Madrid, 1-12-04

SINFONÍA EN GRIS MAYOR

   El mar, como un vasto cristal azogado,
refleja la lámina de un cielo de zinc;
lejanas bandadas de pájaros manchan
el fondo bruñido de pálido gris.

   El sol, como un vidrio redondo y opaco,
con paso de enfermo camina al cenit;
el viento marino descansa en la sombra
teniendo la almohada su negro clarín.
   Las ondas, que mueven su vientre de plomo,
debajo del muelle parecen gemir.
Sentado en un cable, fumando su pipa,
está un marinero pensando en las playas
de un vago, lejano, brumoso país.

   Es viejo ese lobo. Tostaron su cara
los rayos de fuego del sol de Brasil;
los recios tifones del mar de la China
le han visto bebiendo su frasco de gin.
   La espuma, impregnada de yodo y salitre,
ha tiempo conoce su roja nariz,
sus crespos cabellos, sus bíceps de atleta,
su gorra de lona, su blusa de dril.
   En medio del humo que forma el tabaco,
ve el viejo el lejano, brumoso país,
adonde una tarde caliente y dorada,
tendidas las velas, partió el bergantín…
   La siesta del trópico. El lobo se duerme.
Ya todo lo envuelve la gama del gris.
Parece que un suave y enorme esfumino
del curvo horizonte borrara el confín.
   La siesta del trópico. La vieja cigarra
ensaya su ronca guitarra senil,
y el grillo preludia su solo monótono
en la única cuerda que está en su violín.

RUBÉN DARÍO
Nicaragua-1867
De “Prosas profanas”


Madrid, 2-12-04

TERREMOTO

   Madrugada. En silencio reposa la gran villa
donde de niño supe de cuentos y consejas,
o asistí a serenatas de amor junto a las rejas
de alguna novia bella, timorata y sencilla.
   El cielo lleno de constelaciones brilla,
y su oriente disputan suaves luces bermejas.
De pronto, un terremoto mueve las casas viejas
y la gente en los patios y calles se arrodilla
   medio desnuda, y clama: “¡Santo Dios! ¡Dios fuerte!
¡Santo inmortal!” La tierra tiembla a cada momento.
¡Algo de apocalíptico mano invisible vierte!…
   La atmósfera es pesada como plomo. No hay viento.
Y se diría que ha pasado la Muerte
ante la impasibilidad del firmamento.

RUBÉN DARÍO
Nicaragua-1867
De “Poesía dispersa” 


Madrid, 3-12-04

 HONDAS

A Pichardo

   Yo soñé que era un hondero
mallorquín.
Con las piedras que en la costa
recogí,
cazaba águilas al vuelo,
lobos, y
en la guerra iba a la guerra
contra mil.
   Un guijarro de oro puro
fue al ceit,
una tarde en que, en la altura
azul, vi
un enorme gerifalte
perseguir
a una extraña ave radiante,
un rubí
que rayada el firmamento
de zafir.
   No tornó mi piedra al mundo.
Pero sin
vacilar vino a mí el ave-
querubín.
“Partió herida –dijo- el alma
de Goliat, y vengo a ti.
¡Soy el alma luminosa
de David!”.

RUBÉN DARÍO
Nicaragua-1867
De “El canto errante” 


Madrid, 7-12-04

HAY DOLENCIAS
PEORES QUE LAS DOLENCIAS

Hay dolencias peores que las dolencias,
Hay dolores que no duelen, ni en el alma
Pero que son dolorosos más que los otros.
Hay angustias soñadas más reales
Que las que la vida nos trae, hay sensaciones
Sentidas sólo con imaginarlas
Que son más nuestras que la propia vida.
Hay tanta cosa que, sin existir,
Existe, existe demoradamente,
Y demoradamente es nuestra y nosotros...
Por sobre el verde turbio de amplio río
Los circunflejos blancos de las gaviotas...
Por sobre el alma el agitar inútil
De lo que no fue, ni puede ser, y es todo.

Dame más vino, porque la vida es nada.

FERNANDO PESSOA
Portugal-1888


Madrid, 9-12-04

LA OTRA

Amamos siempre en lo que tenemos
Lo que no tenemos cuando amamos.
El barco para, dejo los remos
Y, uno a otro, las manos nos damos.
¿A quién doy las manos?
A la Otra.

Tus besos son de miel de boca,
Son los que siempre pensé dar,
Y ahora mi boca toca
La boca que soñé besar
¿De quién es la boca?
De la Otra.

Los remos ya cayeron en el agua,
El barco hace lo que el agua quiere.
Mis brazos vengan mi dolor
En el abrazo que finalmente pueden tener.
¿A quién abrazo?
A Otra.

Bien sé, eres bella, eres quien deseé...
No deje la vida que yo deseé...
Más de lo que puede ser tu beso
Y poder ser yo el que te bese.
Beso, ¿y en quién pienso?
En la Otra.

