Madrid, 1-8-02

VIOLÍN DE LOS ELEMENTOS

En los brazos del aire está el violín
el que con tanta suavidad dejaron en el árbol
para que el alma respire y del árbol
venga la novia a dar sosiego a nuestro corazón

Novia, vecina nuestra
fuego y nieve en el árbol bastan
para que arda tu rostro al fin
y tus manos se tornen raíz junto a la nieve

En la copa del árbol yace el río
que pasa y pasa con pliegues de estrella
-de pronto y por desgarro
una rosa mental
abre su ojo rociado por las lágrimas

Rosa de la niñez en los dedos de las tragedias:
el cuerpo de este violín, los brazos de la novia

SALAH STÉTIÉ
(Líbano-1929)


Madrid, 2-8-02

LAS PALABRAS DEL POETA

    Después de las palabras muertas,
de las aún pronunciadas o dichas,
¿qué esperas? Unas hojas volantes,
más papeles dispersos. ¿Quién sabe? Unas palabras
deshechas, como el eco o la luz que muere allá en gran
    noche.

Todo es noche profunda.
Morir es olvidar unas palabras dichas
en momentos de delicia o de ira, de éxtasis o abandono
cuando, despierta el alma, por los ojos se asoma
más como luz que cual sonido experto.
Experto, pues que dispuesto fuese
en virtud de su son sobre página abierta,
apoyado en palabras, o ellas con el sonido calan
el aire y se reposan. No con virtud suprema,
pero sí con un orden, infalible, si quieren.
Pues obedientes, ellas, las palabras, se atienen
a su virtud y dóciles
se posan soberanas, bajo la luz se asoman
por una lengua humana que a expresarlas se aplica.

    Y la mano reduce
su movimiento a hallarlas,
no: a descubrirlas, útil, mientras brillan, revelan,
cuando no, en desengaño, se evaporan.

    Así, quedadas a las veces, duermen,
residuo al fin de un fuego intacto
que si murió no olvida,
pero débil su memoria dejó, y allí se hallase.

    Todo es noche profunda.
Morir es olvidar palabras, resortes, vidrio, nubes,
para atenerse a un orden
invisible de día, pero cierto en la noche, en gran abismo.
Allí la tierra, estricta,
no permite otro amor que el centro entero.
Ni otro beso que serle.
Ni otro amor que el amor que, ahogado, irradia.

En las noches profundas
correspondencia hallasen
las palabras dejadas o dormidas.
En papeles volantes, ¿quién las sabe u olvida?
Alguna vez, acaso, resonarán, ¿quién sabe?
en unos pocos corazones fraternos.

VICENTE ALEIXANDRE
(España-1898)


Madrid, 5-8-02

SE ME HA PERDIDO UN HOMBRE

Se me ha perdido un hombre.

Y lo busco por cifras y guitarras,
por rostros y entrepisos,
en el cielo,
en la tierra,
dentro de mí.

Se me ha perdido un hombre.

Y me quedo temblando
como quien no come sino polvo,
como quien ya extravió la sombra.

Pero no,
que no,
que no me ayudan a buscarlo.
¿A quién le importa si su mirada ha derrotado el tiempo?
¿A quién le importa aquella piel
con ganas
de la luz?
¿A quién le importan unos labios transparentes
que no tuvieron hambre,
unas piernas que sólo corrían al amor?

Se me ha perdido un hombre.

Y todos ríen,
se entretienen,
sudan,
mastican,
se desenvainan por las noches;
despreciativos,
inefables,
maromeros,
unánimes,
como si sólo se hubiese caído un alfiler
o la hoja más seca
del árbol del bien y del mal,
como si la muerte no hubiera entrado
a destiempo
en nuestra casa.

Y yo pensando que era demasiado joven,
que reunía láminas y piedras,
pedacitos de mundo,
hierros
cosas del mar.
Yo pensando en su grandeza de criatura,
en cómo miraba Venus al atardecer;
en cómo cayó en la trampa.

Yo pensando
en dónde está la mitad del cuerpo mío,
en quién va a cantar ahora para quitarme el miedo,
en las veces que no nos besamos
y en las que nos besamos,
en sus ojos coléricos frente a la injusticia,
en ese silencio con que me responde,
en la herida que nunca le cosí,
en sus manos.

