Madrid, 1-7-01

EL SONETO

A Dámaso Alonso

He vuelto a estas paredes donde encierro
la acostumbrada voz de la amargura
y, junto a aquel verdor, la ya madura
fruta del corazón que, a cada yerro,

se duele de la rama en su destierro
y gana cargazón perdiendo altura;
pero, por ser buscada la clausura,
tibio es el muro y fácil es el hierro.

Hablo de ti, dogal, soneto mío,
que, sin talar, aprietas cada ramo,
que, sin cegar, corriges cada río.

Hablo de lo que ciñe y lo que doma:
de una sombra apretada en la que amo
y un ojo arriba donde Dios se asoma.

JOSÉ GARCÍA NIETO
(España-1914)
De "La red"


Madrid, 2-7-01

REYERTA

A Rafael Méndez

    En la mitad del barranco
las navajas de Albacete,
bellas de sangre contraria,
relucen como los peces.
Una dura luz de naipe
recorta en el agrio verde,
caballos enfurecidos
y perfiles de jinetes.
En la copa de un olivo
lloran dos viejas mujeres.
El toro de la reyerta
se sube por las paredes.
Ángeles negros traían
pañuelos y agua de nieve.
Ángeles con grandes alas
de navajas de Albacete.
Juan Antonio el de Montilla
rueda muerto la pendiente,
su cuerpo lleno de lirios
y una granada en las sienes.
Ahora monta cruz de fuego,
carretera de la muerte.

    El juez, con guardia civil,
por los olivares viene.
Sangre resbalada gime
muda canción de serpiente.
Señores guardias civiles:
aquí pasó lo de siempre.
Han muerto cuatro romanos
y cinco cartagineses.

    La tarde loca de higueras
y de rumores calientes,
cae desmayada en los muslos
heridos de los jinetes.
Y ángeles negros volaban
por el aire del poniente.
Ángeles de largas trenzas
y corazones de aceite.

FEDERICO GARCÍA LORCA
(España-1898)
De "Andalucía mítica"


Madrid, 3-7-01

EL MAÑANA EFÍMERO

A Roberto Castrovido

    La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y de alma quieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero,
a la moda de Francia realista,
un poco al uso de París pagano,
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar de la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas;
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana,
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.

ANTONIO MACHADO
(España-1875)
De "Campos de Castilla"


Madrid, 4-7-01

AUTENTICIDAD DEL HÉROE

Estuve en las palestras y no me conocisteis.
Fui el poeta integral, el Héroe hidráulico
nacido en los disturbios de la fábrica.
Percibí la amargura del obrero
y enjugué el trasudar de sus poleas.
Fui el volumen compacto del nitrógeno,
la combustión catódica, el amperio
que las ondas eléctricas regula.
Detecté sin antenas ni radar
cómo pulsan los fetos del abismo,
y comprendí que las estrellas surgen,
lo mismo que los hombres a la vida,
por los canales de la vulva eterna.
A los que me incitaron a escalar el Sinaí
para escuchar la voz de sus caudillos,
les dije: ¡sabed, yo tengo mis leyes geoquímicas!
¡Ya depuré con ellas a las enfermedades
y al rostro senescente de la culpa!
¡Tuve un infierno personal
y arboricé mi propio paraíso!
¡Romped el Santo Grial, romped el Santo Grial
y dadle un nuevo corazón al mundo!
¡Ah de los que escucháis arrodillados
ante las aras de los templos:
pangue lingua, pangue lingua!
Y al escéptico triste que proclama:
¡No hay más que vanidad de vanidades!,
desde mi paganismo esférico respondo:
¿no ves la rotación de la Materia?
¡Sólo hay eternidad de eternidades!

GERMÁN PARDO GARCÍA
(Colombia-1902)
De "El Héroe"


Madrid, 5-7-01

LOS MARINEROS

Para Luis y Stanley

Ellos son los que viven sin nacer a la tierra:
no les sigáis con vuestros ojos,
vuestra mirada dura, nutrida de firmezas,
cae a sus pies como impotente llanto.