Los remos van perdidos ya,
El barco va no sé para dónde.
¡Qué fresca tu sonrisa está,
Ah, mi amor, y lo que ella esconde!

¿Qué es de la sonrisa
De la Otra?

Ah, tal vez muertos ambos nosotros,
En otro río sin lugar
En otro barco otra vez solos
Podamos nosotros recomenzar
Que tal vez seas
La Otra.

Pero no, ni donde ese paisaje
Está debajo de eterna luz eterna
Te hallaré más que como alguien en el viaje
Que amé con ansiedad tierna
Por ser parecida
A la Otra.

Ah, por ahora, idos remos y rumbo,
Dame las manos, la boca, tu ser.
Hagamos, de esta hora el resumen
De lo que no podremos tener.
En esta hora, la única,
Sé la Otra.

FERNANDO PESSOA
Portugal-1888
 


Madrid, 10-12-04

INTERVALO DOLOROSO

Todo me cansa, hasta lo que no me cansa. Mi alegría es tan dolorosa como mi dolor.

Quién me diera ser un niño poniendo barcos de papel en un estanque de la quinta, con un dosel rústico de redes de parral poniendo ajedreces de luz y sombra verde en los reflejos sombríos de la poca agua.

Entre yo y la vida hay un vidrio tenue. Por más nítidamente que yo vea y comprenda la vida, yo no la puedo tocar.

¿Razonar mi tristeza? ¿Para qué si el raciocinio es un esfuerzo? Y quien está triste no puede esforzarse.

Ni siquiera abdico de aquellos gestos banales de la vida de los que yo tanto querría abdicar. Abdicar es un esfuerzo, y yo no poseo el alma con que esforzarme.

¡Cuántas veces me aflige no ser el accionador de aquel coche, el conductor de aquel tren! ¡cualquier banal Otro supuesto cuya vida, por no ser mía, deliciosamente me penetra para que yo la quiera y se me finge ajena!

Yo no tendría el horror a la vida como una Cosa. La noción de la vida como un Todo no me aplastaría los hombros del pensamiento.

Mis sueños son un refugio estúpido, como un paraguas contra un rayo.

Soy tan inerte, tan pobrecito, tan falto de gestos y de actos.

Por más que por mí me interne, todos los atajos de mi sueño van a dar a claridades de angustia.

Incluyo yo, el que sueña tanto, tengo intervalos en los que el sueño me huye. Entonces las cosas me parecen nítidas. Se desvanece la neblina en la que me cerco. Y todas las aristas visibles hieren la carne de mi alma. Todas las durezas miradas me duele saberlas durezas. Todos los pesos visibles de objetos me pesan por dentro del alma.

La (mi) vida es como si me golpeasen con ella.

FERNANDO PESSOA
Portugal-1888


Madrid, 13-12-04

POEMAS PARA UN CUERPO

VII

HACIÉNDOSE TARDE

Entre los últimos brotes
La rosa no se ve rara,
Ni la alondra al levantarse
Atiende a que el sol retrasa,
O el racimo ya tardío
Cuida si es mustia la parra.
Pero tu cariño nuevo
La estación piensa acabada.

Pues la alondra con su canto
Siempre puebla la mañana
Y la rosa y el racimo
Siempre llenan la mirada,
Entonces, deja, no pienses
En que es tarde. ¿Hubo tardanza
Jamás para olor y zumo
O el revuelo de algún ala?

Fuerza las puertas del tiempo,
Amor que tan tarde llamas.

LUIS CERNUDA
España-1904
De “Con las horas contadas”


Madrid, 14-12-04

AMOR OCULTO

Como el tumulto gris del mar levanta
Un alto arco de espuma, maravilla
Multiforme del agua, y ya en la orilla
Roto, otra nueva espuma se adelanta;

Como el campo despierta en primavera
Eternamente, fiel bajo el sombrío
Celaje de las nubes, y al sol frío
Con asfodelos cubre la pradera;

Como el genio en distintos cuerpos nace,
Formas que han de nutrir la antigua gloria
De su fuero, mientras la humana escoria
Sueña ardiendo en la llama y se deshace,

Así siempre, como agua, flor o llama,
Vuelves entre la sombra, fuerza oculta
Del otro amor. El mundo bajo insulta.
Pero la vida es tuya: surge y ama.

LUIS CERNUDA
España-1904
De “La adoración de los Magos”


Madrid, 15-12-04

EPITAFIO

La delicia, el poder, el pensamiento
Aquí descansan. Ya la fiebre es ida.
Buscaron la verdad, pero al hallarla
No creyeron en ella.

Ahora la muerte acuna sus deseos,
Saciándolos al fin. No compadezcas
Su sino, más feliz que el de los dioses
Sempiternos, arriba.