Se me ha perdido un hombre.

¡Ayúdenme a buscarlo!
Pronto...
Siento frío.
Aquí no hay lámparas ni claves,
no tengo redes
ni computadoras.
No tengo flechas ni radares.

¿Dónde está?
¿Intenta ser mi sombra el desvalido?
¿Se me ha vuelto invisible entre gusanos?

                CARILDA OLIVER LABRA
(Cuba-1924)
De "Se me ha perdido un hombre"


Madrid, 6-8-02

HASTA MAÑANA

Hasta mañana dices, y tu voz
se apaga y se desprende
como la nieve. Lejos, copo a copo,
va cayendo, y se duerme,
tu corazón cansado,
donde el mañana está. Como otras veces,
hasta mañana dices, y te pliegas
al mañana en que crees,
como el viento a la lluvia,
como la luz a las movibles mieses.
Hasta mañana, piensas, y tus ojos
cierras hasta mañana, y ensombreces,
y guardas. Tus dos brazos
cruzas, y el peso leve
levantas, de tu pecho confiado.
Tras la penumbra de tu carne crece
la luz intacta de la orilla. Vuela
una paloma sola y pasa tenue
la luna acariciando las espigas
lejanas. Se oyen trenes
hundidos en la noche, entre el silencio
de las encinas y el trigal que vuelve
con la brisa. Te vas hasta mañana
callando. Te vas siempre
hasta mañana, lejos. Tu sonrisa,
se va durmiendo mientras Dios la mece
en tus labios, lo mismo
que el tallo de una flor en la corriente;
mientras se queda ciega tu hermosura
como el viento al rodar sobre la nieve;
mientras te vas hasta mañana, andando;
andando hasta mañana, dulcemente
por esa senda pura que, algún día,
te llevará dormida hacia la muerte.

LEOPOLDO PANERO
(España-1909)


Madrid, 7-8-02

LA BOCA

Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.
Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.

Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
dando a la grana sangrante
dos tremendos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.

Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado,
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.

Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.

¡Cuántas bocas enterradas,
sin boca, desenterramos!

Bebo en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.

Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.

He de volverte a besar,
he de volver, hundo, caigo,
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.

Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.

MIGUEL HERNÁNDEZ
(España-1910)
De "Cancionero y Romancero de ausencias"


Madrid, 8-8-02

EL DIABLO MUNDO
(Fragmento)

¿Quién sabe? Acaso yo soy
el espíritu del hombre
cuando remonta su vuelo
a un mundo que desconoce,
cuando osa apartar los rayos
que a Dios misterioso esconden,
y analizarle atrevido
frente a frente se propone.
Y entretanto que impasibles
giran cien mundos y soles
bajo la ley que gobierna
sus movimientos acordes,
traspasa su estrecho límite
la imaginación del hombre,
jinete sobre las alas
de mi espíritu veloces,
y otra vez va a mover guerra,
a alzar rebeldes pendones,
y hasta el origen creador
causa por causa recorre,
y otra vez se hunde conmigo
en los abismos, en donde
en tiniebla y lobreguez
maldice a su Dios entonces
¡Ay! Su corazón se seca,
y huyen de él sus ilusiones
delirio son engañoso
sus placeres, sus amores,
es su ciencia vanidad,
y mentira son sus goces,
¡sólo verdad su impotencia,
su amargura y sus dolores!"

"¡Tú me engendraste, mortal,
y hasta me diste un nombre;
pusiste en mí tus tormentos,
e mi mente tu ansiedad,
en mi pecho tus furores,
en mi labio tus blasfemias
e impotentes maldiciones;
me erigiste en tu verdugo,
me tributaste temores,
y entre Dios y yo partiste
el imperio de los orbes.
Y yo soy parte de ti,
soy ese espíritu insomne
que te excita y te levanta
de tu nada a otras regiones,
con pensamiento de ángel,
con mezquindades de hombre.