Ellos son los que viven en el líquido olvido,
oyendo sólo el corazón materno que les mece,
el pulso de la calma o la borrasca
como el misterio o canto de un ámbito entrañable.

París, 1938

ROSA CHACEL
    (España-1899)
De " Versos Prohibidos"


Madrid, 6-7-01

NOSTALGIA

Cien años han pasado sin ver tu cara
enlazar tu cintura
detenerme en tus ojos
preguntar a tu clarividencia
acercarme al calor de tu vientre.

Hace cien años que en una ciudad
                    una mujer me espera.

Estábamos en la misma rama, en la misma rama.
Caímos de la misma rama, nos separamos.
Cien años nos separan
                    cien años de camino.

Hace cien años que en la penumbra
                    corro detrás de ella.

6 de julio de 1959

NÂZIM HITMET
Nace en Tesalónica en 1902
De "Ultimos poemas"


Madrid, 7-7-01

EN JULIO

Cuando se nos echa él encima,
se pone de un color triste de rosa
el hermoso follaje.

Funde fosos, bebe ríos,
tritura escollos, brilla,
es furia que se obstina, el implacable,
vierte espacio, ciega metas,
es el estío y en los siglos
sus ojos calcinantes
van de la tierra desnudando el esqueleto.

1931

GIUSEPPE UNGARETTI
Egipto, 1888
De "Sentimiento del tiempo"


Madrid, 8-7-01

A UN POETA

Nada más triste que un titán que llora,
hombre-montaña encadenado a un lirio,
que gime, fuerte, que pujante, implora:
víctima propia en su fatal martirio.

Hércules loco que a los pies de Onfalia
la clava deja y el luchar rehúsa,
héroe que calza femenil sandalia,
vate que olvida a la vibrante musa.

¡Quién desquijara los robustos leones,
hilando esclavo con la débil rueca;
sin labor, sin empuje, sin acciones:
puños de hierro y áspera muñeca!

No es tal poeta para hollar alfombras
por donde triunfan femeniles danzas:
que vibre rayos para herir las sombras,
que escriba versos que parezcan lanzas.

Relampagueando la soberbia estrofa,
su surco deje de esplendente lumbre,
y el pantano de escándalo y de mofa
que no le vea el águila en su cumbre.

Bravo soldado con su casco de oro
lance el dardo que quema y que desgarra,
que embista rudo como embiste el toro,
que clave firme, como león, la garra.

Cante valiente y al cantar trabaje;
que ofrezca robles si se juzga monte;
que su idea, en el mal, rompa y desgaje
como en la selva virgen el bisonte.

Que lo que diga la inspirada boca
suene en el pueblo con palabra extraña;
ruido de oleaje al azotar la roca,
voz de caverna y soplo de montaña.

Deje Sansón de Dálila el regazo:
Dálila engaña y corta los cabellos.
No pierda el fuerte el rayo de su brazo
por ser esclavo de unos ojos bellos.

RUBÉN DARÍO
(Nicaragua-1867)

De "El año lírico"


Madrid, 9-7-01

CARTA A UN POETA JOVEN

Me gusta que te sientas parricida
nos hace bien a todos

a vos
porque es una constancia
de que existís
enhorabuena

y a nosotros también
porque es un signo
de que estamos
o estuvimos
aquí

en cambio qué tristeza
sería para todos
que te sintieras
huérfano

MARIO BENEDETTI
Uruguay, 1920
De "Viñetas de mi viñedo"


Madrid, 10-7-01

I (11)

Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarlo, y apenas ¡oh hermosa!
si teniendo en mis manos las tuyas
pudiera, al oído, cantártelo a solas.

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
España-1836
De "Rimas"


Madrid, 11-7-01

I
QUE VENGA EL POETA

Que venga el poeta.
Y me trajisteis aquí para contar las estrellas,
para bañarme en el río y para hacer dibujos en la arena.

Éste era el contrato.
Y ahora me habéis puesto a construir cepos y candados,
a cargar un fusil y a escribir en la oficina de un juzgado.

Me trajisteis aquí para cantar en unas bodas
y me habéis puesto a llorar junto a una fosa.

