Madrid, 1-11-01

EL TIGRE

¡Tigre! ¡Tigre! luz llameante
en los bosques de la noche,
¿Qué inmortal ojo o mano 
Pudo armar tu terrible simetría?

¿En qué distantes abismos o cielos,
Ardió el fuego de tus finos ojos?
¿En qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar el fuego?

¿Y qué hombro y qué arte,
pudo torcer las fibras de tu corazón?
Y cuando tu corazón comenzó a latir 
¿Qué espantosa mano? y ¿qué espantosos pies?

¿Qué martillo? ¿qué cadena?
¿En qué horno forjó tu cerebro?
¿Qué yunque? ¿Qué espantoso puño 
osó ceñir su terror mortal?

Cuando los astros lanzaron sus venablos,
Y cubrieron  los cielos con sus lágrimas,
¿Sonrió al contemplar su obra?
¿Quién creó el Cordero te creó?

¡Tigre! ¡Tigre! luz llameante
En los bosques de la noche,
¿Qué inmortal ojo o mano 
osó armar tu terrible simetría?

WILLIAM BLAKE
(Inglaterra-1757)
De "Cantos de experiencia"


Madrid, 2-11-01

EL  DESDICHADO

Soy el Tenebroso,-el Viudo,- el Desconsolado,
El Príncipe de Aquitania de la torre abolida:
Mi única Estrella ha muerto, - y mi laúd constelado
Lleva el Sol negro de la Melancolía.

En la noche de la Tumba, Tú que me consolaste,
Devuélveme el Pausilippo y el mar de Italia,
La flor que tanto gustaba a mi corazón asolado
Y la parra donde el pámpano  a la Rosa se alía..

 ¿Soy Amor  o Febo?... ¿Lusignan o Biron?
Mi frente está roja todavía por el beso de La Reina
Soñé en la Cueva donde nada la Sirena.

Y dos veces vencedor, atravesé el Aqueronte
Modulando a su tiempo sobre la lira de Orfeo
Los suspiros de la Santa y los gritos del Hada.

GÉRARD DE NERVAL
(
París-1808)
Traducción: Claire Deloupy


Madrid, 3-11-01

VIENTOS

-Fragmento-

    "¡El grito! ¡El grito agudo del dios! que nos sobrecoja en plena muchedumbre, no en las habitaciones,
    "Y por la muchedumbre propagado que sea en nosotros repercutido hasta el límite de la percepción...
    "Un alba pintada sobre las paredes, mucosa en búsqueda de su fruto, no sabría distraernos de una tal adjuración!"
    Y el Poeta aún está entre nosotros... ¡Esta hora es quizás la última, este minuto mismo, este instante!... ¡Y tenemos tan poco tiempo para nacer a este instante!
    "...Y en esa punta extrema de la espera, donde la promesa misma se hace aliento."
    "Haría mejor usted mismo en retener su aliento...
    ¿Y el Vidente no tendrá su oportunidad? ¿El Oyente su respuesta?...
    Poeta aún entre nosotros... Esta hora puede ser la última... ¡este mismo minuto!... ¡este instante!

- "¡El grito! ¡El grito agudo del dios sobre nosotros!"

SAINT-JOHN PERSE
(Francia-1887)
De "Vientos"
Traducción: Claire Deloupy


Madrid, 4-11-01

COLUMBUS CHENEY

¡Este sauce llorón!
¿Por qué no plantáis unos cuantos
para los millones de niños que aún no han nacido,
y no sólo para nosotros?
¿Son acaso inexistentes o células dormidas sin mente?
¿O vienen a la tierra borrando con su nacimiento
el recuerdo de su vida anterior?
¡Responded! El campo de las intuiciones inexploradas es vuestro,
pero, en cualquier caso, ¿por qué no plantar sauces para ellos,
y no sólo para nosotros?

EDGAR LEE MASTERS
(Estados Unidos-1869)
De "Antología de Spoon River"


Madrid, 5-11-01

XXII

Cuando están nuestras almas frente a frente,
mudas, erguidas, fuertes, ya muy próximas,
y sus alas se encienden al tocarse,
¿qué podemos temer en este mundo,

qué anhelos no podrán satisfacerse?
Piensa que si ascendemos a la altura
acudirán los ángeles queriendo
romper con su voz áurea y perfecta

nuestro amado silencio. No, es mejor,
amor mío, quedarnos en la tierra,
donde el afán absurdo de los hombres

a las almas más puras les concede
un lugar donde amarse en esta vida,
cercado por la muerte y las tinieblas.