"Tú te agitas como el mar
qe alza sus olas enormes,
humanidad, en oleadas,
por quebrantar tus prisiones.
¿Y en vano será que empujes,
que ondas con ondas agolpes,
y de tu cárcel la linde
con vehemente furia azotes?
¿Será en vano que tu mente
a otras esferas remontes,
sin que los negros arcanos
de vida y de muerte ahondes?
¿Viajas tal vez hacia atrás?
¿Adelante tal vez corres?
¿Quizá una ley te subyuga?
¿Quizá vas sin saber dónde?
Las creencias que abandonas,
los templos, las religiones
que pasaron, y que luego
por mentira reconoces,
¿son quizá menos mentira
que las que ahora te forjes?
¿No serán tal vez verdades
los que tu juzgas errores?

"Más tú como yo impulsada
por una mano de bronce,
allá vas, y en vano, en vano
descanso pides a voces:
los siglos se precipitan,
se hunden cien generaciones,
piérdense imperios y pueblos,
y el olvido los esconde;
y tú allá vas, allá vas
abandonada y sin norte,
despeñada y de tropel
y en aparente desorden;
y ora inundas la llanura,
allanas luego los montes,
¡no hay hondo abismo ni cielo
que a descubrir no te arrojes!!
¡Pobre ciega! Loca, errante,
aquí sagaz, allí torpe,
tú misma para ti misma
toda arcano y confusiones.

"Y ya por senda trazada
viajes sometida y dócil,
y sigas crédula en paz
las huellas de tus mayores,
ya nuevas galas te vistas
y de las antiguas mofes,
y rebelde de tus hierros, 
muerdas ya los eslabones,
yo siempre marcho contigo
y ese gusano que roe
tu corazón, esa sombra
que anubla tus ilusiones,
soy yo, el lucero caído,
el ángel de los dolores,
el rey del mal, y mi infierno
es el corazón del hombre.
Feliz mientras la esperanza
¡ay! tus delirios adorne,
infeliz cuando tu mente
los recuerdos emponzoñen
y a la mar sin rumbo fijo
desesperado te arrojes:
ni un astro te alumbrará,
será en vano que a Dios nombres,
ora le reces sin fe,
ora su enojo provoques.
Sólo el huracán y el trueno
responderán a tus voces,
sin hallar puerto ni playa
por más que anhelante bogues.
Y al fin la materia muere;
pero el espíritu ¿adónde
volará? ¿Quién sabe? ¡Acaso
jamás sus cadenas rompe!!!

JOSÉ DE ESPRONCEDA
(España-1808)


Madrid, 9-8-02

NEW HAMPSHIRE

Voces de niños en el huerto
entre el tiempo de florecer y el tiempo de madurar:
cabeza dorada, cabeza carmesí,
entre la punta verde y la raíz.
Ala negra, ala parda, se cierne en lo alto;
veinte años y pasa la primavera;
hoy duele, mañana duele,
cubridme todo, luz en hojas;
cabeza dorada, ala negra,
agarrad, saltad,
brotad, cantad,
saltad hasta el manzano.

THOMAS STEARNS ELIOT
(Estados Unidos-1888)
De "Paisajes"


Madrid, 12-8-02

II

MICENAS

Dame tus manos, dame tus manos, dame tus manos.

En medio de la noche vi
la cima aguda del cerro
más allá vi el campo inundado
con la luz de una luna inaparente
vi, volviendo la cabeza
las negras piedras en círculo
y mi vida estirada como rueda
principio y fin
el último instante;
mis manos.

Se hunde quien alza las grandes piedras;
estas piedras las alcé cuanto resistí
estas piedras las amé cuanto resistí
estas piedras, mi destino.
Herido por mi propia camisa
condenado por mis propios dioses,
estas piedras.

Sé que no saben, pero yo
que seguí incontables veces
el camino del asesino al muerto
del muerto hasta la expiación
y de la expiación al otro crimen,
palpando
la inagotable púrpura
aquella tarde del regreso
en que comenzaron las Augustas a silbar
en la hierba mínima-
vi las serpientes cruzadas con las víboras
trenzadas sobre la mala prole,
nuestro destino.

