Madrid, 5-5-03

AJEDREZ

I

En su grave rincón, los jugadores
Rigen las lentas piezas. El tablero
Los demora hasta el alba en su severo
Ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
Las formas: torre homérica, ligero
Caballo, armada reina, rey postrero,
Oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan, ido,
Cuando el tiempo los haya consumido,
Ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
Cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
Reina, torre directa y peón ladino
Sobre lo negro y blanco del camino
Buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada
Del jugador gobierna su destino,
No saben que un rigor adamantino
Sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(La sentencia es de Omar) de otro tablero
De negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza
De polvo y tiempo y sueño y agonías?

JORGE LUIS BORGES
Argentina-1899
De "El Hacedor"


Madrid, 6-5-03

EL ADVENIMIENTO

Soy el que fui en el alba, entre la tribu.
Tendido en mi rincón de la caverna,
pujaba por hundirme en las oscuras
aguas del sueño. Espectros de animales
heridos por la esquirla de la flecha
daban horror a las tinieblas. Algo,
quizá la ejecución de una promesa,
la muerte de un rival en la montaña,
quizá el amor, quizá una piedra mágica,
me había sido otorgado. Lo he perdido.
Gastada por los siglos, la memoria
sólo guarda esa noche y su mañana.
Yo anhelaba y temía. Bruscamente
oí el sordo tropel interminable
de una manada atravesando el alba.
Arco de roble, flechas que se clavan,
los dejé y fui corriendo hasta la grieta
que se abre en el confín de la caverna. 
Fue entonces que los vi. Brasa rojiza,
crueles los cuernos, montañoso el lomo
y lóbrega la crin como los ojos
que acechaban malvados. Eran miles.
Son los bisontes, dije. La palabra
no había pasado nunca por mis labios,
pero sentí que tal era su nombre.
Era como si nunca hubiera visto,
como si hubiera estado ciego y muerto
antes de los bisontes de la aurora.
Surgían de la aurora. Eran la aurora.
No quise que los otros profanaran
aquel pesado río de bruteza
divina, de ignorancia, de soberbia,
indiferente como las estrellas.
Pisotearon un perro del caínino;
lo mismo hubieran hecho con un hombre.
Después los trazaría en la caverna
con ocre y bermellón. Fueron los Dioses
del sacrificio y de las preces. Nunca
dijo mi boca el nombre de Altamira.
Fueron muchas mis formas y mis muertes.

JORGE LUIS BORGES
Argentina-1899
De "El oro de los tigres"


Madrid, 7-5-03

SOY

Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.
Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.
Soy el que pese a tan ilustres modos
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,
del tiempo, que es de uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

JORGE LUIS BORGES
Argentina-1899
De “La rosa profunda”


Madrid, 8-5-03

NI SIQUIERA SOY POLVO

No quiero ser quien soy. La avara suerte
me ha deparado el siglo diecisiete,
el polvo y la rutina de Castilla,
las cosas repetidas, la mañana
que, prometiendo el hoy, nos da la víspera,
la plática del cura y del barbero,
la soledad que va dejando el tiempo
y una vaga sobrina analfabeta.
Soy hombre entrado en años. Una página
casual me reveló no usadas voces
que me buscaban, Amadís y Urganda.
Vendí mis tierras y compré los libros
que historian cabalmente las empresas:
el Grial, que recogió la sangre humana
que el Hijo derramó para salvarnos,
el ídolo de oro de Mahoma,
los hierros, las almenas, las banderas
y las operaciones de la magia.
Cristianos caballeros recorrían
los reinos de la tierra, vindicando
el honor ultrajado o imponiendo
justicia con los filos de la espada.
Quiera Dios que un enviado restituya
a nuestro tiempo ese ejercicio noble.
Mis sueños lo divisan. Lo he sentido
a veces en mi triste carne célibe.
No sé aún su nombre. Yo, Quijano,
seré ese paladín. Seré mi sueño.
En esta vieja casa hay una adarga
antigua y una hoja de Toledo
y una lanza y los libros verdaderos
que a mi brazo prometen la victoria.
¿A mi brazo? Mi cara (que no he visto)
no proyecta una cara en el espejo.
Ni siquiera soy polvo. Soy un sueño
que entreteje en el sueño y la vigilia
mi hermano y padre, el capitán Cervantes,
que militó en los mares de Lepanto
y supo unos latines y algo de árabe…
Para que yo pueda soñar al otro
cuya verde memoria será parte
de los días del hombre, te suplico:
Mi Dios, mi soñador, sigue soñándome.