ELIZABETH BARRETT BROWNING
(Inglaterra-1806)
De "Sonetos del portugués"


Madrid, 6-11-01

¿ERAN LOS DEFENSORES?

¿Eran los defensores de una causa perdida
Aquellos? Habían elegido vivir aquí,
En el desastre reconocido. La muerte pasaba
Cada día, pero de las ruinas alzaban de nuevo templos
Donde la sombra se convertía en un fuego. Surgían
por aquí y por acá, canteros, maestros-talladores de piedras y de palabras,
Arquitectos de una locura donde se maravillaba la razón,
Edificadores aplastados pero siempre temibles,
Venerados y temidos. Eran defensores
de una causa perdida o eran nuestros jueces
Que escrutaban con sus ojos el reflejo del espejo.

 PIERRE SEGHERS
(Francia-1906)

De “Piranese"
Traducción: Claire Deloupy


Madrid, 7-11-01

UN FANTASMA

El hombre que volvía de la muerte
se llegó a mí, y el alma quedó fría,
trémula y muda... De la misma suerte
estaba mudo el hombre que volvía
de la muerte...

Era sin voz, como la piedra... Pero
había en su mirar ensimismado
el solemne pavor del que ha mirado
un gran enigma, y torna mensajero
del mensaje que aguarda el orbe entero...
El hombre mudo se posó a mi lado.

Y su faz y mi faz quedaron juntas,
y me subió del corazón un loco
afán de interrogar... Mas, poco a poco,
se helaron en mi boca las preguntas...

Se estremeció la tarde como un fuerte
gemido de huracán... Y, paso a paso,
perdióse en la penumbra del ocaso
el hombre que volvía de la muerte...

ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ
(México-1871)
De "El romero alucinado"


Madrid, 8-11-01

ALEGRES ÉRAMOS...

Usted sabe, señor,
qué alegría colgaba en la floresta;
qué alegría severa
como raigambre sudorosa;
cómo el alegre polvo veraniego
fulguraba en su lámina esplendente,
cómo, ¡qué alegremente andábamos!

¡Qué alegremente andábamos!

Usted sabe, señor,
usted ha visto cómo
la lluvia torrencial sempiterna caía
sobre un textil aroma de bejucos salvajes
y cómo iba dejando con sus pétalos húmedos
su flora resbalosa,
su acuosa florería.

Usted sabe, señor,
cómo los sementales retozaban
hartos de florecer, jubilosos de hartazgo,
con qué poder la noche deponía
su amargura en la altura del rocío
tal como deponía la desdicha
su arma en las arboledas.

Usted sabe qué alegre
aflicción de racimos por las ramas
en frutal arco iris vespertino;
cómo alegres luciérnagas subían
a encender las estrellas,
a conducir azahares que restallaban
como emoción nupcial o lumbraradas.

Usted señor, señor,
que antes de que aquí se enseñoreara
la pobreza, frunciendo hasta las hojas,
desesperando el aire,
bien sabe, bien conoce
que cualquier miserable aquí podía
fortificar un canto en su garganta,
en su pecho opulento.

(¡Cómo podías reír, muchacha mía!
Juvenil, ¡cómo izabas
una sonrisa fértil como un grano,
cómo te coronaban los jazmines
y cómo yo apuntaba
mi vaso de fervor: ¡Qué alegres éramos!)

Antes, antes de la amargura,
antes de que sorbiéramos
un caudaloso cáliz de indigencias boreales,
antes de que amarraran los perfumes,
que en su reverso el sol guardase el hambre,
¡qué alegres caminábamos!

Antes,
antes de que al aura ofendieran,
de arrancar la raíz sangrándole los bulbos,
antes del mayoral, del tiro, antes del látigo,
qué alegría, señor,
¡qué alegremente andábamos!

ELVIO ROMERO
(Paraguay-1926)


Madrid, 9-11-01

PERO QUE TE PUEDA VER...

Si es que me quieres matar,
no esperes a que me duerma,
pues no podré despertar.
Muerto,
ay, muerto y también dormido,
no es ni morir ni soñar,
no es ni recuerdo ni olvido.
Muerto,
ay, muerto y también dormido.

Mátame al amanecer,
o de noche, si tú quieres;
pero que te pueda ver
la mano;
pero que te pueda ver
las uñas;
pero que te pueda ver
los ojos,
pero que te pueda ver.

NICOLÁS GUILLÉN
(Cuba-1902)
De "El son entero"


Madrid, 10-11-01

ÍDOLO

Entre agujas de pino,
en el claro nevado,
hay un ídolo evenko
a la taiga mirando.