LUIS CERNUDA
España-1904
De “La adoración de los Magos”


Madrid, 16-12-04

EL AMOR Y EL AMANTE

¿Eres amor? Pasa el fuego,
Cruza con alas el mar,
Despierta a la vida el sueño,
Da hermosura a lo real. 

¿Eres tan sólo la sombra?
Cubre con su resplandor
Tu mentira. Haz que la sombra
Venza al fuerte, al puro amor.

LUIS CERNUDA
España-1904
De “Resaca en Sansueña”


Madrid, 17-12-04

PASATIEMPO

Tu tierra está perdida
Para ti, y hasta olvidas,
Por cerrada, la herida.

Tu trabajo, en secreto,
Con moneda de viento
pagado por los menos.

¿Qué hacer entonces, dices,
Cuando nada te asiste
Y el tiempo te desvive?

De algún azar espera
Que un cuerpo joven sea
Pretexto en tu existencia.

Acaso el amor puede
Tener aquellos seres
Que todo marco exceden.

LUIS CERNUDA
España-1904
De “Con las horas contadas” 


Madrid, 20-12-04

UNA CANCIÓN EN LA TORMENTA
1914-18

Asegúrate bien de que a tu lado peleen
los océanos eternos, aunque esta noche
el viento en contra y las mareas
nos hagan su juguete.
A fuerza de tiempo, no de guerra,
en medio del peligro nos guiamos:
Sea bienvenida entonces la descortesía del Destino
dondequiera que aparezca
           en todo tiempo de angustia y también
           en el de nuestra salvación,
           el juego vence siempre al jugador
           y el barco a su tripulación.

De la niebla salen rumbo a la tiniebla
las olas que brillan y se encrespan.
Casi estas aguas sin conciencia se comportan
como si tuviesen alma
casi como si hubieran pactado sumergir
nuestra bandera debajo de sus aguas verdes:
sea bienvenida entonces la descortesía del Destino
dondequiera que pueda verse, etc.

Asegúrate bien, a pesar de que las olas y el viento
en reserva guardan ráfagas aún más poderosas,
que los que cumplimos las guardias asignadas
ni por un instante descuidemos la vigilancia.
Y mientras nuestra proa flotando rechaza
cada carrera frustrada de las olas,
canta, sea bienvenida la descortesía del Destino
dondequiera que se desvele, etc.

No importa que sea barrida la cubierta
Y se rompan la arboladura, el maderamen
de cualquier pérdida podremos sacar provecho
salvo de la pérdida del regreso.
Por eso, entre estos Diablos y nuestra astucia
deja que la cortesía de las trompetas suene,
y que sea bienvenida la descortesía del Destino,
dondequiera que se encuentre, etc.

Asegúrate bien, aunque en poder nuestro
nada quede para dar
salvo sitio y fecha para encontrar el fin,
y deja de esforzarte por vivir,
que hasta que éstos se disuelvan, nuestra Orden se mantiene
nuestro Servicio aquí nos ata.

Sea bienvenida entonces la descortesía del Destino,
dondequiera que aparezca,
         en todo tiempo de angustia y también
         en el de nuestro triunfo,
         el juego vence siempre al jugador
         y el barco a su tripulación.

RUDYARD KIPLING
Inglaterra-1865
De “Poemas” 


Madrid, 21-12-04

EL CAMINO A TRAVÉS DE LOS BOSQUES


Cerraron el camino que cruzaba los bosques
hace setenta años.
El tiempo y la lluvia lo han deshecho otra vez,
ahora ya no podrías saber
que una vez hubo un camino a través de los bosques
antes de ser los árboles plantados.
Está debajo de los sotos y de los brezos
y de las anémonas delgadas.
Sólo el guarda ve
allí, donde los pichones aprenden a volar,
y los tejones escarban con más facilidad,
una vez hubo un camino a través de los bosques.

Sí, si entras en los bosques
del verano, al anochecer,
cuando el aire de la noche se enfría en los estanques de truchas
donde la nutria silba a su pareja,
(no temen al hombre en los bosques
porque se ven tan pocos).
Oirás los golpes de las uñas de un caballo,
y el chasquido de unas faldas en el rocío,
firmemente a medio galope a través
de la soledad, de la bruma,
como si perfectamente conocieran
el viejo camino a través de los bosques...
Pero no hay camino que cruce los bosques.