Voces de la piedra del sueño
más profundas aquí donde oscurece el mundo,
memoria de la fatiga hecha raíz en el ritmo
que golpeó la tierra con olvidados
pies.
Cuerpos sumergidos en los cimientos
del otro tiempo, desnudos. Ojos
concentrados, enclavados, en una marca
que aunque quieras no distingues;
el alma
que lucha para convertirse en alma tuya.

Ni siquiera el silencio es tuyo ya
aquí donde se detuvieron las muelas del molino.

GEORGES SEFERIS
(Grecia-1900)


Madrid, 13-8-02

LA PASAJERA

    Va la tarde subiendo hacia la noche,
Río opulento y cálido,
Con olor de duraznos y de rosas,
Con rumores de risas y de llantos,
Con el jadeo del miedo,
Con la espiral del canto.

   Navío empavesado que me lleva
A la elevada, misteriosa sombra,
Sin nadie que me ciña la cintura
Con poderosa mano protectora.

   Erguida estoy, sin voz y sin sonrisa,
Blanca en la inmensa soledad nocturna,
Con la brasa del verso en la garganta
Y en el pecho la sed de la aventura.

   Las últimas magnolias del verano
Son el claro escabel de mi fatiga.
La deshilada llama del crepúsculo
Aun se mantiene viva
En la secreta red de las arterias.
Voy al encuentro de las tres Marías.

   Ah qué triste, qué calma y valerosa
Esta mujer que asciende hasta la noche
Sin un temblor, y sola cual si fuese
La pasajera única e insomne.

   Sabe de los encuentros con fantasmas,
Con los ardidos filos del recuerdo
Y las angustias del dolor humano,
Rizadura del grito en el silencio.

   Ha de arribar a la mañana nueva
Desmadejada por el sufrimiento.
Como si hubiera estado en los crisoles
Donde se funde el clamor y el miedo.

   Y bajará llorando de la nave
Porque no pudo vislumbrar el cielo.

JUANA DE IBARBOUROU
(Uruguay-1895)
De "La pasajera"


Madrid, 14-8-02

CONTRA LA SEDUCCIÓN

No os dejéis seducir:
no hay retorno alguno.
El día está a las puertas,
hay ya viento nocturno:
no vendrá otra mañana.

No os dejéis engañar
con que la vida es poco.
Bebedla a grandes tragos
porque no os bastará
cuando hayáis de perderla.

No os dejéis consolar.
Vuestro tiempo no es mucho.
El lodo, a los podridos.
La vida es lo más grande:
perderla es perder todo.

BERTOLT BRECHT
(Alemania-1989)
De "Devocionario del hogar
"


Madrid, 16-8-02

RUTH

I

    Ruth moabita a espigar va a las eras,
aunque no tiene ni un campo mezquino.
Piensa que es Dios dueño de las praderas
y que ella espiga en un predio divino.

    El sol caldeo su espalda acuchilla,
baña terrible su dorso inclinado;
arde de fiebre su leve mejilla,
y la fatiga le rinde el costado.

    Booz se ha sentado en la parva abundosa.
El trigal es una onda infinita,
desde la sierra hasta donde él reposa,

    que la abundancia ha cegado el camino...
¡Y en la onda de oro la Ruth moabita
viene, espigando, a encontrar su destino!

II

    Booz miro a Ruth, y a los recolectores.
Dijo: "Dejad que recoja confiada"...
Y sonrieron los espigadores,
viendo del viejo la absorta mirada...

    Eran sus barbas dos sendas de flores,
su ojo dulzura, reposo el semblante;
su voz pasaba de alcor en alcores,
pero podía dormir a un infante...

    Ruth lo miró de la planta a la frente,
y fue sus ojos saciados bajando,
como el que bebe en inmensa corriente...

    Al regresar a la aldea, los mozos
que ella encontró la miraron temblando.
Pero en su sueño Booz fue su esposo...

III

    Y aquella noche el patriarca en la era
viendo los astros que laten de anhelo,
recordó aquello que a Abraham prometiera
Jehová: más hijos que estrellas dio el cielo.

    Y suspiró por su lecho baldío,
rezó llorando, e hizo sitio en la almohada
para la que, como baja el rocío,
hacia él vendría en la noche callada.