Altivo, entre sus párpados rugosos,
un tiempo allí veía
a tímidos evenkos
ofrecerle presentes que traían.

Pieles de reno y miel, prendas de cuero,
y buenas botas altas.
Creían que él rogaba
por todos y de todos se cuidaba.

Pensando oscuramente
que él los comprendía,
untaban en su boca
sangre de reno aún tibia.

Más, ¿qué podía él,
una deidad pequeña,
con alma carcomida
y cruel de madera?

Abandonado y muerto, entre las ramas
hoy mira sin cesar.
En él no cree ya nadie.
Nadie le va a rezar.

Pero yo siento a veces que en la noche,
en su claro desnudo
se le encienden los ojos
cubiertos por el musgo.

Y que aguza el oído a los rumores,
mientras la nieve cae,
lamiéndose los labios,
ansioso de más sangre.

EVGUENI EVTUCHENKO
(Siberia-1933)
De "Ternura"


Madrid, 11-11-01

BALADA
(de los proverbios)

Tanto se rasca la cabra, que se daña;
tanto va el cántaro a la fuente, que se rompe;
tanto se calienta el hierro, que se pone al rojo,
tanto se golpea, que se parte;
tanto vale el hombre, cuanto se le precia,
tanto se aleja, que lo olvidan,
tan malo es, que se le desprecia,
tanto se invoca la Navidad, que al fin llega.

Tanto habla uno, que se contradice;
tanto vale buena fama como un favor conseguido;
tanto promete uno, que se desdice;
tanto se suplica, que la cosa se adquiere,
tanto es más querida, cuanto es más buscada,
tanto se busca, que se encuentra,
tanto es más frecuente, cuanto menos deseada,
tanto se invoca la Navidad, que al fin llega.

Tanto se quiere al perro, que se le da de comer;
tanto corre la canción, que la aprenden;
tanto se guarda la fruta, que se pudre;
tanto se hostiga una plaza, que es conquistada;
tanto se tarda, que fracasa la empresa;
tanto se precipita, que sobreviene un mal;
tanto se aprieta, que cae la presa,
tanto se invoca la Navidad, que al fin llega.

Tanto se bromea, que ya no se causa risa;
tanto se gasta, que no se tiene camisa;
tanto es uno generoso, que todo se lo gasta;
tanto vale toma, como una cosa prometida;
tanto se ama a Dios, que se sigue a la Iglesia;
tanto se da, que conviene pedir prestado;
tanto se vuelve el viento, que se hace cierzo,
tanto se invoca la Navidad, que al fin llega.

Príncipe, tanto vive loco, que sana,
tanto va, que al fin vuelve,
tanto se le golpea, que muda de parecer,
tanto se invoca la Navidad, que al fin llega.

FRANÇOIS VILLON
(Francia-1431?)
De "El legado"