II
¿Y A QUÉ HE VENIDO?

¡Ah, sí!
He venido a ver el pájaro en la jaula
y al juez metiendo prisa con su vara,
a los que construyen rejas,
a los que construyen cerrojos,
a los que construyen alambradas
y a los que pegan vidrios verdes en lo alto de las gruesas
    tapias.

Pero he venido también a ver a los que tejen cables y
    maromas largas
a los que rompen los rosarios y los empalman después
    unos con otros para que no se muerda la cola la
    plegaria...
y a los que construyen canales
y a los que construyen escalas
y a los que tiran en las sombras sondas como las arañas,
sondas profundas y delgadas
hechas con una secreción carnal metafísica y amarga,
a la que para entenderse de algún modo...
los hombres, por ahora, llaman lágrimas.

III
Y AHORA ME VOY

Y me voy sin haber recibido mi legado,
sin haber habitado mi casa,
sin haber cultivado mi huerto,
sin haber sentido el beso de la siembra y de la luz.
Me voy sin haber dado mi cosecha,
sin haber encendido mi lámpara,
sin haber repartido mi pan...
Me voy sin que me hayáis entregado mi hacienda...
Me voy sin haber aprendido más que a gritar y a maldecir,
a pisar bayas y flores...
Me voy sin haber visto el Amor,
con los labios amargos llenos de baba y de blasfemias,
y con los brazos rígidos y erguidos, y los puños cerrados,
    pidiendo Justicia fuera del ataúd.

IV
ME VOY PORQUE LA TIERRA YA NO ES MÍA

Porque mis pies están cansados,
mis ojos ciegos,
mi boca seca
y mi cuerpo dócil y ligero,
para entrar en el aire.
Me voy porque ya no hay caminos para mí en el suelo.
Salí del agua, ha vivido en la sangre
y ahora me espera el Viento
para llevarme al sol...
Salí del mar... y acabaré en el fuego.

V
ME VOY PORQUE LA ESPIGA Y LA AURORA NO SON MÍAS

He andado perdido por el mundo pidiendo pan y luz.
¡Y el sol es pan y luz!
¡Miradle cómo sale del horno y asciende en el alba para 
    todos,
con su doble corona de harina y de cristal!...
¡Oh, Dios antiguo y generoso, proscrito por el hombre!
Tú ahí siempre, puntual en la espiga y en la aurora
y yo aquí hambriento y ciego, con mi grito mendigo
    perdido tantas veces en la historia...

VI
ME VOY PORQUE LA LUZ TAMPOCO ES MÍA

Hoy abrí la ventana que mira al mar y al viento
y me pareció que había abierto
la trampa que estaba aquí en el suelo
para los días de las conspiraciones y del miedo.
Si sigo aquí, ahora ya y siempre, tendré que decir:
Ahí abajo, ahí adentro...
en la cueva, en lugar de decir: Allá afuera, allá arriba... en
    el viento.
Me voy. Las ventanas son trampas. Ya no veo la luz... ya
    no la veo.

VII
ME VOY PORQUE LA TIERRA Y EL PAN Y LA LUZ YA NO SON MÍOS

Volveré mañana en el corcel del Viento.
Volveré. Y cuando vuelva, vosotros os estaréis yendo:
Vosotros, los alcabaleros de la muerte, los centuriones en
    acecho
bajo la gran ojiva de la puerta, los constructores de
    ataúdes que al medir el cuerpo
amarillo de los que se van, con la cinta de metro y medio
de los alfayates, decís siempre: ¡Cómo crecen los muertos!
¡Oh, sí! Los muertos crecen. El último traje que se hicieron,
al amortajarlos ya les viene pequeño.
Crecen. Y apenas los entierran, rompen los tablones de
    pino y los catafalcos de acero;
crecen después en la tumba, fuera de la caja, abren la
    tierra como las semillas de centeno
y ya, bajo el sol y la lluvia, con el aire, sueltos,
y sin raíces, siguen y siguen creciendo.

Yo me voy a crecer con los muertos.