    Ruth vio en los astros los ojos con llanto
de Booz llamándola, y estremecida,
dejó su lecho, y se fue por el campo...

    Dormía el justo, hecho paz y belleza,
Ruth, más callada que espiga vencida,
puso en el pecho de Booz su cabeza.

GABRIELA MISTRAL
(Chile-1889)
De "Desolación"


Madrid, 19-8-02

BRISA MARINA

La carne es triste, ¡ay! y todo lo he leído.
¡Huir! ¡Huir ahí! ¡Siento que los pájaros están ebrios
De estar entre la espuma desconocida y los cielos!
Nada, ni los viejos jardines reflejados por los ojos,
Retendrá ese corazón que en el mar se cala
¡Oh noches! ni la claridad desierta de mi lámpara
Sobre el papel vacío que la blancura defiende
Ni la joven mujer amamantando a su hijo.
¡Me iré! ¡Velero meciendo tu arboladura,
Levanta el ancla hacia una exótica naturaleza!

¡Una Desidia, desolada por crueles esperanzas,
Cree aún al supremo adiós de los pañuelos!
Y, quizás, los mástiles, invitando a las tormentas
Son los que un viento inclina sobre los naufragios
Perdidos, sin mástiles, sin mástiles, ni islas fértiles...
¡Pero, oh corazón mío, escucha el canto de los marineros!

STÉPHANE MALLARMÉ
(Francia-1842)
Traducción: Claire Deloupy


Madrid, 20-8-02

ES LA BABA

Es la baba.
Su baba.
La efervescente baba.
La baba hedionda,
cáustica;
la negra baba rancia
que babea esta especie babosa de alimañas
por sus rumiantes labios carcomidos,
por sus pupilas de ostra putrefacta,
por sus turbias vejigas empedradas de cálculos,
por sus viejos ombligos de regatón gastado,
por sus jorobas llenas de intereses compuestos,
de acciones usurarias;
la pestilente baba,
la baba doctorada,
que avergüenza la felpa de las bancas con dieta
y otras muelles poltronas no menos escupidas.
La baba tartamuda,
adhesiva,
viscosa,
que impregna las paredes tapizadas de corcho
y contempla el desastre a través del bolsillo.
La baba disolvente.
La agria baba oxidada.
La baba.
¡Sí! Es su baba...
lo que herrumbra las horas,
lo que pervierte el aire,
el papel,
los metales;
lo que infecta el cansancio,
los ojos,
la inocencia,
con sus vermes de asco,
con sus virus de hastío,
de idiotez,
de ceguera,
de mezquindad,
de muerte.

OLIVERIO GIRONDO
(Argentina-1891)
De "Persuasión de los días"


Madrid, 21-8-02

ULTIMATUN A UN JOVEN POETA

Que el pan sea pan y mar el mar
Basta de conjeturas
Murciélagos lunares o roedores de orquídeas
Toda palabra tiene precio
Las palabras que atacan como rayos o víboras
Y también madre
Amigo
Y alcohol y cama y mesa
y el hijo concebido a dulces empujones
y los hongos que provocan destellos de amor
O resplandores de muerte
Y el poeta que cae bajo las balas
Como un sol que la noche acribilla

Que el pan sea pan y mar el mar
Y el agua eterna
Pero la sed eterna
Para poder decir al fin:
He hallado un pan junto al mar
Los buitres sobrevolaban mi amor
He mordido una orquídea
Los buitres disputaban un cuerpo querido
He guiado camiones y dormido en aserraderos
Los buitres devoraban a mi amada
Viajé de noche sobre la arena caliente
Invoqué los nombres secretos

Conjuré un maleficio
Contuve una catástrofe
Conduje un águila a su nido
He muerto con mis muertos y estoy vivo
Cuando llegué a la ciudad
Un loco vagaba por las calles
En su mirada había un cuchillo
Le di mi mano
Lo miré
Le hablé y mi voz duró entre los astros
Éramos sólo dos sobre la tierra
Pero éramos dos sobre la tierra

La soledad se hizo añicos
La poesía palabras

MARIO TREJO
(Argentina-1926)
De "Orgasmo y otros poemas"


Madrid, 22-8-02

VOZ Y CONTRAVOZ

I

VOZ

Te ataré
a los puños
como una llama,
dolor de servir
a cosas estultas.