Madrid, 12-11-01

TOMO LA PLUMA

-Fragmento del Canto Segundo-

Tomo la pluma que va a construir el segundo canto... instrumento arrancado de las alas de algún pigargo rojo. Pero... ¿qué pasa con mis dedos? Las articulaciones quedan paralizadas en el momento en que empiezo a trabajar. Sin embargo, necesito escribir... ¡Es imposible! Pues bien, repito que necesito escribir mi pensamiento; tengo derecho, como cualquier otro, de someterme a esa ley natural... Pero ¡no, no, la pluma sigue inerte!... Mirad a través de los campos el relámpago que brilla a lo lejos. La tormenta recorre el espacio. Llueve... Sigue lloviendo... ¡Cómo llueve!... El rayo ha estallado... ha caído sobre mi ventana entreabierta y me ha tendido en el piso de un golpe en la frente. ¡Pobre joven! Tu rostro estaba ya bastante maquillado por las arrugas precoces y la deformidad de nacimiento, para necesitar el agregado de esa larga cicatriz sulfurosa. (Acabo de suponer que la herida está curada, y eso no sucederá tan pronto.) ¿Por qué esta tormenta, y por qué la parálisis de mis dedos? ¿Es una advertencia de arriba para impedirme escribir y para considerar mejor a qué me expongo destilando la baba de mi boca cuadrada? Pero esta tormenta no me ha causado temor. ¡Qué me importaría una legión de tormentas! Esos agentes de la policía celeste cumplen con celo su penoso deber, a juzgar someramente por mi frente herida. No tengo por qué agradecer al Todopoderoso su notable destreza; ha enviado el rayo justamente para cortar mi cara en dos a partir de la frente, sitio donde la herida ha sido más peligrosa: ¡que lo felicite otro! Pero las tormentas atacan a alguien más fuerte que ellas. Así, pues, horrible Eterno con cara de víbora, ¡ha sido necesario que, no contento de haber colocado mi alma entre las fronteras de la locura y los pensamientos de furor que mata de una manera lenta, hayas creído además conveniente para tu majestad, después de un maduro examen, hacer manar de mi frente una copa de sangre!... Pero, en fin  ¿Quién te dice algo? Sabes que no te amo, y que, por el contrario, te detesto: ¿por qué insistes? ¿Cuándo tu conducta decidirá no tomar más las apariencias de la extravagancia?  Háblame con franqueza como a un amigo: ¿No dudes, en fin, que muestras en tu persecución odiosa un cuidado ingenuo del cual ninguno de tus serafines se atrevería a destacar el completo ridículo? ¿Qué clase de ira se apodera de ti? Quiero que sepas que si me dejases vivir al abrigo de tus persecuciones, tendrías mi eterna gratitud... Vamos, Sultán, líbrame con tu lengua de esa sangre que mancha el parqué. El vendaje está terminado: mi frente ha sido lavada con agua salada y he cruzado vendas alrededor de mi rostro. El resultado no es infinito: cuatro camisas empapadas en sangre, y dos pañuelos. A primera vista no se sospecharía que Maldoror tuviera tanta sangre en las arterias, pues su rostro luce sólo resplandores cadavéricos. Pero, en fin, así son las cosas. Quizá se trate de casi toda la sangre que pudo contener su cuerpo, y es probable que no le quede mucha. Basta, basta, perro voraz; deja el parqué como está; tienes el vientre lleno. No debes continuar bebiendo pues no tardarías en vomitar. Ya estás bastante saciado, ve a acostarte en la perrera, haz de cuenta que nadas en felicidad, pues no tendrás que pensar en el hambre por tres inmensos días, gracias a los glóbulos que has hecho descender por tu gaznate con una satisfacción solemnemente visible. Tú, Leman, toma una escoba, yo también quisiera usar una, pero no tengo fuerzas. ¿Entiendes, no es cierto, que no tenga fuerzas? Vuelve tus lágrimas a su vaina, o creeré que no tienes el valor de contemplar con sangre fría la gran cuchillada, resultado de un suplicio que se pierde ya para mí en la noche del pasado. Tú irás a la fuente a buscar dos cubos de agua. Una vez lavado el parqué, pondrás esa ropa blanca en el cuarto vecino. Si la lavandera viene esta noche, como tiene que hacerlo, se la entregarás; pero como ha llovido mucho desde hace una hora, y sigue lloviendo, no creo que salga de su casa, entonces vendrá mañana temprano. Si te pregunta de dónde procede toda esta sangre no estás obligado a responder. ¡Qué débil estoy! No importa; tendré la fuerza de levantar la pluma y el valor de cavar en mi pensamiento. ¿Qué le ha reportado al Creador atormentarme, como si yo fuera un niño, con una tormenta portadora de rayos? No por eso dejo de persistir en mi resolución de escribir. Estas vendas me molestan, y la atmósfera de mi cuerpo respira sangre.

CONDE DE LAUTRÉAMONT
(Isidore Ducasse)
(Poeta francés nacido en Uruguay- 1846)
De "Los Cantos de Maldoror"


Madrid, 13-11-01

121

Es mejor ser vil que ser considerado vil,
cuando, sin serlo, se recibe la acusación de serlo;
y se pierde el justo placer, que de tal modo es juzgado
no por nuestro sentir sino por lo que los otros ven:

¿por qué deberán los falsos adulterados ojos de otros
criticar mi sangre vivaz,
o, mis fragilidades, espías más frágiles aún,
los cuales a su antojo consideran malo lo que yo tengo por bueno?

No, yo soy aquello que soy, y quienes miden
mis excesos, hacen la cuenta de los suyos propios:
tal vez yo vaya recto mientras ellos mismos van torcidos;
por sus torpes pensamientos no se habrán de apreciar mis acciones;

a menos que afirmen ellos este mal común:
todos los hombres son malvados, y triunfan en su maldad.