JORGE LUIS BORGES
Argentina-1899
De “Historia de la noche”
 


Madrid, 9-5-03

INVENTARIO

Hay que arrimar una escalera para subir. Un tramo le falta.
¿Qué podemos buscar en el altillo
sino lo que amontona el desorden?
Hay olor a humedad.
El atardecer entra por la pieza de plancha.
Las vigas del cielo raso están cerca y el piso está vencido.
Nadie se atreve a poner el pie.
Hay un catre de tijera desvencijado.
Hay unas herramientas inútiles.
Está el sillón de ruedas del muerto.
Hay un pie de lámpara.
Hay una hamaca paraguaya con borlas, deshilachada.
Hay aparejos y papeles.
Hay una lámina del estado mayor de Aparicio Saravia.
Hay una vieja plancha a carbón.
Hay un reloj de tiempo detenido, con el péndulo roto.
Hay un marco desdorado, sin tela.
Hay un tablero de cartón y unas piezas descabaladas.
Hay un brasero de dos patas.
Hay una petaca de cuero.
Hay un ejemplar enmohecido del Libro de los Mártires de
          Foxe, en intrincada letra gótica.
Hay una fotografía que ya puede ser de cualquiera.
Hay una piel gastada que fue de tigre.
Hay una llave que ha perdido su puerta.
¿Qué podemos buscar en el altillo
sino lo que amontona el desorden?
Al olvido, a las cosas del olvido, acabo de erigir este
            monumento
sin duda menos perdurable que el bronce y que se confunde
            con ellas.

JORGE LUIS BORGES
Argentina-1899
De “La rosa profunda”


Madrid, 12-5-03

SATISFACCIONES

La primera mirada por la ventana al despertarse
el viejo libro vuelto a encontrar
rostros entusiasmados
nieve, el cambio de las estaciones
el periódico
el perro
la dialéctica
ducharse, nadar
música antigua
zapatos cómodos
comprender
música nueva
escribir, plantar
viajar
cantar
ser amable.

BERTOLT BRECHT
Alemania-1898

De “Último Periodo (1947-1956)”


Madrid, 13-5-03

1940

 Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender
            matemáticas?
¿Para qué? quisiera contestarle. De que dos pedazos de pan
            son más que uno
ya te darás cuenta.
Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender francés?
¿Para qué? quisiera contestarle. Esa nación se hunde.
Señálate la boca y la tripa con la mano,
que ya te entenderán.
Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender
            historia?
¿Para qué? quisiera contestarle. Aprende a esconder la
            la cabeza en la tierra
y acaso te salves.

 ¡Sí, aprende matemáticas, le digo,
aprende francés, aprende historia!

BERTOLT BRECHT
Alemania-1898
De “Poesías escritas durante el exilio (1933-1947)”


Madrid, 14-5-03

MEDITACIONES
SOBRE LA DURACIÓN DEL EXILIO

1

No pongas ningún clavo en la pared,
tira sobre una silla tu chaqueta.
¿Vale la pena preocuparse para cuatro días?
Mañana volverás.

No te molestes en regar el arbolito.
¿Para qué vas a plantar otro árbol?
Antes de que llegue a la altura de un escalón
alegre partirás de aquí.

