Madrid, 2-1-02

ESPEJO

Soy plateado y exacto. No tengo preconceptos.
Cuanto veo, lo trago inmediatamente
Tal cual es, sin empañar por amor o desagrado.
No soy cruel, sólo veraz:
Ojo de un pequeño dios, cuadrangular.
Casi todo el tiempo medito en la pared de enfrente.
Es rosada, con lunares. La he mirado tanto tiempo
Que creo que es parte de mi corazón. Pero fluctúa.
Las caras y la oscuridad nos separan una y otra vez.

Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mí,
Buscando en mi extensión lo que ella es en realidad.
Luego se vuelve hacia esas mentirosas, las bujías o la luna.
Veo su espalda y la reflejo fielmente.
Me recompensa con lágrimas y agitando las manos.
Soy importante para ella. Que viene y se va.
Todas las mañanas su cara reemplaza la oscuridad.
En mí ella ahogó a una muchachita y en mí una vieja
Se alza hacia ella día tras día, como un pez feroz.

SYLVIA PLATH
(Estados Unidos-1932)


Madrid, 3-1-02

UNA CANCIÓN EN LA TORMENTA
1914-18

Asegúrate bien de que a tu lado peleen
los océanos eternos, aunque esta noche
el viento en contra y las mareas
nos hagan su juguete.
A fuerza de tiempo, no de guerra,
en medio del peligro nos guiamos:
Sea bienvenida entonces la descortesía del Destino
dondequiera que aparezca
        en todo tiempo de angustia y también
        en el de nuestra salvación,
        el juego vence siempre al jugador
        y el barco a su tripulación.

De la niebla salen rumbo a la tiniebla
las olas que brillan y se encrespan.
Casi estas aguas sin conciencia se comportan
como si tuviesen alma-
casi como si hubieran pactado sumergir
nuestra bandera debajo de sus aguas verdes:
sea bienvenida entonces la descortesía del Destino
dondequiera que pueda verse, etc.

Asegúrate bien, a pesar de que las olas y el viento
en reserva guardan ráfagas aún más poderosas,
que los que cumplimos las guardias asignadas
ni por un instante descuidemos la vigilancia.
Y mientras nuestra proa flotando rechaza
cada carrera frustrada de las olas,
canta, sea bienvenida la descortesía del Destino
dondequiera que se desvele, etc.

No importa que sea barrida la cubierta
y se rompan la arboladura, el maderamen-
de cualquier pérdida podremos sacar provecho
salvo de la pérdida del regreso.
Por eso, entre estos Diablos y nuestra astucia
deja que la cortesía de las trompetas suene,
y que sea bienvenida la descortesía del Destino,
dondequiera que se encuentre, etc.

Asegúrate bien, aunque en poder nuestro
nada quede para dar
salvo sitio y fecha para encontrar el fin,
y deja de esforzarte por vivir,
que hasta que éstos se disuelvan, nuestra Orden se mantiene,
nuestro Servicio aquí nos ata.
Sea bienvenida entonces la descortesía del Destino,
dondequiera que aparezca,
        en todo tiempo de angustia y también
        en el de nuestro triunfo,
        el juego vence siempre al jugador
        y el barco a su tripulación.

RUDYARD KIPLING
(Poeta británico nacido en Bombay-1865)


Madrid, 4-1-02

OBRERO DEL VERBO

Trabajó durante toda su vida,
sin reposo, ardiente y exaltado, casi seguro
    de la inmortalidad,
-la suya, por supuesto, en primer término.
Hasta que una noche
el viento sopla de repente.
La puerta se cierra con estrépito.
Él ve las estatuas caer
y golpearse las narices contra el suelo, y comprende.
Las palabras que él había escrito con tanto celo por años
    y por años,
se habían endurecido.
Las sentía bajo sus dedos
como la pelambre seca y neutra de una bestia muerta. Sin
embargo, continuó su trabajo como de costumbre,
hasta confundir la muerte y la inmortalidad,
la embriaguez y el olvido.
Pero llegó a poner en claro
lo que es exactamente el trabajo entre la futilidad
    y el orgullo.
El sonoro vaivén del péndulo
tenía la resonancia de un tambor en la noche,
como si ritmara una marcha de soldados somnolientos
entre dos batallas.

