Madrid, 25-05-01
Sólo quien eleva su lira
en medio de las sombras,
puede, presintiendo,
rendir el infinito homenaje.
Sólo quien con los muertos
ha gustado la adormidera, de la suya
no perderá nunca jamás
el más ligero sueño.
El refllejo en el estanque
puede diluirse ante nuestros ojos:
no olvides la imagen.
En el doble reino, al fin
sólo las voces se volverán
eternas y suaves.
RAINER
M. RILKE
(Poeta austríaco, nacido en Praga-1875)
De "Los sonetos a Orfeo"
Madrid, 28-05-01
AH, MIS AMIGOS, HABLAIS DE RIMAS...
Ah, mis amigos, habláis de rimas
y habláis finamente de los crecimientos libres...
en la seda fantástica que os dan las hadas de los leños
con sus suplicios de tísicas
sobresaltadas
de alas...
Pero habéis pensado
que el otro cuerpo de la poesía está también allá, en el Junio de crecida,
desnudo casi bajo las agujas del cielo?
Qué haríais vosotros, decid, sin ese cuerpo
del que el vuestro, si frágil y si herido, vive desde "la división",
despedido del "espíritu", él, que sostiene oscuramente sus juegos
con el pan que él amasa y que debe recibir a veces,
en un insulto de piedra?
Habéis pensado, mis amigos,
que es una red de sangre la que os salva del vacío,
en el tejido de todos los días, bajo los metales del aire,
de esas manos sin nada al fin como las ramas de Junio,
a no ser una escritura de vidrio?
Oh, yo sé que buscáis desde el principio el secreto de la tierra,
y que os arrojáis al fuego, muchas veces, para encontrar el secreto...
Y sé que a veces halláis la melodía más difícil
que duerme en aquéllos que mueren de silencio,
corridos por el padre río, ahora, hacia las tiendas del viento...
Pero cuidado, mis amigos, con envolveros en la seda de la poesía
igual que en un capullo...
No olvidéis que la poesía,
si la pura sensitiva o la ineludible sensitiva,
es asimismo, o acaso sobre todo, la intemperie sin fin,
cruzada o crucificada, si queréis, por los llamados sin fin
y tendida humildemente, humildemente, para el invento del amor...
Juan
L. Ortiz
(Argentina-1896)
De "Las raíces y del cielo"
Madrid, 29-05-01
Cruzar
una calle para escaparse de casa
lo hace sólo un muchacho, pero ese hombre que transita
todo el día las calles, ni es ya un muchacho
ni escapa de casa.
Hay tardes estivales
en que incluso las plazas se quedan vacías, tendidas
bajo el sol que se va hacia el ocaso, y ese hombre, que llega
por una avenida de inútiles plantas, se para.
¿Vale la pena estar solo para seguir siempre aún más solo?
Al transitarlas, las calles y plazas
se encuentran vacías. Hay que abordar a una mujer
y hablarle y decidirla a hacer vida en común.
En caso contrario, se acaba hablando solo. Es por eso que,
a veces,
hay borrachos nocturnos que traban conversación
y cuentan sus proyectos de toda la vida.
No
es verdad que te encuentres con alguien
esperando en la plaza vacía, pero quien transita las calles
de vez en cuando se para. Si formasen pareja,
aun callejeando, estaría la casa
donde está esa mujer y valdría la pena.
Por la noche, la plaza se vacía de nuevo
y ese hombre, que pasa, no advierte las casas
entre inútiles luces, no alza la vista:
sólo nota la calzada, hecha por otros hombres
de encallecidas manos, al igual que las suyas.
No está bien quedarse en la plaza desierta.
Sin duda, en la calle estará aquella mujer
que, de rogárselo, nos ayudaría en el hogar.
CESARE
PAVESE
(Italia-1908)
De "Trabajar Cansa"
Madrid, 30-05-01
¡AVANTI!
Si te postran diez veces, te levantas
Otras diez, otras cien, otras quinientas...
No han de ser tus caídas tan violentas
Ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
Con
el hambre genial con que las plantas
Asimilan el humus avarientas,
Deglutiendo el rencor de las afrentas
Se formaron los santos y las santas.