Cálate el gorro si te cruzas con gente.
¿Para qué hojear una gramática extranjera?
La noticia que te llame a tu casa
vendrá escrita en idioma conocido.

Del mismo modo que la cal cae de las vigas
(no te esfuerces por impedirlo),
caerá también la alambrada de la violencia
erigida en la frontera
contra la justicia.

2

Mira ese clavo que pusiste en la pared.
¿Cuándo crees que volverás?
¿Tú quieres saber lo que crees tú en el fondo?
Día a día
trabajas por la liberación,
escribes sentado en tu cuarto.
¿Quieres saber lo que piensas de tu trabajo?
Mira el pequeño castaño en el rincón del patio
al que un día llevaste una jarra de agua.

 BERTOLT BRECHT
Alemania-1898
De “Último Periodo (1947-1956)”


Madrid, 16-5-03

A LOS HOMBRES FUTUROS

1

Verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
Es insensata la palabra ingenua. Una frente lisa
revela insensibilidad. El que ríe
es que no ha oído aún la noticia terrible,
aún no le ha llegado.

¡Qué tiempos éstos en que
hablar sobre árboles es casi un crimen
porque supone callar sobre tantas alevosías!
Ese hombre que va tranquilamente por la calle
¿lo encontrarán sus amigos
cuando lo necesiten?

Es cierto que aún me gano la vida
Pero, creedme. es pura casualidad. Nada
de lo que hago me da derecho a hartarme.
Por casualidad me he librado. (Si mi suerte acabara,
                             [estaría perdido).
Me dicen: «¡Come y bebe! ¡Goza de lo que tienes!»
Pero ¿cómo puedo comer y beber
si al hambriento le quito lo que como
y mi vaso de agua le hace falta al sediento?
Y, sin embargo, como y bebo.

Me gustaría ser sabio también.
Los viejos libros explican la sabiduría:
apartarse de las luchas del mundo y transcurrir
sin inquietudes nuestro breve tiempo.
Librarse de la violencia.
dar bien por mal,
no satisfacer los deseos y hasta
olvidarlos: tal es la sabiduría.
Pero yo no puedo hacer nada de esto:
verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.

2

Llegué a las ciudades en tiempos del desorden,
cuando el hambre reinaba.
Me mezclé entre los hombres en tiempos de rebeldía
y me rebelé con ellos.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Mi pan lo comí entre batalla y batalla.
Entre los asesinos dormí.
Hice el amor sin prestarle atención
y contemplé la naturaleza con impaciencia.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

En mis tiempos, las calles desembocaban en pantanos.
La palabra me traicionaba al verdugo.
Poco podía yo. Y los poderosos
se sentían más tranquilos, sin mí. Lo sabía.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

Escasas eran las fuerzas. La meta
estaba muy lejos aún.
Ya se podía ver claramente, aunque para mí
fuera casi inalcanzable.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

3

Vosotros, que surgiréis del marasmo
en el que nosotros nos hemos hundido,
cuando habléis de nuestras debilidades,
pensad también en los tiempos sombríos
de los que os habéis escapado.

Cambiábamos de país como de zapatos
a través de las guerras de clases, y nos desesperábamos
donde sólo había injusticia y nadie se alzaba contra ella.
Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza
desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros,
que queríamos preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos
en que el hombre sea amigo del hombre,
pensad en nosotros
con indulgencia.

BERTOLT BRECHT
Alemania-1898
De “Poesías escritas durante el exilio (1933-1947)”


Madrid, 19-5-03

 EL PRIMER LIBRO DE URIZEN
Fragmento

CAPÍTULO I

1.      ¡Mirad, una sombra de horror se ha alzado
En la Eternidad! Desconocida, estéril,
Ensimismada, repulsiva: ¿qué Demonio
Ha creado este vacío abominable,
Que estremece las almas? Algunos respondieron:
”Es Urizen”. Pero desconocido, abstraído,
Meditando en secreto, el poder oscuro se ocultaba.