YANNIS RITSOS
(Grecia-1909)


Madrid, 8-1-02

PRIMERA NOTA AL PIE

Cuando Margaret escribe su nombre
Margaret en un poema
los lectores deben detenerse y considerar semejante evidencia.
¿Quién desde el trabajo ha ido directamente a casa,
esta noche de viernes?

¿Quién camina a este lado de un río
a sabiendas de lo que acecha en la otra orilla,
pero sigue su marcha
iluminando con su larga luz
el objeto de su búsqueda?

¿Quién ha tomado tu mano
cuando ignorabas haberla ofrecido?
¿Quién es esa mujer
que borda su nombre
en la tela de sus palabras?

Esa mujer llamada Margaret
no busca un sitio donde cobijarse.
Ahora se levanta
en aquellas partes de su cuerpo
donde las puertas se han abierto de par en par.

MARGARET RANDALL
(Estados Unidos-1936)
De "Esto sucede cuando el corazón
de una mujer se rompe"


Madrid, 9-1-02

LA IMAGEN Y LA MEMORIA
(Suceso cósmico)

El hombre inventó la escritura para olvidar su memoria.
El hombre inventó la memoria para crear sus monstruos.
Cuando consiguió borrar su memoria, el hombre construyó
    imágenes.
Pero las imágenes se expandieron. Incendiaron las galaxias.
El hombre fue una imagen de espacios devorados.
Cuando la memoria se encontró con la imagen, el cosmos
    era una sombra en busca de la luz.

JUAN-JACOBO BAJARLÍA
(Argentina-1914)
De "Nuevos límites del infierno"


Madrid, 10-1-02

LAMENTO

    ¡Seguid, seguid ese camino,
hermanos;
y a mí dejadme aquí
gritando!
    ¡Dejadme aquí! Sobre esta tierra seca,
mordido por el viento áspero
-campanario de Dios
frente al derrumbe rojo del ocaso-.
    ¡Dejadme aquí! Quiero gritar,
tan hondo en el dolor, tan alto,
que mi voz no se oiga sino lejos, muy lejos,
libertada del tiempo y del espacio.
    ¡Dejadme aquí! Dejadme aquí,
gritando...

EUGENIO DE NORA
(España-1923)
De "Cantos al destino"


Madrid, 11-1-02

CENTAUROS IV

El paisaje en forma de empeine, la sombra de una bota,
    sin nada que se mueva.
El número de serie del siglo se equipara al canto del gallo.
Al atardecer, mutantes moteados acuden desde campos
    lejanos mugiendo,
un grueso tropel de unicornios.
Sólo las estaciones del año parecen conocer cómo
    aprovechar un consejo.
Persiguiendo el resbaladizo jabón, un ama de casa
    derrama una lágrima
sobre el fracaso de su marido por coger la empuñadura
de su espada que se transforma en la reja de un arado.
Sin embargo, una acuarela enmarcada representa una
    tormenta;
en una novela, la segunda letra es la viva imagen nuestra.
Cerca del cine los jóvenes callejean
como envases de esperma helado fuertemente tapados con
    corchos.
El cielo vespertino ofrece poco para la esperanza, y aún
    menos para
la acción. Y sólo un veterano de guerra puede aún recordar
    el término
extranjero de una trinchera donde una estrella
ha caído al escapar del telescopio.

JOSEPH BRODSKY
(Rusia-1940)
De "Etcétera"


Madrid, 14-1-02

OTRO TIEMPO VENDRÁ
DISTINTO A ÉSTE...

Otro tiempo vendrá distinto a éste.
Y alguien dirá:
"Hablaste mal. Debiste haber contado
otras historias:
violines estirándose indolentes
en una noche densa de perfumes,
bellas palabras calificativas
para expresar amor ilimitado,
amor al fin sobre las cosas
todas."
    Pero hoy,
cuando es la luz del alba
como la espuma sucia
de un día anticipadamente inútil,
estoy aquí,
insomne, fatigado, velando
mis armas derrotadas,
y canto
todo lo que perdí: por lo que muero.

ÁNGEL GÓNZALEZ
(España-1922)
De "Sin esperanza, con convencimiento"


Madrid, 15-1-02

SUS HORAS SON ENGAÑO

Triste es el territorio de la ausencia.

Sus horas son engaño
                                desfiguran
ruidos olores y contornos
y en sus fronteras deben entenderse
las cosas al revés.

                        Así el sonido
del timbre de la entrada significa
que no vas a llegar
                         una luz olvidada
en el piso de arriba es símbolo de muerte
de vacío en tu estancia
                                rumor de pasos
cuentas que te fuiste
                            y el olor a violetas
declara el abandono del jardín.