Echaré a correr
con los puños en alto
por entre las casas
de los hombres.

Hemos dormido, todos,
demasiado.

Dormido
a plena luz
como las estrellas
a pleno día.

Dormido,
con las lámparas
a medio encender;
enfriados
en el ardimiento solar;
contando el número
de nuestros cabellos,
viendo crecer
nuestras veinte uñas.

¿Cuándo
los jardines del cielo
echarán raíces
en la carne de los hombres,
en la vida de los hombres,
en la casa de los hombres?

No hay que dormir,
hasta entonces.
Abiertos los párpados;
separados con los dedos,
si quieren ceder,
hasta enrojecerlos
por el cansancio,
como los círculos
lunares,
cuando la tormenta
quiere
desmembrar
el universo.

II

CONTRAVOZ

Entierra la pluma
antes de atarte a los puños
como una llama
el dolor de servir
a cosas estultas.

Por su punta,
como por los canales
que desagotan el río,
tu agua se desparrama
y muere en el llano.

La palabra arrastra limos,
pule piedras,
y corta selvas imaginarias.

Piden los hombres
tu lengua,
tu cuerpo,
tu vida:

Tírate a una hoguera,
florece en la boca
de un cañón.

Una punta de cielo
rozará
la futura
casa humana.

ALFONSINA STORNI
(Argentina [de origen suizo]-1892)
De "Mundo de siete pozos" 


Madrid, 23-8-02

YO VENGO DE UN LEJANO 
MUNDO A SOLAS

Yo vengo de un lejano mundo a solas,
con la piedra desnuda y los olivos
del silencio llenándome los días
de un triste panorama para olvidos.

Yo vengo de una arena enrojecida,
de una ciudad desierta donde habito
con la raíz oscura de mi muerte
floreciendo en Abril de yertos lirios.

Yo vengo de la sombra de mi voz,
del oscuro sonido
de mi sangre agolpado entre los chopos
desnudos de mis huesos, como un río.
Vengo de haber no sido el que sonara
una tarde gloriosa entre los pinos
de adolescente vanidad. Retorno
de haberme muerto sin haber vivido.

Vengo entre tristes páramos,
vengo como la sed, lleno de vidrios
y alfileres clavándome de fiebre
por llegar a tus verdes musgos vivos.

Tú, tendida, desnuda entre las torres
de una olvidada espera, un claro signo
de espera, eres paisaje, prado,
huerto tierno de hierba, amor propicio.

Tú eres un corazón como la margen
lenta, mullida, húmeda de un río.
Llegar es sepultarse entre tu légamo,
hallar amor y cárcel en el limo.

Escúchame: te busco entre los hoscos
deshabitados yermos de mí mismo;
entre avenidas pálidas de llanto.
Subo a tu voz de mí, cual de un abismo.

Busco en ti la azucena y la serpiente,
la sombra busco y el luciente disco
solar; la brasa, el hielo de mi sangre, y busco
esta mujer que a besos resucito.

LEOPOLDO DE LUIS
(España-1918)
De "Aquel agua de amor"


Madrid, 26-8-02

EL ÁNGEL SUPERVIVIENTE

    Acordaos.
La nieve traía gotas de lacre, de plomo derretido
y disimulo de niña que ha dado muerte a un cisne.
Una mano enguantada, la dispersión de la luz y el lento
    asesinato.
La derrota del cielo, un amigo.
    Acordaos de aquel día, acordaos
y no olvidéis que la sorpresa paralizó el pulso y el color
    de los astros.
En el frío, murieron dos fantasmas.
Por un ave, tres anillos de oro
fueron hallados y enterrados en la escarcha.
La última voz de un hombre ensangrentó el viento.
Todos los ángeles perdieron la vida.
Menos uno, herido, alicortado.