2.       Los tiempos dividió en tiempo y midió
Espacio por espacio en sus cerradas tinieblas,
Invisible, desconocido: las mutaciones surgieron
Como montañas desoladas, furiosamente destruidas
Por los vientos oscuros de las perturbaciones.

3.      Porque luchó en batallas funestas
En conflictos invisibles con formas
Nacidas en su yermo desolado:
Bestia, ave, pez, serpiente y elemento,
Combustión, ráfaga, vapor y nube.

4.      Sombrío, daba vueltas en silenciosa actividad,
Invisible, en medio de pasiones que atormentan;
Una actividad desconocida y horrible,
Una sombra que se contempla a sí misma
Entregada a una labor enorme.

5.      Pero los Eternos contemplaron sus bosques inmensos.
Edades tras edades él yació, misterioso, desconocido,
Meditando, prisionero del abismo; todos eluden
El caos petrífico y abominable.

6.      Urizén, el sombrío, preparó en silencio
Sus fríos horrores; sus legiones de truenos
Dispuestas en tenebrosas formaciones, se despliegan a través
Del mundo lógrebo, y el rumor de ruedas,
Como agitado mar, se oye en sus nubes,
En sus colinas de nieves guardadas, en sus montañas
De hielo y granito: voces de terror
Resuenan como truenos de otoño
Cuando la nube se inflama sobre la cosecha.

WILLIAM BLAKE
Inglaterra-1757
De "El primer libro de Urizen"


Madrid, 20-5-03

EL LIBRO DE THEL
Fragmento

IV

El guardián terrible de las puertas eternas corrió los cerrojos del norte.
Thel entró y vio los secretos de la tierra desconocida.
Vio los lechos de los muertos y el lugar donde las raíces fibrosas
De cada corazón, implican en el suelo su tejido impaciente:
Una tierra de penas y de lágrimas, donde jamás se vio una sonrisa.

Vagó por el país de las nubes, a través de valles lóbregos, oyendo
Lamentos y quejas. Esperaba a menudo junto a una tumba,
Donde el rocío se posaba.
Permanecía callada oyendo las voces de la tierra,
Hasta que llegó al lugar de su tumba y allí descansó,
Y oyó esta voz de congoja que exhalaba el abismo:

“¿Por qué no puede el Oído cerrarse a su propia destrucción?
¿O el Ojo húmedo al veneno de una sonrisa?
¿Por qué los párpados guardan saetas prestas
En campo donde yacen mil guerreros emboscados,
O un Ojo de dones y gracias derrama frutos y oro acuñado?
¿Por qué una Lengua grabada con miel de cada viento?
¿Por qué atrae los Mundos el Oído como un impetuoso torbellino?
¿Por qué la Nariz aspira el terror, trémula de miedo?
¿Por qué un tierno freno en el doncel vehemente?
¿Por qué una tenue cortina de carne en el lecho de nuestro deseo?

Dejó la Virgen su asiento y, con grito agudo,
Huyó raudamente hacia los valles de Har.

WILLIAM BLAKE
Inglaterra-1757
De “El libro de Thel” 


Madrid, 21-5-03

UNA IMAGEN DIVINA

La crueldad tiene Humano Corazón
Y los celos Humano Rostro;
El terror Humana Forma Divina
Y el secreto Humanas Vestimentas.

Las Humanas Vestimentas son Hierro forjado,
La Humana Forma una Fragua ardiente,
El Humano Rostro Hoguera sellada
El Humano Corazón su Hambrienta garganta.

WILLIAM BLAKE
Inglaterra-1757
De “Cantos de Experiencia”


Madrid, 22-5-03

VISIÓN MEMORABLE

Me hallaba en una Imprenta en el Infierno, y vi el método por el cual el conocimiento se transmite de generación en generación.

En la cámara primera había un Dragón-Hombre que barría la basura de la boca de una caverna. Adentro, multitud de dragones ahondaban la caverna.