Volveré mañana en el corcel del Viento.
Volveré. ¡Y volveré crecido! Entonces vosotros que os
    estaréis yendo
no me conoceréis. Mas cuando nos crucemos
en el puente, yo os diré con la mano:
¡Adiós, alcabaleros,
centuriones,
sepultureros!...
A crecer, a crecer,
a la tierra otra vez...
al agua,
al sol,
al Viento... al Viento...
¡Otra vez al Viento!

LEÓN FELIPE
(España-1884)
De "El Viento y yo"


Madrid, 12-7-01

POR UNA SENDA VAN LOS HORTELANOS

Por una senda van los hortelanos,
que es la sagrada hora del regreso,
con la sangre injuriada por el peso
de inviernos, primaveras y veranos.

Vienen de los esfuerzos sobrehumanos
y van a la canción, y van al beso,
y van dejando por el aire impreso
un olor de herramientas y de manos.

Por otra senda yo, por otra senda
que no conduce al beso aunque es la hora,
sino que merodea sin destino.

Bajo su frente trágica y tremenda,
un toro solo en la ribera llora
olvidando que es toro y masculino.

MIGUEL HERNÁNDEZ
(España-1910)
De "El rayo que no cesa"


Madrid, 13-7-01

SOY UN GUARDADOR DE REBAÑOS

Soy un guardador de rebaños.
El rebaño es mis pensamientos
y todos mis pensamientos son sensaciones.

Pienso con los ojos y con los oídos
y con las manos y los pies
y con la nariz y la boca.
Pensar una flor es verla y olerla
y comerse una fruta es conocer su sentido.

Por eso cuando, en un día de calor,
me siento triste de disfrutarlo tanto,
y me acuesto estirado en la hierba,
y cierro los ojos calientes,
siento a todo mi cuerpo acostado en la realidad,
sé de verdad y soy feliz.

FERNANDO PESSOA
(Portugal-1888)
De "Poemas de Alberto Caeiro"


Madrid, 14-7-01

PELIGRO DEL QUE SUBE  MUY ALTO, Y MÁS SI ES POR LA CAÍDA DE OTRO

Para, si subes; si has llegado, baja;
que ascender a rodar es desatino;
mas si subiste, logra tu camino,
pues quien desciende de la cumbre, ataja.

Detener la Fortuna la rodaja
a pocos concedió poder divino,
y si la cumbre desvanece el tino,
también tal vez la cumbre se desgaja.

El que puede caer, si él se derriba,
ya que no se conserva, se previene
contra el semblante de la suerte esquiva.

Y pues nadie que llega se detiene
tema más quien se mira más arriba,
y el que subió, por quien rodando viene.

FRANCISCO DE QUEVEDO
España-1580
De "Poesía grave"


Madrid, 15-7-01

HASTIADO DEL AMARGO REPOSO DONDE MI PEREZA OFENDE

Hastiado del amargo reposo donde mi pereza ofende
Una gloria por la que rehuí antaño de la infancia
Adorable de los bosques de rosas bajo el azul
Natural, y siete veces más hastiado del duro pacto
De cavar por velada una nueva fosa
En avaro y frío terreno de mi cerebro,
Enterrador sin piedad para la esterilidad,
¿-Qué decir a esta Aurora, oh Sueños, visitado
Por las rosas, cuando, miedo de sus lívidas rosas,
El vasto cementerio unirá los agujeros vacíos?...

Quiero abandonar el Arte voraz de un país
Cruel, y, sonriendo a los reproches envejecidos
Que me hacen mis amigos, el pasado, el genio,
Y mi lámpara que sabe sin embargo mi agonía,
Imitar al Chino de límpido y fino corazón
Cuyo puro éxtasis es pintar el fin
Sobre sus tazas de nieve a la luna arrebatada
De una flor extraña que perfuma su vida
Transparente, la flor que ha olido, de niño,
A la filigrana azul del alma injertándose.
Y, la muerte tal con el solo sueño del sabio,
Sereno, voy a elegir un joven paisaje
Que aún pintaría sobre las tazas, distraído.
Una línea de azul fina y pálida sería
Un lago, entre el cielo de porcelana desnuda,
Un claro creciente perdido de una blanca inmensidad
Cala  su cuerno tranquilo en el hielo de las aguas,
No lejos de tres grandes pestañas de esmeraldas, juncos.