Obsesión
casi asnal, para ser fuerte,
Nada más necesita la criatura
Y en cualquier infeliz se me figura
Que se rompen las garras de la suerte...
¡Todos
los incurables tienen cura
Cinco segundos antes de la muerte!
¡PIÚ
AVANTI!
No te des por vencido, ni aun vencido,
No te sientas esclavo, ni aun esclavo,
Trémulo de pavor, piénsate bravo,
Y arremete feroz, ya mal herido.
Ten
el tesón del clavo enmohecido,
Que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo;
No la cobarde intrepidez del pavo
Que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede
como Dios que nunca llora,
O como Lucifer, que nunca reza,
O como el robledal, cuya grandeza
Necesita del agua y no la implora...
¡Que muerda y vocifere vengadora,
Ya rodando en el polvo tu cabeza!
¡MOLTO
PIÚ AVANTI!
Los que vierten sus lágrimas amantes
Sobre las penas que no son sus penas;
Los que olvidan el son de sus cadenas,
Para limar las de los otros antes;
Los
que van por el mundo delirantes,
Repartiendo su amor a manos llenas,
Caen, bajo el peso de sus obras buenas
Sucios, enfermos, trágicos... ¡sobrantes!
¡Ah!
¡Nunca quieras remediar entuertos!
¡Nunca sigas impulsos compasivos!
¡Ten los garfios del odio siempre activos,
Y los ojos del Juez siempre despiertos!...
¡Y al echarte en la caja de los muertos,
Menosprecia los llantos de los vivos!
¡MOLTO
PIÚ AVANTI ANCORA!
El mundo miserable es un estrado
Donde todo es estólido y fingido,
Donde cada anfitrión guarda escondido
Su verdadero ser, tras el tocado.
No
digas tu verdad ni al más amado;
No demuestres temor ni al más temido;
No creas que jamás te hayan querido
Por más besos de amor que te hayan dado.
Mira
cómo la nieve se deslíe
Sin que apostrofe al sol su labio yerto,
Cómo ansía las nubes el desierto
Sin que a ninguno su ansiedad confíe...
¡Trema
como el Infierno; pero ríe!
¡Vive la vida plena, pero muerto!
¡MOLTISSIMO
PIÚ AVANTI ANCORA!
Si en vez de las estúpidas panteras
y los férreos estúpidos leones,
Encerrasen dos flacos mocetones
En esa frágil cárcel de las fieras,
No
habrían de yacer noches enteras
En el blando pajar de sus colchones,
Sin esperanzas ya, sin reacciones
Lo mismo que dos plácidos horteras;
Cual
Napoleones pensativos, graves
No como el tigre sanguinario y maula,
Escrutrarían palmo a palmo su aula,
Buscando las rendijas, no las llaves...
¡Seas
el que tú seas, ya lo sabes:
A escrutar las rendijas de tu jaula!
ALMAFUERTE
(Argentina-1854)
De "La esperanza"
Madrid, 31-05-01
Un
día viniendo del Sur,
del Sur también de mi sangre, del Sur de mi ceniza,
de la ceniza de los que me dieron la sangre, el hueso, la mirada,
una niñita llegó y dijo: El aire.
Y después el aire del país y el aceite.
Hermanos, hermanos.
Un
día viniendo del Sur,
vine a dar adonde nunca había estado pero volvía sin embargo,
reconocí los aldabones, el tahonero, la gorda de la pescadería,
una niñita llegó y dijo: La tierra.
Y después la tierra del país y el vino.
Amigos, amigos.
Un
día viniendo del Sur,
del sur de la Madre Patria a ella, de la muerte de mis padres,
encontré de pronto la música, la luz que me arrebataron casualmente,
una niñita llegó y dijo: El agua.
Y después el agua del país y el pan.
Madre, madre.
Un
día viniendo del Sur
vine a dar al país de donde había salido antes de nacer
-cuando mi madre adolescente me soñaba en el fondo
del trasatlántico-
una niñita llegó y dijo: El fuego.
Y después el fuego del país y el amor.
Querida, querida.
RAÚL
GONZÁLEZ TUÑÓN
(Argentina-1905)
De
"La Muerte en Madrid"