WILLIAM SHAKESPEARE
(Inglaterra-1564)
De "Sonetos"


Madrid, 14-11-01

OSAMENTAS CERRABAN EL CAMINO

Osamentas cerraban el camino. ¡Tanto peor!, me decía, puesto que de todos modos el enterrado vivo germinará, ¡tanto peor para los huesos! Me torcí levemente los pies. Juré contra los más sagrados nombres de los dioses, pero aún así hice una buena travesía. ¡Eh! ¡Eh! ¡La buena travesía! ¡Eh! ¡Eh! ¡La mar inmensa de la existencia! ¡Eh! ¡Eh! El pitido en doble escala por la salvación de los muertos.

Era chapoteadora la mar inmensa de la existencia.

En mi vida profunda. En mi vida de vaca veo una barrera tan alta como mi hocico. Y pongo mi buena jeta de vaca sobre la barrera. Y la barrera me cosquillea las costillas. Y la barrera me hace reír. Entonces, lamo mi barrera con mi hermosa lengua de vaca.

En la noche tunecina, nombro las constelaciones, las estrellas saludables y las que no lo son, Casiopea, Alfa del Escorpión, les doy nombre a las que no conozco. Poincaré el joven Escipión o Félix Faure el Gran Pompeyo, las margaritas de la noche azul, nosotros los hermanos de la mar chapoteadora, berreamos resplandecientes imbecilidades, traemos al capitán borracho como un cerdo.

Al atardecer de un día de coscorrones Cupido se arrojó a su sueño gritando: "¡Voy a ser feliz! ¡Me voy a desvanecer por la eternidad!

Y la eternidad se arrojó en el sol anunciando: "Sólo vengo a pasar un ratito".

Pero el sol saltó en el ojo del general. Y era el final de un día de batalla. Y el general llevaba la victoria con mano firme... ¡Oh! ¡Qué día horrible!

MAURICE BLANCHARD
(Francia-1890)
De "Las barricadas misteriosas"


Madrid, 15-11-01

ES LA MUCHA LOCURA

435

Mucha Locura es la más divina Sensatez-
para un Ojo que discierne-
Mucha Sensatez -desoladora Locura-
Es la Mayoría
En esto, como en Todo, prevaleciente-
Asiente -y eres cuerdo-
Disiente -y eres de inmediato peligroso-
Y quedas atado con una Cadena.

EMILY DICKINSON
(Estados Unidos-1830)


Madrid, 16-11-01

I

Me acosté lentamente en la playa de arena
Donde el mundo se gasta con áridas dulzuras
Y a la hora asombrada en que los astros nacen
Del nácar de sus sueños sobre sus cuerpos largos,
Vi venir hacia mí mis hermanas Sirenas.

Vi venir hacia mí mis locas hermanas de la orilla
Que cantan por la noche en un lúgubre coro;
Amantes sin amor, cautivas para siempre,
Que nunca en el gemido hondo o en los senos fríos
Sintieron bramar el fuego secreto de un corazón.

Me pedían ese trozo candente del alma,
Estremecido adentro como un pequeño ser;
Esa péndola viva hecha de sombra y fuego,
Lanzadera de un telar que a cada instante
Tejiendo sangre desfallece y se acelera.

Me pedían su parte de esa entraña
Que dilata nuestros votos incumplidos,
A fin de que el ahogado, el grumete o el corsario
Encuentren bajo el agua verde y la sal que macera,
El amor y el calor de las camas profundas.

Querían ese corazón para sufrir y saber
Los cantos del dolor y sus sollozos roncos.
Y comprender por qué cuando amanece el día
Revelando el naufragio y la barca vacía,
La mujer del marino acude a la rompiente.

Cedí, temblando, al llanto de sus ojos transparentes,
A sus enamorados gritos de sombras y rumor;
Entre sus dedos lascivos y sus anillos de perlas
Vi mi corazón hundirse en la cavidad negra de las olas
Y en el abismo del viento donde va lo que muere.

Lo vi descender el pozo de las tormentas,
Abrirse como un loto en las aguas tranquilas,
Bailar en las olas, rebotar en las crestas,
Y en hilos centelleantes que detiene el temblor,
Engancharse al cabello de las cañas gimiendo.

Vi su sangre tibia manchar el mar inmenso
como un sol herido que naufraga victorioso
Dejando por detrás la nada y la demencia;
Lo vi tragado por la noche que comienza
Y luego ya no vi más lo que era mi corazón.

MARGUERITE YOURCENAR
(Escritora francesa de origen Belga-1903)

De "Las caridades de Alcipo"


Madrid, 17-11-01

ESCALA DE AMOR

    Estando triste, seguro,
mi voluntad reposaba,
cuando escalaron el muro
do mi libertad estaba.
   A escala vista subieron
vuestra beldad y mesura,
y tan de recio hirieron,
que vencieron mi cordura.