STÉPHANE MALLARMÉ
(Francia-1842)
De "Poesías"
Traducción: Claire Deloupy


Madrid, 16-7-01

EL INFIERNO

Un hombre cruzó el desierto sin beber nada
Y alcanza una noche las orillas del mar
Siente más sed aún al ver las aguas amargas
Aquel hombre es mi deseo, el mar es tu victoria.

Vestido de azul cuando negra es su alma
Al pie de una horca una máscara hermosa toma el aire
Como si del amor -ese ahorcado amarillo y verde-
Quisiera que se quemase la horrible mano de gloria.

El ahorcado, la hermosa máscara y aquel hombre alterado
Bajan al infierno que yo mismo voy cavando
Y el infierno es siempre: "Quisiera que ella me amase."

Y no tendré acaso nada de mi agrado
Sino el amor por lo menos una muerte tan hermosa.
Dime, ¿sabías que mi alma era mortal?

GUILLAUME APOLLINAIRE
(Poeta francés nacido en Roma-1880)
De "Hay"
Traducción: Claire Deloupy


Madrid, 17-7-01

ALCOHOL Y SÍLABAS

La primera palabra es ábreme, vengo
del frío, dame la escritura
para quemarme libre del énfasis, hoy
en el límite del escalón sonámbulo, justo
en la vuelta 26
de esta corrida con la muerte

porque el tiempo está ahí con su materia
traslúcida, en este aire adivino
que me sube por las venas sin que sea yo
este yo que vuela y anda animal
sagitario por las calles, alcohol y sílabas

celebrando el cumpleaños del loco en la peor de las sintaxis
de diciembre, viéndolo todo
por anticipado en el marco sin espejo, el amor
y el vértigo, lo simultáneo
de estar en todas partes:
                                    ¿hay Dios
en esta quebrazón de copas, o lo que va a estallar
es el mundo?

GONZALO ROJAS
(Chile-1917)
De "La miseria del hombre"


Madrid, 18-7-01

ME DESORDENO, AMOR,
ME DESORDENO

Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada,
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.

Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada
me desordeno, amor, me desordeno.

Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;

y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.

CARILDA OLIVER LABRA
Cuba-1924
De "Memoria de la fiebre"


Madrid, 19-7-01

VOY ANOTANDO EN IMÁGENES

Voy anotando en imágenes:
las entrelíneas de un temblor,
un cociente furtivo de la sombra,
el residuo de un relámpago.

Voy copiando modelos:
la vida apretada en un muñón,
la síntesis que se completa en un suicidio,
un pan que rompe un beso.

Voy subrayando textos:
el vacío que suspende una frase,
una palabra que pierde el equilibrio,
una disonancia que canta.

Voy llenando dibujos:
el modo con que practico el infinito,
la ocupación también transitoria de la muerte,
el préstamo sin garantías de esta realidad.

Voy llegando al comienzo:
la palabra sin nadie,
el último silencio,
la página que ya no se enumera.

Y así encuentro la forma
de probar que la vida
calla más que la muerte.

ROBERTO JUARROZ
(Argentina-1925)
De "Quinta poesía vertical"


Madrid, 31-7-01

EL AMOR QUE CALLA

    Si yo te odiara, mi odio te daría
en las palabras, rotundo y seguro;
pero te amo y mi amor no se confía
a este hablar de los hombres, tan oscuro.

    Tú lo quisieras vuelto un alarido,
y viene de tan hondo que ha deshecho
su quemante raudal, desfallecido,
antes de la garganta, antes del pecho.

    Estoy lo mismo que estanque colmado
y te parezco un surtidor inerte.
¡Todo por mi callar atribulado
que es más atroz que el entrar en la muerte!

GABRIELA MISTRAL
Chile, 1889
De "Dolor"


 

Selección de Poemas Editados


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