En la cámara segunda había una serpiente que se envolvía en torno a la roca de la caverna, y otras que la adornaban con oro, plata y piedras preciosas.

En la cámara tercera un Aguila de alas y plumas de aire tornaba el interior de la caverna infinito. Había también multitud de Hombres-Águilas que edificaban palacios en las rocas enormes.

En la cámara cuarta Leones de ardientes llamas caminaban furiosos y fundían los metales hasta tornarlos en fluidos vivientes.

En la cámara quinta, formas sin Nombre arrojaban al espacio los metales.

Allí eran recibidos por los Hombres que ocupaban la cámara sexta. Tomaban la forma de libros y eran dispuestos en bibliotecas. 

WILLIAM BLAKE
Inglaterra-1757
De “El Matrimonio del Cielo y el Infierno”


Madrid, 23-5-03

LA REVOLUCIÓN FRANCESA
Fragmento

Libro 1

Los muertos cavilan sobre Europa y esa nube y visión descienden sobre la alegre Francia.

¡Ah nube puntual! Enfermo, enfermo: el príncipe tendido en su lecho y envuelto en oscura

y tremenda niebla. Su fuerte mano extendida deja correr desde el hombro

un frío doloroso hasta el cetro, pesado en demasía para el humano puño. Nunca más

será esgrimido por mano visible ni golpeará cruel las tiernas montañas florecidas.

Enfermas las montañas. Todos sus viñedos lloran en los ojos del plañidero regio;

Pálida está en su rostro la nube matutina. Levántate, Necker, que el alba antigua nos llama

Invitándonos a abandonar un sueño de cinco mil años. Despierto; pero mi alma aún sueña.

Desde mi ventana contemplo las viejas montañas de Francia, semejantes a ancianos. Se van desvaneciendo.

Atribulado, apoyándose en Necker, baja el rey hasta su Cámara del Consejo. Umbrías montañas

Temerosas dejan escapar voces de trueno. Los bosques de Francia preservan en sus senos el sonido.

Nubes de profética sabiduría responden y corren, espesas, sobre el tejado del palacio

Cuarenta hombres: cada uno de ellos cavila con pesar en la infinita sombra de su alma.

Como nuestros antiguos patriarcas en regiones crepusculares, van a reunirse en torno al rey.

De nuevo la potente voz de Francia llama a la mañana. La mañana profetiza a sus nubes.

WILLIAM BLAKE
Inglaterra-1757
De “El Matrimonio del Cielo y el Infierno”


Madrid, 26-5-03

EL GRITO

    Yo comandaba el día: era mi barco.
Navegaba la luz, era mi río.
Y no quería más que peces de oro
En el destino.

    Nunca se vio más libre marinero
Ni barco más lujoso de banderas.
Lo escoltaban delfines,
Arpas eran las velas.

    Luna y constelaciones
Dábanme las totales pedrerías.
De noche, ruiseñores;
En el alba, la alondra;
Rosa en el mediodía.

   Nunca se vio más rica criatura.
El mirto y el laurel vallas tejía
Al cauteloso paso de la loba,
Y en las frutas maduras,
La miel a los colores ascendía. 

   Yo decía:
- La mañana celeste
Está en el equilibrio de los mundos.
Se rompe la armonía si anochece.
No es verdad más que el himno y el profundo
Sentido de la rosa al mediodía.

   Yo decía:
- Sólo el grito de gozo es la palabra
Y la flecha de Eros es la cifra.
Está en la sangre la bondad antigua
Del principio sin mancha y la sonrisa.

   Yo decía:
- Cierta y exacta es la esperanza...
El cielo anda en el sueño y la vigilia.
La balanza no existe, porque todo es inocente.
Mentira son la muerte y la batalla.

   Así llegue hasta el límite, confiada.
Habían roto los crinados vientos
Las vallas de laureles,
Y sobre un pronto mar de furia,
El tiempo naurfragaba.

