris incluía en su retrato
la sensación de estar crucificada
allí en Two Brother’s Bar, entre otros
seres,
por el puerto, sin nadie, sin auxilio,
sin Dios que le pregunte, ¿tú quién eres?
confundida entre miles de mujeres
y ensimismada en el perfil de Emilio,
un muerto de la calle Mercaderes.
LUIS LLORENTE
Cuba-1948
De “Esta tarde llegando la noche”
Ya mi cuerpo tenazmente se aferra
como un árbol al seno de la tierra.
Veinte años he vivido
y de la universal entraña
me he nutrido,
como el árbol de la montaña.
Gajos llenos de vigorosos nudos
son mis brazos desnudos,
y la sangre por ello se derrama
como la savia por la joven rama.
Ya mi cuerpo tenazmente se aferra
como un árbol al seno de la tierra.
El instante que huye
es ráfaga que me despoja
como a un árbol. Mas luego reconstruye
mi alma cada flor y cada hoja.
Y enfrente a los crepúsculos oscuros
de la vida, soy árbol que en reposo,
sin saberlo alimenta silencioso
el germen de los árboles futuros.
GERMÁN PARDO GARCÍA
(Colombia-1902)
De “Voluntad”
Ya la naciente claridad del día
los matorrales ribereños dora,
y ante el efluvio de la nueva aurora
la oculta fuente su raudal enfría.
Pisando flores húmedas, María
llega al sereno estanque; y sabedora
del quebradizo encanto que atesora,
tiembla y los hoscos árboles espía.
De sus hombros la túnica desata;
mas, presurosa, con la mano breve
su florecida doncellez recata.
Los tibios pies hasta la orilla atreve,
y a las ondas que el céfiro dilata
arroja al fin su castidad de nieve.
GERMÁN PARDO GARCÍA
(Colombia-1902)
De “Voluntad”
Sabed: esta es mi carne.
La de los anchos brazos siempre abiertos.
La de la arteria sin cesar vertida.
La de los goces múltiples y ciertos,
y yo os la doy, cumplida
en su firme dolor, mi voluntad.
Sabed: ésta es mi sangre,
capaz de sostener mi soledad,
y yo os la entrego, transformada en vida.
GERMÁN PARDO GARCÍA
(Colombia-1902)
De “Los júbilos ilesos”
Alegría, recóndita alegría.
Casa de oro en cuya blanca mesa
yo sacrifico la virtud ilesa
del luminoso pan de cada día.
Clara columna de sabiduría.
Ala justa de todo lo que pesa.
Honda señal de plenitud, impresa
sobre mi verdadera poesía.
Alegría feraz, múltiple y nueva.
Tierra de fe que desgarró la esteva
y cubrió la esperanza de verdura.
A tu verdad solar llevo mi trigo,
y al derramarlo en tus entrañas, digo
la palabra final de mi amargura.
GERMÁN PARDO GARCÍA
(Colombia-1902)
De “Los júbilos ilesos”
Ya sólo existen los nombres,
donde estuvieron las cosas.
Los altos nombres, ilesos
en su desnudez de gloria.
Mas ¿cómo, en su vanidad,
fue lo exacto de las cosas?
¿Eran mías? ¿Me velaban
tras el oro de su pompa,
o eran del mundo y volvieron
a confundirse en su sombra?
Ya no siento su presencia
ni su grávida zozobra.
Por los eternos caminos
olvidáronse las cosas,
y en este sereno tránsito
hacia todo lo que asombra,
el mundo se me hizo leve
y divina la memoria.
GERMÁN PARDO GARCÍA
(Colombia-1902)
De “Los júbilos ilesos”
Deletreo tu
nombre,
empecinadamente,
doy vueltas tu nombre
escribo tu nombre,
hago con tu nombre una canción.
Enquistado,
echo babas a mi alrededor
y crezco.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Poemas y cartas a mi amante
loca joven poeta psicoanalista”
Ella conocía todos los oficios,
su profesión: esclava.
Siempre a la espera silenciosa,
donde deseos, desprevenidamente,
le permitan ser:
Viajes de lunas sobre lunas,
amplias voces del laberinto,
cintura de salvaje domada,
cuello de emperatriz,
pliegue del viento sobre mi piel.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Poemas y cartas a mi amante
loca joven poeta psicoanalista”
Quiero ser un mundo entre tus manos,
bestial palabra unida a otra palabra,
en la mitad, precisa, de algún verso.
Quiero el halago negro de tus ojos. Tus
soles,
tu pelo ensortijado flotando entre mis piernas,
labios abiertos por mis ojos sorprendidos de luz.
Caverna enaltecida por mi viejo deseo
de morir,
quiero verte cantando tus dudas en mi vientre,
quiero verte, desesperada, loca, en mi sonrisa.
Así, sin tanta alternativa de libertad,
una vez para siempre, de forma natural,
quiero tu voz
tendida en mi palabra,
tu palabra en mi boca,
el hilo de mi voz en tus entrañas.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina-1940
De “Poemas y cartas a mi amante
loca joven poeta psicoanalista”