Y en ese mundo ¿qué debí hacer yo
príncipe derrotado
                         rey mendigo
sino forzar mis ojos para que retuvieran
aquel inexpresable color miel
suave y cambiante de tus cabellos?

JOSÉ AGUSTÍN GOYTOSOLO
(España-1928)
De "Final de un adiós"


Madrid, 16-1-02

EL DON DE SÍ MISMO

Me ofrezco a cada uno como su recompensa;
Se la doy incluso antes de que la hayan merecido.

Hay algo en mí,
En el fondo de mí, en el centro de mí,
Algo infinitamente árido
Como la cima de las altas montañas;
Algo comparable al punto muerto de la retina,
Y sin eco,
Y que sin embargo ve y oye;
Un ser con vida propia, el cual, sin embargo,
Vive toda mi vida y escucha, impasible,
todos los parloteos de mi conciencia.

Un ser hecho de nada, si fuese posible,
insensible a mis sufrimientos físicos,
que no llora cuando lloro,
Que no ríe cuando río,
Que no se avergüenza cuando cometo una acción vergonzosa,
Y que no gime cuando mi corazón está herido;
Que se queda inmóvil y no da consejos.
Pero parece decir eternamente:
"Estoy aquí, indiferente a todo."

Es quizás vacío como lo es el vacío,
Pero tan grande que el Bien y el Mal juntos
No lo llenan.
El odio muere ahí de asfixia,
Y ahí el amor más grande no penetra nunca.
Tomad por lo tanto todo de mí: el sentido de estos poemas,
No lo que se lee, sino lo que habla a través mío a mi pesar:
Tomad, tomad, no tenéis nada.
Y adonde vaya, en el universo entero,
Encuentro siempre,
Fuera de mí como en mí,
El irremplazable Vacío,
La inconquistable Nada.

VALERY LARBAUD
(Francia-1881)
De "Las Poesías de A.O. Barnabooth"
Traducción: Claire Deloupy


Madrid, 17-1-02

LO ABSURDO DE LOS SAUCES
SIN REGRESOS

Plaza fuerte muy digna de tus frases
hacen saltar la tapa de los sesos
¿y esta presentación?
no tiene clases
como la gran helada entre los huesos.

Ruiseñor mal herido ya renaces
con tu cabeza errante entre los besos;
la siembra que no rinde
la deshaces
y el proyectado fruto sin sabuesos.

Se recogen las uvas sin inquina;
y el poema sonríe con certeza
y paladea el gusto en cada esquina.

Interna brillantez sin falsedades
inconcebible crea la belleza
indisoluble acuerdo en soledades.

CONCEPCIÓN SILVA BELINZÓN
(Uruguay-1903)
De "Llamarlo y despedirlo"


Madrid, 18-1-02

PESADILLA DE LA NOCHE Y EL DÍA

Mientras la tierra sueña con el nacimiento de un profeta
que restablezca la justicia en todos los confines,
mientras la tierra anhela el renacer de las estaciones,
yo por las calles llevo a cuestas un cadáver
que amarro en las estacas de cualquier establo.
Y al caer la noche lloro cual borracho avergonzado
en algún café o taberna luminosa,
por parques o burdeles,
ocultando mi rostro de tus ojos y de la mirada de Dios.
Y escucho una canción que dice...
Una canción al sol sonando en un disco
donde han sido grabadas la voz del ruiseñor y del cantor,
un disco vendido cuando ya las canas
invadieron la cabeza del cantor,
cuando la sangre de la rosa había llegado al horizonte.
Pero... ¿qué decía la canción?

Mueren los pájaros en las aceras de la noche,
más aún duerme el profeta esperando en su caverna
y con sangre aún escribe la lluvia
el nacimiento y la muerte de la palabra
sobre los techos de ciudades preñadas,
por las paredes de casas decrépitas,
en los anuncios de venta de pisos.
Y yo por las calles llevo a cuestas un cadáver,
ocultando mi rostro de tus ojos y de la mirada de Dios.
¿Por qué gimes, río legendario
amamantado por las ubres de la ciudad?
Agua que hacia los mares arrastras inmundicias,
caballos muertos,
restos de automóviles,
mientras yo asisto al nacimiento del día
en las pupilas agonizantes de los gatos.