   Luego, todos mis sentidos
huyeron a lo más fuerte,
mas iban ya mal heridos
con sendas llagas de muerte;
    y mi libertad quedó
en vuestro poder cautiva;
mas gran placer hube yo
desque supe que era viva.

   Mis ojos fueron traidores,
ellos fueron consintientes,
ellos fueron causadores
que entrasen aquestas gentes;
    que el atalaya tenían,
y nunca dijeron nada
de la batalla que vían,
ni hicieron ahumada.

   Después que hubieron entrado,
aquestos escaladores
abrieron el mi costado
y entraron vuestros amores;
    y mi firmeza tomaron,
y mi corazón prendieron,
y mis sentidos robaron,
y a mí sólo no quisieron.

                FIN

    ¡Qué gran aleve hicieron
mis ojos y qué traición:
por una vista que os vieron,
venderos mi corazón!

    Pues traición tan conocida
ya les placía hacer,
vendieron mi triste vida
y hubiera de ello placer;
    mas al mal que cometieron
no tienen excusación:
¡Por una vista que os vieron,
venderos mi corazón!

JORGE MANRIQUE
(España-1440)
De "Poesía amorosa"


Madrid 18-11-01

TODAS LAS HABITACIONES DE MI VIDA

Todas las habitaciones de mi vida
Me habrán estrangulado con sus paredes
Aquí los murmullos se ahogan
Los gritos se rompen

Aquellas en las que viví solo
Con grandes pasos vacíos
Aquellas
Que guardaban sus espectros antiguos
Las habitaciones de indiferencia

Las habitaciones de la fiebre y aquella que
Había yo instalado para ahí fríamente morir
El placer alquilado Las noches extranjeras

Hay habitaciones más hermosas que las heridas
Hay habitaciones que os parecerán banales
Hay habitaciones de súplicas
Habitaciones de luz baja
Habitaciones dispuestas a todo excepto a la felicidad
Hay habitaciones para mí de mi sangre para siempre
salpicadas

En todas las habitaciones viene un día en que el hombre
se despelleja vivo
En que cae de rodillas que pide piedad
Que balbucea y se vuelca como un vaso
Y padece el suplicio espantoso del tiempo
Derviche lento es redondo el tiempo que gira sobre sí mismo
Que mira con ojo circular
El descuartizamiento de su destino
Y el pequeño ruido de angustia antes de las
Horas antes de las medias
No sé nunca si eso va a sonar por mi muerte
Todas las habitaciones son habitaciones de justicia
Aquí conozco mi medida y el espejo
No me perdona

Todas las habitaciones cuando por fin me he dormido
Han lanzado sobre mí el castigo de los sueños

Porque no sé de los dos lo peor soñar o vivir

LOUIS ARAGON
(Francia-1897)
De "Habitaciones"
Traducción: Claire Deloupy


Madrid 19-11-01

VOY HACIA EL HOMBRE

Por fin voy hacia el hombre que ha puesto trampas a los pájaros
y busco su perdón, porque quise impedirle jugar con las vidas de otros
maldigo mi torpeza, pues no está bien quitar nada de la alegría de sus instintos
que tuvo buen cuidado de guardar tensos en todo tiempo
y más cuando los pájaros volaron ya y parece
que pían y se burlan de mí desde la altura sobre mi cabeza
sospechan que también yo tengo trampas, que mis manos son trampas
y jamás se posarán en mis palmas tendidas hacia ellos.

AMIR GILBOA
(Ucrania-1917)


Madrid, 20-11-01

UN POEMA ES BIEN POCA COSA

Un poema es bien poca cosa
Apenas más que un ciclón en las Antillas
Que un tifón en el Mar de China
Un terremoto en Formosa

Una inundación del Yang Tse Kiang
Nos ahoga a cien mil chinos de un sólo golpe
Zas
Eso no hace ni siquiera el tema para un poema
Bien poca cosa

Nos divertimos bien en nuestro pequeño pueblo
Vamos a construir una nueva escuela
Vamos a elegir nuevo alcalde y cambiar los días de mercado
Estábamos en el centro del mundo ahora nos encontramos cerca del río
    océano que roe el horizonte

Un poema es bien poca cosa

RAYMOND QUENEAU
(Francia-1903)


Madrid, 21-11-01

NOCHE OSCURA

Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual.