    Yo grité entonces:
- ¿Quién me ayuda al ancla?
Respondieron los ecos:
- ¿Quién me ayuda al ancla?

   Y sentí que ya era, en el silencio,
Un grito desolado mi llamada. 

JUANA DE IBARBOUROU
Uruguay-1895
De “Perdida”


Madrid, 27-5-03

MUNDO DEL SUEÑO

Dura boca del hielo, duro grito
En el viento de Junio. Mar de sueño
Sin peces ni delfines, tan pequeño
Que entre mi mano cabe su infinito.

   Y una fuga de estampas de colores,
De canguros, de aristas, de espirales,
De invertidos fantasmas estelares.
De perfiles de monstruos o de flores.

   Silencio y vaguedad. Sangre del frío
En este mundo pálido y vacío,
Sin apoyo, sin nada de qué asirme,

   Como si hasta mi pecho se volviera
Espesa niebla, y hasta el nombre fuera
Lejana cifra escrita en lo invisible.

JUANA DE IBARBOUROU
Uruguay-1895
De “Oro y tormenta”


Madrid, 28-5-03

MAÑANA

   He aquí las flojas manos.
Ya no más la defensa,
Ni la labor, ni el ruego, ni la lámpara.
Ahora sólo la niebla.

   Flojo también el paso, y la mirada
Sin voluntad de asir ninguna imagen.
Se pierden por el aire las señales
En este turbio espejo de la tarde,
Que también ha extraviado sus corales
Y su íntima música.

   Soledad como nunca conociera.
Soledad de la voz y del silencio.
El ayer se borró como una cifra
Escrita sobre el agua en movimiento.

   El ayer... Ahora todo es un mañana
Que va a nacer desnudo como un niño.
No pesa sobre él ni la esperanza.
Libre y vacía, aguardo el nacimiento.

JUANA DE IBARBOUROU
Uruguay-1895
De “Perdida”


 Madrid, 29-5-03

LA ÚLTIMA MUERTE

   Se me acabó la muerte
Que cultivé hasta ahora.
La muerte de romance o de leyenda,
Tránsito de cinema en alba y sombra.
Deslumbramiento de película,
Curiosidad gustosa.

   Y aquélla, muerte de quince años,
Protegida de túnicas de ángeles,
Con heliotropos ya fuera de moda
Y enamorados gritos sollozantes.

    La otra, más lejos,
Viaje al mundo sonriente de la fábula.
Rizos al viento, relicario de oro,
Un cisne y una barca.

   Ahora tengo la muerte
Sin voz, sin ojos, sin color ni cara,
La que no es presencia, ni paisaje,
Ni terrena esperanza.

   La muerte indefinible,
Sin infierno ni cielo.
La que lo toma todo y no da nada:
Muralla del misterio.

JUANA DE IBARBOUROU
Uruguay-1895
De “Perdida”  


Madrid, 30-5-03

ALTÁNTICO

   Océano que te abres lo mismo que una mano
A todos los viajeros y a todos los marinos:

Tan sólo para mí eres puño cerrado,
Para mí solamente tú no tienes caminos.

   Jamás balanceará tu lomo milenario
La nave que me lleve desde esta tierra mía,
Ondulada y menuda, a las tierras que sueña
Mi juventud inmóvil y mi melancolía.

   ¡Ah! océano Atlántico multicolor y ancho
Cual un cielo caído entre el hueco de un mar:
Te miro como un fruto que no he de morder nunca
O como un campo rico que nunca he de espigar.

   ¡Ah! océano Atlántico, fiel leopardo que lames
Mis dos pies que encadenan el amor y la vida:
Haz que un día se sacien sobre tu flanco elástico
Esta ansiedad constante y este afán de partida.

JUANA DE IBARBOUROU
Uruguay-1895
De “La rosa de los vientos”


Selección de Poemas Editados
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