Una canción al sol sonando en un disco
donde han sido grabadas la voz del ruiseñor y del cantor
hace llorar al cadáver que a hombros llevo,
cuando te busco por las calles
y nos encontramos al morir el día:
cayó la noche,
implacables pasaron los días
y el disco seguía girando
y con voz rajada por los años
jadeaba el cantor en pos de las sombras.

Pero... ¿qué decía la canción?
¿Qué decía la canción?

ABD AL-WAHHAB AL-BAYATI
(Irak-1926)
De "Escrito en el barro"


Madrid, 21-1-02

1

No el mármol
ni el terco bronce
para detener el gesto;

una palabra, su sombra apenas,
y el fuego pálido
que esconden los sonidos.

JUAN GARZÓN
España-1954
De "Figuras y descripciones"


Madrid, 22-1-02

CANTO I
(Fragmento)

Del camino a mitad de nuestra vida
encontréme por una selva oscura,
que de derecha senda era perdida.
¡Y cuánto en el decir es cosa dura
esta selva salvaje, áspera y fuerte,
que en el pensar renueva la pavura!
Tanto es amarga que es poco más muerte:
más, para hablar del bien que allí encontrara
diré otras cosas de que fui vidente.
Yo no se bien decir cómo allí entrara;
tan lleno era de sueño en aquel punto
que el derecho camino abandonara.
Mas luego, al ser al pie de un monte junto
en donde daba término aquel valle
que aflicto en miedo el corazón me tuvo,
miré a lo alto, y vi que era en su talle
vestido ya de rayos del planeta
que nos guía derecho en cualquier calle.
Fue entonces la pavura un poco quieta,
que en el lago del pecho aún me duraba
la noche, que pasara tanto inquieta.
Y como aquel que con cansadas ansias,
salido ya del piélago a la riba,
se vuelve a ver las peligrosas aguas,
así el ánima mía, aún fugitiva,
se volvió atrás a remirar el paso
que no dejó jamás persona viva.
Cuando di algún reposo al cuerpo laso
aquella proseguí playa desierta,
tal que el pie firme siempre era el más bajo.
Y he aquí, casi al comenzar la cuesta
una onza ligera y presta pronto,
que de pie maculada era cubierta:
y no se me apartaba de ante el rostro,
así tanto impedía mi camino
que muchas veces intenté el retorno.
Tiempo era el principio matutino,
y remontaba el sol con las estrellas
que eran con él, cuando el amor divino
movió al principio aquellas cosas bellas;
tal que de esperar bien me dio ocasión,
de la fiera de piel pintada aquella,
la hora del tiempo y dulce la estación:
mas no sin que temor no me infundiese
la aparecida vista de un león.
Este semblaba contra mi viniese
con la testa alta y apetito fiero,
que el aire parecía le temiese;
mas una loba, que de todo anhelo
parecía cargada en su magrura,
y vivir mucha gente hizo con duelo,
esta causome turbación tan dura
con el temor, nacido de su vista,
que perdí la esperanza de la altura.
Y como aquel, que con placer aquista,
y llega el tiempo que perder le haga,
que en todo su pensar llora y se atrista,
tal me hiciera la fiera de paz falta,
que, viniendo a mi encuentro, poco a poco,
me rechazaba allí donde el sol falla.
Mientras retrocedía al lugar hondo
ante mi vista se hizo descubierto
quien mudo pareció en lo silencioso.
Cuando yo le miré en el gran desierto,
"Apiádate de mi -le grité al mismo-,
quienquiera seas, sombra u hombre cierto."
Respondiome: "Hombre no; hombre ya he sido,
los que diéronme el ser fueron lombardos,
y ambos por patria a Mantua la han tenido.
Nací sub Julio, bien que un poco tardo
y viví en Roma, bajo el buen Augusto,
en tiempos de engañosos dioses falsos.
Poeta he sido, y yo canté del justo
hijo de Anquises, que volvió de Troya
después que fuese el soberbio Ilión combusto.
Mas, ¿por qué a tanta pena tu retornas?
¿por qué no vas al deleitoso monte
que es principio y razón de dicha toda?"
"¿Eres tu aquel Virgilio, aquella fuente
que tan gran río en el hablar difunde?
-le respondí con vergonzosa frente-.
¡Oh, de los otros poetas honra y lumbre!
válgame el largo estudio y grande amor,
que a mí buscar me han hecho tu volumen.
Eres tu mi maestro, eres mi autor:
eres tu solo aquel, de quien yo hurto
el bello estilo, que me ha dado honor.
Mira la bestia por la cual yo huyo:
de ella, famoso sabio, has de ayudarme,
que me hace estremecer venas y pulso."
Te conviene seguir distinto viaje,
-dijo, después de ver que yo lloraba-,
si quieres huir de este lugar salvaje:
porque esta bestia, por la qual tu clamas,
no deja que otro pase por su vía,
mas tanto se lo impide que lo mata;
y es su natura tan malvada e impía
que su rabiosa gana nunca llena,
y ha más hambre al comer que antes tenía.
Con muchos animales se empareja,
y aún serán muchos más, hasta que el Veltro
vendrá, y hará que con dolor se muera.
Este no comerá tierra ni peltro,
pero si amor, virtud, sabiduría,
y su patria estará entre Feltro y Feltro;
será salud de aquella humilde Italia,
por quien murió la virginal Camila,
Euríalo y Turno y Niso en la batalla.
Este la cazara por cada villa,
hasta arrojarla dentro del infierno,
del que al principio la sacó la envidia.
Mas ahora por tu bien pienso y discierno
que tu me sigas, yo seré tu guía:
te sacaré de aquí a un lugar eterno,
donde oirás espantosa gritería:
verás viejos espíritus en duelo,
que todos la segunda muerte ansían;
luego aquellos verás, que están contentos
en fuego, porque esperan la llegada
entre los alabados, a su tiempo:
a los cuales, si tu ascender desearas,
otra alma te quiara que yo más digna,
te dejaré con ella cuando parta:
que aquel Emperador, que reina arriba,
porque yo con su ley rebelde me hice,
no quiere a su cuidad por mi la ida.
En toda parte impera y allí rige,
allí está su ciudad y su alto asiento:
¡dichoso aquel, que al lado suyo elige!"
Yo le dije: "Poeta, te requiero
por ese Dios que tu no conociste,
para huir de este mal o más adverso,
que me lleves allá donde dijiste,
tal que yo vea la puerta de San Pedro
y aquellos que tu dices ser tan tristes."
Anduvo entonces, y seguí postrero.