En una noche oscura
con ansias en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

A escuras, y segura
por la secreta escala disfrazada,
¡oh dichosa ventura!
a escuras, y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.

Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
a donde me esperaba,
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche, que guiaste,
oh noche amable más que alborada:
oh noche que juntaste
Amado con Amada,
Amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme, y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

SAN JUAN DE LA CRUZ
España, 1542
De "Poesías completas"


Madrid, 22-11-01

LO FUGAZ

La rosa temblorosa
se desprendió del tallo
y la arrastró la brisa
sobre las aguas turbias del pantano.

Una onda fugitiva
le abrió su seno amargo,
y estrechando a la rosa temblorosa
la deshizo en sus brazos.

Flotaron sobre el agua
las hojas como miembros mutilados,
y confundidas con el lodo negro,
negras, aún más que el lodo, se tornaron.

Pero en las noches puras y serenas
se sentía vagar en el espacio
un leve olor de rosa
sobre las aguas turbias del pantano.

RICARDO JAIMES FREYRE
(Bolivia-1868)


Madrid, 23-11-01

EL PULPO

Oscuro dios de las profundidades,
helecho, hongo, jacinto,
entre rocas que nadie ha visto, allí, en el abismo,
donde al amanecer, contra la lumbre del sol,
baja la noche al fondo del mar y el pulpo le sorbe
con las ventosas de sus tentáculos tinta sombría.
Qué belleza nocturna su esplendor si navega
en lo más penumbrosamente salobre del agua madre,
para él cristalina y dulce.
Pero en la playa que infestó la basura plástica
esa joya carnal del viscoso vértigo
parece un monstruo; y están matando
/ a garrotazos / al indefenso encallado.
Alguien lanzó un arpón y el pulpo respira muerte
por la segunda asfixia que constituye su herida.
De sus labios no mana sangre: brota la noche
y enluta el mar y desvanece la tierra,
muy lentamente, mientras el pulpo se muere.

JOSÉ EMILIO PACHECO
(México-1939)
De "Aguas territoriales"


Madrid, 24-11-01

UMBRAL DEL NÁUFRAGO

Puede acalambrarlo el mar
Alimentarlo el anzuelo
La fiebre del deseo apenas devorarlo
La tercera ebriedad, en la insistencia
de Dios, ponerlo de rodillas
El mito de sirenas, dejarlo sin mareas

Y pensar que podría conquistarlo,
el oleaje perdido
Despertarlo, el sollozo de un pez
Lavarle el corazón, la correntada

A deshoras, va retratado en la sombra
de la extraña gaviota
La mano trasnochada del ahogado,
llevándolo al suicidio

El grito evocado del tiempo,
poniéndolo en esdrújulo
Su regreso fatal, soldando los recuerdos

Y con qué hondura, su risa desdentada
El monólogo de la ola que se atrasa
Los presagios de una temida virazón

Lo inquieta, casi siempre,
la nostalgia del inesperado tiburón
Y hasta el topadillo, la siesta
del picudo en su harem

Cómo le da la bienvenida,
el alfabeto de las pequeñas caracolas,
los delfines nadando boca arriba
los ojos del atún enamorado;
las algas que han pecado

Y lo asustan en su susto,
la histérica tortuga que lo tienta
la farsa de unas velas,
el choque de las olas;
la algazara del viento
Pero el día de su onomástico,
el silencio del mar

Y todavía, nada

HUGO MAYO
(Ecuador-1898)
De "20 poemas de Hugo Mayo"


Madrid, 25-11-01

SILENCIO

Ahora ya está la brisa por el aire dispersa
con las manos hundidas en los árboles.
Pero en aquel momento se había ido tan lejos,
que era como si no existiese memoria de su nombre.
Todo el silencio estaba caído por el mundo
-la tierra misma no era sino una gota de silencio.
Los segundos de sol bajaron a beber aguas muertas
donde nacía la inquietud de unas horas futuras
prontas a alzar el vuelo con las palomas de la tarde.
Aquel minuto se extendía sobre las ramas inmóviles,
abriendo una luz sin ecos, ni cantos, ni dada;
el silencio perfecto de lo que va a surgir y aún se detiene.
Ancha campana de cristal para la luz del mediodía,
que viene limpia desde su nido alto
a florecer en una exacta rosa de doce pétalos.

EUGENIO FLORIT
(Cuba-1903)
De "Doble acento, poemas: 1930-1936"


Madrid, 26-11-01

SALMO I

En la hora de los últimos sueños del alba,
cuando la luz no proyecta en el canto desnudo del eco
sino el tamaño de esa palabra que la sombra no precede ni sigue.