RUDYARD KIPLING
Inglaterra-1865
De “Poemas”  


Madrid, 22-12-04

CANCIÓN DE LOS GALEOTES
(Varias invenciones)

Remamos para que avanzaras con el viento en contra y las velas bajas.
      ¿No nos dejarás nunca en libertad?
Pan y cebolla comíamos cuando tomabas ciudades, o rápido regresá-
             bamos a bordo si te perseguía el enemigo.
Los Capitanes paseaban de proa a popa sobre cubierta con el buen
tiempo, cantando canciones; nosotros estábamos abajo.
Desfallecíamos, la barbilla sobre los remos, y no te dabas cuenta pues
             seguíamos meciéndonos hacia adelante y hacia atrás.
       ¿No nos dejarás nunca en libertad?
La sal dejaba el palo de los remos como la piel del tiburón; nuestras
             rodillas abiertas hasta el hueso con cristales de sal; pegado
             el pelo a la frente; y nuestros labios cortados hasta las encías,
             y nos dabas con el látigo porque no podíamos remar.
      ¿No nos dejarás nunca en libertad?
Pero, pronto escaparemos, a través de los ojos de buey, igual que
             corre el agua por los palos de los remos, y, aunque ordenes
             a los otros que nos persigan, no podrás nunca prendernos a
             menos que empuñes tú los remos y encierres los vientos en la
             panza de la vela. ¡Aho!
      ¿No nos dejarás nunca en libertad?

RUDYARD KIPLING
Inglaterra-1865
De “Poemas” 


Madrid, 23-12-04

EL SECRETO DE LAS MAQUINAS
(Maquinaría moderna)
 

Extraídas del lecho del mineral y de la mina,
en el horno derretidas y en el pozo—
fundidas y forjadas y golpeadas según diseño,
cortadas y alineadas y labradas y calibradas hasta encajar.
Un poco de agua, carbón y aceite es toda nuestra demanda,
y una milésima de pulgada para podernos mover:
y ahora, si a nuestra labor nos aplicas,
las veintincuatro horas del día te serviremos.

          Podemos tirar e izar y empujar, levantar y conducir,
          podemos imprimir y arar y tejer, calentar e iluminar,
          podemos correr y acelerar y nadar, volar y bucear,
          podemos ver y oír y contar y leer y escribir. 

¿Llamarías a un amigo desde el otro medio mundo?
Si nos dejas tomar tu nombre, ciudad y estado,
podrás oír y ver tu pregunta reciente lanzada
a través del arco del cielo mientras esperas.
¿Ha respondido? ¿te necesita a su lado?
Esta misma tarde si quieres puedes partir,
y tomar el Océano Occidental al ritmo
de setenta mil caballos y pocas tuercas.

El barco expreso está esperando tus órdenes.

RUDYARD KIPLING
Inglaterra-1865
De “Poemas” 


Madrid, 27-12-04


Y TU VESTIDURA ES BLANCA

 

Tienes la cabeza inclinada y me miras,

y tu vestidura es blanca,

y un seno asoma por el encaje

suelto sobre el hombro izquierdo.

 

Me rebasa la luz; tiembla

y toca tus brazos desnudos.

 

Vuelvo a verte. Palabras

cerradas y rápidas decías,

que ponían corazón

en el peso de una vida

que sabía de circo.

 

Profundo el camino

sobre el que descendía el viento

ciertas noches de marzo

y nos despertaba desconocidos

como la primera vez.

SALVATORE QUASIMODO

Italia-1901

Del libro “Y enseguida anochece”


Madrid, 28-12-04


ESPEJO

He aquí que sobre el tronco

se rompen gemas:

un verde más nuevo que la hierba

que el corazón descansa:

el tronco parecía ya muerto

encorvado sobre el barranco.

 

Y todo me sabe a milagro;

y soy esa agua de nube

que hoy refleja en las acequias

más azul su trozo de cielo,

ese verde que rompe la corteza

y sin embargo anoche no existía.

SALVATORE QUASIMODO

Italia-1901

Del libro “Y enseguida anochece”


Madrid, 29-12-04

 

PLEGARIA A LA LLUVIA

 

Olor bueno del cielo

sobre la hierba,

lluvia del atardecer.

 

Desnuda voz, te escucho:

y obtiene dulces primicias de sonido
y de refugio el corazón arado;

y me levantas mudo adolescente,
por otra vida sorprendido y por cada movimiento

de súbitas resurrecciones

que la oscuridad expresa y transfigura.

Piedad del tiempo celeste,

de su luz

de aguas suspendidas;

 

de nuestro corazón

de las venas abiertas

sobre la tierra.

SALVATORE QUASIMODO

Italia-1901

Del libro “Y enseguida anochece”


Madrid, 30-12-04

 

DUERMEN SELVAS

 

Matriz seca de amor y de vastagos,

gimo junto a tí

desde hace largos años, deshabitado.

 

Duermen selvas

serenas de verde, de viento,

llanuras donde el azufre

era el verano de los mitos

inmóvil.

 

No habías venido a vivir en mí,

presagio de durable pena.

La tierra moría sobre las aguas

antiguas manos en los ríos

recogían papiros.

 

No sé odiarte: tan leve

es mi corazón de huracán.