DANTE ALIGHIERI
Italia-1265
De "La divina comedia"


Madrid, 23-1-02

EL OFICIO

Escribo con el tiempo
con el fuego en los dedos
sobre el muro del día.

Escribo cuando duermo y no me escuchan
escribo para despertar
escribo dando vueltas como un pájaro
escribo en el aire y en la tierra.

Escribo porque no tengo otro lugar
porque mis hijos me preguntan
escribo para contestarles
para mirarlos diariamente.

Escribo con los brazos que encuentro
escribo para el mundo que no encuentro.

Escribo
para no repetirme.

ALBERTO LUIS PONZO
Argentina-1917
De "A puertas abiertas"


Madrid, 24-1-02

A UNA ADOLESCENTE

Porque en tu sangre había
diecisiete caballos galopando,
en el dulce pecado de la carne
tú y yo nos encontramos,
que el amor vuelve un día de repente,
igual que vuelve el árbol
del estéril invierno a la más verde
mentira del verano.

Porque en tu sangre había
diecisiete caballos galopando,
al corazón quisiste
llegar y te quedaste entre mis manos.
Mi corazón es sitio solamente
de corazón. Me lo dejé olvidado
en una tierra roja de olivares
donde todo es más claro.
Déjalo sollozar. Sólo me sirve
para un amor lejano.

Pero medí tu cuerpo con mis besos,
tus besos con mis labios,
para las altas lunas de tus pechos
fui poeta romántico,
porque en tu sangre había diecisiete
caballos galopando.

RAFAEL MONTESINOS
(España-1920)
De "El libro de las cosas perdidas"


Madrid, 25-1-02

LO QUE IMPORTA

La esperanza es el hombre
Hazim Hikmet

Ahora me acerco al cuerpo de la vida
donde lo único que importa es el hombre

Queda el peligro entre las sombras
y lo que importa es el hombre

Nunca como ahora el verano
o el cuello de la noche desgajado

Con los ojos como árboles
y el aliento del aire
un barco perdido
En una de mis manos
un barco perdido

Y una mitad de mi cuerpo que amanece
porque lo único que importa
es el hombre

En cientos de cabezas que llevo arrinconadas,
en la memoria y la alegría del agua,
en el mito que ampara la simiente
Queda el peligro entre las sombras

Y me acerco al cuerpo de la muerte
donde lo único que importa
a través del tiempo
y los escombros
es el hombre

MIGUEL BARNET
Cuba-1940
De "Dice Ifa y otros poemas"


Madrid, 28-1-02

EL DESEO

Ella entró, y apasionadamente, los ojos
cerrados, unió sus labios a los míos y
nuestras lenguas se conocieron... Nunca hubo
en mi vida un beso como aquél.