RAFAEL ALBERTI
(España-1902)
De "Sobre los ángeles"


Madrid, 27-8-02

EL AMIGO QUE DUERME

¿Qué le diremos esta noche al amigo que duerme?
La palabra más tenue nos trepa a los labios
desde la pena más atroz. Miraremos al amigo,
sus inútiles labios que no dicen nada,
hablaremos en voz baja.
                                    La noche tendrá el rostro
del antiguo dolor, que resurge cada tarde,
vivo e impasible. El silencio remoto
sufrirá como un alma, mudo, en lo oscuro.
Hablaremos a la noche que respira en voz baja.

Oiremos cómo gotean los instantes en lo oscuro,
más allá de las cosas, en el ansia del alba,
que llegará súbitamente tallando las cosas
contra el muerto silencio. La luz inútil
revelará el rostro absorto del día. Los instantes
callarán. Y las cosas hablarán en voz baja.

CESARE PAVESE
(Italia-1908)


Madrid, 28-8-02

UN DESPERTAR

Dentro de un sueño estaba emparedado.
Sus muros no tenían consistencia
ni peso: su vacío era su peso.
Los muros eran horas y las horas
fija y acumulada pesadumbre.
El tiempo de esas horas no era tiempo.

Salté por una brecha: eran las cuatro
en este mundo. El cuarto era mi cuarto
y en cada cosa estaba mi fantasma.
Yo no estaba. Miré por la ventana:
bajo la luz eléctrica ni un alma.
Reverberos en vela, nieve sucia,
casas y autos dormidos, el insomnio
de una lámpara, el roble que habla solo,
el viento y sus navajas, la escritura
de las constelaciones, ilegible.

En sí mismas las cosas se abismaban
y mis ojos de carne las veían
abrumadas de estar, realidades
desnudas de sus nombres. Mis dos ojos
eran almas en pena por el mundo.
En la calle sin nadie la presencia
pasaba sin pasar, desvanecida
en sus hechuras, fija en sus mudanzas,
ya vuelta casas, robles, nieve, tiempo.
Vida y muerte fluían confundidas.

Mirar deshabitado, la presencia
con los ojos de nadie me miraba:
haz de reflejos sobre precipicios.
Miré hacia adentro: el cuarto era mi cuarto
y yo no estaba. Al ser nada le falta
-siempre lleno de sí, jamás el mismo-
aunque nosotros ya no estemos... Fuera,
todavía indecisas, claridades:
el alba entre confusas azoteas.
Ya las constelaciones se borraban.

OCTAVIO PAZ
(México-1914)


Madrid, 29-8-02

LA SEPARACIÓN SE BALANCEA EN EL AIRE...

La separación se balancea en el aire como una barra de hierro
que golpea mi rostro mi rostro
estoy aturdido

huyo la separación me persigue
no puedo escapar
me fallan las piernas me derrumbaré

la separación no es tiempo ni camino
la separación es un puente entre nosotros
más fino que un cabello más cortante que una espada

más fino que un cabello más cortante que una espada
la separación es un puente entre nosotros
incluso cuando sentados nuestras rodillas se tocan

NÂZIM HITMET
Nace en Tesalónica en 1902
De "Ultimos poemas"


Madrid, 30-8-02

ROMANCE DE LA PENA NEGRA

LAS piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne,
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.
Soledad: ¿por quién preguntas
sin compaña y a estas horas?
Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti qué se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca,
al fin encuentra la mar
y se traban las olas.
No me recuerdes el mar,
que la pena negra, brota
en las tierras de aceituna
bajo el rumor de las hojas.
¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón
agrio de espera y de boca.
¡Qué pena tan grande! Corro
mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo
de la cocina a la alcoba.
¡Qué pena!Me estoy poniendo
de azabache, carne y ropa.
¡Ay mis camisas de hilo!
¡Ay mis muslos de amapola!
Soledad: lava tu cuerpo
con aguas de las alondras,
y deja tu corazón
en paz, Soledad Montoya.

***********************

       Por abajo canta el río:
volante de cielo y hojas.
con flores de calabaza,
la nueva luz se corona.
¡Oh pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
¡Oh pena de cauce oculto
y madrugada remota!.

FEDERICO GARCÍA LORCA
(España-1898)
De "Andalucía mítica"


Selección de poemas editados
index