En la hora de mica,
incandescente a la púrpura de los despertadores en llamas,
cuando el rumor de una hoja caída
podría manchar el silencio de una cisterna
y el vaho de la boca de un moribundo
prolongaría en el musgo la existencia de una gota de lluvia,
una voz que pide socorro me devuelve a la realidad.

De pronto,
tengo la edad de la alcoba madura en que nazco,
el color de la luz eléctrica
que circula por las arterias de los relojes,
el alma rencorosa de esa dama de tréboles
que el capricho de un rey de espadas condena
a interrumpir la biografía de un solitario.

Una hora de nácar
se incrusta en la madera porosa de la madrugada vecina
El mar es ya solamente una rendija de plata en la cerradura del puerto.

La tierra está pendiente del capricho de un jugador de billar.

Y la sombra de un avión
es capaz de robar una isla a la aurora dormida en los mapas.

Es la hora de la justicia.
El estallido de un timbre iluminó las aduanas.
Al despertar,
los que regresen de un viaje de estudio por la pereza
podrán declarar, al fin, el valor de todos sus sueños.

¡Un día más!
Pero nadie comprende por qué se descompusieron los grillos
y la bocina del primer automóvil alaba la magnificencia de Dios.

JAIME TORRES BODET
(México-1902)
De "Destierro"


Madrid 27-11-01

SENDERO

El viento demasiado fuerte cierra la puerta
Se lleva mi sombrero como una hoja muerta
Todo desapareció en el polvo
    Quién sabe lo que hay detrás

Un hombre corre sobre el horizonte
Su sombra cae en el vacío
Las nubes más pesadas ruedan sobre la casa
    La frente del cielo inquieto se arruga
Hay signos claros en el hierro de occidente
Una estrella que tiembla entre los hilos de plata
Los pliegues del río que todo lo detendrá
El mundo cansado se cae en un agujero
    Y de la masacre lo que queda
Se incorpora en la noche que cambia todos los gestos.

PIERRE REVERDY
(Francia-1889)
Traducción: Claire Deloupy


Madrid, 28-11-01

ESTUDIO

A Pedro Henríquez Ureña

Jugaré con las casas de Curazao,
pondré el mar a la izquierda
y haré más puentes movedizos.
¡Lo que diga el poeta!
Estamos en Holanda y en América
y es una isla de juguetería,
con decretos de reina
y ventanas y puertas de alegría.
Con las cuerdas de la lira
y los pañuelos del viaje,
haremos velas para los botes
que no van a ninguna parte.
La casa de gobierno es demasiado pequeña
para una familia holandesa.
Por la tarde vendrá Claude Monet
a comer cosas azules y eléctricas.
Y por esa callejuela sospechosa
haremos pasar la Ronda de Rembrandt.
... pásame el puerto de Curazao!
    isla de juguetería,
    con decretos de reina
    y ventanas y puertas de alegría.

Curazao, 1920

CARLOS PELLICER
(México-1899)
De "Colores en el mar y otros poemas"


Madrid, 29-11-01

ENTRADA DE LAS LARVAS

El pertiguero de la iglesia llevaba a pacer sus cabras por la vacía avenida.

Algunos niños morían o se secaban en las ventanas -era primavera y las manos de los hombres se extendían al sol, ofreciendo a todos ese pan de sus palmas que los niños no habían mordido todavía.

Sobre las terrazas uno se encontraba entre la tierra y el cielo. Ese día hubo muchos cráneos rotos de muchachos que querían volar por encima de los jardines.

Las gaviotas y los pañuelos golpeaban en el aire y rompían azul en los cristales, y unos barcos de cristal huían más allá de las nubes.

Cuando vino la noche, le tocó el turno a los ancianos: invadieron las calles, sentados sobre sus taburetes de tosca madera, encantaban a las palomas y bebían leche caliente.

El cielo estaba solamente un poco más oscuro y más alto.

Los árboles se estiran en el parque y tienden trampas a las mariposas nocturnas; el pertiguero ha entrado a la iglesia y las cabras duermen en la cripta.

Las mujeres aúllan todas de pronto con gargantas de lobas porque por los suburbios se ha deslizado un hombre desnudo y blanco que viene del campo.

RENÉ DAUMAL
(Francia-1908)


Madrid, 30-11-01

LA VIDA ES SUEÑO
-Fragmento-

Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una fracción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños sueños son.

CALDERÓN DE LA BARCA
(España-1600)


Selección de Poemas Editados
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