Ella estaba de pie contra mí, toda amorosa
y complaciente. Una de mis rodillas, poco
a poco, se colocó entre sus muslos cálidos,
que cedieron como para un amante.

Mi mano deslizándose sobre su túnica,
buscaba adivinar el cuerpo desnudo que curva
a curva ondulante se plegaba, donde se combaba,
se atiesaba con los roces de la piel.

Con sus ojos en delirio, designaba el lecho,
pero no teníamos el derecho de amarnos antes
de la ceremonia de nupcias y nos separamos
bruscamente.

PIERRE LOUYS
(Bélgica-1870)
De "Las canciones de Bilitis"


Madrid, 29-1-02

BÚSCATE EN MÍ

    Alma, buscarte has en Mí,
y a Mí buscarme has en ti.

    De tal suerte pudo amor,
alma, en Mí te retratar,
que ningún sabio pintor
supiera con tal primor
tal imagen estampar.

    Fuiste por amor criada
hermosa, bella y así
en mis entrañas pintada;
si te perdieres, mi amada,
alma, buscarte has en Mí.

    Que Yo sé que te hallarás
en mi pecho retratada,
que si te ves, te holgarás,
viéndote tan bien pintada.

    Y si acaso no supieres
dónde me hallarás a Mí,
no antes de aquí para allí.
Si no, si hallarme quisieres,
a Mí buscarme has en ti.

    Porque tú eres mi aposento,
eres mi casa y morada,
y así llamo en cualquier tiempo,
si hallo en tu pensamiento
estar la puerta cerrada.

    Fuera de ti no hay buscarme,
porque para hallarme a Mí
bastará sólo llamarme;
que a ti iré sin tardarme,
y a Mí buscarme has en ti.

SANTA TERESA DE JESÚS
(España-1515)


Madrid, 30-1-02

SOLITARIO

Graznan los cuervos
y aleteando dirigen sus alas a la ciudad;
pronto nevará.
¡Feliz aquél que aún tiene patria!

Ahora estás petrificado,
miras hacia atrás, ¡cuánto tiempo ha pasado!
¿Estás loco
que has huido por el mundo ahora que es invierno?

El mundo: puerta abierta a mil desiertos,
muda y fría.
Quién perdió lo que perdiste
en ningún lugar se detiene.

Ahora estás pálido,
condenado a un viaje de invierno,
al humo semejante,
que sin cesar tiende a cielos más fríos.

¡Vuela pájaro, grazna tu canción
en tono de pájaro desértico!
¡Esconde, loco, tu ensangrentado corazón,
en hielo y en desprecio!

Graznan los cuervos
aleteando, sus alas dirigen a la ciudad:
pronto nevará,
¡Infeliz aquel que no tiene patria!

FRIEDRICH NIETZSCHE
Alemania-1844


Madrid, 31-1-02

POEMA NÚM. 35

Preguntad por la música que rueda en mi interior
o por el alba arrepentida
o por el juego de sonidos y colores que tuve que tragar.
Preguntad por todo eso que yo os espero aquí
mientras el aire me devora
mientras los árboles conspiran contra los poetas
o mientras los pájaros miran.

Suponed que yo me fugo en la yegua de la noche
mientras mi cuerpo y mi alma se quedan inútiles sobre
    la mesa de trabajo.
¿Serías capaces de preguntarme, ¿estás aquí?, mientras
    mis ojos vacíos se clavan  en el tintero?
Decid: ¿Seríais capaces?
¿Seríais capaces de dar un paseo bajo los fantasmas?
-decid: ¿serías capaces?-
¿aunque os garantizasen vuestra inmunidad
    para la tuberculosis?
Mi cuerpo ha sido enterrado en una colección de sellos
y mi alma fastidiada sigue apareciéndose a los transeúntes.

CAMILO JOSÉ CELA
España-1916
De "Poesía lírica"


Selección de Poemas Editados
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